Claude Rambuteau movio la cabeza
– No me acuerdo. Su padre trabajaba de camara antes de la guerra. Era judio, pero…-Se le empanaron los ojos y continuo hablando-. El caso es que fue una gran sorpresa. No la habia visto desde hacia anos. Le habian afeitado la cabeza y tenia una horrible cicatriz de una esvastica grabada en la frente. Lloraba y gemia delante de nuestra puerta: “Mi bebe tiene hambre, se me ha secado la leche, se va a morir”. El bebe lloraba lastimosamente. Me di cuenta de que en su rasgado vestido se notaba una silueta mas oscura, el lugar en el que habia estado cosida una estrella. Le pregunte donde estaba su familia. Lo unico que hizo fue mover la cabeza de un lado a otro. Entonces me dijo que nadie le daba leche para su bastardo nazi.
“Le dije que no podia ayudarla. La gente podia pensar que yo era un colaborador. Especialmente porque trabaje durante toda la guerra para Coliseum. Miro a mi esposa y dijo que el bebe moriria si se lo llevaba con ella y no conocia a nadie mas a quien pedirselo. Dijo que sabia que habiamos tenido un bebe, y si no podria mi mujer amamantar tambien al de ella. Le dije que nuestro bebe habia muerto.
Rambuteau cerro los ojos
– Me suplico, se puso de rodillas en el umbral. Dijo que sabia que con nosotros estaria seguro porque estabamos bien relacionados. Bandas de vigilantes de la Resistencia peinaban Paris buscando venganza. Ya le digo: era mas peligroso estar en la calle despues de que marcharan los alemanes, que antes, si es que pensaban que eras un colaborador.
Tomo aire y continuo hablando con determinacion
– De repente, mi esposa tomo al lloroso nino en sus brazos. Se abrio la blusa e instintivamente, el bebe comenzo a mamar con fruicion. Nathalie todavia tenia leche. Su rostro se lleno de felicidad. Supe que nos quedariamos con el bebe. Asi que ya ve: Nathalie es su madre real. Le dio la leche y la vida: siempre se lo dije. Nunca volvi a ver a Sarah. Nos trajo al nino porque supuestamente eramos de derechas y nadie sospecharia.
– ?Como pudo aceptar al bebe dada su aversion con respecto a los judios?-pregunto Aimee incredula
– Siempre lo he considerado un ario, porque una mitad suya lo es
– ?Medio ario?-Aimee se incorporo en el asiento
– El producto de la union entre una judia y un soldado aleman. Evidentemente, mi esposa habia hecho la estupida promesa a Thierry de revelarle su pasado. Algunas veces la bebida le hacia dudar.-Con gesto cansado, levanto la mano y se retiro el pelo gris detras de las orejas. Al hombre no le quedaban ya lagrimas. Aimee recordo que Javel el zapatero habia mencionado a una judia de ojos azules con un bebe.
– ?Tenia esa Sarah los ojos de color azul brillante?-dijo ella
Monsieur Rambuteau parecio sorprendido y fruncio el entrecejo
– Si, como Thierry.-Se encogio de hombros-Es tan hijo mio como si hubiera salido de mis entranas. Y es todo lo que me queda
– Digale la verdad. Sea honrado-dijo ella
Monsieur Rambuteau parecia estar paralizado de terror
– No se si podria. Vera, no se como reaccionaria
– ?Se refiere usted a reaccionar violentamente?-Ella penso que parecia tener miedo de su propio hijo
El movio la cabeza con tristeza
– Su verdadero origen va en contra de todo aquello en lo que yo lo he educado. Y ahora se vuelve para perseguirme. Nunca tuve intencion de ser tan antisemita cuando el estaba creciendo. Solo creia que las razas tenian que vivir separadas. Lo mime, nunca pude decirle que no. Tiene mucho caracter, no se que hacer
Aimee estaba atonita ante la ironia de monsieur Rambuteau. Pero le conmovia el amor que sentia por su hijo, a pesar de que este fuera medio judio.
Despues de un minuto de silencio, su laboriosa respiracion se fue haciendo mas pausada y sonrio debilmente
– Lo siento. Soy un hombre viejo y enfermo. Y estoy desesperado. La verdad destruiria a Thierry.-Suspiro-. No es facil tratar con mi hijo. Si le hace muchas preguntas, digale que todos los registros de nacimientos fueron destruidos por los nazis cuando abandonaron la prision de Drancy. Es la verdad.
