el poder de una mujer que es mas profundo que las raices de los arboles, mas profundo que las raices de las islas, mas antiguo que la Creacion, mas antiguo que la luna. ?Quien se atreve a hacerles preguntas a las sombras? ?Quien podria preguntarles su nombre a las sombras?

La vieja se mecia, canturreando, perdida en su encantamiento; pero Tenar estaba sentada con el cuerpo erguido, partiendo un junco por el medio con la una del pulgar.

—Yo lo hare —dijo. Partio otro junco.

—Vivi mucho tiempo en las sombras —dijo.

De tanto en tanto iba a ver si Gavilan seguia durmiendo. Volvio a hacerlo. Como no queria seguir hablando de lo que habian estado discutiendo, porque la vieja tenia un gesto severo y hosco, cuando volvio a sentarse al lado de Musgo dijo: —Esta manana, cuando desperte, senti, ?oh!, como si soplara un viento nuevo. Un cambio. Quiza sea solo el tiempo. ?Sentiste eso?

Pero Musgo no respondio si ni no. —Aqui en el Acantilado soplan muchos vientos, vientos buenos, vientos malos. Algunos traen nubes y buen tiempo, y otros traen nuevas a los que pueden oirlas, pero los que se niegan a oirlas no las oyen. ?Quien soy yo para saber, una vieja que no ha aprendido el arte de los magos, que no na aprendido de los libros? Todos mis conocimientos vienen de la tierra, de la tierra oscura. La tienen bajo sus pies, los orgullosos. Bajo sus pies, los senores y magos orgullosos. ?Por que habrian de mirar hacia abajo ellos, los eruditos? ?Que sabe una bruja vieja?

Podria ser una enemiga temible, penso Tenar, y era una amiga dificil.

—Tia —dijo, cogiendo un junco—. Creci entre mujeres. Solamente mujeres. En las tierras kargas, en el remoto oriente, en Atuan. Me separaron de mi familia cuando era pequena, para criarme como sacerdotisa en un lugar del desierto. No se como se llama, en nuestra lengua se llamaba simplemente asi, el lugar. El unico lugar que conocia. Lo custodiaban unos pocos soldados, pero no podian atravesar las murallas para entrar. Y no podiamos atravesar las murallas para salir. Solo en grupos, solo mujeres y ninas, con eunucos que nos cuidaban, que no dejaban acercarse a los hombres.

—?Quienes son esos de los que hablas?

—?Los eunucos? —Tenar habia usado la palabra karga sin pensar.— Hombres castrados —dijo.

La bruja miro fijamente y dijo: ?Tsek! —e hizo un gesto para conjurar el mal. Se chupo los labios. El sobresalto habia disipado su resentimiento.

—Uno de ellos fue lo mas parecido a una madre que tuve alli… Pero escucha esto, tia, jamas vi a un hombre antes de ser una mujer ya crecida. Solo ninas y mujeres. Y no obstante no sabia que era una mujer, porque las mujeres eran lo unico que conocia. Como los hombres que viven entre hombres, los marineros y los soldados, y los magos de Roke… ?saben acaso que es un hombre? ?Como pueden saberlo si nunca han hablado con una mujer?

—?Los toman y les hacen lo mismo que a los carneros y los chivos? —pregunto Musgo—, ?asi, con un cuchillo para castrar?

El horror, lo macabro y un destello vengativo se imponian sobre la colera y la razon. Musgo no queria hablar de ningun otro tema, salvo de los eunucos.

No era mucho lo que Tenar le podia decir. Se dio cuenta de que nunca habia pensando en eso. Cuando era nina en Atuan, habia hombres castrados; y uno de ellos la habia querido tiernamente, y ella tambien; y le habia dado muerte para escapar de el. Despues habia llegado al Archipielago, donde no habia eunucos, y se habia olvidado de ellos, los habia enterrado en las sombras con el cuerpo de Manan.

—Supongo —dijo, tratando de satisfacer la avidez de Musgo por oir detalles— que capturaban a algunos muchachos y que… —Pero se detuvo. Sus manos dejaron de moverse.

—Como a Therru —dijo despues de una larga pausa—. ?De que sirve un nino? ?Para que esta? Para ser usado. Para ser violado, castrado… Escucha, Musgo. Cuando vivia en los lugares sombrios, eso es lo que hacian alli. Y cuando llegue aqui, senti que habia salido a la luz. Aprendi las palabras verdaderas. Y tenia a mi hombre, tuve ninos, vivi bien. A plena luz. Y asi, a plena luz le hicieron eso… a la nina. En los prados del rio. El rio que nace en el manantial donde Ogion le dio su nombre a mi hija. En pleno dia. Estoy tratando de decidir donde puedo vivir, Musgo. ?Entiendes lo que quiero decir? ?Lo que estoy tratando de decir?

—Esta bien, esta bien —dijo la vieja; y, al cabo de un rato—: Queridita, ya hay bastante desdicha sin tener que salir a buscarla. —Y, al ver que a Tenar le tiritaban las manos mientras trataba de partir un junco que se resistia, dijo nuevamente:— No te cortes el pulgar con los juncos, queridita.

