atavico.
Camino del puesto de
– Steiner -dijo el
– Aqui tengo el expediente -dijo Steiner, acercandose una carpeta marron y calandose unas gafas de gruesos cristales. Agito la carpeta en el aire-. Son gente muy activa. -Dejo la carpeta en la mesa y agrego-: Aqui esta todo: nuestros informes, los del puesto de Dolo y tambien los de los servicios sociales. -Abrio la carpeta, levanto varias hojas y empezo a leer-: Ariana Rocich, hija de Bogdan Rocich y de Ghena Michailovich. -Miro a Brunetti por encima de las gafas y, al ver que el comisario tomaba notas, dijo-: La carpeta es suya. He mandado sacar copias.
– Gracias,
Steiner volvio a fijar la mirada en el papel y prosiguio, como si no hubiera habido interrupcion:
– Por lo menos, estos son los nombres que figuran en sus papeles. Lo cual no significa gran cosa.
– ?Falsos? -pregunto Brunetti.
– ?Quien sabe? -pregunto Steiner a su vez, dejando caer la hoja que tenia en la mano-. La mayoria de los que tenemos aqui vinieron de la ex Yugoslavia en calidad de refugiados bajo los auspicios de la ONU o tienen documentos de paises que ya no existen. -Con un dedo sorprendentemente largo y delicado, empujo la carpeta hacia adelante mientras decia-: Algunos llevan aqui tanto tiempo que ya tienen pasaporte italiano. Pero este grupo procede de Kosovo. O eso dicen ellos. No hay manera de averiguarlo. Probablemente, tampoco serviria de algo. Una vez aqui, ya no hay manera de librarse de ellos, ?verdad?
Brunetti musito entre dientes una afirmacion y luego pregunto:
– Ha dicho que sus hombres habian detenido a otros ninos. -Steiner asintio-. ?Los mismos padres? ?Como ha dicho que se llaman? ?Rocich?
Steiner paso varias hojas que fue poniendo a un lado, boca abajo. Finalmente, levanto una, la leyo de arriba abajo y dijo:
– Eran tres, Ariana y dos mas. -Levanto la mirada-. Como ya sabe, no podemos guardar informes de los ninos, pero he preguntado, y esto es lo que me han dicho. -Brunetti asintio y Steiner prosiguio-: Dicen mis hombres que la detuvieron dos veces, las dos, robando. -Brunetti sabia que la policia no podia arrestar a nadie de menos de catorce anos, solo tomarlo bajo custodia hasta que pudiera ser devuelto a los padres o al adulto a cuyo cuidado estuviera. No se podian guardar informes por escrito, pero la memoria aun no era ilegal-. Los otros dos, nino y nina, son de la misma familia; por lo menos, en sus papeles figura el mismo apellido, aunque con ellos no hay manera de saber quien es el verdadero padre.
– ?Viven en el mismo sitio?
– No querra decir la misma casa, ?verdad comisario?
– No, por supuesto. Campamento. ?Viven en el mismo?
– Eso parece. Esta en las afueras de Dolo. Lleva alli unos quince anos. Desde que las cosas se vinieron abajo en Yugoslavia.
– ?Cuantos son?
– ?Quiere decir en el campamento o en total?
– En el campamento y en total, supongo.
– No sabria decirle -respondio Steiner quitandose las gafas y arrojandolas sobre la carpeta abierta-. En el campamento puede haber entre cincuenta y cien, mas si hay una fiesta, una reunion, una boda o cualquier tipo de celebracion. No podemos hacer mas que contar las caravanas o los coches y multiplicarlos por cuatro. -Steiner sonrio y se paso la mano por el pelo. A Brunetti le parecio oirlo crepitar-. Nadie sabe por que, pero es el numero que usamos.
– ?Y en total? Quiero decir en Italia.
Ahora Steiner se meso el pelo con las dos manos y Brunetti oyo realmente que hacia ruido.
– Cualquiera sabe. El Gobierno ha dicho cuarenta mil, y podrian ser cuarenta mil. Pero tambien podrian ser cien mil. Nadie lo sabe.
– ?Nadie los cuenta?
Steiner lo miro.
– Crei que iba a preguntar si a nadie le importa.
– Eso tambien, desde luego -dijo Brunetti, que ya no se sentia tan distante del hombre.
– Nadie los cuenta, desde luego -dijo Steiner-. Es decir, se cuenta a la gente de los campamentos, si a lo que hacemos puede llamarsele contar. Y se cuentan los campamentos de todo el pais. Pero los numeros varian de un dia para otro. Esa gente se mueve mucho, de manera que a unos no se les cuenta y a otros se les cuenta mas de una vez. Llega un momento en que se trasladan porque empieza a ser peligroso quedarse en el mismo campamento. -Steiner lo miro largamente y anadio-: Y, no deberia decir esto, pero la gente que ve, o quiere que se vea, en ellos un peligro para la sociedad, acostumbra a exagerar el numero.
– ?Y eso por que? -pregunto Brunetti, a pesar de que se hacia una idea.
– Los vecinos se cansan de que les roben los coches, de que entren a robar en sus casas o de que los chicos de los campamentos peguen a sus hijos en el colegio. Y entonces empiezan a formarse grupos, o llameles bandas si quiere, en los alrededores de los campamentos y, si el numero de nomadas que hay en el pais es alto, esos grupos se creen justificados en querer deshacerse de ellos. Y empiezan a complicarles la vida. -Observando que Brunetti seguia atentamente su explicacion, Steiner opto por no describir los medios por los que se les complicaba la vida y prosiguio-: Y una manana en el campamento hay menos gente y menos Mercedes. Y, durante una temporada nadie entra a robar en las casas de la zona y los ninos van al colegio y se portan bien. -Steiner volvio a mirarlo fijamente y pregunto-: ?Quiere que le hable con franqueza?
– Se lo ruego.
– Tambien se marchan si nosotros les llevamos muy a menudo a los crios que pillamos en las casas, o saliendo de las casas o con destornilladores metidos en los calcetines o en el cinturon. A las cinco o seis veces, se van.
– ?Y que pasa entonces?
– Que se van a otro sitio y entran en otras casas.
– ?Asi, sencillamente?
Steiner se encogio de hombros.
– Recogen sus cosas y siguen viviendo como han vivido siempre. Y es que ellos no tienen que pagar alquiler, ni hipoteca, ni ir a trabajar, como nosotros.
– Da la impresion de que no siente por ellos mucha simpatia -aventuro Brunetti.
Steiner meneo la cabeza.
– No es eso, comisario. Es que llevo anos arrestandolos y llevandoles a sus hijos, y no me hago ilusiones.
– ?Cree que alguien se las hace? -pregunto Brunetti.
– Algunos si. Los que hablan de la igualdad y el respeto por las diferentes culturas y tradiciones. -A pesar de aguzar el oido, Brunetti no detecto ni asomo de sarcasmo o ironia en las palabras de Steiner-. Luego esta tambien el sentimiento de culpabilidad por lo que se les hizo durante la guerra. Es comprensible y es natural que se les trate de modo diferente.
– ?Y que significa eso?
– Eso significa que si usted o yo, en lugar de enviar a nuestros hijos a la escuela, los enviaramos a robar por las casas, no podriamos tenerlos con nosotros mucho tiempo.
– ?Y ellos si?
– No creo que tenga usted que preguntar eso, comisario -dijo Steiner no sin aspereza en la voz. Nuevamente, se paso la mano derecha por el pelo y, cambiando de tema, pregunto-: Ahora que ya sabe quien era, ?que piensa hacer?