rapidamente. Los ojos auriverdes estaban abiertos; y la cabeza enorme y enjuta se sacudio apenas al paso de la barca, y con un silbido bronco, entrecortado, un vapor mezclado con una espuma sanguinolenta le broto de golpe de los ollares.

En la playa, entre el dragon moribundo y la orilla del mar, se veian las marcas y estrias dejadas por las zarpas y los cuerpos pesados de otros dragones; las entranas de la criatura yacian desparramadas y pisoteadas en la arena.

Ni Arren ni Gavilan hablaron hasta que estuvieron a una buena distancia de la isla, avanzando a traves de las aguas turbulentas del Paso de los Dragones, flanqueado de arrecifes, pinaculos y figuras de roca, hacia las islas septentrionales de la doble cadena. Solo entonces hablo Gavilan: —Fue un espectaculo funesto —dijo, y su voz era lugubre y fria.

—?Se… comen a los de su misma especie?

—No. No mas que nosotros. Han enloquecido. Les han quitado el don de la palabra. Ellos, que hablaron antes que los hombres, ellos, mas antiguos que cualquier otra criatura, los Hijos de Segoy… reducidos al mudo terror de las bestias. ?Ah, Kalessin! ?A donde te han llevado tus alas? ?Has vivido para ver a tu raza caida en la verguenza?

La voz del mago vibraba como golpes de martillo sobre el yunque; con los ojos en alto, escudrinaba el cielo. Pero los dragones estaban atras, girando ahora en circulos mas bajos sobre las islas rocosas y la playa ensangrentada, y en lo alto no se veia nada mas que el cielo azul y el sol del mediodia.

No habia entonces ningun hombre viviente que hubiera cruzado, o visto, el Paso de los Dragones, excepto el Archimago. Hacia veinte anos y mas lo habia navegado en toda su longitud de este a oeste, y de regreso. Era el delirio, para un navegante, y la maravilla. El agua se extendia en un laberinto de canales azules y bancos de verdor, y ahora el y Arren, en ese laberinto, por medio de la mano y la palabra y la mas celosa vigilancia, buscaban un paso para la barca entre las rocas y los arrecifes: algunos tan bajos que el flujo de la marea los sumergia por completo. Otros afloraban a medias, cubiertos de anemonas y halanos y serpentinos helechos de mar; como monstruos surgidos de las aguas, cascarudos o sinuosos. Otros se elevaban desde el mar en pinaculos y acantilados, y habia arcos y medios arcos, torres talladas, formas fantasticas de animales, lomos de jabali y cabezas de serpiente, y todo inmenso, deforme, difuso, cual si la vida misma se agitase consciente a medias en la roca. El ruido de las olas era como una respiracion sobre los arrecifes, que el rocio brillante y amargo humedecia. En una de esas rocas se veian claramente los hombros encorvados y pesados de un hombre, de noble cabeza, que meditaba frente al mar; pero cuando la barca hubo pasado y miraron desde el norte, el hombre habia desaparecido, y la roca revelo una caverna contra la que el mar se estrellaba y caia con un estampido fragoroso y hueco; y parecia haber una palabra en aquel ruido. A medida que continuaban navegando, los ecos distorsionados se atenuaban y esa silaba se percibia con mas claridad; y Arren dijo entonces:

—?Hay una voz en esa gruta?

—La voz del mar.

—Pero pronuncia una palabra.

Gavilan escucho; miro a Arren de soslayo, y otra vez la caverna.

—?Como la oyes tu?

—Como diciendo el sonido ahm.

—En el Habla Arcana significa el principio, o hace mucho tiempo. Pero yo oigo ohb, que es una forma de decir el fin. ?Mira, mira adelante! —concluyo bruscamente, en el mismo momento en que lo ponia en guardia—. ?Vados! —Y pese a que Miralejos se abria paso como un gato esquivando los peligros, estuvieron ocupados algun tiempo en la barra del timon, y lentamente la caverna que rugia aquella eterna y enigmatica palabra fue quedando atras.

Ahora navegaban en aguas mas profundas, fuera ya de la fantasmagoria de las rocas, y delante de ellos, asomaba una isla que parecia una torre. Los acantilados eran negros, cilindricos, como grandes y apretados pilares, de bordes rectos y superficies planas, y se elevaban a pico cien metros por encima del mar.

—Ese es el Alcazar de Kalessin —comento el mago—. Asi lo llamaban los dragones, cuando estuve aqui hace mucho tiempo.

—?Quien es Kalessin?

—El mas anciano…

—?El mismo construyo este lugar?

