—Aun no lo saben —dijo ella.

El le echo una mirada. Un diminuto e incontrolable destello de triunfo le brillaba en los ojos.

—No —dijo el—. No lo saben.

—Eres muy diestro con la horquilla —murmuro Tenar.

El lanzo un inmenso bostezo.

—?Por que no vas adentro y duermes un poco? Es la segunda habitacion que da al pasillo. A menos que quieras recibir a las visitas. Alla vienen Alondra y Margarita, y varios ninos. —Al oir voces, se puso de pie para mirar por la ventana.

—Eso hare —dijo el y desaparecio.

Alondra y su esposo; Margarita, la esposa del herrero, y otros amigos de la aldea se quedaron todo el dia a contar y escuchar todo lo que habia sucedido, tal como habia dicho Ged. Tenar sintio que su compania la reanimaba, la iba apartando de la constante cercania del terror de la noche anterior, poco a poco, hasta que comenzo a sentir que era algo que habia ocurrido, no algo que aun seguia sucediendo y que siempre tenia que seguirle sucediendo.

Eso era lo que Therru tenia que aprender a hacer tambien, penso, pero no con una sola noche sino con toda su vida.

Cuando los demas se hubieron marchado, le dijo a Alondra: —Lo que me enfurece es lo estupida que fui.

—Te dije que tenias que tener siempre la casa cerrada con cerrojo.

—No… Tal vez… Asi es.

—Lo se —dijo Alondra.

—Lo que quiero decir es que cuando estaban aqui… podria haber salido corriendo y haber ido a buscar a Shandy y Arroyo Claro… Quiza podria haber llevado a Therru conmigo. O podria haber ido al colgadero y haber sacado yo misma la horquilla. O el gancho para sacar manzanas. Tiene siete pies de largo y una hoja como navaja; siempre la dejo como la dejaba Pedernal. ?Por que me encerre en la casa y nada mas… cuando no servia de nada? Si el…, si Halcon no hubiese estado alli… Lo unico que hice fue encerrarme en una trampa y encerrar a Therru. Si, finalmente fui hasta la puerta y les grite. Estaba medio loca. Pero eso no los habra hecho huir.

—No se —dijo Alondra—. Fue una locura, pero quiza… no se. ?Que podias hacer sino echarle cerrojo a las puertas? Pero es como si pasaramos toda la vida echandoles cerrojo a las puertas. Esa es la casa en que vivimos.

Miraron en torno, los muros de piedra, el suelo empedrado, la chimenea de piedra, la ventana soleada de la cocina de la Granja de los Robles, la casa del granjero Pedernal.

—Esa muchacha, esa mujer a la que mataron —dijo Alondra mirando sagazmente a Tenar—. Era la misma.

Tenar asintio.

—Uno de ellos me dijo que estaba prenada. De cuatro, cinco meses.

Las dos se quedaron en silencio.

—Atrapada —dijo Tenar.

Alondra se acomodo en la silla, con las manos apoyadas en la falda sobre los gruesos muslos, la cabeza derecha, el hermoso rostro quieto. —El miedo —dijo—. ?A que le tememos tanto? ?Por que permitimos que nos digan que tenemos miedo? ?A que le temen ellos? —Cogio la calceta que habia estado remendando, la hizo girar en las manos, se quedo en silencio por un rato; al cabo dijo:— ?Por que nos temen?

Tenar siguio hilando sin responderle.

Therru entro corriendo y Alondra la saludo diciendole:

—?Aqui esta mi preciosa! ?Ven a abrazarme, mi nina preciosa!

Therru la abrazo apresuradamente. —?Quienes son los hombres que cogieron? —pregunto en su voz ronca, apagada, mirando primero a Alondra y luego a Tenar.

Tenar detuvo la rueca. Dijo lentamente:

—Uno era Diestro. Otro era un hombre que se llama Grenas. El que quedo herido se llama Merluza. —No apartaba la vista del rostro de Therru; vio la llamarada, la cicatriz que se iba enrojeciendo.— Creo que la mujer que mataron se llamaba Senny.

—Senini —musito la nina.

Tenar asintio.

—?La mataron de verdad?

Tenar asintio nuevamente.

—Renacuajo dice que vinieron aqui.

Tenar volvio a asentir.

La nina miro en torno, como habian hecho las mujeres; pero en su mirada habia un gesto de profundo rechazo, porque no veia los muros.

—?Los matareis?

—Es posible que los cuelguen.

—?Para que se mueran?

—Si.

Therru inclino la cabeza, con cierta indiferencia. Volvio a salir y se unio nuevamente a los ninos de Alondra junto a la bodega.

Las dos mujeres no dijeron nada. Se quedaron hilando y remendando, en silencio, junto al fuego, en la casa de Pedernal.

Despues de un largo rato, Alondra dijo: —?Que paso con el hombre, el pastor, que los siguio hasta aca? ?Halcon dijiste que se llama?

—Esta durmiendo adentro —dijo Tenar, senalando con la cabeza el fondo de la casa.

—?Ah! —dijo Alondra. El torno zumbaba.

—Lo conocia de antes.

—?Ah! De Re Albi, ?verdad? Tenar asintio. El torno zumbaba.

—Seguir a esos tres y atacarlos en la oscuridad con una horquilla, ?vamos!, hay que tener valor para hacerlo. Y no es un hombre joven, ?verdad?

—No. —Al cabo de un rato dijo:— Habia estado enfermo y necesitaba trabajo. Por eso le dije que cruzara las montanas y le preguntara a Arroyo Claro si podia darle trabajo. Pero Arroyo Claro piensa que todavia puede seguir haciendolo todo solo, asi que lo mando mas alla de los Manantiales a pastorear durante el verano. Y venia de regreso.

—?Tienes pensado que se quede, entonces?

—Si quiere… —dijo Tenar.

Otro grupo de aldeanos llego a la Granja de los Robles, queriendo escuchar la historia de Goha y contar como habian participado en la gran captura de los asesinos, y mirar la horquilla y comparar sus cuatro dientes largos con las tres manchas de sangre en las vendas del hombre llamado Merluza, y volver a hablar de lo mismo desde un comienzo. Tenar se alegro cuando empezo a anochecer, y llamo a Therru y cerro la puerta.

Levanto la mano para echarle pestillo. La bajo y se obligo a apartarse de el, dejandolo abierto.

—Gavilan esta en tu cuarto —le informo Therru al regresar a la cocina con los huevos que habia sacado de la bodega.

—Pensaba decirte que estaba aqui…, lo siento.

—Lo conozco —dijo Therru, mientras se lavaba la cara y las manos en la despensa. Y cuando Ged entro, con los parpados hinchados y desgrenado, se le acerco sin titubear y alzo los brazos.

—Therru —dijo el, y la tomo en brazos y la abrazo. Ella se aferro a el por unos instantes, luego se escabullo.

—Se el comienzo de La Creacion —le dijo.

—?Me lo vas a cantar? —Mirando una vez mas a Tenar para pedirle permiso, se sento en su lugar ante el hogar.

—Solo puedo decirlo hablando. El asintio y espero, con una expresion mas bien severa. La nina dijo:

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