Ged no volvio realmente en si sino al dia siguiente. Musgo, que era muy habil pero extraordinariamente sucia como enfermera, habia logrado hacerle tragar un poco de caldo de carne. —Se esta muriendo de hambre —dijo— y esta muerto de sed. Dondequiera que haya estado, no era mucho lo que comian y bebian. —Y, despues de estudiarlo otra vez:— Me parece que ya esta demasiado debil. Se debilitan, ?me entiendes?, y no pueden beber siquiera, aunque es lo unico que necesitan. He visto morir asi a un hombre muy fuerte. Marchitarse hasta convertirse en algo como una sombra, en unos pocos dias.

Pero gracias a su tenaz paciencia le hizo tragar unas cuantas cucharadas de su coccion de carne y hierbas. —Ahora veremos —dijo—. Es demasiado tarde, me parece. Se nos escapa. —Hablaba sin dolor, tal vez con deleite. El hombre no le importaba en absoluto; una muerte era una novedad. Quiza podria enterrar a este mago. No la habian dejado enterrar al viejo mago.

Tenar estaba poniendole un unguento en las manos, al otro dia, cuando desperto. Seguramente habia pasado mucho tiempo sobre el lomo de Kalessin, porque al aferrarse con fuerza a las escamas de hierro se habia herido la palma de las manos, y se habia cortado y vuelto a cortar el interior de los dedos. Mientras dormia, habia seguido con las manos empunadas como si no quisiera soltarse del dragon ausente. Tenar habia tenido que obligarlo suavemente a abrir los dedos para lavarle las heridas y cubrirlas con un unguento. Mientras lo hacia, el lanzo un grito y se irguio subitamente, extendiendo los brazos, como si se sintiera caer. Abrio los ojos. Tenar le hablo quedamente. El la miro.

—Tenar —dijo sin sonreir, simplemente reconociendola, mas alla de toda emocion. Y ella sintio un placer puro, como el que da un aroma dulce o una flor, porque aun existia un hombre que sabia su nombre, y porque era ese hombre.

Se inclino y lo beso en la mejilla. —Quedate quieto —le dijo—. Dejame terminar de hacer esto. —El le obedecio, volviendose a sumergir rapidamente en el sueno, esta vez con las manos abiertas y relajadas.

Mas tarde, al irse quedando dormida junto a Therru esa noche, Tenar penso: «Nunca lo habia besado». Y esa idea la sobresalto. En un comienzo no pudo creerlo. Sin duda, en todos esos anos… No en las Tumbas, pero despues, cuando atravesaban juntos las montanas… En Miralejos, cuando navegaban juntos rumbo a Havnor… ?Cuando la habia traido a Gont…?

No. Ogion tampoco la habia besado nunca, ni ella lo habia besado a el. El la llamaba su hija y la queria, pero nunca la habia tocado; y ella, criada como una sacerdotisa solitaria, a quien nadie tocaba, un objeto sagrado, no habia buscado el contacto, o no habia sabido que lo buscaba. Solia apoyar la frente o la mejilla por un instante en la mano abierta de Ogion y a veces el le acariciaba los cabellos, una sola vez, levemente.

Y Ged nunca habia hecho ni eso siquiera.

«?Llegue a pensar en eso alguna vez?», se pregunto con una especie de incredulo asombro.

No lo sabia. Mientras trataba de pensar en eso, un horror, un sentimiento de transgresion se apodero de ella con gran vehemencia, y luego desaparecio, carente de sentido. Sus labios recordaban la piel ligeramente aspera, seca y fria de su mejilla cerca de la boca, en el lado derecho, y solo ese recuerdo importaba, tenia consistencia.

Durmio. Sono que una voz la llamaba: «?Tenar, Tenar!», y que ella le respondia, gritando como un ave marina, volando en medio de la luz por sobre el mar; pero no sabia que nombre pronunciaba.

Gavilan desilusiono a Tia Musgo. Siguio vivo. Despues de uno o dos dias, dejo de preocuparse por el al verlo a salvo. Vino y le dio su caldo de carne de cabra y raices y hierbas, apoyandolo en ella, rodeandolo con el intenso olor de su cuerpo, haciendolo revivir a cucharadas, y rezongando. Aunque el la habia reconocido y le habia dicho su nombre comun y ella no podia negar que parecia ser el hombre llamado Gavilan, sentia deseos de negarlo. No le gustaba. Era pura falsedad, decia. Tenar sentia tanto respeto por la sagacidad de la bruja que eso la preocupaba, pero no sentia ni un asomo de sospecha dentro de ella, solo la satisfaccion de que estuviese alli y de que fuera reviviendo lentamente. —Ya veras —le dijo a Musgo— cuando vuelva a ser el.

—?El! —dijo Musgo, e hizo el gesto de cascar una nuez y dejarla caer.

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