– Esperad…-grito Hartmuth, pero ya se habian ido
Thierry zarandeo a Aimee contra la pared en el exterior del museo Picasso.
– ?Encuentrala!-dijo antes de irse
Tenia frio y estaba cansada. Cruzo el Sena caminando penosamente hasta su casa. Miles Davis salto sobre ella en cuanto entro en su piso sin calefaccion. Jugueteo con el interruptor hasta que la lampara de cristales brillo con luz tenue, pego una patada al radiador de la entrada, que se encendio con un petardeo, antes de apagarse
Helada hasta los huesos, fue al cuarto de bano y abrio a tope los grifos cromados de la banera de porcelana negra. El viejo albornoz turco de su padre, de un ajado azul, estaba colgado sobre el toallero caliente. Cuando no funcionaba la calefaccion del piso, se calentaba en la banera. Alli liberaba los pensamientos y podia ordenar los compartimentos de su mente. Ordenaba las ideas y daba sentido a lo que sabia. Se hundio en la acogedora calidez mientras el espejo se empanaba con el vaho y el dulce aroma del jabon de lavanda provenzal llenaba la habitacion.
Habia probado que Thierry era hijo de Hartmuth y de Sarah. Despues de que Hartmuth lo aceptara, habia revelado que Sarah sobrevivio y que estaba en peligro. No solo Hartmuth queria encontrarla, sino tambien un Thierry enloquecido. Le asustaba la ira de Thierry y aun estaba lejos de saber quien mato a Lili. Ademas, Rene no habia vuelto a ponerse en contacto con ella, y estaba preocupada por el.
Escucho el chasquido del contestador
– Leduc, contesta. Se que estas ahi-dijo la voz de Morbier en la maquina. Salio de la banera templada con la intencion de no contestar. Mientras se secaba el pelo, escucho la insistencia de su voz. Finalmente, cogio el telefono en su dormitorio
– No necesitas soltar alaridos, acabo de salir de la banera-dijo
– Nos vemos en la place des Vosges, en Ma Bourgoyne, el cafe con esa tarta de manzana tan buena- gruno
– Dame una buena razon, Morbier-dijo Aimee con voz cansada
– Intuicion, algo que me sale de las entranas, llamalo como quieras, eso que tengo y que ha hecho que me mantenga en esto durante tanto tiempo. Vistete, te espero.-Colgo el telefono
Ella silbo a Miles Davis y este salto correteando de su cama
– Es hora de que te quedes con el tio Maurice. Quiero que estes a salvo.
Jueves por la tarde
Aimee atraveso las sombras alargadas del patio del hotel Sully. Setos de color verde oscuro, podados en forma de flores de lis, interrumpian la amplia extension de gravilla. La elevada mansion, otro hotel particulier restaurado, daba acceso a la place des Vosges a traves de un estrecho pasaje.
Habia dejado un mensaje a Rene diciendole donde se iba a encontrar con Morbier. El tono cauteloso de Rene le resonaba en el cerebro y se sentia expuesta al ataque. Faxes, pintadas amenazantes, y coches hostiles que la tiraban de su ciclomotor no la habian preocupado tanto como el virus en el sistema informatico. Los ordenadores eran lo suyo. Tenia la Glock apoyada en la cadera, cargada y a punto en el bolsillo de sus tejanos.
Un aroma dulzon a mantequilla flotaba por el patio. Su mente vago hasta la tarta de manzana, servida boca abajo, por la qur Ma bourgoye era famoso. El restaurante se encontraba al salir del estrecho callejon, bajo los sombrios arcos de la place des Vosges. Saco el telefono movil y pulso una vez mas el numero de Rene. No obtuvo respuesta.
Al volverse para abrir la mochila, sintio n pinchazo caliente en la oreja. El polvo de escayola salia despedido del arco de piedra debido a una descarga de balas que agujereo la pared.
Se tiro en plancha sobre los humedos adoquines y se abrazo a una robusta columna, a la vez que sacaba rapidamente la Glock del bolsillo. Si no llega a dar la vuelta, en este momento sus sesos estarian esparcidos por los adoquines.
Se toco la oreja que la bala habia rozado. Sus dedos temblorosos se tornaron de un rojo pegajoso y con un olor metalico. Ni siquiera le habia dolido. Estaba aterrorizada y no sabia adonde ir. Las balas que parecian llegar desde arriba reventaban sistematicamente en los bordes de la columna. Constituia un blanco facil. La columna ya habia sido reducida a un cuarto de su tamano original.
