que nadie mas iba a venir. Esperaron en el granero. Me quede afuera. La pared era lo unico que me separaba de ellos.
—Debes de estar congelado —dijo Tenar con voz apagada.
—Hacia frio. —Acerco las manos al fuego como si el solo recuerdo lo hubiese hecho sentir frio nuevamente.— Encontre la horquilla al lado de la puerta del colgadero. Cuando salieron se fueron hacia el fondo de la casa. Podria haber venido hasta la puerta de entrada para advertirte, eso es lo que deberia haber hecho, pero en lo unico que pensaba era en cogerlos desprevenidos…, sentia que esa era mi unica ventaja, el sorprenderlos… Pense que la casa estaria cerrada con cerrojos y que tendrian que entrar por la fuerza. Pero entonces los oi entrar, por el fondo, por alli. Entre… al establo…, detras de ellos. Acababa de salir cuando se acercaron a la puerta que estaba cerrada con cerrojo. —Lanzo una especie de carcajada.— Pasaron a mi lado en la oscuridad. Podria haberles hecho una zancadilla… Uno de ellos tenia un pedernal y un eslabon, quemaba un poco de yesca cuando querian echarle una mirada a un cerrojo. Vinieron hasta la entrada de la casa. Te oi cerrar los postigos; sabia que los habias oido. Dijeron que iban a romper la ventana en la que te habian visto. Entonces el de la gorra vio la ventana…, la ventana… —Senalo con la cabeza la ventana de la cocina con el alto y ancho antepecho en el interior.— Dijo: «Traeme una piedra, la voy a hacer anicos», y los otros se le acercaron y estaban a punto de alzarlo hasta el antepecho. Asi que lance un grito y se dejo caer, y uno de ellos, este, se abalanzo sobre mi.
—?Ah, ah! —dijo resollando el hombre tumbado en el suelo, como si estuviese relatando la historia de Ged. Ged se levanto y se inclino sobre el hombre.
—Creo que esta agonizando.
—No, no esta agonizando —dijo Tenar. No podia dejar de tiritar del todo, pero lo que tenia ahora era solo un temblor interno. La tetera silbaba. Hizo un pote de te y apoyo las manos en la gruesa ceramica del pote mientras se hacia la infusion. Sirvio dos tazones y luego un tercero, en el que puso un poco de agua fria—. Esta muy caliente —le dijo a Ged—, espera un minuto antes de beberlo. Voy a ver si puede tragarlo. —Se sento en el suelo junto a la cabeza del hombre, lo apoyo en un brazo, le acerco el tazon de te tibio a la boca, le separo los dientes con el borde del tazon. El liquido caliente le entro en la boca; lo trago.— No se va a morir —dijo ella—. El suelo esta frio como el hielo. Ayudame a acercarlo al fuego.
Ged se acerco a coger la manta que habia en el banco apoyado a lo largo del muro que separaba la chimenea del pasillo. —No uses eso, es un buen tejido —dijo Tenar y fue hasta el armario, y saco una gastada manta de fieltro que extendio para hacerle una cama al hombre. Arrastraron el cuerpo inerte hasta dejarlo sobre la manta, lo cubrieron con los bordes plegados. Las humedas manchas rojas que cubrian las vendas no se habian extendido.
Tenar se puso de pie y se quedo inmovil.
—Therru —dijo.
Ged miro en torno, pero la nina no estaba alli. Tenar salio precipitadamente del cuarto.
El cuarto de los ninos, el cuarto de la nina, estaba perfectamente a oscuras y silencioso. Se acerco a tientas a la cama y apoyo la mano en la curva calida de la manta sobre el hombro de Therru.
—?Therru?
La nina respiraba serenamente. No se habia despertado. Tenar alcanzaba a sentir el calor de su cuerpo, como un resplandor en el cuarto frio.
Al salir, paso la mano por sobre el baul y rozo un metal frio: el atizador que habia dejado alli al cerrar los postigos. Lo llevo de vuelta a la cocina, paso por encima del cuerpo del hombre y colgo el atizador en su gancho soore la chimenea. Se quedo contemplando el fuego.
