Musgo mascullo algo y cambio de tema. No le gustaba contradecir a «la senora Goha», pero no habia cambiado en absoluto de parecer. —Hay trucos, disfraces, transformaciones, cambios —dijo—. Mas vale que tengas cuidado, queridita. ?Como llegaste al lugar donde lo encontraste, alla lejos? ?Alguien lo vio pasar por la aldea?
—?Ninguna de vosotras… vio…?
La miraron fijamente. Trato de decir «al dragon» pero no pudo. Sus labios y su lengua no podian articular la palabra. Pero una palabra tomo forma en ellos, pronunciandose a traves de su boca y su aliento. —A Kalessin — dijo.
Therru tenia los ojos fijos en ella. Una ola de tibieza, de calor, parecia surgir de la nina, como si tuviese fiebre. No dijo nada, pero movio los labios como si repitiera el nombre, y el calor febril ardio en torno a ella.
—?Trucos! —dijo Musgo—. Ahora que nuestro mago se ha ido, vendran por aqui embusteros de todo tipo.
—Viaje de Atuan a Havnor, de Havnor a Gont con Gavilan, en una barca descubierta —dijo Tenar secamente—. Musgo, tu viste cuando me trajo aqui. No era Archimago entonces. Pero era el mismo, el mismo hombre. ?Hay acaso otras cicatrices como estas?
Viendose enfrentada, la vieja se quedo quieta, serenandose. Le echo una mirada a Therru. —No —dijo—. Pero…
—?Crees que no lo reconoceria?
Musgo retorcio la boca, fruncio el entrecejo y se froto un pulgar contra el otro. —En el mundo hay cosas maleficas, senora —dijo—. Cosas que adoptan la forma y el cuerpo de un hombre, pero su alma desaparece…, se la devoran…
—?El
Musgo se contrajo al oir esa palabra pronunciada abiertamente. Asintio. —Dicen que una vez el mago Gavilan vino aqui, hace mucho tiempo, antes de que vinieras con el. Y que con el venia una cosa sombria que lo perseguia. Tal vez lo siga haciendo. Tal vez…
—El dragon que lo trajo —dijo Tenar— lo llamaba por su verdadero nombre. Y conozco ese nombre. —Su voz retumbaba de colera ante la obstinada sospecha de la bruja.
Musgo se quedo muda. Su silencio era mejor argumento que sus palabras.
—Tal vez la sombra que lo cubre sea su muerte —dijo Tenar—. Tal vez se este muriendo. No se. Si Ogion…
Volvio a conmoverse al recordar a Ogion, pensando que Ged habia llegado demasiado tarde. Se trago las lagrimas y se acerco a la lenera a buscar ra-mitas para encender el fuego. Le paso la tetera a Therru para que la llenara, acariciandole la cara mientras le hablaba. Las cicatrices cerradas y en capas ardian al tacto, pero la nina no tenia fiebre. Tenar se agacho a encender el fuego. Alguien en ese hogar tan especial —donde habia una bruja, una viuda, una lisiada y una boba— tenia que hacer lo que se debia hacer, y no atemorizar a la nina con llantos. Pero el dragon se habia marchado, ?y nunca llegaria hasta alli nada mas que la muerte?
5. Un buen cambio
Estaba tendido como un muerto pero no estaba muerto. ?Donde habia estado? ?Que le habia ocurrido? Esa noche, a la luz del fuego, Tenar le quito las ropas manchadas, gastadas, endurecidas por el sudor. Lo lavo y lo dejo tendido entre la sabana de lino y la manta suave y pesada de lana de cabra. Aunque era un hombre bajo, delgado, habia tenido un cuerpo firme, vigoroso; ahora se veia esmirriado, como si estuviese consumido hasta los huesos, agotado, fragil. Hasta las cicatrices que le cruzaban el hombro y el lado izquierdo de la cara desde la sien hasta la mandibula parecian menos profundas, plateadas. Y tenia los cabellos grises.
«Estoy cansada de llorar a los muertos —penso Tenar—. Harta de llorarlos, harta del dolor. ?No sufrire por el! ?No aparecio acaso donde yo estaba cabalgando en el dragon?
»Quise matarlo una vez —penso—. Ahora lo hare vivir, si puedo.» Entonces lo miro con un gesto desafiante, y sin piedad.
—?Quien de nosotros saco al otro del Laberinto, Ged?
El dormia, sin escuchar, inmovil. Tenar se sentia agotada. Se lavo con el agua que habia calentado para lavarlo y se acosto silenciosamente junto al silencio menudo, calido y sedoso de Therru dormida. Durmio y su sueno se abrio a un vasto espacio cubierto de niebla rosada y dorada donde soplaba el viento. Volo. Grito «Kalessin». Una voz le respondio, gritando desde los abismos de luz.
Cuando desperto, los pajaros gorjeaban en el campo y en el techo. Al erguirse vio la luz matinal a traves del vidrio rugoso de la ventana baja que daba al oeste. Habia algo en su interior, semilla o destello, algo demasiado pequeno como para mirarlo o pensar en ello, nuevo. Therru seguia durmiendo. Tenar se sento a su lado, mirando las nubes y la luz del sol a traves del ventanuco, pensando en Manzana, su hija, tratando de recordarla cuando era un bebe. Solo una imagen fugaz, que se desvanecio al volverse hacia ella… El cuerpo menudo, regordete, que se sacudia de risa, un manojito de cabellos flotantes… Y el segundo nino, al que habian llamado Chispa en chanza, porque habia brotado de Pedernal. No sabia cual era su nombre verdadero. Habia sido tan enfermizo como Manzana habia sido saludable. Nacido antes de tiempo y muy pequeno, casi habia muerto de difteria a los dos meses, y durante dos anos a partir de entonces habia sido como criar a un pichon de gorrion, nunca se sabia si seguiria vivo a la manana siguiente. Pero se aferraba a la vida, la chispa diminuta no se consumia. Al crecer se convirtio en un chico fuerte, siempre inquieto, lleno de empuje; no servia de nada en la granja; no les tenia paciencia a los animales, a las plantas ni a la gente; solo hablaba cuando necesitaba algo, nunca por el placer de hacerlo ni por el toma y daca del amor y el aprendizaje.
Llevado por sus andanzas, Ogion se habia aparecido cuando Manzana tenia trece anos y Chispa once. Fue entonces cuando le habia dado su nombre a Manzana, en las fuentes del Kaheda, en el fondo del valle; hermosa, la mujer nina habia caminado por las aguas verdes, y Ogion le habia dado su verdadero nombre, Hayohe. Se habia quedado uno o dos dias en la Granja de los Robles y le habia preguntado al nino si queria salir a vagabundear un poco por los bosques con el. Chispa solo habia sacudido la cabeza. —?Que harias si pudieras? — le habia preguntado el mago, y el muchacho le habia dicho lo que jamas habia podido decirle ni a su padre ni a su madre—. Navegar. —Asi fue como, despues de que Haya le hubo dado su verdadero nombre, tres anos mas tarde, se habia embarcado como marinero en un barco mercante que comerciaba entre Valmouth y Oranea y el norte de Havnor. De cuando en cuando regresaba a la granja, pero no lo hacia a menudo y nunca por largo tiempo, aunque pasaria a ser suya al morir su padre. Tenia la tez blanca como Tenar, pero era alto como Pedernal y tenia el rostro aguzado. No le habia dicho su nombre verdadero a sus padres. Tal vez nunca se lo dijera a nadie. Ya hacia tres anos que Tenar no lo veia. Quiza supiera o quiza no supiera que su padre habia muerto. Quizas estuviese muerto, quiza se hubiese ahogado, pero ella pensaba que no. Llevaria esa chispa consigo toda su vida, por sobre las aguas, a traves de las tormentas.
Eso era lo que sentia ahora, una chispa; algo asi como la certeza fisica de haber concebido; un cambio, algo nuevo. No se preguntaria que podia ser. Eso no se preguntaba. No se le preguntaba a alguien su nombre verdadero. Eso se recibia, o no.
Se levanto y se vistio. Aunque era de manana, hacia calor y no encendio el fuego. Se sento en el umbral a beber un tazon de leche y a contemplar la sombra de la Montana de Gont retirandose del mar. Corria el viento mas suave que podia soplar en esa plataforma rocosa barrida por los aires, y la brisa tenia un efluvio de pleno verano, suave y esplendido, que traia el aroma de los prados. Habia un dulzor en el aire, un cambio.
—Todo ha cambiado —habia murmurado el anciano al morir, con alborozo. Apoyando la mano en las suyas, dandole ese obsequio, su nombre, revelandolo.
—?Aihal! —musito. Dos cabras balaron como si le respondieran, detras del establo, esperando a Brezo—. Be-eh —dijo una, y la otra, con un tono mas grave, metalico—: ?Bla-ah! ?Bla-ah! —Confia en una cabra, solia decir Pedernal, para que lo eche todo a perder. A Pedernal, el pastor, no le gustaban las cabras. Pero Gavilan habia sido pastor de cabras, de este lado de esta montana, cuando era nino.
Entro en la casa. Encontro a Therru de pie, con los ojos clavados en el hombre dormido. La rodeo con los brazos y penso que Therru, que solia alejarse o responder pasivamente ante un roce o una caricia, esta vez respondia con aceptacion y tal vez incluso se le acercaba un poco. Ged seguia sumido en el mismo sueno