del hospital. Una vez en el exterior, solto el ciclomotor y examino la zona

Unos pocos coches de policia camuflados estaban estacionados a la entrada el hospital, pero ella no vio a nadie. Un olor penetrante a lejia emanaba de la lavanderia del viejo hospital. Arranco accionando el pedal y avanzo por la rue Elzevir flanqueada por arboles, tranquila a esta hora de la tarde.

Los de la Comisaria de la Policia no llevaban Berettas. Lo hacian los matones profesionales, eso ya lo sabia. El motor de una motocicleta aullaba ruidoso tras ella. Pocos coches transitaban la estrecha rue Elzevir. El motor desminuyo la velocidad y luego rugio una vez mas. De repente, de un callejon salio un coche como una flecha y se cruzo delante de ella. Solo vio la ventana tintada del coche antes y la lanzara por los aires. Durante los tres segundos que se mantuvo suspendida en el aire, vio todo a camara lenta mientras se daba cuenta de que la motocicleta se alejaba a toda velocidad.

Se protegio la cabeza y dio un salto mortal. Se golpeo los hombros contra el parabrisas de un coche estacionado. Inhalo la fetidez de la goma quemada antes de golpear con la cabeza el espejo retrovisor, como un martillo. Sintio que el dolor se le extendia por todo el craneo. Cayo del capo rodando.

Se derrumbo sobre la acera, conmocionada, comprimida entre un neumatico lleno de barro y el desague de piedra. El coche se detuvo y dio marcha atras acelerando el motor a tope. Mareada, se arrastro por encima de los grasientos restos de aceite y rodo hasta situarse debajo de un coche aparcado. Apenas cabia. Saco la Glock de 9 mm de la chamarra vaquera y deslizo el seguro. La puerta del coche se abrio y sonaron unos pasos cerca de su cabeza sobre la acera.

Temerosa hasta de respirar, vio los talones de un par de botas negras. Tendria suerte si podia dispararle en el pie. Ruidosas sirenas de la policia atronaban calle abajo. Tiraron un cigarrillo rubio a la acera junto a ella que se apago en un charco. Se oyo el chasquido de la puerta al abrirse y despues el coche se alejo a toda velocidad.

Volvio a colocar el seguro de la pistola y salio despacio de debajo del coche rodando. Le dolia la cabeza. Le temblaban tanto las rodillas que se tambaleo y se cayo sobre un desague. Se quedo alli tendida, mientras esperaba que dejara de latirle el corazon a tanta velocidad. Manchas de grasa y aceite cubrian sus pantalones negros y tenia las manos sucias de algo marron que olia sospechosamente a mierda de perro. Cogio la empapada colilla del cigarrillo. Solo un maton bien pagado podia permitirse el lujo de fumar lujosos cigarrillos rubios Rothmans de importacion.

Aimee llamo a la puerta de cristal esmerilado. Mantenia la vista fija en la silueta borrosa que se veia en el pasillo

– Necesito hablar con usted, monsieur Rambuteau-grito-. No voy a marcharme hasta que lo haya hecho

Por fin se abrio la puerta y ella miro fijamente al rostro del corpulento monsieur Rambuteau

– ?Nom de Dieu! ?Que ha ocurrido…?

– ?Quiere hablar del testamento de su esposa en la calle?

Una expresion de dolor y miedo surco sus rotro. Abrio mas la puerta y se dirigio al cuarto de estar arrastrando los pies

A Aimee le retumbaba la cabeza sin cesar

– ?Tiene una aspirina?

El senalo un frasco sobre la mesa. Aimee extrajo dos, las trago con agua y se sirvio hielo del congelador

– Merci-dijo. Metio un hielo en una bolsa de plastico limpia, la retorcio y se la aplico sobre el chichon de la cabeza con una mueca de dolor

– ?Quienes son los verdaderos padres de Thierry Rambuteau?

El se sento pesadamente

– ?Ha sido mi hijo el que le ha hecho esto?

– No es eso lo que le he preguntado, pero, ciertamente, esta en la lista

– Deje en paz el pasado-dijo el

– Esa frase esta empezando a resultarme monotona-dijo ella-. No me gusta que la gente intente matarme por demostrar curiosidad

Saco la carpeta y la dejo de golpe sobre la encimera de melamina blanca

– Si no me lo dice usted, lo hara el abogado, monsieur Barrault

– ?Lo ha robado!-la acuso monsieur Rambuteau

– usted me dejo que lo utilizara, si quiere que hablemos con propiedad.-Puso despacio su Glock sobre la fuente con los girasoles, sin dejar de mirarlo a la cara. Tenia la mitad del craneo congelada por el hielo y en la otra mitad sentia un dolor sordo y continuo-. No estoy amenazandole, monsieur Rambuteau, pero pensaba que le gustaria ver los metodos de los muchachos cuando necesitan informacion. Aunque yo fui a una escuela de detectives de pago. Nosotros preguntamos primero-dijo.