Sujeto la pistola con las dos manos para afianzar el blanco, respiro hondo y disparo una rafaga al tejado. Conto los disparos antes de terminar, pego un salto y dio una voltereta sin dejar de disparar. Choco con el brazo izquierdo contra el arco de entrada al callejon y un agudo dolor le recorrio la espalda. Rezo para que no se le saliera el hombro justo ahora.
?Tenia que ser Morbier! La habia llamado para verse en el cafe a la vuelta de la esquina, La habia advertido sin cesar para que dejara la investigacion de Lili Stein. Le habia tendido una trampa. Suponiendo que hubiera recibido su mensaje, Rene era la unica persona que sabia en donde estaba.
Ante ella el oscuro pasaje permanecia desierto. Se mantuvo a cubierto detras de la columna que se desmoronaba y recargo la Glock. ?Le estaba disparando el mismo o habria conseguido un francotirador de la B:R:I:? Agachada entre las sombras, apunto al patio que tenia frente a ella. Le temblaba la mano. No sabia por que el la traicionaba.
El le habia daod falsas esperanzas y ella ni siquiera habia sospechado. Menudo traitre! Ella habia confiado en el, se habia compadecido. ?Era companero de su padre!
Una rafaga de aire soplo junto a su mejilla y algo de escayola se le metio en el ojo. La arenilla y la gravilla la cegaban. Se retorcio sobre la gravilla en direccion a la salida, intentando no avanzar en linea recta. Al menos hacia donde ella pensaba que estaba la salida. Por fin, consiguio que sus ojos llorosos expulsaran los granulos de arena a fuerza de pestanear. Se dio cuenta de que habia reptado en direccion opuesta a las puertas apolilladas que conducian a la place des Vosges. Mas lejos de la posibilidad de escapar. Una figura bajita que empujaba un cochecito de bebe aparecio junto a la puerta, a punto de entrar en el pasaje. Iban a matar a alguien inocente, tenia que advertirlos
– ?Salga de aqui!-grito Aimee a la figura del cochecito al tiempo que se escabullia hacia atras y se lanzaba contra la pared de caliza-. ?Vayase! ?Corra!
Se revolvio sobre el estomago y apunto bajo una ventana de cristales oscuros. Mas rafagas de polvo color marfil lo salpicaron todo cuando sus disparos acertaron en la columnata. Ni un golpe, un grunido o unos pies que se arrastraban por lo bajo. Nada. ?De donde venian los disparos?
Y casi demasiado tarde, levanto la vista. A su izquierda, sobre otro tejado el reluciente canon de un rifle de precision sobresalia por encima del feo hocico de una gargola. Y apuntaba en su direccion
De repente, reaparecio el cochecito de bebe, deslizandose hacia el interior del patio. Las ruedas del cochecito explotaban y seseaban al desinflarse con los disparos del rifle y al hundirse en el seto del patio. La pequena figura oculta por las sombras abrio el abrigo, dejando ver un arma semiautomatica que comenzo a disparar hacia el tejado.
Ella apreto los dientes, rodo sobre si misma y disparo mas rafagas al tejado. Escucho el ruido de algo al golpear cuando un cuerpo vestido de negro se desplomo de golpe sobre las orejas puntiagudas de la gargola, despues escucho el crujido de los huesos al romperse, cuando el cuerpo aterrizo. Algun organo vital exploto y salpico sobre los adoquines y la gravilla.
– ?Aimee! ?Largate de aqui!-La voz de Rene le llegaba amortiguada desde el interior del abrigo-. ?Ya!
Ella corrio hacia el intentando ignorar la masa sangrienta que tenian ante ellos. Miro durante el tiempo suficiente para ver que no era Morbier. ?Le habrian pinchado el telefono?
– Rene, Dios mio, ?que esta ocurriendo?
El tenia el brazo empapado de algo color rojo
– Te estan siguiendo-dijo, cogiendo aire. Se cubria el brazo con la mano, pero ella trataba de retirarsela para poder ver-. No lo hagas. Presiona para detener la hemorragia.-Sonrio debilmente y cerro sus verdes ojos. Volvio a abrirlos con esfuerzo-. No vuelvas-gimio-. No confies en nadie. Este asunto es demasiado grande-susurro.
– Rene, te llevare al hospital. Ssss, estate callado hasta…
– No, una bala me ha rozado el brazo.-Intento sentarse-. Vete rapido antes de que vengan. Coge mis llaves, escondete.-Desde la rue St. Antoine llegaba el sonido de una sirena. Saco las llaves del bolsillo de su chaleco. Un
