—Tambien ella en ocasiones la echaba de menos —dije—. Al menos, hablaba mucho de ella, pero me confeso que si llegaban a soltarla, no regresaria. Me hablo de la casa de campo de donde le venia el titulo, y me conto como la volveria a arreglar y como organizaria cenas y cacerias para la gente importante de la region.

El rostro de Thea se contorsiono en una sonrisa amarga.

—Ya he tenido bastantes cacerias como para diez vidas enteras. Pero cuando Vodalus sea autarca, sere su consorte. Entonces volvere a caminar junto a la Fuente de las Orquideas, esta vez con las hijas de cincuenta exultantes detras de mi para divertirme con sus cantos. Pero basta de eso. Todavia quedan al menos unos meses. Por el momento poseo… lo que poseo.

Nos miro sombriamente a Jonas y a mi, y se levanto muy gracilmente, indicando con un gesto que teniamos que seguir donde estabamos.

—Me alegro oir algo de mi hermanastra. Esa casa de la que acabas de hablar es mia. ?Lo sabes? Aunque no puedo reclamarla. Como recompensa, te advertire sobre la cena que pronto compartiremos. No parecias aceptar de buen grado las insinuaciones que te hacia Vodalus. ?Las entendiste?

Cuando Jonas no dijo nada, yo negue sacudiendo la cabeza.

—Para que nosotros y nuestros aliados y senores que esperan en las regiones situadas bajo las mareas, triunfemos, tenemos que absorber todo lo que pueda aprenderse del pasado. ?Sabeis algo del alzabo analeptico?

—No, chatelaine —dije—, pero he oido historias sobre ese animal. Dicen que puede hablar y que de noche visita las casas donde muere un nino y llora para que lo dejen entrar.

Thea asintio.

—Ese animal fue traido de los astros hace mucho tiempo, como muchas otras cosas para beneficio de Urth. El animal no tiene mas inteligencia que un perro, quizas incluso menos. Pero es carronero y revuelve las tumbas, y cuando se alimenta de carne humana, logra conocer, al menos durante un tiempo, la lengua y las maneras de los seres humanos. El alzabo analeptico se obtiene de una glandula en la base del craneo del animal. ?Me entendeis?

Cuando ella se alejo, Jonas no me miraba y yo no lo miraba a el. Los dos sabiamos a que fiesta ibamos a asistir esa noche.

XI — Thecla

Despues de estar sentados, muchos tiempo (aunque probablemente solo fueron unos instantes) no pude seguir aguantando lo que sentia. Me fui junto a la corriente de agua y arrodillado alli sobre la tierra blanda devolvi la cena que habia comido con Vodalus; y cuando no quedo mas por echar, segui alli, dando arcadas y temblando, mientras me enjuagaba la cara y la boca, al tiempo que el agua fria y clara lavaba, llevandoselo, el vino y la carne a medio digerir que yo habia vomitado.

Cuando por fin pude sostenerme en pie, me volvi hacia Jonas y le dije: —Debemos irnos.

Me miro como si me tuviera lastima, y supongo que asi era.

—Tenemos a todos los guerreros de Vodalus a nuestro alrededor.

—Veo que no te mareaste como yo. Pero ya has oido quienes son sus aliados. Tal vez Cunialdo estaba mintiendo.

—He oido caminar entre los arboles a nuestros guardianes. No son tan silenciosos. Tu, Severian, tienes tu espada y yo un cuchillo, pero los hombres de Vodalus tienen arcos. Los que estaban con nosotros en la mesa, casi todos los tenian. Podemos tratar de escondernos tras los troncos como aloetas…

Comprendi lo que queria decir, y comente: —Todos los dias matan aloetas.

—Pero nadie las caza de noche. En una guardia o menos habra oscurecido.

—?Vendras conmigo si esperamos hasta entonces? —Y le alargue mi mano.

Jonas la apreto con la suya.

—Severian, amigo mio, me contaste que viste a Vodalus, a esta chatelaine Thea y a otro hombre, junto a una tumba violada. ?No sabias que planeaban hacer con lo que sacaron de alli?

Por supuesto que lo habia sabido, pero entonces ese conocimiento habia sido remoto y en apariencia irrelevante. Y ahora me encontraba con que no tenia nada que responder, y casi nada en que pensar salvo la esperanza de que la noche llegara pronto.

