algun desconocido tipo de antorcha y que algunos de los guardianes mencionados en la carta llevaban consigo. Cuando hube avanzado otra docena de pasos, vi que estas manchas de luz se mezclaban para formar una figura, un dardo o una flecha que apuntaba hacia mi. Entonces oi, muy tenuemente, un rugido como el que salia de la torre llamada del Oso cuando a los animales se les daba la comida. Pienso que incluso entonces hubiera podido escapar si me hubiera girado y echado a correr.

No lo hice. El rugido crecio, aunque no se trataba exactamente de un ruido de animales, ni tampoco del griterio de la mas frenetica de las turbas humanas. Vi que las manchas de luz no eran informes, como yo antes habia imaginado. Todas, en realidad, parecian tener la forma que en arte se llama estrella, con cinco puntas desiguales.

Fue entonces, ya demasiado tarde, cuando me detuve.

Para entonces, la luz incierta y desprovista de matiz que arrojaban estas estrellas se habia intensificado lo suficiente como para que yo viera las formas de alrededor como sombras acechantes. A ambos lados habia masas de lados angulares que eran obra de hombres. Me encontraba al parecer en la ciudad enterrada (que en este punto no se habia hundido bajo el peso del suelo que la cubria), donde los mineros de Saltus desenterraban sus tesoros. Entre estas masas habia pilares rechonchos de una ordenada irregularidad como la que en ocasiones he observado en los haces de lena, en los que cada rama sobresale pero juntas son partes de un todo. Estas masas producian tenues destellos, devolviendo la cadaverica luz de las moviles estrellas y haciendola menos siniestra, o al menos mas hermosa, que cuando la habian recibido.

Por un momento estos pilares me sorprendieron; entonces volvia mirarlas formas estrelladas y por primera vez pude verlas. ?Te has abierto paso por la noche hacia lo que parecia ser el ventanuco de una casa de campo y resulto ser la tronera de una gran fortaleza? ?O has resbalado mientras escalabas, consiguiendo sostenerte, y al mirar hacia abajo has visto que la caida era cien veces mayor de lo que habias pensado? Si es asi, te imaginaras lo que senti. Las estrellas no eran chispas de luz, sino formas como de hombres, y parecian pequenas solo porque la caverna donde me encontraban era de una vastedad inconcebible. Y los hombre, que no lo parecian, pues eran mas anchos de hombros y mas encorvados, se me acercaban apresuradamente. El rugido que yo habia oido eran sus voces.

Me volvi y cuando comprobe que no podia correr por el agua subi a la ribera donde se encontraban las oscuras estructuras. Para entonces ya estaban casi encima de mi, y algunos se movian a mi derecha y a mi izquierda para cortarme la retirada al mundo exterior.

Eran terribles de un modo que no estoy seguro de poder explicar… Como monos, pues tenian pelos, el cuerpo encorvado, los brazos largos, las piernas cortas y el cuello ancho. Sus dientes eran como garras de esmilodontes, curvados y en perfil de sierra, y sobresalian un dedo por debajo de las imponentes mandibulas. Sin embargo, lo que me causo horror no fue ninguna de estas cosas, ni la luz noctilucente que desprendian. Era algo en sus caras, quizas en sus enormes ojos de iris palidos. Ese algo me decia que eran humanos como yo. Asi como los ancianos se encuentran aprisionados en cuerpos que se descomponen, asi como las mujeres estan encerradas en debiles cuerpos que las convierten en presas de los obscenos deseos de miles de hombres, asi estaban envueltos estos hombres en su espeluznante apariencia de monos, y lo sabian. Cuando me rodearon, pude ver ese conocimiento, y eso fue lo peor, porque aquellos ojos eran la unica parte de ellos que no relumbraba.

Trague aire para llamar a Thecla una vez mas. Entonces cai en la cuenta, cerre la boca, y desenvaine Terminus Est.

Uno de ellos, mas grande o al menos mas osado que los otros, avanzo hacia mi. Llevaba un mazo cuya asta habia sido un femur. Todavia fuera del alcance de mi espada, me amenazo rugiendo y golpeandose la mano con la cabeza metalica del arma.

Algo removio el agua detras de mi, y me volvi a tiempo de ver que uno de los hombres mono cruzaba el rio. Dio un salto atras para evitar el tajo de mi espada, pero la punta cuadrada de la hoja lo alcanzo bajo la axila. Tan fina era esa hoja, tan magnificamente templada y perfectamente afilada, que corto hasta el esternon.

Cayo y el agua se llevo su cadaver. Pero antes de golpearlo adverti que le repugnaba cruzar el agua. El agua le habia impedido moverse, al menos tanto como a mi. Volviendome para poder ver a todos mis atacantes, retrocedi y comence, lentamente, a moverme hacia el sitio donde el agua corria hacia el mundo exterior. Pensaba que si era capaz de llegar al incomodo tunel me encontraria a salvo; pero tambien sabia que ellos nunca lo permitirian.

