una autentica tormenta emocional—. Fuera, Desorden —dijo, apartando delicadamente a la gata de su regazo. Se puso en pie y luego se arrodillo con envarada dignidad. A cuatro patas, Haviland Tuf empezo a reptar por la sala de control tanteando bajo las consolas del instrumental.

—?Que hace? —le pregunto Celise Waan.

—Estoy buscando los juguetes perdidos por Desorden —dijo Haviland Tuf.

—?Yo estoy sangrando, se nos acaba el aire y ahora busca juguetes de gato! —chillo exasperada.

—Creo que esto es exactamente lo que he dicho —replico Tuf. Saco un punado de pequenos objetos que habia bajo la consola y luego un segundo punado. Tras meter el brazo con todo lo que pudo y examinar sistematicamente el espacio de esa rendija recogio sus hallazgos, se puso en pie y, tras quitarse el polvo, empezo a limpiar lo que habia encontrado.

—Interesante —dijo.

—?Que? —le pregunto ella.

—Esto le pertenece —le dijo a Celise Waan, extendiendole otro anillo y dos lapices luminosos—.

Esto es mio —dijo, poniendo a un lado otros dos lapices, tres cruceros rojos, un acorazado amarillo y una fortaleza estelar plateada—.

Y esto creo que es suyo —dijo, ofreciendole a Jefri Lion un cristal que tendria el tamano de la una del pulgar.

Lion estuvo a punto de dar un salto.

—?El codigo!

—Ciertamente —dijo Haviland Tuf.

Despues de que Tuf enviara por laser la peticion de atraque hubo un instante de tension que parecio durar eternamente. En el centro de la gran cupula negra aparecio una rendija y luego otra, perpendicular a la primera. Despues hubo una tercera, una cuarta y finalmente una multitud de ellas. La cupula se habia partido en un centenar de angostas cunas que recordaban las porciones de un pastel y que acabaron desapareciendo en el casco del Arca.

Jefri Lion dejo escapar el aliento que habia contenido. —Funciona —dijo, y en su voz habia tanto asombro como gratitud.

—Llegue a esa misma conclusion ya hace cierto tiempo —dijo Tuf—, cuando logramos penetrar sin problemas en la esfera defensiva y no recibimos ningun disparo. Esto no es mas que una confirmacion.

Estuvieron observando lo que ocurria en la pantalla y vieron como bajo la cupula aparecia una cubierta de aterrizaje, tan grande como muchos campos de atraque de planetas de poca importancia. En la cubierta habia una serie de marcas circulares indicando lugares prefijados para posarse y varias de ellas estaban ocupadas. Mientras esperaban, vieron encenderse un anillo blanco azulado en una de las que estaban vacias.

—Muy lejos de mi la idea de indicarles la conducta a seguir —dijo Haviland Tuf, con los ojos en los instrumentos y moviendo las manos con gestos tan cuidadosos como metodicos—. Sin embargo, me permito aconsejar que se instalen en los asientos y se pongan los cinturones. Estoy extendiendo los soportes de aterrizaje y programando la nave para posarnos en la marca indicada, pero no estoy seguro del dano que hayan podido sufrir los soportes. De hecho, no estoy muy seguro de si aun tenemos los tres soportes originales de la nave. Por lo tanto, recomiendo precaucion.

La cubierta de aterrizaje se extendia bajo ellos como un oceano negro y la nave empezo a hundirse lentamente en sus abismos. El anillo iluminado se fue haciendo mas y mas grande en una de las pantallas, en tanto que en la otra se veia la palida luz azul de los motores gravitatorios de la Cornucopia iluminando fugazmente lejanos muros metalicos y las siluetas de otras naves. En una tercera pantalla vieron como la cupula se estaba cerrando de nuevo. Doce afilados dientes metalicos se confundieron en una sola superficie, como si hubieran sido engullidos por un gigantesco animal del espacio.

El impacto fue sorprendente mente suave y, de pronto, con un zumbido, un siseo casi inaudible y una levisima sacudida, se encontraron posados en el area indicada. Haviland Tuf desconecto los motores y estudio durante unos segundos el instrumental y lo que se veia en las pantallas. Luego se volvio hacia sus dos pasajeros.

—Hemos atracado —anuncio—, y ha llegado el momento de hacer planes.

Celise Waan estaba muy ocupada liberandose del cinturon de seguridad.

