trata de una advertencia a los buscadores del camino —dijo—. ?Quieres que te la lea?

—Me parecio ver un hombre muerto en el cuero, y ese hombre era yo —le solte.

Volvio a cerrar la cubierta y le paso la mano por encima.

—Estos tonos pavorreal son obra de artesanos que desaparecieron hace tiempo… Las lineas y remolinos que hay debajo no son mas que las cicatrices del lomo del animal sacrificado, marcas de palos y latigos Pero si tienes miedo, no es necesario que vayas.

—Abrelo —dije—. Ensename el mapa.

—No hay mapa. Esto mismo es la cosa —dijo, y volvio la cubierta y tambien la primera pagina.

Casi me quede ciego, como si me hubiera deslumbrado un relampago en una noche oscura. Las paginas interiores parecian de plata pura, batida y pulida; captaba cada brizna de iluminacion de la sala y la volvia a reflejar ampliada cien veces.

—Son espejos —dije, y al decirlo me di cuenta de que no lo eran, sino esas cosas para las que no tenemos otra palabra que espejos, esas cosas que hacia menos de una guardia habian devuelto a Jonas a los astros—. ?Pero como pueden tener poder si no estan enfrentadas?

El androgino contesto: —Recapacita cuanto tiempo han estado enfrentandose mientras el libro estuvo cerrado. Ahora el campo soportara la tension a que sometamos durante algun tiempo. Ve si te atreves.

No me atrevi. Mientras el hablaba, algo aparecio en el aire brillante por encima de las paginas abiertas. No era ni una mujer ni una mariposa, pero tenia algo de ambas, y lo mismo que cuando miramos la forma pintada de una montana en el fondo de algun cuadro sabemos que en realidad es tan grande como una isla, asi supe que veia esta cosa solo de lejos; creo que sus alas batian contra los vientos protonicos del espacio, y que tal vez todo Urth no era mas que una mota agitada por ese movimiento. Y entonces, como yo la habia visto, tambien ella me vio, asi como un momento antes el androgino habia visto en el eslabon y a traves del cristal los remolinos y bucles de la escritura. La cosa hizo una pausa y se volvio hacia mi, y abrio las alas para que yo pudiera observarlas. Estaban marcadas con ojos.

El androgino cerro el libro de golpe, como un portazo.

—?Que fue lo que viste?

Solo podia pensar que ya no tenia que mirar las paginas, y dije: —Gracias, sieur. Quienquiera que seais, de ahora en adelante consideradme vuestro servidor.

El asintio.

—Quizas alguna vez te lo recuerde. Pero no volvere a preguntarte que viste. Toma, limpiate la frente. La vision te ha marcado.

Mientras hablaba me dio un trapo limpio y me seque la frente como me habia dicho, porque sentia que la humedad me resbalaba por la cara. Cuando mire el trapo, estaba rojo de sangre.

Como si me hubiera leido el pensamiento, el me dijo: —No estas herido. Los medicos lo llaman hematidrosis, creo. Al experimentar una fuerte emocion, las venas diminutas en la piel de la parte afligida… en algunos casos, en toda la piel… se rompen mientras se suda profusamente. Me temo que te quedara una repugnante herida en ese lugar.

—?Por que lo hicisteis? —pregunte—. Pense que ibais a ensenarme un mapa. Solo quiero encontrar la Sala Verde, como dice que se llama el anciano Rudesind, donde se alojan los actores. ?Decia el mensaje de Vodalus que teniais que matar al portador?

Mientras hablaba, mis manos buscaban la espada, pero cuando agarraron la empunadura familiar, vi que estaba demasiado debil para sacar la hoja.

El androgino rio. Al principio era una risa agradable, que a veces parecia de mujer y otras de nino, pero forzada al final, y arrastrada, como de borracho. Los recuerdos de Thecla se removieron en mi interior.

Casi se despertaron.

—?Era eso todo lo que deseabas? —dijo cuando volvio a ser dueno de si—. Me pediste que iluminara tu vela, y yo trate de darte el sol y ahora te has quemado. La culpa fue mia… Tal vez trate de aplazar mi momento, pero aun asi no te hubiera dejado viajar tan lejos si no hubiera leido en el mensaje que llevas la Garra. Y ahora, de verdad que lo siento, pero no puedo evitar reirme. ?Adonde iras cuando hayas encontrado la Sala Verde, Severian?

