– ?Sarah!- Tras ella escucho una voz aguda y risuena.La anciana se detuvo sonriendo y se dio la vuelta. Se dio cuenta demasiado tarde de que un grupo de ninas hablaban entre ellas, y no era ella a la que se dirigian. Nadie la habia llamado asi desde hacia cincuenta anos. ?Por que habia vuelto la cabeza despues de todo este tiempo?

Llego a la esquina y se quedo delante de los escaparates luminosos. Y, por primera vez en mucho tiempo, se dedico a observar la forma en la que ella se aparecia ante el mundo. Mirandola fijamente se encontraba una mujer de sesenta y cinco anos, de rostro delgado surcado de arrugas con marcados pomulos y unas bolsas de la compra repletas entre sus pies. No veia ni rastro de la Sarah que fue.

Se detuvo a tomar un cafe con leche en el Boulevard Voltaire frente a Tati, la tienda de oportunidades. Sobre la maquina de cafe colgaba un espejo de marco dorado rodeado de sobadas tarjetas de visita y viejos resguardos de loteria.

Marie, la regordeta duena con delantal tomo aire.

– Has estado en las rebajas de Monoprix, ?no?

Sarah asintio.

– Oui.-Atuso unos mechones sobre sus orejas, con cuidado de no estropear la peluca.

Marie movio la cabeza y mostro su aprobacion mientras pasaba un trapo al mostrador.

– Yo quiero ir antes de que sea demasiado tarde; solo son una vez al ano. ?Quedan muchas cosas?

Sarah se las arreglo para componer una cansada sonrisa mientras se ajustaba el panuelo sobre la frente.

– No he podido llegar hasta el cuarto piso. Estaba demasiado abarrotado pero todavia tenian bastantes cosas para la casa, la gente no habia empezado a pelearse todavia.

– ?Ah!- suspiro Marie-. Eso es buena senal.-fue a fregar unos vasos en el otro extremo de la barra.

Sarah cogio un periodico de la balda. Le dolian las piernas como consecuencia de la tendinitis, y sabia que le resultaria dificil volver a incorporarse si se sentaba de nuevo. Disfrutaba de su cafe en la barra, por no hablar de los francos que se ahorraba por no tomarlo en una mesa.

Echo un vistazo al Aujoud’hui, a las fotos de las modelos y los famosos atrapados en diversos escandalos. Rara vez, si lo hacia alguna, leia los mezquinos articulos de literatura barata que aparecian debajo.

De repente, la taza se le resbalo de los dedos y el cafe con leche se derramo por todo el mostrador. Mirandola habia un rostro que ella conocia.

?Como podia ser? Saco las gafas de leer del bolso y miro la fotografia con atencion. La rariz era distinta, pero los ojos eran los mismos. Entonces, cogio un boligrafo de su bolso y pinto de negro el pelo blanco. No podia creerlo. ?No llevaba mucho tiempo muerto? Sin querer comenzo a temblar y a respirar como si le faltara el aire.

– Ca va? No tienes buen aspecto-dijo Marie cuando aparecio con un trapo para limpiar la barra-Te encuentras mal, ?no?

Ella asintio temerosa de decir la verdad. La horrible verdad.

– Ven a sentarte-dijo Marie conduciendola a un reservado.

Los movimientos normales de andar y sentarse no hicieron que se calmara. Apoyo la cabeza en la pegajosa mesa cubierta de tazas y platos, respiro profundamente y cerro los ojos. Estaba tan segura de que habia muerto. Cuando dejo de temblar y su respiracion volvio a la normalidad, se levanto y volvio a poner el periodico en su lugar.

Tenia el aspecto de cualquier otro articulo que mencionaba el nombre de alguien importante en cualquier revista del corazon. Debajo de la fotografia la resena identificaba a un hombre como Hartmuth Griffe. Utilizo de nuevo el boligrafo y dibujo charreteras y una esvastica sobre la chaqueta negra que llevaba puesta y entonces lo supo. Era Helmut.

