a Tony, que es tan bueno, ?que pasa… conmigo, por ejemplo? ?Con cualquiera de nosotros? ?Que es lo que va a pasar ahora?

—No lo se —dijo Leo, apesadumbrado—. Pero estoy seguro que el idilio ha terminado. Esto es solo el comienzo.

—Pero, ?que haremos? ?Que podemos hacer?

—Bueno… en principio no tener miedo. Y no desesperarse. Sobre todo eso, no desesperarse…

Las puertas en el otro extremo del modulo se abrieron y se oyo la voz del supervisor de Hidroponia.

—?Chicas? Por fin recibimos la remesa de semillas. ?Esta ya listo ese tubo de cultivo?

Leo se dio media vuelta por ultima vez antes de escabullirse a toda velocidad. Le estrecho la mano a cada una de las muchachas.

—Es un dicho muy antiguo, pero se que es cierto, a partir de mi experiencia personal. La suerte favorece a las mentes preparadas. Asi que sed fuertes… ya hablaremos…

Paso junto al supervisor de Hidroponia, con un elaborado bostezo que parecia casual, como si solo se hubiera detenido un momento para ver el trabajo que se estaba realizando.

A Silver se le contrajo el estomago cuando miro a Claire. Claire lloriqueo y se puso a trabajar de inmediato en el tubo de cultivo, escondiendo su rostro del supervisor. Silver se estremecio de alivio. Por ahora todo andaba bien.

Esa tension fue lentamente reemplazada por algo que no era familiar, que quemaba, que la llenaba de miedo. ?Como se atreven a hacerle esto a Claire, a ella, a todos nosotros'? No tienen derecho. Ningun derecho. Ninguno.

La furia le hacia estallar la cabeza, pero eso era mejor que el miedo creciente. Habia casi una especie de regocijo en esa furia. Silver inclino la cabeza para esconder su expresion cenuda del supervisor.

La asistente de alimentacion, una chica cuadrumana de unos trece anos, entrego a Leo la bandeja del almuerzo a traves de la ventana de servicio, sin su sonrisa de costumbre. Cuando Leo sonrio y dijo «Gracias», la muchacha respondio con un gesto mecanico y se alejo rapidamente. Leo se preguntaba de que manera distorsionada habria llegado a sus oidos la historia del desastre de Tony y Claire de la semana anterior. No era porque los hechos reales no fueran penosos de por si. Todo el Habitat parecia estar sumergido en una atmosfera de desesperacion.

Leo se sentia un poco hastiado de los cuadrumanos y de sus eternos problemas. Se alejo de un grupo de alumnos, que estaban almorzando cerca de la ventana, aunque ellos le hicieran senas para que se acercara. En cambio, floto por el modulo hasta que vio un espacio vacio y puso su bandeja junto a las piernas de alguien. Cuando Leo se dio cuenta de que esas piernas pertenecian al capitan de k nave, Durrance, era demasiado tarde para retirarse.

Pero el saludo de Durrance no tuvo ninguna animosidad. Evidentemente, a diferencia de muchos otros que Leo podia nombrar, no consideraba que el ingeniero fuera el responsable del fiasco espectacular de su alumno Tony. Leo engancho los pies en las trabas y asi le quedaron las manos libres para atacar la comida. Le devolvio el saludo y bebio el cafe caliente. No habia cafe suficiente en todo el universo que pudiera solucionar sus dilemas.

Durrance, aparentemente, estaba de humor para una conversacion amable.

—?Va a tomar pronto su permiso?

—Pronto… —En una semana, aproximadamente, penso Leo. El tiempo se le iba de las manos, como todas las cosas que lo circundaban alli.

—?Como es Rodeo?

—Pesado. —Durrance se metio en la boca una especie de pastel de verdura.

—Ah. —Leo miro a su alrededor—. ?Ti esta con usted?

Durrance solto una carcajada.

—No es probable. Esta abajo, en el hielo. Esta apelando. —Hizo un gesto y levanto las cejas, como para que el segundo sentido de su frase fuera evidente—. No es lo correcto, desde mi punto de vista. Yo tuve una sancion en mi registro por culpa de ese maldito estupido. Si hubiera sido la primera vez que se metia en problemas, tal vez podria haber evitado ser sancionado. Pero ahora no creo que tenga posibilidades. Su Van Atta quiere cubrir las puertas del Habitat con su pellejo.