—Adonde me envieis. Tal como me recordais, he jurado servir a Vodalus. —(En realidad, yo le temia, y temia que el androgino le informara si yo me mostraba desobediente.)

—?Pero y si no tengo ordenes para ti? ?Te has deshecho ya de la Garra?

—No pude.

Hubo una pausa. El no hablo.

—Ire a Thrax. Tengo una carta para el arconte de alli; el debe darme trabajo. Para honra de mi gremio, me gustaria ir alli.

—Eso esta bien. ?Hasta donde llega, en realidad, tu amor por Vodalus?

De nuevo volvi a sentir en la mano la empunadura del hacha. Me dicen que en vosotros la memoria muere con el tiempo. La mia apenas se apaga. La niebla que aquella noche envolvia la necropolis me dio en la cara otra vez, y volvio a mi todo lo que habia sentido cuando recibi de Vodalus la moneda y lo vi alejarse hacia un lugar donde no podia seguirlo.

—Una vez le salve la vida —dije.

El androgino asintio.

—He aqui, pues, lo que has de hacer. Iras a Thrax como planeabas, y diras a todo el mundo… incluso a ti mismo… que vas a desempenar el oficio que alli te espera. La Garra es peligrosa. ?Lo sabes?

—Si. Vodalus me dijo que si llegaba a saberse que la teniamos, podiamos perder el apoyo del populacho.

Durante un momento el androgino volvio a callar, y despues dijo: —Las Peregrinas estan en el norte. Si te dan la oportunidad, has de devolverles la Garra.

—Eso es lo que habia querido hacer.

—Bien. Hay algo mas que debes hacer. El Autarca se encuentra aqui, pero mucho antes de que llegues a Thrax tambien estara en el norte con el ejercito. Si se acerca a Thrax, podras llegar a el. Despues ya descubriras como quitarle la vida.

El tono lo traicionaba tanto como los pensamientos de Thecla. Quise arrodillarme, pero dio unas palmadas y un hombrecito encorvado penetro silenciosamente en la sala. Llevaba un habito con capucha, como un cenobita. El Autarca le dijo algo, pero yo estaba demasiado distraido para comprender.

Pocos espectaculos puede haber en el mundo mas hermosos que el sol del amanecer visto a traves de las mil aguas chispeantes de la Fuente Profetica. Aunque no soy entendido en estetica, mi primera vision de esta danza (de la que tanto habia oido hablar) debio de tener un efecto restaurador. Todavia la recuerdo con placer, tal como la vi cuando el encapuchado servidor me abrio una puerta —despues de tantas leguas de inventados pasillos en la Segunda Casa— y contemple como las corrientes plateadas trazaban ideogramas cruzando el disco solar.

—Todo derecho hacia delante —murmuro la figura encapuchada—. Sigue el camino que atraviesa la Puerta de los Arboles. Te encontraras a salvo entre los actores. —La puerta se cerro detras de mi y se convirtio en la pendiente de un monticulo herboso.

Avance dando traspies hacia la fuente, que me refresco con las salpicaduras sopladas por el viento. Me encontre rodeado por un pavimento serpentino; me quede alli algun rato, tratando de leer mi fortuna en las formas danzantes, y por ultimo registre en mi esquero en busca de una ofrenda. Los pretorianos se habian llevado todo mi dinero, pero mientras rebuscaba entre las pocas posesiones que llevaba alli (un trapo, el fragmento de la piedra de afilar y un frasco de aceite para Terminus Esi, un peine y el libro marron para mi) vislumbre una moneda encajada entre los adoquines verdes que habia a mis pies. Con un pequeno esfuerzo pude sacarla; era un simple asimi, tan desgastado que apenas quedaba rastro de la estampacion. Musite un deseo y la lance al centro mismo de la fuente. Un chorro salio alli a encontrarla, y la lanzo contra el cielo, de modo que por un momento destello antes de caer. Comence a leer los simbolos que dibujaba el agua contra el sol.

Una espada. Esto parecia bastante claro. Seguiria siendo torturador.

Despues una rosa, y debajo un rio. Caminaria Gyoll arriba como habia planeado, pues ese era el camino que llevaba a Thrax.

Вы читаете La Garra del Conciliador
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×