pantalla de monitor, en un pasillo que venia del gimnasio de caida libre.
—?Hay algun lugar en el que podamos hablar en privado? —le pregunto—. Quiero decir, con absoluta intimidad.
Su mirada cautelosa a su alrededor confirmo que le habia comprendido perfectamente. Sin embargo, parecia dudar.
—?Es muy importante?
—Vital. Una cuestion de vida o muerte para los cuadrumanos. Asi de importante.
—Bien… Espere uno o dos minutos y luego sigame.
La siguio lenta y disimuladamente por el Habitat. En una u otra esquina, se dejaba llevar por un destello de cabello brillante y camiseta azul. De repente, en un pasillo, la perdio.
—?Silver?
—?Shhh! —le dijo al oido. Habia un recoveco en la pared y una de sus manos fuertes tiro de el, como un pez en el sedal.
El espacio estuvo oscuro solo por un momento, hasta que, con un silbido, se abrieron unas compuertas y entraron en una camara de forma extrana, de unos tres metros de ancho. Flotaron hacia ella.
—?Que es esto? —pregunto Leo, sorprendido.
—El Clubhouse. Bueno, nosotros lo llamamos asi. Lo construimos en este lugar escondido. No se puede ver desde fuera, a menos que uno mire desde el angulo correcto. Tony y Pramod construyeron las paredes externas. Siggy hizo el trabajo de las tuberias; otros, el de los cables… Construimos las puertas con repuestos.
—?Y no faltaron en los inventarios?
Su sonrisa no era en absoluto inocente.
—Los cuadrumanos tambien hacemos la entrada a los registros del ordenador. Los repuestos dejaron de existir en los inventarios. Eramos un grupo grande trabajando en esto. Lo terminamos hace apenas dos meses. Siempre pense que la doctora Yei y el senor Van Atta habian averiguado lo de este sitio cuando me interrogaron —su sonrisa desaparecio al recordar—, pero nunca me hicieron ninguna pregunta. Ahora los unicos videos que tenemos son los que estaban guardados aqui y Darla todavia no ha terminado el sistema de proyeccion.
Leo miro hacia una consola de holovideo vacia, obviamente en proceso de reparacion, adosada a la pared. Habia otras comodidades: iluminacion, un gabinete en la pared, lleno de botellitas pequenas de aumentos disecados extraidos de Nutricion, uvas, cacahuetes y cosas por el estilo. Leo recorrio lentamente la habitacion, mientras examinaba minuciosamente el trabajo de mano
—?Este lugar fue idea tuya?
—Algo asi. No podria haberlo hecho yo sola. Ya me entiende, esta estrictamente prohibido que yo lo haya traido aqui —agrego Silver—. Asi que es mejor que lo que me tiene que decir sea importante.
—Silver —dijo Leo—, es tu respeto tan pragmatico de las reglas lo que te convierte en la cuadrumana mas valiosa de todo el Habitat en este momento. Te necesito. Necesito tu valentia y todas esas otras cualidades que la doctora Yei llamaria antisociales. Tengo que hacer un trabajo que tampoco puedo hacer yo solo. —Respiro profundamente—. ?Como verian los cuadrumanos la idea de tener su propio asteroide?
—?Que? —exclamo Silver, con los ojos bien abiertos.
—Brucie-Baby intenta que esto sea un secreto, pero se ha programado la finalizacion del Proyecto Cay. Y quiero que entiendas el sentido mas siniestro de la palabra finalizacion.
Le conto en detalle el rumor de la antigravedad y todo lo que ya habia oido. Inclusive, los planes secretos de Van Atta para la eliminacion de los cuadrumanos. Con creciente pasion, describio su vision de la huida. No fue necesario que repitiera nada.
—?Cuanto tiempo nos queda? —pregunto Silver, cuando termino.
—No mucho. Como maximo, unas semanas. Me quedas seis dias antes de que me vea obligado a tomarme mi permiso de gravedad. Tengo que encontrar una manera de escapar a ese permiso. Me temo que si me voy, no me permitiran volver aqui. Nosotros. … vosotros los cuadrumanos teneis que elegir ahora. Yo no puedo hacerlo por vosotros. Yo solo puedo colaborar en algunas cosas. Si no podeis salvaros a vosotros mismos, estareis perdidos. Os lo garantizo.
Silver suspiro con un silbido silencioso. Se veia bastante perturbada.
—Pensaba… cuando veia a Tony y a Claire, que estaban haciendo las cosas de la manera equivocada. Tony hablaba de encontrar trabajo, pero no penso en llevarse un traje de trabajo consigo. Yo no queria cometer los mismos errores. No estamos hechos para viajar solos, Leo. Tal vez sea algo que nos pusieron adentro.
—?Puedes traer a los otros? —le pregunto Leo con ansiedad—. ?En secreto? Dejame que te diga algo. Si hay algo que terminaria rapido con esta pequena revolucion seria que algun cuadrumano tuviera miedo y hablara, tratando de colaborar. Esta es una verdadera conspiracion. Todas las reglas quedan excluidas. Yo sacrifico mi empleo, me arriesgo a un proceso legal, pero vosotros arriesgais mucho mas.
—Hay algunos a los que habria que decirselo en el ultimo momento —dijo Silver, pensativa—. Pero puedo convencer a los mas importantes. Tenemos nuestras propias maneras para que los de los planetas no se enteren de nuestros secretos.
Leo observo la habitacion, mas tranquilizado.
—Leo… —lo miro fijamente, con esos ojos azules—, ?como vamos a deshacernos de la gente de los planetas?
—Bueno, no podremos meterlos en una nave y enviarlos a Rodeo. Seguro que no. Desde el momento en que esto se sepa, puedes estar segura de que no enviaran mas suministros al Habitat. —
—Con suerte, eso tambien revolucionara las cosas en la Estacion de Transferencia y nos dara un poco mas de tiempo.
—?Como planea llevarlos a todos a un modulo?
Leo se movio, incomodo.
—Bueno, ese es el punto donde no hay retorno, Silver. Hay muchas armas a nuestro alrededor aqui, solo que no las reconocemos porque las llamamos herramientas. Un soldador laser sin el pestillo de seguridad es tan efectivo como un arma. Hay varias docenas en los talleres. Habria que apuntarlos y decirles «Moveos»… y se moveran.
—?Que pasa si no lo hacen?
—Entonces disparais. O elegis no hacerlo y os llevaran abajo, a una muerte lenta y esteril. Y elegis por todos, no solo por vosotros mismos.
Silver sacudio la cabeza.
—No creo que sea un buena idea, Leo. ?Que pasa si alguien tiene miedo y dispara de verdad? Alguien resultaria gravemente herido.
—Bueno… si. Esa es la idea.
Su rostro traslucia desesperacion.
—Si tengo que dispararle a Mama Nula, prefiero que me lleven abajo y morir.
Mama Nilla era una de las encargadas de la guarderia preferida de los cuadrumanos. Leo la recordaba vagamente. Una mujer un tanto mayor… No habia tenido oportunidad de conocerla bien, porque sus clases no incluian a los cuadrumanos mas pequenos.
—Yo pensaba mas en terminos de dispararle a Bruce —confeso Leo.
—Tampoco estoy segura de poder hacerle eso al senor Van Atta —dijo Silver —. ?Alguna vez ha visto una quemadura de laser, Leo?
—Si.
—Yo tambien.
Hubo un breve silencio.
—No podemos desobedecer a nuestros maestros —dijo Silver finalmente—. Todo lo que tendria que decir Mama Nilla seria «Dame eso, Siggy», con esa
Leo junto las manos, con desesperacion.