—No podia hacer nada —dijo—. ?Que deberia haber hecho? Huir… inmediatamente…, gritar y correr hasta la casa de Arroyo Claro y Shandy. No habrian tenido tiempo para hacerle dano a Therru.
—Habrian estado dentro de la casa con ella y tu habrias estado afuera, con los dos viejos. O podrian haberla cogido y haberse marchado con ella. Hiciste lo que pudiste. Hiciste lo que habia que hacer. En el momento preciso. La luz de la casa y tu saliendo con el cuchillo y yo alli… Alcanzaron a ver la horquilla en ese momento… y al hombre caido. Por eso echaron a correr.
—Los que pudieron —dijo Tenar. Se volvio y movio un poco la pierna del hombre con la punta del zapato, como si fuese un objeto por el que sentia cierta curiosidad, cierta repugnancia, como una vibora muerta—. Tu hiciste lo que habia que hacer —dijo.
—No creo que la haya alcanzado a ver. Tropezo de frente con ella. Fue como… —No dijo como habia sido. Dijo:— Bebete el te. —Y se sirvio mas del pote apoyado sobre los ladrillos del hogar para que no se enfriara.— Esta bueno. Sientate —dijo el, y ella se sento.
—Cuando era nino —dijo al cabo de un rato— los kargos atacaron mi aldea. Llevaban lanzas… largas, con plumas atadas a la empunadura…
Ella asintio. —Guerreros de los Hermanos de Dios —dijo.
—Urdi un conjuro tramanieblas. Para confundirlos. Pero algunos de ellos siguieron avanzando. Vi a uno de ellos darse de bruces con una horquilla…, como este. Solo que en ese caso lo traspaso de lado a lado. Debajo de la cintura.
—Chocaste con una costilla —dijo Tenar.
El asintio.
—Fue el unico error que cometiste —dijo ella. Ahora le castaneteaban los dientes. Bebio del te—. Ged — dijo—, ?y si regresan?
—No van a regresar.
—Podrian prenderle fuego a la casa.
—?A esta casa? —Miro las paredes de piedra que los rodeaban.
—El henil…
—No van a regresar —dijo el obstinadamente.
—No.
Sujetaban los tazones con cuidado, calentandose las manos con ellos.
—Therru no se desperto en ningun momento.
—Menos mal.
—Pero lo vera… aqui… por la manana. Se miraron fijamente.
—?Si lo hubiese matado…, si hubiera muerto! —dijo Ged, furioso—. Podria sacarlo de aqui y enterrarlo.
—Hazlo.
El solo sacudio la cabeza con enojo.
—?Que importa, por que, por que no podemos hacerlo? —pregunto Tenar en tono insistente.
—No lo se.
—Apenas empiece a clarear…
—Lo sacare de la casa. Una carretilla. El viejo puede ayudarme.
—Ya no puede cargar nada. Yo te ayudare.
—Como pueda, lo voy a llevar a la aldea en una carretilla. ?Hay algun tipo de curandero alli?
—Una bruja, Hiedra.
De pronto Tenar se sintio profunda, infinitamente agotada. Apenas podia sostener el tazon en la mano.
—Hay mas te —dijo con dificultad.
El se sirvio otro tazon.
El fuego le bailaba a Tenar ante los ojos. Las llamas flotaban, ardian, se hundian, volvian a resplandecer contra las piedras tiznadas, contra el cielo oscuro, los remolinos de la noche, los abismos de aire y de luz allende el mundo. Llamas amarillas, anaranjadas, rojo anaranjadas, rojas lenguas de fuego, llamaradas, las palabras que no podia pronunciar.
—Tenar.
—Nosotros le decimos Tehanu a esa estrella —dijo ella.
—Tenar, querida. Ven. Ven conmigo…
No estaban junto al fuego. Estaban en medio de la oscuridad…, en el oscuro corredor. El oscuro pasadizo. Ya habian estado alli antes, turnandose para guiar, turnandose para seguir al otro, en la oscuridad subterranea.