—No es nada de eso —dijo Dorcas—. De algun modo, yo quiero darte la mia. Eso si que suena tonto, ?verdad? No tengo familia, no tengo a nadie mas que a ti, y sin embargo pienso que puedo protegerte.

—Conoces a Jolenta, al doctor Talos y a Calveros.

—No son nadie. ?Es que no lo sientes, Severian? Incluso yo no soy nadie, pero ellos menos que yo. La pasada noche estuvimos los cinco en la tienda, y sin embargo tu estuviste solo. Una vez me dijiste que no tenias mucha imaginacion, pero seguro que te diste cuenta.

—?De eso quieres protegerme, de la soledad? Me agradaria contar con esa proteccion.

—Entonces te dare toda la que pueda, durante el tiempo que pueda. Pero sobre todo, quiero protegerte de la opinion del mundo. Severian, ?recuerdas lo que te dije de mi sueno? ?De como toda la gente en las tiendas y en la calle creia que yo no era mas que un espectro horroroso? Tal vez tengan razon.

Estaba temblando, y la aprete contra mi.

—Por eso hay tanto dolor en el sueno. Pero hay dolor tambien porque en muchos sentidos se que ellos estan equivocados. El espectro sucio esta en mi. Soy yo. Pero tambien hay en mi otras cosas, y soy esas cosas, tanto como eso otro.

—Nunca podrias ser un espectro sucio, ni nada sucio.

—Oh, si —dijo con gravedad, y alzo la mirada hacia mi. Aquella carita levantada nunca fue mas hermosa que entonces a la luz del sol, ni mas pura—. Oh, si, podria serlo, Severian. Igual que tu podrias ser lo que ellos te llaman, lo que a veces eres. ?Recuerdas como vimos saltar la catedral hacia los cielos y arder en un instante? ?Y como nos pusimos a andar por un camino entre arboles hasta que vimos una luz enfrente, y eran el doctor Talos y Calveros preparados para una representacion junto con Jolenta?

—Me tenias de la mano —dije—. Y hablabamos de filosofia. ?Como podria olvidarlo?

—Cuando salimos a la luz y el doctor Talos nos vio ?recuerdas lo que dijo?

Pense de nuevo en aquella tarde, al final del dia en que ejecute a Agilus. Volvi a oir los rugidos del publico, el grito de Agia, y despues el redoble de tambor de Calveros.

—Dijo que ya habian venido todos, y que tu eras la Inocencia y yo la Muerte.

Dorcas asintio solemnemente.

—Exacto. Pero tu no eres de veras la Muerte, ?sabes? No importa las veces que te lo diga. Tu no representas la muerte, como tampoco un carnicero aunque se pase el dia degollando vacas. Para mi tu eres la Vida, eres un joven llamado Severian, y si quisieras ponerte otras ropas y convertirte en carpintero o en pescador, nadie podria impedirtelo.

—No deseo dejar mi gremio.

—Pero podrias, hoy mismo. Nunca lo olvides. La gente no quiere que otras gentes sean gente. Les ponen nombres y los encierran en esos nombres, y yo no quiero que tu te dejes encerrar. El doctor Talos es peor que la mayoria. A su manera, es un mentiroso…

Dejo inconclusa la acusacion, y me aventure a comentar: —En una ocasion le oi decir a Calveros que el doctor raras veces mentia.

—Dije a su manera. Calveros tiene razon, el doctor Talos no miente como los demas. Llamarte Muerte no era una mentira. Era una… una…

—Metafora —sugeri.

—Pero era una metafora peligrosa y malvada, que iba dirigida a ti como una mentira.

—?Entonces crees que el doctor Talos me odia? Yo hubiera dicho que es uno de los pocos que se ha mostrado verdaderamente amable desde que deje la Ciudadela. Tu, Jonas que ya se ha ido, una anciana que conoci mientras estuve en prision, un hombre vestido de amarillo, que por cierto tambien me llamo Muerte, y el doctor Talos. Realmente, la lista es corta.

—No creo que odie como nosotros lo entendemos —replico Dorcas—. Ni tampoco que ame. Lo que quiere es manipular todo aquello con que se topa, cambiarlo a voluntad, y puesto que destruir es mas facil que construir, es lo que hace con mayor frecuencia.

—Sin embargo, me parece que Calveros lo quiere —dije—. Yo tuve un perro tullido, y he observado que Calveros mira al doctor como Triskele me miraba a mi.