Pero mas pronto llegaron los hombres que Vodalus envio por nosotros: cuatro tipos fornidos, quizas ex campesinos que portaban berdiches, y un quinto, con cierto aspecto de armigero, que llevaba puesto el espadon de un oficial. Tal vez estos hombres se encontraban entre la multitud que frente al estrado nos habia visto llegar; en todo caso, parecian decididos a no correr riesgos con nosotros y nos rodearon con las armas dispuestas aun cuando nos saludaron como amigos y camaradas de armas. Jonas alegro la cara todo lo que pudo, y charlo con ellos mientras nos escoltaban avanzando por los senderos del bosque; yo era incapaz de pensar en otra cosa que en la dura prueba que nos esperaba, y caminaba como si fueramos al fin del mundo.

Urth le volvio la cara al sol mientras avanzabamos. Ningun resplandor de estrellas atravesaba el apretado follaje, y sin embargo nuestros guias conocian tan bien el camino que apenas aminoraron la marcha. A cada paso que dabamos, yo queria preguntarles si nos obligarian a participar en la comida a la que eramos conducidos, pero entendi en seguida que negarse, o parecer que uno queria negarse, destruiria toda la confianza que Vodalus pudiera tener en mi, poniendo en peligro mi libertad y quiza mi vida.

Nuestros cinco guardianes, que al principio no habian respondido mas que a reganadientes a las bromas y preguntas de Jonas, se fueron poniendo mas alegres a medida que mi desesperacion aumentaba, charlando como si fueran camino de una fiesta de borrachos o un burdel. Sin embargo, aunque por sus voces se adivinaba lo que nos esperaba, los sarcasmos que proferian eran tan ininteligibles para mi como lo serian para un nino las bromas de las libertinas: —?Llegaras lejos esta vez? ?Vas a volver a ahogarte de nuevo? (Esto hablaba, como una voz incorporea en la oscuridad, el hombre que cerraba la marcha de nuestro grupo.)

—Por Erebus, me voy a zambullir tanto que no me veras hasta el invierno.

Una voz que identifique como la de un armigero pregunto: —?No la habeis visto todavia? —Los demas se habian mostrado simplemente jactanciosos, pero detras de estas sencillas palabras habia una clase de anhelo que yo nunca habia oido antes. Igual podia haber sido un viajante perdido preguntando por su casa.

—No, Waldgrave.

(Otra voz.) —Alcmund dice que esta bien, ni vieja ni demasiado joven.

—Espero que no se trate de otra tribada.

—Yo no…

La voz se interrumpio; o quiza deje de atender a lo que decia. Pues habia visto el resplandor de una luz entre los arboles.

Unos pasos mas y pude distinguir antorchas y oir el sonido de muchas voces. Alguien enfrente ordeno que nos detuvieramos, y el armigero se adelanto y murmuro la contrasena.

Pronto me encontre sentado sobre el mantillo del bosque, con Jonas a mi derecha y una silla baja de madera tallada a mi izquierda. El armigero se habia puesto a la derecha de Jonas, y el resto de los presentes (casi como si hubieran estado esperando nuestra llegada) formaron un circulo cuyo centro era un farol naranja que humeaba bajo las ramas de un arbol.

No se encontraban presentes mas alla de un tercio de quienes habian asistido a la audiencia del claro, pero por sus atuendos y armas me parecio que en su mayor parte eran los de jerarquia mas elevada, y con ellos se encontraban quiza los miembros de ciertos mandos guerreros que gozaban de favor. Habia cuatro o cinco hombres por cada mujer, pero estas parecian tan aguerridas como los hombres, y en todo caso, mas impacientes porque la fiesta comenzara.

Llevabamos cierto tiempo esperando cuando Vodalus hizo su dramatica aparicion desde la oscuridad y avanzo a traves del circulo. Todos los presentes se levantaron, y volvieron a sentarse cuando Vodalus se acomodo en la silla tallada que habia junto a mi.

Casi en seguida, un hombre vestido con la librea de un sirviente de casa noble vino avanzando hasta quedar

Вы читаете La Garra del Conciliador
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×