La voz de la nina parecia un cepillo de metal frotado contra metal, era como hojas secas, como el silbido de llamas ardientes. Siguio hablando hasta el final de la primera estrofa:
Ged asintio con un gesto de rapida y decidida aprobacion. —Bien —dijo.
—Anoche —dijo Tenar—. La aprendio anoche. Parece como si hubiese pasado un ano.
—Puedo aprender mas —dijo Therru.
—Aprenderas mas —le dijo Ged.
—Ahora termina de limpiar la calabaza —dijo Tenar, y la nina obedecio.
—?Que puedo hacer? —pregunto Ged. Tenar se quedo en silencio, mirandolo.
—Necesito que alguien llene la tetera y la ponga al fuego.
El asintio y partio con la tetera a sacar agua.
Prepararon la cena y la comieron y quitaron la mesa.
—Recita otra vez
Therru recito la segunda estrofa una vez con el, una vez con Tenar y una vez sola.
—A la cama —dijo Tenar.
—No le contaste a Gavilan del rey.
—Cuentale tu —dijo Tenar, divertida ante ese pretexto para no ir a acostarse todavia.
Therru se volvio hacia Ged. Su rostro, mitad herido y mitad sano, con el ojo que veia y el ojo ciego, tenia una expresion atenta, apasionada. -—El rey vino en un barco. Tenia una espada. Me dio el delfin de hueso. Su barco volaba, pero yo me sentia mal porque Diestro me habia tocado. Pero el rey me toco aqui y la marca desaparecio. —Le mostro el brazo redondeado y delgado. Tenar lo miro fijamente. Se habia olvidado de la marca.
—Algun dia me gustaria ir volando a donde vive. —Le dijo Therru a Ged. El asintio.— Lo voy a hacer—dijo —. ?Lo conoces?
—Si. Lo conozco. Hice un largo viaje con el.
—?Donde fueron?
—A donde no sale el sol y las estrellas no se ocultan. Y regresamos de ese lugar.
—?Volando?
El nego con la cabeza. —Solo puedo caminar —dijo
.
La nina se quedo unos instantes pensativa y luego, como si se sintiera satisfecha, dijo: —Buenas noches —y se marcho a su cuarto. Tenar la siguio; pero Therru no queria que le cantara para hacerla dormir—. Puedo recitar
Tenar regreso a la cocina y se sento nuevamente frente a Ged, al otro lado del hogar.
—?Esta cambiando tanto! —dijo—. Demasiado rapido para mi. Estoy vieja para criar a un nino. Y ella… Me obedece, pero solo porque desea hacerlo.
—Esa es la unica justificacion de la obediencia —observo Ged.
—?Pero que voy a hacer cuando se le meta en la cabeza la idea de desobedecerme? Hay algo indomito en ella. A veces es mi Therru, a veces es distinta, inalcanzable. Le pregunte a Hiedra si querria ensenarle. Me lo sugirio Haya. Hiedra dijo que no. «?Por que no?», le pregunte. «?Le tengo miedo!», me dijo… Pero tu no le temes. Y ella tampoco te teme. Tu y Lebannen son los unicos hombres a los que les ha permitido tocarla. Yo deje que ese…, ese Diestro… No puedo hablar de eso. ?Ay, estoy fatigada! No entiendo nada…
Ged coloco el nudo de un tronco en el fuego para que no ardiera demasiado y se consumiera lentamente, y los dos se quedaron observando los brincos y el parpadeo de fas llamas.
—Me gustaria que te quedaras aqui, Ged —dijo ella—. Si quieres.
El no le respondio de inmediato. Ella dijo: —Tal vez pienses seguir hacia Havnor…
—No, no. No tengo adonde ir. He estado buscando trabajo.
—Y bien, aqui hay mucho que hacer. Arroyo Claro no lo va a reconocer, pero su artritis no le permite hacer casi nada mas que ocuparse del huerto. He estado necesitando alguien que me ayude desde que regrese. Podria haberle dicho al viejo testarudo lo que pensaba de el por haberte mandado asi a la montana, pero no serviria de nada. No me escucharia.
—Me hizo bien —dijo Ged—. Me dio el tiempo que necesitaba.
—?Estuviste pastoreando ovejas?
—Cabras. En lo alto de las praderas. El muchacho que habian contratado se enfermo y Serry me contrato, me mando alla arriba el primer dia. Dejan a las cabras muy arriba y hasta muy tarde, para que les crezca una lana gruesa. Este ultimo mes estuve casi todo el tiempo solo en las montanas. Serry me mando esa pelliza y algunas provisiones, y me dijo que mantuviera al rebano lo mas arriba que pudiera y por todo el tiempo que pudiera. Eso hice. Era un lugar hermoso.
—Solitario —dijo ella.
El asintio con una semisonrisa.
—Siempre has estado solo.
—Si, siempre he estado solo.
Ella no dijo nada. El la miro.
—Me gustaria trabajar aqui—dijo.
—No hay mas que hablar, entonces —dijo ella. Al cabo de un rato agrego—: Por el invierno, al menos.
Esa noche caia una helada mas fuerte. Su mundo estaba sumido en un perfecto silencio que solo rompia el murmullo del fuego. El silencio era como una presencia entre los dos. Ella alzo la cabeza y lo miro.
—Y bien —dijo—, ?en que cama duermo, Ged? ?En la de la nina o en la tuya?
El respiro profundamente. Hablo en voz baja.
—En la mia, si quieres.
—Si.
El silencio lo inmovilizaba. Ella se daba cuenta del esfuerzo que hacia para escapar de ese silencio. —Si me tienes paciencia… —dijo el.
—He sido paciente contigo durante veinticinco anos —dijo ella. Lo miro y se echo a reir—. Ven, ven, querido… ?Mas vale tarde que nunca! No soy mas que una vieja… Nada se pierde, nada se pierde jamas. Tu me lo ensenaste. —Ella se puso de pie y el se levanto; ella extendio las manos y el se las tomo. Se rodearon con los brazos, y se estrecharon. Se abrazaron con tal intensidad, con tal carino, que todo lo que los rodeaba desaparecio. Poco importo en que lecho hubiesen pretendido dormir. Esa noche se tendieron en las piedras que rodeaban el hogar y alli Tenar le enseno a Ged el misterio que ni siquiera los hombres mas sabios podrian ensenarle.
El reavivo el fuego una vez y cogio la manta gruesa de la banqueta.
Tenar no se opuso esta vez. La capa de ella y la pelliza de el fueron sus cobijas.
Se despertaron al alba. Una tenue luz plateada brillaba en las ramas oscuras y semidesnudas de los robles,