—Quiero salir de aqui —dijo—, quiero encontrar a Nevis ya esa ramera de Rica y quiero darles lo que se merecen. Al menos, lo que yo pienso que…

—Parte de lo que usted piensa, me temo, bien podria considerarse una tonteria —dijo Haviland Tuf—, y opino que dicho curso de accion seria extremadamente poco inteligente. Nuestros antiguos colegas ahora deben ser considerados nuestros rivales. Dado que nos abandonaron para que murieramos, no dudo de que sentiran un gran disgusto al descubrirnos aun con vida. y muy bien podrian tomar medidas para rectificar tal contradiccion logica.

—Tuf tiene razon —dijo Jefri Lion mientras iba de una pantalla a otra, contemplandolas todas con identica fascinacion. La vieja sembradora parecia haberle devuelto los animos al igual que la imaginacion y ahora todo el irradiaba energia—. Somos nosotros contra ellos, Celise. Esto es la guerra. Si pueden nos mataran, no te quepa la menor duda. Debemos ser tan implacables como ellos y ha llegado el momento de utilizar tacticas inteligentes.

—Me inclino ante su experiencia marcial —dijo Tuf—. ?Que estrategia sugiere?

Jefri Lion se tiro de la barba. —Bien, —dijo—, bien, dejad me pensar. ?Cual es la situacion aqui? Tienen al cibertec y Anittas es, en si mismo, ya medio ordenador. Una vez entre en contacto con los sistemas de la nave deberia ser capaz de averiguar que partes del Arca siguen en condiciones de funcionar y es muy posible que sea igualmente capaz de ejercer cierto control sobre ellas. Eso podria ser peligroso. Puede que ahora mismo lo este intentando. Sabemos que llegaron aqui antes que nosotros y puede que conozcan nuestra presencia a bordo, o puede que no. ?Quiza tengamos de nuestro lado la ventaja de la sorpresa!

—Ellos tienen la ventaja de todo el armamento —dijo Haviland Tuf.

—?Eso no es problema! —dijo Jefri Lion, frotandose las manos con entusiasmo—. Despues de todo, esta sembradora es una nave de guerra. Ciertamente, el CIE estaba especializado en la guerra biologica pero, siendo una nave militar, estoy seguro de que la tripulacion debia poseer armas portatiles, fusiles, todo ese tipo de cosas. Debe existir una armeria en algun lugar y lo unico que debemos hacer es encontrarla.

—Sin duda —dijo Haviland Tuf. Lion parecia ahora absolutamente entusiasmado con su perorata.

—Nuestra gran ventaja… bueno, no querria pecar de inmodestia, pero nuestra gran ventaja es que yo este aqui. Aparte de lo que Anittas pueda descubrir en los ordenadores tendran que ir tanteando a ciegas, pero yo he estudiado las naves del viejo Imperio Federal. Lo se todo sobre ellas —fruncio el ceno—. Bueno, al menos todo lo que no se ha perdido o estaba clasificado como alto secreto, pero tengo una cierta idea sobre la disposicion general de estas sembradoras. Primero necesitamos encontrar el arsenal, que no deberia estar demasiado lejos de aqui. El procesamiento seguido habitualmente consistia en almacenar el armamento cerca de la cubierta de atraque para que estuviera facilmente a disposicion de los grupos que salian de la nave en misiones especiales. Despues de que nos hayamos armado deberiamos buscar… hmmmm, dejad que piense… Bueno, si, deberiamos buscar la biblioteca celular; eso es crucial. Las sembradoras poseian enormes bibliotecas celulares, copias clonicas de material procedente de miles de mundos, conservadas en un campo de extasis. ?Debemos averiguar si las celulas siguen estando en condiciones de reproducirse! Si el campo se ha estropeado y las muestras celulares se han echado a perder, todo lo que habremos conseguido sera una nave enorme, pero si los sistemas se encuentran todavia en condiciones de operar, ?entonces el Arca realmente no tiene precio!

—Aunque no dejo de apreciar lo importante que es la biblioteca celular —dijo Tuf—, pienso que quiza resulte de prioridad mas inmediata el localizar el puente. Si nos guiamos por la quizas arriesgada pero indudablemente atractiva hipotesis de que ningun miembro de la tripulacion original del Arca sigue vivo, transcurridos ya mil anos, entonces nos encontramos solos en esta nave, con nuestros amigos por unica compania.

Quien consiga controlar primero las funciones de la nave gozara de una ventaja formidable.

—?Buena idea, Tuf! —exclamo Lion—. Bueno, pongamonos en marcha.

—De acuerdo —dijo Celise Waan—. Quiero salir cuanto antes de esta trampa para gatos.

Haviland Tuf levanto un dedo. —Un momento, por favor. Hay un problema a considerar. Somos tres y solo

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