—En primer lugar, no es mi Van Atta protesto Leo vigorosamente—. Si lo fuera, lo cambiaria por un perro…

—… Y mataria al perro —concluyo Durrance. Su boca esbozo una sonrisa—. Van Atta. Eso estaria bien. Si el rumor que oi es cierto, tal vez no le quede mucho tiempo para pavonearse.

—?Como? —Leo agudizo los oidos, esperanzado.

—Ayer estuve hablando con el piloto de la nave de Salto que hace el transporte semanal de personal de Orient IV. Acababa de terminar su permiso mensual alli. Escuche esto. Asegura que la embajada Betan esta probando un mecanismo de gravedad artificial.

—?Que? ?Como…?

—Por lo que yo se, lo traen desde el espacio de un agujero de gusano. Apuesto a que Beta Colony esta detras de todo esto, esperando dar el golpe inicial en el mercado y recuperar sus costos de I + D. Aparentemente, sus militares hace un par de anos que lo mantienen en secreto. Pronto empezaran a ponerlo en practica. Galac- Tech y todos los demas tendran que hacer grandes esfuerzos por alcanzarlos. Cualquier otro proyecto I + D en la compania tendra que despedirse de sus presupuestos durante un par de anos. Ya vera.

—Dios mio —dijo Leo, mientras echaba una mirada a todo el modulo de la cafeteria, llena de cuadrumanos—. Dios…

Durrance se rasco el menton.

—Si fuera cierto, ?tiene alguna idea de lo que va a pasarle a la industria de transportes espaciales? Los pilotos de Salto arguyen que los betanos recibiran el maldito mecanismo dentro de dos meses, procedente de la Colonia Beta. No habra limite de aceleracion, solo costos de combustible. Probablemente no afectara los bultos de carga, por la misma razon, pero revolucionara el mercado de los transportes de pasajeros. Se corre la noticia que afectara el indice de intercambio entre corrientes planetarias y el transporte militar, donde no importa lo que se gaste en combustible. Puede apostar a que va a afectar la politica interplanetaria. Sera un juego nuevo para todos.

Durrance termino de comer lo que quedaba en su bandeja.

—Malditos sean los colonos. La vieja y noble Galac-Tech, con base en la Tierra, otra vez tambaleandose. Ya sabe, hay veces en las que emigraria al otro extremo del nexo del agujero de gusano. Pero mi esposa tiene familia en la Tierra, asi que supongo que nunca podremos…

Leo seguia sujetandose a las bandas, mientras Durrance continuaba. Despues de un momento, trago el pedazo de concentrado que tenia en la boca. No encontro una manera mejor de deshacerse de el.

—?Tiene nocion de lo que esto significara para los cuadrumanos?

Durrance pestaneo.

—No mucho, seguramente. Seguira habiendo muchos trabajos para hacer en caida libre.

—Acabara con sus condiciones de superioridad respecto a los trabajadores ordinarios. Eso es lo que pasara. Eran las licencias medicas en los planetas lo que encarecia los costos de personal. Eliminelas y no habra otra eleccion. ?Esa cosa puede producir gravedad artificial en una estacion espacial?

—Si la pudieron montar a una nave, la pueden poner en una estacion — opino Durrance—. Sin embargo, no se trata del movimiento perpetuo —previno—. Consume energia como una loca —dijo el piloto de Salto—. Va a costar bastante.

—No tanto, y seguramente, con el transcurso del tiempo, iran encontrando mejoras en el diseno que lo haran mas eficaz. Oh, Dios.

Esta posibilidad no iba a beneficiar a los cuadrumanos. Esta posibilidad no favorecia a nadie. Maldito, maldito tiempo. Dentro de diez anos, por que no dentro de un ano, podria haber sido su salvacion. Aqui, ahora, podria ser… ?una sentencia de muerte? Leo desengancho los pies de las trabas y se apresuro a salir por las puertas del modulo.

—?Va a dejar su bandeja aqui? —pregunto Durrance—. ?Puedo comerme su postre?

Leo asintio con impaciencia, sacudiendo una mano mientras se alejaba.

Una mirada al rostro afligido y hostil de Van Atta, cuando Leo entro en la oficina, sirvio para confirmar la

Вы читаете En caida libre
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату