«?Ah!» de fuego anaranjado.
Entonces se agacho y comenzo a hablar, pero sin dirigirse a ella.
—
Entonces Tenar vio por primera vez al hombre echado a horcajadas sobre su lomo. Estaba sentado en la muesca que habia entre dos de sus enhiestas puas cortantes alineadas a lo largo del espinazo, bajo el cuello y sobre los hombros de donde salian las alas. Tenia las manos aferradas a la armadura color herrumbre que cubria el cuello del dragon y la cabeza apoyada en la base de la pua cortante, como si estuviese dormido.
El hombre no se movio.
El dragon dio vuelta la testa alargada y miro nuevamente a Tenar.
—
Tenar conocia esa palabra de la Lengua de la Creacion. Ogion le habia ensenado todo lo que habia aprendido de esa lengua. «Trepa —le haoia dicho el dragon—: ?trepate!» Y ella vio los peldanos que tenia que subir. La pata terminada en una garra, el codo doblado, la coyuntura del hombro, los primeros musculos del ala: cuatro peldanos.
Ella tambien dijo «?Ah!», pero sin reir, solo tratando de tomar aliento, el aliento que aun tenia aprisionado en la garganta; e inclino la cabeza por un instante para disipar el mareo. Luego empezo a avanzar, pasando junto a las garras y las anchas fauces sin labios y el alargado ojo amarillo, y se trepo al hombro del dragon. Cogio el brazo del hombre. El no se movio, pero evidentemente no estaba muerto, porque el dragon lo habia traido y le habia hablado. —Ven… —le dijo y luego, al ver su rostro mientras abria el puno aferrado de su mano izquierda—, ven, Ged. Ven…
El alzo un poco la cabeza. Tenia los ojos abiertos, pero la mirada perdida. Ella tuvo que dar una vuelta alrededor de su cuerpo, aranandose las piernas en la piel ardiente y escamada del dragon, y le desprendio la mano izquierda de una protuberancia punzante en la base de la pua aguzada. Logro que se cogiera de sus brazos y asi pudo hacerlo bajar a rastras esos cuatro extranos peldanos que conducian a la tierra.
El se reanimo lo suficiente como para tratar de aferrarse a ella, pero no tenia fuerzas. Se dejo caer del dragon echandose sobre la roca como un saco abandonado, y se quedo alli.
El dragon dio vuelta la enorme testa y en un gesto absolutamente animal olio y olfateo el cuerpo del hombre.
Levanto la testa y sus alas tambien se extendieron a medias con un profundo sonido metalico. Alejo las patas de Ged, acercandose a la orilla del precipicio. Haciendo girar la testa sobre el cuello dentado, clavo nuevamente la mirada en los ojos de Tenar y con una voz que parecia el ronco rugido de las llamas de una fragua dijo: —
El viento marino silbaba en las alas semiextendidas del dragon.
—
El dragon desvio los ojos y miro hacia el oeste, por sobre el mar. Sacudio el largo cuerpo con un tintineo y golpeteo de escamas de hierro, luego extendio bruscamente las alas, se agacho y salto al aire desde el precipicio. Al arrastrarse, la cola chamusco la arenisca. Las rojas alas se inclinaron, se levantaron y se inclinaron, y ya Kalessin estaba lejos de la tierra, volando sin desviarse, volando hacia el oeste.
Tenar lo siguio con la mirada hasta que su cuerpo quedo del tamano de un ganso salvaje o una gaviota. Hacia frio. Cuando el dragon habia estado alli hacia calor, un calor como el de una fragua, por el calor que encerraba su cuerpo. Tenar tirito. Se sento en la roca al lado de Ged y se echo a llorar. Escondio la cara en las manos y lloro con fuertes sollozos. —?Que puedo hacer? —grito—. ?Que puedo hacer ahora?
Subitamente se seco los ojos y la nariz en la manga, se echo hacia atras los cabellos oscuros con las dos manos y se volvio hacia el hombre tumbado a su lado. Estaba tan quieto, tan tranquilo sobre la roca desnuda como si hubiese podido quedarse alli eternamente.
Tenar suspiro. No podia hacer nada, pero siempre habia algo que hacer a continuacion.
No podia cargarlo. Tendria que pedir ayuda. Para eso tendria que dejarlo solo. Le parecia que estaba muy cerca de la orilla del precipicio. Si intentaba levantarse tal vez se cayera, debil y mareado como debia de estar. ?Como podia moverlo? No se reanimaba cuando ella le hablaba y lo tocaba. Lo cogio por debajo de los hombros y trato de arrastrarlo y, ante su sorpresa, logro hacerlo; aunque era un peso muerto, no pesaba demasiado. Con resolucion, lo arrastro a unos diez o quince pies del precipicio, alejandolo del desnudo promontorio rocoso hasta dejarlo sobre un trozo de tierra donde los secos espicanardos daban cierta ilusion de amparo. Tendria que dejarlo alli. No podia correr, porque le temblaban las piernas y aun sollozaba al respirar. Camino lo mas rapido que pudo hacia la casa de Ogion, llamando a gritos una y otra vez a Brezo, a Musgo y a Therru a medida que se acercaba. La nina aparecio por el costado del establo y se detuvo, como acostumbraba hacer, obedeciendo a la llamada de Tenar, pero sin adelantarse a saludar o dejar que la saludara.
—Therru, corre al pueblo y pidele a cualquier persona que venga… A cualquier persona fuerte… Hay un hombre herido en el precipicio.
Therru no se movio. Nunca habia ido sola a la aldea. Estaba inmovilizada entre la obediencia y el miedo. Tenar se dio cuenta y le dijo: —?Tia Musgo esta ahi? ?Brezo? Entre las tres podemos cargarlo. Pero date prisa, Therru, date prisa. —Sentia que si dejaba a Ged desamparado sin duda moriria. Cuando regresara habria desaparecido: habria muerto, se habria caido, los dragones se lo habrian llevado. Podia pasar cualquier cosa. Debia darse prisa antes de que sucediera. Pedernal habia muerto de un ataque en sus sembrados y ella no estaba a su lado. Habia muerto solo. El pastor lo habia encontrado tumbado junto al porton. Ogion habia muerto y ella no habia podido evitar que muriera, no habia podido darle vida. Ged habia vuelto a casa para morir y ese era el final de todo, no quedaba nada, no habia nada que hacer, pero ella tenia que hacerlo.— ?Date prisa, Therru! ?Trae a alguien!
Se echo a andar temblorosamente hacia la aldea, pero vio que la vieja Musgo se acercaba corriendo a traves de la pradera, avanzando torpemente con su gruesa rama de espino. —?Me llamaste, queridita?
La presencia de Musgo la alivio de inmediato. Empezo a recobrar el aliento y a poder pensar. Musgo no perdio tiempo haciendo preguntas pero, al oir que habia un hombre herido al que habia que mover, cogio el pesado cobertor de lona que Tenar habia puesto a airear y lo llevo a rastras hasta el extremo del Acantilado. Entre ella y Tenar envolvieron a Ged con el cobertor e iban arrastrando dificultosamente el bulto hacia la casa cuando Brezo aparecio trotando, seguida por Therru y Sippy. Brezo era joven y fuerte, y con su ayuda lograron levantar la lona como una litera y llevar al hombre a la casa.
Tenar y Therru durmieron en el nicho que habia en el muro del oeste del unico cuarto. Solo habia una cama, la cama de Ogion, en el fondo, cubierta ahora con una gruesa sabana de lino. Alli acostaron al hombre. Tenar lo cubrio con la manta de Ogion, mientras Musgo musitaba sortilegios en torno a la cama, y Brezo y Therru se quedaban quietas y mirando atentamente.
—Dejadlo en paz ahora —dijo Tenar, llevandolas hacia la entrada de la casa.
—?Quien es? —pregunto Brezo.
—?Por que estaba en el Acantilado? —pregunto Musgo.
—Lo conoces, Musgo. En otra epoca fue el pupilo de Ogion…, de Aihal.
La bruja sacudio la cabeza. —Ese era el muchacho de Diez Alisos, queridita —dijo—. El que ahora es Archimago en Roke.
Tenar asintio.
—No, queridita —dijo Musgo—. Se parece a el. Pero no es el. Este hombre no es un mago. Ni siquiera un hechicero.
Brezo miraba ora a una, ora a la otra, divertida. No entendia casi nada de lo que decia la gente, pero le gustaba escuchar.
—Pero yo lo conozco, Musgo. Es Gavilan. —El pronunciar el nombre, el nombre comun de Ged, desperto en ella cierta ternura, de modo que solo entonces penso y sintio que era el en realidad, y que todos los anos que habian pasado desde que lo viera por primera vez eran el lazo que los unia. Vio una luz que parecia una estrella en la oscuridad, subterranea, nacia mucho tiempo, y su rostro iluminado por la luz.— Lo conozco, Musgo. —Sonrio y luego sonrio mas abiertamente.— Es el primer hombre que vi en mi vida —dijo.