Pero los hechiceros, por el hecho de serlo, no se preocupaban en absoluto de las cortesias. Eran hombres de Poder. Solo se preocupaban del poder. ?Y que poder tenia ella ahora? ?Que poder habia tenido jamas? Cuando era nina, cuando era sacerdotisa, habia sido un receptaculo; el poder de los lugares sombrios habia pasado a traves de ella, la habia utilizado, dejandola vacia, intacta. En su juventud un hombre poderoso le habia transmitido un saber poderoso y lo habia dejado de lado, se habia alejado de el, sin tocarlo. Como mujer, habia optado por los poderes de una mujer y los habia tenido, en su epoca, pero esa epoca ya habia pasado; habia concluido su tarea como esposa y madre. No tenia nada, ningun poder que nadie pudiese reconocer.

Pero un dragon le habia hablado: —Soy Kalessin —le habia dicho, y ella habia respondido—: Soy Tenar.

—?Que es un senor de dragones? —le habia preguntado a Ged en el lugar sombrio, en el Laberinto, tratando de negar su poder, tratando de hacerle reconocer el suyo; y el le habia respondido con esa sencilla honestidad que la habia cautivado para siempre—: Una persona con quien los dragones aceptan hablar.

De modo que ella era una mujer con quien los dragones aceptaban hablar. ?Eso era esa cosa nueva, ese saber encubierto, la tenue semilla que sentia dentro de ella, al despertar tras el ventanuco que daba al oeste?

Pocos dias despues de esa breve conversacion ante la mesa, estaba arrancando malezas del huerto de Ogion, liberando de las malezas del verano a las cebollas que el habia plantado en la primavera. Ged atraveso el porton del alto cerco que mantenia alejadas a las cabras y comenzo a sacar malezas en el otro extremo de la hilera. Trabajo por un rato y luego se sento comodamente, mirandose las manos.

—Dales tiempo para que sanen —le dijo Tenar con dulzura.

El asintio.

Las altas plantas de habichuelas apuntaladas de la hilera siguiente habian florecido. Despedian un aroma muy dulce. El se sento con los delgados brazos apoyados en las rodillas, contemplando la marana de enredaderas y flores y vainas de habichuelas colgantes iluminadas por el sol. Sin dejar de trabajar, Tenar dijo: —Cuando Aihal murio dijo «Todo ha cambiado»… Lo he llorado desde que murio, me he lamentado, pero algo disipa mi dolor. Algo esta por nacer…, se ha liberado. Cuando duermo o apenas despierto, se que algo ha cambiado.

—Si—dijo el—. Algo funesto termino. Y…

Despues de un largo silencio, el volvio a hablar. No la miraba, pero por primera vez su voz se parecia a la que ella recordaba, serena, tranquila, con el seco acento gontes.

—?Recuerdas, Tenar, cuando llegamos por primera vez a Havnor?

«?Podria olvidarlo, acaso?», dijo su corazon, pero se quedo en silencio por temor a que eso volviera a hacerlo sumirse en el silencio.

—Atracamos a Miralejos y subimos al muelle… Los peldanos son de marmol. Y la gente, toda la gente…, y tu levantaste el brazo para mostrarles el Anillo…

—Y te tome de la mano; sentia un terror sin limites: los rostros, las voces, los colores, las torres y las banderas y los pendones, el oro y la plata y la musica, y solo te conocia a ti… En todo el mundo solo te conocia a ti, alli, a mi lado, mientras avanzaba…

—Los lugartenientes de la Casa del Rey nos condujeron al pie de la Torre de Erreth-Akbe, atravesando las calles llenas de gente. Y subimos los peldanos empinados, los dos solos. ?Recuerdas?

Ella asintio. Apoyo las manos en la tierra que habia estado desmalezando, sintiendo su frescura granujosa.

—Abri la puerta. Era pesada, no se abrio de inmediato. Y entramos. ?Recuerdas?

Era como si el le estuviese pidiendo una confirmacion. ?Sucedio en realidad? ?Recuerdo?

—Era una sala alta, enorme —dijo ella—. Me hacia pensar en mi Sala, donde me habian devorado, pero solo por ser tan alta. La luz caia desde las ventanas en lo alto de la torre. Los rayos del sol se entrecruzaban como espadas.

—Y el trono —dijo el.

—El trono, si, dorado y carmesi. Pero vacio. Como el trono de la Sala en Atuan.