– Usted lo ama-dijo ella-. Pero yo no puedo ayudarle
– Se destruyeron los registros, no queda nada
Aimee saco una fotografia instantanea de la esvastica negra pintada en la pared de su despacho
– Esta es la obra de artesania de su hijo
El nego con la cabeza
– No es cierto, detective
– ?Como lo sabe, monsieur Rambuteau?-Ella le escrutaba el rostro.
– Porque asi es como pintaban los nazis en mi epoca
Sorprendida, ella hizo una pausa y la estudio de nuevo
– Podia haber copiado el estilo-dijo
Pero a pesar de que Aimee lo presiono, el solo agito la cabeza
– Por lo que a mi respecta, senorita, nunca hemos tenido esta conversacion. Yo lo negare. Siga mi consejo: nadie quiere que se desentierre el pasado.
Miercoles por la tarde
Thierry Rambuteau, el lider de Les Blancs Nationaux, andaba impaciente de un lado a otro delante de un decrepito mausoleo de piedra. ?Donde estaba su padre? Habia quedado en encontrarse con el antes del funeral de su madre.
Era ridiculo. No iba a esperar mas. Anduvo a grandes zancadas entre los estrechos senderos que dejaban las inclinadas lapidas en el cementerio de Pere-Lachaise, se dio cuenta de que se habia perdido. Cada giro que daba parecia alejarlo mas del lugar a donde queria ir. Un trio de jubilados enfrascados en una acalorada conversacion, se encontraba en pie sobre el sendero de gravilla y su aliento formaba nubes de vaho en el aire frio.
– Alors, ?es este el ala oeste?-pregun?to Thierry al que tenia la pala-.Estoy buscando la fila E.
El anciano levanto la vista y asintio
– ?Un entierro nuevo? Esta usted en el corredor este, joven, la girado usted mal hace un rato
El hombre se qui?to los pesados guantes, metio la mano en el bolsillo de su chaleco y saco un plano de color naranja fluorescente. Sobre el se encontraban los rostros de los famosos entrerrados en Pere-Lachaise. Le recordo el plano de las casas de las estrellas en Hollywood que habia visto vender en Beverly Hills. Solo que estas estrellas se encontraban en las casas de los muertos. Justo en ese momento, un grupo de turistas paso junto a ellos paseando, parloteando en holandes al tiempo que consultaban sus propios planos
– ?Que es esto? ?Una visita turistica?-pregunto Thierry asqueado.
El anciano encendio un Gauloise
– A los muertos no les importa.-Se encogio de hombros y le senalo su plano-. Bueno, en la de Oscar Wilde gire a la drecha. Esta muy claro: es la del angel. Es una de las atracciones, ya sabe. Y luego vaya recto hasta la cripta de marmol. Si llega hasta la Baudelaire, ha ido demasiado lejos. En ese caso gire a la derecha despues de la de Colette y ya esta
El viejo puso el plano en las manos de Thierry
– ?Alguien de su familia?-pregunto
– Mi madre-dijo Thierry. Le sorprendia muchisimo que no la hubiera matado su amor por el alcohol. El cancer lo habia hecho.
– Vaya, mis condolencias. Seguro que ustedes tienen uno de esos viejos panteones familiares. Ya no quedan espacios nuevos. Pero disfrutara visitandola. Aqui no te aburres nunca, especialmente ahi, junto a la tumba de los Morrison, la estrella del rock. Ahi hay muchas fiestas nocturnas.
Thierry se puso en marcha y se detuvo junto al angel, tal y como el anciano le habia senalado en el mapa. Sobre el marmol estaban inscritos el nombre de Oscar Wilde y las fechas 1854-1900, asi como la inscripcion “Los que le lloren seran parias, y los parias siempre lloran”.
Habia solo una rosa roja a los pies del angel. Desoladamente, tal y como le parecio a Thierry. El sabia lo que se sentia al ver que se era un paria.
Cuando Thierry llego al alugar en el que iban a enterrar a su madre, espero durante largo tiempo. Por fin