—Te comprendo, pero a mi no me da esa impresion. ?Has pensado alguna vez que aspecto debias haber tenido cuando mirabas a tu perro? ?Sabes algo sobre el pasado de Calveros y el doctor?

—Solo que vivian juntos cerca del Lago Diurtuma. Al parecer, la gente de alli les incendio la casa para que se fueran.

—?Crees que el doctor Talos podria ser hijo de Calveros?

La idea era tan absurda que me rei, contento de que algo aliviara mi tension.

—De todas maneras —dijo Dorcas—, asi es como actuan. Como un padre de ideas lentas y quehacer duro y un hijo brillante y voluble. Al menos, asi me lo parece.

Hasta que no abandonamos el banco y nos encontramos en el camino de vuelta hacia la Sala Verde (que ya no se parecia al cuadro que Rudesind me habia ensenado mas que cualquier otro jardin), no se me ocurrio plantearme si el nombre de «Inocencia» con que el doctor Talos llamaba a Dorcas no habria sido una metafora del mismo tipo.

XXIII — Jolenta

La vieja huerta y el jardin de hierbas de mas alla habian estado tan silenciosos, tan cargados de abandono, que me recordaron el Atrio del Tiempo, y a Valeria de exquisita cara enmarcada en pieles. La Sala Verde era un pandemonium. Todos estaban ya despiertos, y por momentos parecia que todos estaban gritando. Los ninos trepaban a los arboles para abrir las jaulas y liberara los pajaros, perseguidos por las escobas de las madres y los proyectiles de los padres. Se desmontaban tiendas aun mientras continuaban los ensayos, de modo que vi como una piramide de lona rayada, solida en apariencia, caia al suelo como una bandera floja, y dejaba al descubierto la figura del megaterio, verde como la hierba, levantado sobre las patas traseras y alzando la frente, donde pirueteaba un bailarin.

Calveros y nuestra tienda habian desaparecido, pero en un momento llego corriendo el doctor Talos y nos llevo de prisa por tortuosos paseos, entre balaustradas y cascadas y grutas de topacios en bruto y musgo floreciente, hasta un anfiteatro de hierba recortada donde el gigante levantaba el escenario bajo los ojos de una docena de ciervos blancos.

Era un escenario mucho mas complicado que aquel sobre el que yo habia actuado en otra epoca, dentro de la Muralla de Nessus. Al parecer, los servidores de la Casa Absoluta habian traido madera, clavos, herramientas, pintura y ropa en cantidades muy superiores a las que podiamos utilizar. Esta generosidad habia despertado la inclinacion del doctor por lo grandioso (que en el nunca dormia profundamente), y ahora alternaba entre ayudamos a Calveros y a mi con las construcciones mas pesadas y ponerse freneticamente a hacer anadidos al manuscrito de su obra.

El gigante era nuestro carpintero, y aunque se movia con lentitud, trabajaba sin interrumpirse y tenia una fuerza enorme (de uno o dos golpes hundia un clavo del grueso de mi dedo indice, y con unos pocos hachazos cortaba un madero que yo hubiera tardado en aserrar toda una guardia, y producia tanto como diez esclavos trabajando bajo el latigo.

Dorcas tenia un talento para la pintura que al menos a mi me sorprendio. Los dos juntos levantamos las placas negras que beben sol, no solamente para almacenar la energia que necesitaremos en la representacion de la noche, sino para alimentar los proyectos ahora. Estos aparatos pueden proporcionar con la misma facilidad un fondo de mil leguas o el interior de una choza, aunque la ilusion solo es perfecta cuando la oscuridad es total. Por tanto, lo mejor es reforzar la escena con decorados, y Dorcas los creaba con habilidad, trabajando de pie sobre montanas, dando pinceladas por las imagenes descoloridas a la luz del dia.

Jolenta y yo no eramos tan valiosos. Yo no tenia habilidad de pintor, y poco entendia de las necesidades de la obra, ni siquiera para ayudar al doctor a ordenar nuestro utillaje. Y me parecia que Jolenta se revelaba fisica y psiquicamente contra todo tipo de trabajo, y desde luego contra este. Aquellas largas piernas, tan delgadas por debajo de las rodillas y redondas hasta reventar por encima, le alcanzaban apenas para soportar el peso del

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