—Ya no —dijo el. La miro por sobre los retonos verdes de cebolla. Tenia un gesto tenso, melancolico, como si hablara de una alegria que no podia asir—. Hay un rey en Havnor —dijo—, en el centro del mundo. Las profecias se han cumplido. La Runa se ha unido y el mundo esta entero. Han llegado los dias de paz. El…

Se detuvo y bajo los ojos, apretando los punos.

—Me llevo de la muerte a la vida. Arren de Enlad. Lebannen, el de las canciones que habran de cantarse. Ha adoptado su verdadero nombre. Lebannen, Rey de Terramar.

—?Es eso, entonces? —pregunto ella arrodillandose, mirandolo—. ?Esa alegria, ese asomarse a la luz?

El no respondio.

Un rey en Havnor, penso ella, y dijo en voz alta: —?Un rey en Havnor!

Tenar recordo la imagen de la hermosa ciudad, las anchas calles, las torres de marmol, los techos de tejas y bronce, los barcos de velas blancas en el puerto, la maravillosa sala del trono donde los rayos del sol caian como espadas, la riqueza y la dignidad y la armonia, el orden que se conservaba alli. Desde ese centro deslumbrante, vio el orden que se abria como anillos perfectos sobre el agua, como la linea recta de las calles pavimentadas o de un barco que se alejara impulsado por el viento: algo que sucedia como debia ser, que conducia a la paz.

—Hiciste bien, querido amigo —dijo ella.

El hizo un leve gesto como para hacerla callar y luego se volvio, tapandose la boca con la mano. Ella no soportaba ver sus lagrimas. Se agacho para seguir trabajando. Arranco una maleza, y otra, y la resistente raiz se rompio. Cavo con las manos, tratando de encontrar la raiz de la maleza en la tierra dura, en la oscuridad de la tierra.

—Goha —dijo Therru desde el porton, con su voz debil, quebrada, y Tenar se volvio. La nina la miraba de frente desde el rostro medio devorado, con el ojo sano y el ojo ciego. Tenar penso: «?Debo decirle que hay un rey en Havnor?».

Se irguio y se acerco al porton para evitarle a Therru el esfuerzo de hacerse oir. Haya habia dicho que cuando estaba en medio del fuego, inconsciente, la nina habia tragado fuego. —Su voz se quemo —habia explicado.

—Estaba cuidando a Sippy —musito Therru—, pero se escapo del campo de retamas. No la encuentro.

Nunca habia hablado tanto. Estaba temblorosa por haber corrido y por contener el llanto. «No podemos llorar todos al mismo tiempo», se dijo Tenar. «Es una estupidez, ?no puede ser!» —?Gavilan! —dijo de pronto, dandose vuelta—, se escapo una cabra.

El se levanto de inmediato y se acerco al porton.

—Buscala en la cabana donde guardan los alimentos —le dijo.

Miro a Therru como si no viera sus horribles cicatrices, como si apenas la viera: era una nina que habia perdido una cabra, que tenia que encontrarla. Lo que el veia era la cabra. —O se marcho en busca del rebano de la aldea —dijo.

Therru ya iba corriendo hacia la cabana de los alimentos.

—?Es tu hija? —le pregunto a Tenar. Nunca habia dicho nada sobre la nina y, por un instante, lo unico que se le ocurrio a Tenar fue que los hombres eran seres muy extranos.

—No, ni mi nieta. Es mi nina —dijo. ?Que la llevaba a burlarse de el, a mofarse de el nuevamente?

Atraveso el porton en el preciso instante en que Sippy se abalanzaba, hacia el, como una chispa parda y blanca, seguida de lejos por Therru.

—?Ea! —grito Ged subitamente, y de un salto se atraveso en el camino de la cabra, obligandola a ir hacia el porton abierto y hacia los brazos de Tenar. Ella logro agarrar el collar de cuero suelto de Sippy. La cabra se quedo quieta de inmediato, apacible como un cordero, mirando a Tenar con un ojo amarillo y las hileras de cebollas con el otro.

—?Fuera! —le dijo Tenar, sacandola de ese paraiso de las cabras hacia la dehesa mas pedregosa donde debia estar.

Ged se habia sentado en la tierra, tan sofocado como Therru, o mas aun, porque jadeaba y estaba evidentemente mareado; pero al menos no lloraba. Confia en una cabra para que lo eche todo a perder.

—Brezo no te deberia haber dicho que cuidaras a Sippy —le dijo Tenar a Therru—. Nadie puede cuidar a Sippy. Si se vuelve a escapar, diselo a Brezo y no te preocupes. ?De acuerdo?

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