era.

MESQUIANA. Entonces me enamore de ti.

(Entra el AUTARCA.)

AUTARCA. ?Quienes sois?

MESQUIA. Y hablando de eso, ?quien eres tu? AUTARCA. El propietario de este jardin.

(MESQUIA inclina la cabeza y MESQUIANA hace una reverencia, aunque no lleva ninguna falda para sostenersela.)

MESQUIA. Hace solo un momento hablabamos con uno de vuestros servidores. Ahora que lo pienso, estoy asombrado de lo mucho que se parecia a vuestra augusta Persona. Salvo que era… ah…

AUTARCA. ?Mas joven?

MESQUTA. Al menos en apariencia.

AUTARCA. Bueno, tal vez sea inevitable. No es que este tratando de justificarlo. Pero yo fui joven, y aunque seria mejor limitarse a mujeres que estan mas cerca de nuestra posicion social, hay momentos (como tu, joven, comprenderias si hubieras estado alguna vez en mi situacion) en que una doncellita o una muchachita del campo, a las que se puede camelar con un punado de plata o una pieza de terciopelo, y que no exigira, en el momento mas inoportuno, la muerte de ningun rival ni una embajada para su marido… En fin, momentos en que una personita asi se convierte en una proposicion de lo mas seductora.

(Mientras que el AUTARCA ha estado hablando, JAHI, se ha arrastrado detras de MESQUIA. Ahora le pone una mano en el hombro.) 

JAHI. Ya ves que aquel a quien tienes por tu divinidad apoyaria y aconsejaria cuanto te he propuesto. Volvamos a empezar antes de que el Sol Nuevo se levante.

AUTARCA. He aqui una adorable criatura. ?Como es, hija, que veo las llamas vivas de las velas reflejadas en cada uno de tus ojos mientras que alli tu hermana continua soplando la lena fria?

JAHI. ?No es mi hermana!

AUTARCA. Tu adversaria, entonces. Mas ven conmigo. Dare a estos dos licencia para que acampen aqui, y esta noche te pondras un rico vestido, y por tu boca correra el vino, y esa gracil figura quiza lo sera un poco menos gracias a las alondras rellenas de almendras, y a los higos confitados.

JAHI. Vete, viejo.

AUTARCA. ?Como! ?Sabes quien soy?

JAHI. Soy aqui la unica que lo sabe. Eres un fantasma y todavia menos, una columna de cenizas levantada por el viento.

AUTARCA. Ya veo, esta loca. ?Que quiere ella que hagas, amigo?

MESQUIA. (Aliviado.) ?No le guardais ningun rencor?

Eso dice bien de vos.

AUTARCA. ?Ninguno en absoluto! Incluso una querida que estuviera loca seria una experiencia interesante… Creeme que mi intencion es conseguirla, y hay pocas cosas que yo tenga intencion de conseguir despues de haber visto y hecho todo lo que yo he visto y hecho. La chica no muerde, ?verdad? Quiero decir, ?no mucho?

MESQUIANA. Si muerde, y tiene los colmillos emponzonados.

(JAHI da un salto hacia delante para atenazarla. MESQUIANA sale como una flecha del escenario, perseguida.) 

AUTARCA. Hare que mis piqueneros las busquen por el jardin.

MESQIA. No os preocupeis, las dos volveran pronto. Ya lo vereis. Mientras, me alegro sinceramente de poder estar asi un momento a solas con vos. Hay cosas que deseo preguntaros.

AUTARCA. No concedo favores despues de las seis; es una norma que me ha ayudado a mantenerme cuerdo. Estoy seguro de que lo comprendes.

MESQUIA. (Un poco sorprendido.) Esta bien que me lo digais. Pero en realidad no iba a pedir nada, solo buscaba informacion, sabiduria divina.

AUTARCA. En ese caso, adelante. Pero te lo advierto, has de pagar un precio. Me propongo que ese angel demente sea para mi esta noche.

(MESQUIA se pone de rodillas.) 

MESQUIA. Hay algo que nunca he llegado a comprender. ?Por que tengo que hablaros cuando conoceis cada uno de mis pensamientos? Mi primera pregunta era esta: sabiendo que ella pertenece a la progenie que habeis desterrado, ?no deberia yo hacer lo que propone? Pues ella sabe que lo se, y creo de corazon que ella propone lo correcto, y que a la vez piensa que lo despreciare porque viene de ella.

