—Veo que… te inquieta lo que hoy sucedio.

—Pense que todo habia estado bien.

—Ya sabes lo que dijo el pulpo cuando salio de la cama de algas de la sirena: «No discuto tu habilidad, al contrario. Pero podrias alegrar un poco mas esa cara».

—Cuando ha pasado, siempre nos encontramos un poco deprimidos. Eso es lo que siempre dijo el maestro Palaemon, y en mi caso lo he comprobado. El decia que se trataba de una funcion psicologica puramente mecanica, y por entonces eso me parecio un oximoron, pero ahora no estoy seguro de que no tuviera razon. ?Viste lo que paso o te tuvieron muy ocupado?

—Estuve en los escalones detras de ti la mayor parte del tiempo.

—Entonces estabas en un buen sitio y pudiste verlo todo; no hubo contratiempos despues que decidimos no esperar la silla. Me aplaudieron por lo bien que lo hice y me converti en un foco de admiracion. A eso sigue una sensacion de decaimiento. El maestro Palaemon solia hablar de melancolia de multitudes y de melancolia de la corte, y dijo que a algunos nos afectan las dos, a otros ninguna, y a otros una, pero no la otra. Bueno, pues yo tengo melancolia de multitudes, y no creo que en Thrax se me presente la oportunidad de descubrir si tambien tengo o no melancolia de la corte.

—?Y que es eso? —Jonas estaba mirando el vino de su copa.

—En ocasiones un torturador, por ejemplo un maestro de la Ciudadela, entra en contacto con exultantes del mas alto grado. Supon que hay un prisionero sumamente sensible que quizas esta en posesion de informacion importante. Es probable que se delegue en un oficial de alto grado la asistencia al examen de ese prisionero. Muy frecuentemente tendra poca experiencia con las operaciones delicadas, de modo que le preguntara al maestro y quiza le confiese algunos temores en relacion con el temperamento o la salud del sujeto. En tales circunstancias, un torturador se cree el centro de todo…

—Y despues se siente deprimido cuando todo acaba. Si, creo que lo entiendo.

—?Has visto alguna vez una actuacion en que todo sale mal?

—No. ?No vas a comer nada de carne?

—Yo tampoco las he visto, pero he oido hablar de ellas y por eso me encontraba tenso. De casos en que el cliente ha escapado y ha huido entre la multitud, de casos en que fueron necesarios varios golpes para partir el cuello, de casos en que un torturador perdio la confianza en si mismo y no pudo proseguir. Cuando salte a ese cadalso, no habia manera de saber si me pasarian algunas de esas cosas. Si me hubieran pasado, quizas estaria acabado para toda la vida.

—«En todo caso, es un modo terrible de ganarse el sustento.» Eso, ?sabes?, es lo que dijo el arbol del espino al alcaudon.

—Realmente no… —Me interrumpi porque vi algo que se movia en el lado mas alejado del cuarto. Al principio pense que era una rata, animal por el que siento mucha aversion, pues he visto muchos clientes mordidos en las mazmorras de nuestra torre.

—?Que es?

—Algo blanco. —Fui al otro lado de la mesa. Una hoja de papel. Alguien la ha metido por debajo de la puerta.

—Debe de ser otra mujer que quiere dormir contigo —dijo Jonas, pero yo ya tenia la hoja en la mano. Se trataba sin duda de la escritura delicada de una mujer, en tinta grisacea sobre pergamino. La acerque a la vela para leerla.

Queridisimo Severian:

Uno de estos amables hombres que me esta ayudando me ha dicho que te encuentras en la villa de Saltus, no muy lejos. Parece demasiado hermoso para que sea verdad, pero ahora tengo que saber si puedes perdonarme.

Te juro que los sufrimientos que hayas soportado por mi no fui yo quien los eligio. Desde el principio quise contartelo todo, pero los demas se opusieron desde el principio. Consideraron que solo deberian saberlo quienes tuvieran que saberlo (o sea, nadie mas que ellos) y por ultimo me dijeron sin rodeos que si no les obedecia en todo abandonarian el plan y me dejarian morir. Yo sabia que tu moririas por mi, y asi que me atrevi a esperar que si hubieras podido escoger, hubieras escogido sufrir por mi tambien. Perdoname.