—No lo se. No se si fue construido. Ni que edad puede tener. Digo «el», pero ni siquiera eso se… Comparado con Kalessin, Orm Embar es como un nino de un ano. Y tu y yo somos como criaturas de un dia. — Escruto las monumentales empalizadas, y Arren las miro, intranquilo, imaginando que un dragon podia lanzarse desde aquella lejana cornisa negra y caer sobre ellos casi al mismo tiempo que su sombra. Pero no aparecio ningun dragon. Surcaron lentamente las aguas tranquilas a sotavento de la roca, no oyendo nada mas que el murmullo y el chapoteo de las olas sombrias sobre las columnas de basalto. Alli el agua era profunda, sin rocas ni arrecifes; Arren maniobraba la barca y Gavilan, de pie en la proa, escudrinaba los acantilados y el cielo luminoso.

La barca salio al fin de la sombra del Alcazar de Kalessin a la luz del sol del atardecer. Habian cruzado el Paso de los Dragones. El mago levanto la cabeza, como quien ve de pronto aquello que esperaba ver, y surcando el vasto espacio de oro, el dragon Orm Embar aparecio ante ellos sobre alas doradas.

Arren oyo que Gavilan le gritaba: «?Aro Kalessin?». Adivino el significado de estas palabras, pero no pudo entender la respuesta del dragon. Sin embargo, cada vez que oia el Habla Arcana tenia siempre la impresion de que estaba a punto de comprender, que casi comprendia: como si fuese una lengua que habia olvidado, no una que nunca habia conocido. Cuando el mago la hablaba, su voz era mucho mas clara que cuando hablaba en hardico, y parecia envuelta en una especie de silencio, como el mas leve toque sobre una gran campana. Pero la voz del dragon era como un gongo, profunda y a la vez estridente, o como el tanido sibilante de los cimbalos.

Arren contemplo a su companero de pie en la angosta proa, hablando con la criatura monstruosa que planeaba sobre el ocultando la mitad del cielo; y una especie de orgullo jubiloso embargo el corazon del muchacho, al ver que cosa tan pequena es un hombre, tan fragil, y tan terrible. Porque el dragon hubiera podido arrancarle la cabeza con un solo zarpazo, hubiera podido triturar la barca y hundirla como una piedra hunde una hoja que flota sobre el agua, si solo se tratase de una cuestion de tamano. Pero Gavilan era tan peligroso como Orm Embar: y el dragon lo sabia.

El mago volvio la cabeza. —Lebannen —dijo, y el muchacho se levanto y se adelanto, pese a que no tenia ningun deseo de acercarse, ni un solo paso, a aquellas mandibulas de casi cinco metros y a aquellos ojos auriverdes y rasgados de pupilas hendidas que ardian sobre el desde el aire.

Gavilan no le dijo nada, pero le puso una mano sobre el hombro y de nuevo le hablo al dragon, brevemente.

—Lebannen —dijo la voz profunda sin ninguna pasion—. ?Agni Lebannen!

Arren levanto la cabeza; sintio en seguida la presion de la mano del mago, y evito la mirada de los ojos de oro verde.

No sabia hablar la Lengua Arcana; pero no era mudo: —Te saludo, Orm Embar, Senor Dragon —dijo con voz clara, como un principe que saluda a otro principe.

Se hizo un silencio, y el corazon de Arren latio desacompasado y con violencia. Pero Gavilan sonreia de pie junto a el.

Despues de esto el dragon hablo de nuevo, y Gavilan le respondio; y ese dialogo le parecio largo a Arren. Al fin acabo, y de repente. El dragon remonto vuelo con un golpe de alas que estuvo a punto de hacer zozobrar la embarcacion, y desaparecio. Arren miro al sol y descubrio que no parecia estar mas cerca del ocaso; en realidad, no habia pasado mucho tiempo. Pero el rostro del mago tenia un color de cenizas humedas, y los ojos le resplandecian cuando se volvio hacia Arren. Se sento en la bancada.

—Magnifico, muchacho —dijo—. No es facil… hablar a los dragones.

Arren fue a buscar viveres, pues no habian probado bocado en todo el dia; y el mago no dijo nada mas hasta que hubieron comido y bebido. El sol tocaba ahora el horizonte, aunque en aquellas latitudes septentrionales, y no mucho despues del solsticio de verano, la noche llegaba tarde y lentamente.

—Bueno —dijo al fin—. Orm Embar me ha dicho, a su manera, muchas cosas. Dice que aquel a quien buscamos esta y no esta en Selidor… Le es dificil a un dragon hablar claro. No tienen mentes claras. Y aun cuando

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