AUTARCA. (Aparte.) Ya veo que este hombre tambien esta loco. Y me considera divino por mis prendas amarillas. (A MESQUIA.) A ningun hombre le hace dano un poco de adulterio, a menos, por supuesto, que el adulterio lo cometa su propia mujer.

MESQUIA. ?Entonces el mio le doleria a ella? Yo…

(Entra la CONDESA y Su DONCELLA.) 

CONDESA. ?Mi senor soberano! ?Que haceis aqui? MESQUIA. Hija, me encuentro en oracion. Quitate al menos los zapatos. Pues este suelo es sagrado. CONDESA. Senor, ?quien es este idiota?

AUTARCA. Un loco que encontre vagabundeando con dos mujeres tan locas como el.

CONDESA. Entonces son mas que nosotros, a menos que mi doncella este cuerda.

DONCELLA. Alteza…

CONDESA. Cosa que dudo. Esta tarde se puso una estola purpura con mi capote verde. Parecia un poste cubierto con dondiegos de dia.

(MESQUIA, que se ha ido enfadando cada vez mas a medida que ella habla, la golpea, tirandola al suelo. Sin ser visto, el AUTARCA huye por detras de el.)

MESQUIA. ?Mocosa! No tomes a la ligera las cosas sagradas cuando yo este cerca, y haz solo lo que yo te diga.

DONCELLA. ?Quien sois, senor?

MESQUIA. Soy el padre de la raza humana, hija, y tu eres mi hija, lo mismo que ella.

DONCELLA. Espero que la perdoneis… y a mi tambien. Habiamos oido que estabais muerto. MESQUIA. Eso no necesita perdon. Los muertos son mayoria, al fin y al cabo. Pero como puedes darte cuenta, he vuelto por aqui a dar la bienvenida al nuevo amanecer.

NOD. (Habla y se mueve tras haber estado todo este tiempo en silencio e inmovil) Hemos venido demasiado temprano.

MESQUIA. (Senalando.) ?Un gigante! ?Un gigante!

CONDESA. ?Oh! ?Solange! ?Kyneburga! DONCELLA. Aqui estoy, Alteza. Lybe esta aqui.

NOD. Aun es demasiado pronto para el Sol Nuevo.

CONDESA. (Echandose a llorar.) El Sol Nuevo se acerca. Nos derretiremos como suenos.

MESQUIA. (Viendo que Non no pretende recurrir a la violencia.) Malos suenos. Pero sera lo mejor para ti. Lo comprendes, ?verdad?

CONDESA. (Recuperandose.) Lo que no comprendo es como vos, que de pronto pareceis tan sabio, pudisteis confundir al Autarca con la Mente Universal.

MESQUIA. Se que vosotras sois mis hijas en la vieja creacion. Teneis que serlo, pues sois mujeres humanas y en esta otra creacion no he tenido ninguna.

NOD. Su hijo tomara a mi hija por esposa. Es un honor que nuestra familia poco ha hecho por merecer; no somos mas que gente humilde, hijos de Gea, pero seremos elevados a la condicion de exultantes. Sere… ?que sere, Mesquia? El suegro de vuestro hijo. Puede ser, si no poneis objecion, que algun dia mi mujer y yo visitemos a nuestra hija el mismo dia que vos vengais a verle a el. No nos negariais un lugar a la mesa, ?verdad? Naturalmente, nos sentariamos en el suelo.

MESQUIA. Pues claro que no. El perro ya lo hace, o lo hara cuando lo veamos. (A la CONDESA.) ?No te ha llamado la atencion que yo sepa mas de aquel a quien llamais la Mente Universal que tu Autarca en persona? No solo vuestra Mente Universal, sino otros muchos poderes inferiores, se echan la humanidad encima como una capa cuando se les antoja, a veces solo a dos o tres de nosotros. Nosotros, que somos los vestidos, raramente nos damos cuenta de que, pareciendonos a nosotros mismos, somos sin embargo un Demiurgo, un Paracleto o un Enemigo para los demas.

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