Continuaron agrupandose en una masa mas densa a mi alrededor; eran ya varios centenares. El resplandor que desprendian me permitio ver entonces que las masas cuadradas que yo habia vislumbrado anteriormente eran en realidad edificios, al parecer de los mas antiguos, hechos de piedra gris sin junturas y salpicados en todas partes de excrementos de murcielagos.

Los pilares irregulares no eran sino lingotes apilados, cruzados en capas unos sobre otros. Por el color estime que eran de plata. Habia un centenar en cada pila, y seguramente muchos cientos de estas pilas en la ciudad enterrada.

Observe todo esto mientras daba media docena de pasos. Al septimo vinieron por mi al menos veinte de ellos, y de todas partes. No habia tiempo para golpes limpios al cuello. Maneje la espada en molinete, y el siseo de la hoja lleno el mundo subterraneo y resono en las paredes y el techo de piedra, oyendose por encima del griterio y de los lamentos.

En tales momentos el sentido del tiempo enloquece. Recuerdo como se abalanzaron y como reparti golpes freneticos, pero en retrospectiva todo parecio haber sucedido en un instante. Cayeron dos, y cinco, y diez, hasta que el agua a mi alrededor estuvo negra de sangre a la luz cadaverica, saturada de moribundos y de muertos; pero seguian viniendo. Recibi un golpe en un hombro que parecio el mazazo del puno de un gigante. Terminus Est cayo de mi mano y el peso de los cuerpos me tumbo y estuve tanteando a ciegas bajo el agua. Los colmillos de mi enemigo me rasgaron el brazo como lo hubieran hecho dos lanzas, pero me parecio que tenia demasiado miedo de ahogarse para pelear como hubiera tenido que hacerlo. Meti con fuerza los dedos en las anchas fosas nasales y le parti el cuello, aunque parecia mas fuerte que el de un hombre.

Si hubiera podido contener la respiracion hasta que hubiera llegado al tunel, podria haber escapado. Los hombres mono parecian haberme perdido de vista, y avance un trecho bajo el agua corriente abajo. Pero me estallaban los pulmones; levante la cara hacia la superficie y se abalanzaron sobre mi.

Sin duda para todo el mundo llega un momento en que por necesidad tiene que morir. Siempre he creido que este fue mi momento. Todo lo que he vivido desde entonces lo he contado como puro beneficio, como un regalo inmerecido. No tenia ningun arma y mi brazo derecho se encontraba entumecido y desgarrado. Los hombres mono se mostraban osados ahora. Esa osadia me dio otro momento mas de vida, puesto que se amontonaron tantos para matarme que se obstruyeron entre ellos. A uno le di una patada en la cara. Un segundo agarro mi bota. Hubo un destello de luz y yo, movido por no se que instinto o inspiracion, fui a atraparlo con la mano. Cogi la Garra.

Como si reuniera en si todo el resplandor cadaverico y lo tinera del color de la vida, arrojo una clara luz azulada que inundo la caverna. En un latido de corazon los hombres mono se detuvieron como obedeciendo a un golpe de gong, y yo levante la gema sobre mi cabeza; ignoro que clase de exaltado terror habia esperado producir, si es que realmente lo habia esperado en absoluto.

Pero lo que sucedio fue muy distinto. Los hombres mono no huyeron con gritos destemplados ni reanudaron su ataque, sino que se retiraron hasta que el mas cercano se encontro a unas tres zancadas de distancia, y se agacharon apretando las caras contra el suelo de la mina. Hubo otra vez silencio, como cuando yo entrara en el tunel, y solo se oia el susurro de la corriente; pero ahora podia verlo todo, desde las pilas de deslustrados lingotes de plata cerca de mi, hasta el extremo mismo de donde los hombres monos habian descendido por una pared en ruinas, habiendome parecido entonces como manchas de palida lumbre.

Comence a retroceder. Entonces los hombres mono alzaron los ojos y tenian rostros de seres humanos. Cuando los vi asi, supe de los eones de luchas en la oscuridad que habian engendrado esos colmillos, esos ojos como platos y esas orejas batientes. Dicen los magos que una vez fuimos monos, criaturas felices en bosques devorados por los desiertos hace ya tanto tiempo que carecen de nombre. Los viejos vuelven a ser como ninos cuando los anos acaban nublandoles las mentes. ?No es posible que la humanidad, al igual que los ancianos, regrese algun dia a la imagen decrepita de lo que fue, si al fin muere el viejo sol y nos quedamos en la oscuridad peleando por unos huesos? Yo vi nuestro futuro, al menos un futuro, y senti mas pena por quienes habian triunfado en las oscuras batallas que por quienes habian derramado su sangre en esa noche eterna.

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