Ahora estoy lejos y casi libre. Soy duena de mi persona, en tanto que solo obedezco las sencillas y humanas instrucciones del Padre Inire. Por tanto, te lo contare todo, esperando que cuando lo sepas me perdonaras de verdad.

Ya sabes lo de mi arresto. Recordaras con cuanto celo procuraba mi bienestar tu maestro Gurloes, y cuan frecuentemente visitaba mi celda para hablarme o me llamaba para que el y los demas maestros me interrogaran. Esto se debia a que mi protector, el buen Padre Inire, le habia encargado ser estrictamente atento conmigo.

Al fin, cuando quedo claro que el Autarca no me liberaria, el Padre Inire se propuso hacerlo el mismo. Desconozco de que amenazas fue objeto el maestro Gurloes o que sobornos le ofrecieron. Pero bastaron, y pocos dias antes de mi muerte (como tu creias, querido Severian) el me explico como se dispondria todo. Por supuesto, no bastaba con que yo fuera liberada. Era necesario tambien que no me buscasen. Eso significa que por fuerza tenia que parecer que yo estaba muerta; sin embargo, el maestro Gurloes habia recibido instrucciones estrictas de no dejarme morir.

Ahora podras imaginarte como conseguimos sortear esa marana de impedimentos. Se dispuso someterme a un ingenio cuya accion no fuera mas que interna, y antes el maestro Gurloes lo desarmo para que yo no sufriera ningun dano real. Cuando me creyeras agonizante, yo debia pedirte algo que terminara con mi lastimosa existencia. Todo sucedio como estaba planeado. Tu me diste el cuchillo, me hice un corte superficial en el brazo, me arrastre cerca de la puerta para que corriera algo de sangre por debajo, y despues me manche de sangre la garganta y me extendi sobre la cama para que me vieras asi cuando miraras dentro de la celda.

?Lo hiciste? Yo yacia con la quietud de la muerte. Tenia los ojos cerrados, pero me parecio sentir tu dolor cuando me viste alli. Estuve a punto de llorar, y ahora recuerdo el miedo que tuve de que vieras mis lagrimas. Al fin oi que te ibas. Me vende el brazo y me lave la cara y el cuello. Despues de algun tiempo, el maestro Gurloes acudio y me saco de alli. Perdoname.

Ahora he de verte de nuevo, y si el Padre Inire consigue el perdon para mi, como solemnemente se ha comprometido a hacerlo, no hay ninguna razon para que volvamos a separarnos. Pero acude en seguida a mi; estoy esperando a un mensajero, y si llega he de volar a la Casa Absoluta para arrojarme a los pies del Autarca, cuyo nombre sea un balsamo tres veces loado para las abrasadas frentes de sus siervos.

No le hables a nadie de esto; ve desde Saltus hacia el noroeste hasta que encuentres un arroyo que avanza serpenteando hacia el Gyoll. Sigue la corriente, y veras que sale de la boca de una mina.

Aqui he de comunicarte un grave secreto, que en modo alguno has de revelar a los demas. En esta mina el Autarca esconde un tesoro: alli ha amontonado grandes sumas de monedas acunadas, lingotes y gemas en prevision de que llegue un dia en que se vea obligado a huir del Trono Fenix. El tesoro lo guardan ciertos servidores del Padre Inire, pero no debes tenerles miedo. Se les ha dado instrucciones para que me obedezcan y les he hablado de ti ordenandoles que te permitan pasar sin oponer resistencia. Asi, pues, cuando entres en la mina sigue el curso de agua hasta que llegues a su fin, alli donde mana de una piedra. Ahi te espero y de ahi te escribo, con la esperanza de que perdones a tu

THECLA

Me siento incapaz de describir la alegria que senti cuando lei y relei esta carta. Jonas, que miraba mi cara, salto al principio de la silla, pensando quiza que iba a desmayarme; despues se retiro como si huyera de un lunatico. Cuando por fin doble la carta y la meti en el bolsillo de mi cinturon, el no me hizo ninguna pregunta (pues Jonas era un verdadero amigo), aunque me indico con la mirada que estaba dispuesto a ayudarme.

—Necesito tu animal —le dije—. ?Me lo puedo llevar?

—Encantado. Pero…

Yo ya estaba abriendo la puerta.

—No puedes venir. Si todo va bien, procurare devolvertelo.

Cuando baje corriendo las escaleras y entre en el patio, la carta me hablaba con la voz misma de Thecla; y

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