Viernes a mediodia

– ?Llama a un taxi!-grito Rene-. Nos han adelantado la cita para la prorroga de la declaracion de impuestos.

– Espera un momento.- Aimee sujetaba fuertemente el telefono movil delante de la taquilla de la estacion de metro-. Nuestra cita es…

– Estoy en La Double Mort-interrumpio el-. Manana el departamento de Hacienda se toma un receso de un mes. Si no tenemos ahora la reunion, nuestro caso entra en demora y podemos exponernos a una multa de ochenta mil francos. ?Nos han dado hora para el arbitraje dentro de cinco minutos!

Eso se comia el anticipo de Soli Hecht y mas. No les quedaria suficiente en la cuenta para pagar el alquiler. Echo mano de un taxi.

Mientras subia corriendo las escaleras de marmol de La Double Mort, el tintineo de las cadenas de metal de la chamarra de cuero hizo que el portero emitiera un pequeno silbido. La dirigio una sugestiva mirada y meneo la lengua mientras pasaba la fregona a los escalones. A punto estuvo de patinar en el resbaladizo marmol y subio a trompicones escaleras arribas. El lascivo portero se le acerco como para hablar con ella.

– ?Cuidado, que muerdo!-gruno Aimee

– bien-dijo el-. Es lo que me gusta.

– Pues ponte la vacuna de la rabia-dijo ella en un siseo.

Atrapada en su atuendo de skinhead, se arropo con el abrigo de Lili Stein. Un abrigo de alta costura perteneciente a una mujer asesinada, de los anos cincuenta y que olia a naftalina, no era la apariencia mas adecuada para una reunion con unos destripa-numeros.

Su imagen de vestida para matar habria sido mas apropiada para hacer frente a un traje de raya diplomatica. Se aliso el pelo, retiro el pintalabios oscuro y subio con cuidado el resto de las escaleras. En caso de duda, ?actua con descaro!

Unas pocas cabezas levantaron al vista desde sus escritorios cuando ella paso como una exhalacion en direccion a la sala marcada como “arbitraje”.

Cuando entro, el rostro sudoroso de Rene Friant mostro una mezcla de alivio y horror. Sus cortas piernas le colgaban del asiento. Todos y cada uno de sus centimetros retrocedieron cuando ella se sento a su lado.

Ocho pares de ojos, todos masculinos, la miraron desde el otro lado de la larga mesa de madera. En cada sitio habia un vaso de agua. Sobre una mesa cerca de ella se encontraban apilados cartuchos de tinta para la impresora, al lado de una vieja fotocopiadora. La mayoria de los hombres iban vestidos con traje gris. Uno de ellos levaba kipa.

– perdonen-dijo ella modosamente mirando hacia abajo-. Acaban de comunicarme que se habia adelantado esta reunion.

Silencio.

El que llevaba el kipa la miro echando fuego por los ojos mientras se ajustaba los cortos punos de su entallada chaqueta.

– No veo registro de ingresos pasados en el informe recibido de Leduc Detectives-dijo sin apartar los ojos de ella-. Tampoco se mencionan deducciones.

Se remango la camisa y ella vio descoloridos numeros tatuados sobre su antebrazo. Habia estado en un campo de concentracion, igual que Soli Hecht. Deslizo las manos cubiertas de tatuajes con los simbolos de las SS sobre su regazo.

El hombre a su izquierda se unio a la conversacion.

– Estoy de acuerdo, superintendente Foborski. Yo tampoco he encontrado registros de lo que menciona.

Aqui estaba el superintendente, un superviviente de un campo de concentracion, y ahi estaba ella vestida como una skinhead neonazi.

Rene le dirigio una furtiva mirada y puso los ojos en blanco. Bajo la mesa ella veia sus regordetas manos juntas en oracion.

– Senor, esos registros…-comenzo a decir Aimee.

Pero el hombre junto a ella fue a coger su vaso, derramo el agua y de un golpe la tinta fue a caer a su abrigo. No importaba si fue un accidente o si lo habia hecho a proposito. La tinta se convirtio en una gran mancha de color marengo que la cubria por completo.

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