Le temblaba la mano cuando cogio un frasco de pastillas amarillas

– Estoy evitando que se lea el testamento de mi mujer, con una orden judicial, asi que cualquier cosa que haga usted no importara

– Yo lo recurrire como informacion de dominio publico-dijo ella-. Dentro de tres dias, monsieur, se podra publicar como un documento legal. ?Que esconde usted exactamente?

– Nathalie era muy inocente, demasiado confiada.-Movio la cabeza de un lado a otro.-Mire, la contratare. Le pagare para evitar que se mas danos. Hace mas de cincuenta anos que acabo la guerra, la gente ha rehecho sus vidas. Es mejor que algunos secretos permanezcan asi. Por lo menos los de mi hijo.

– Hasta ahora han asesinado a dos judios, y yo soy la siguiente-dijo ella. ?Cuanto le costaria llegar hasta el?-. Mejor que empiece a hablar porque todo apunta a Thierry Rambuteau. ?Quien es?

El miro furtivamente a su alrededor, como si alguien pudiera estar escuchando

– No tenia ni idea de que Nathalie habia cambiado el testamento-dijo el-. Nunca nos mostramos de acuerdo con especto al cambio. Quiza habia bebido. ?Por que tienen que permanecer con nosotros toda la vida los errores que cometemos cuando somos jovenes?

Ella no estaba segura de lo que queria decir, pero parecia fatigado y se seco la frente

– Al grano, monsieur.-Le retumbaba la cabeza y su paciencia se estaba agotando-. ?Quien es?

– Durante la guerra, Nathalie era actriz. Yo me ocupaba de la iluminacion y era camara para Coliseum. Trabajamos con Allegret, el director, en la misma compania que Simone Signoret.-Una sonrisa melancolica le surco el rostro-. Nathalie nunca se cansaba de contarselo a todo el mundo. En cualquier caso, acusaron a Coliseum de ser una productora colaboracionista, y luego se convirtio en Paricor. Pero nosotros solo habiamos las peliculas y Gobbels la propaganda. Al igual que todo el mundo en Francia, teniamos permiso de la Gestapo para todo lo que haciamos. En ese momento, para cortarse las unas se necesitaba la aprobacion de la Kommandatur de la Gestapo, asi que nunca entendi todo ese lio de los colaboracionistas. Todos lo eramos, visto asi.

Puede que fuera cierto, pero le recordaba al chiste sobre la Resistencia. Menos de un cinco por ciento de los franceses habian pertenecido a ella en algun momento, pero si hablabas con cualquiera que tuviera mas de sesenta anos, todos habian tenido el carnet.

El hizo una pausa, su rostro estaba inundado por la tristeza.

– El caso es que, en el momento de la liberacion, tuvimos un nino que nacio muerto. Mi mujer no pudo superarlo, pero entonces, ya sabe, muchos bebes nacieron muertos durante la guerra. Puede que fuera por la falta de comida. Pero Nathalie se sentia terriblemente culpable. Cuando se produjo la liberacion, todos estaban locos de contentos. Nuestros salvadores, los aliados, bailaban al son de los repiques de campanas, y aqui estaba ella, a punto de suicidarse.

Tenia la respiracion entrecortada y el rostro sofocado

– En las calles se veian desfiles de mujeres con la cabeza afeitada que se habian acostado con los nazis

– Monsieur, ?quiere un poco de agua?-interrumpio ella. Le paso la botella de pildoras amarillas desde el otro lado de la mesa

– Merci-dijo el al tiempo que tragaba el agua junto con mas pastillas.

– ?Que tiene eso que ver con Thierry?-dijo ella

– Una noche alguien llamo a nuestra puerta. La pequena Sarah, casi una nina en realidad, sostenia a un bebe en sus brazos. Yo conocia a su padre, Ruben

– ?Sarah?-?Donde habia oido ese nombre? Algo se encendio en su cerebro: ?lo habia visto en la lista de Lili junto al de Hecht!-. ?Como se apellidaba?

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