Puso nuevamente en marcha el vehiculo y avanzo por el corredor, dejando tras de ella otra vez la oscuridad.

—?Viene! —chillo Celise Waan al iluminarse el pasillo, dando casi un salto en el aire.

Jefri Lion se quedo inmovil con el ceno fruncido. En las manos sostenia un rifle laser y en la cintura llevaba un lanzador de dardos explosivos y una pistola ultrasonica. Atado a la espalda en un arnes, tenia un enorme canon de plasma. Ademas, una cartuchera de bombas mentales colgaba de su hombro derecho, en tanto que del izquierdo pendia otra con granadas luminosas y en el muslo se habia atado una vaina con un enorme vibrocuchillo. En el interior de su casco dorado Lion sonreia sintiendo el nervioso latir de su sangre. Estaba dispuesto a todo. No se habia encontrado tan bien desde hacia un siglo, cuando estuvo por ultima vez en mitad de la accion con los Voluntarios de Skaeglay, enfrentandose a los Angeles Negros. Al diablo todo ese polvoriento saber academico: Jefri Lion era un hombre de accion y ahora volvia a sentirse joven.

—Silencio, Celise —dijo—. No viene nadie. Somos solamente nosotros. Se han encendido las luces yeso es todo.

Celise Waan no parecio demasiado convencida. Tambien ella iba armada, pero su rifle laser colgaba flojamente de sus manos rozando el suelo porque ella aseguraba que pesaba demasiado. Jefri Lion no estaba demasiado tranquilo pensando en lo que podia suceder si intentaba utilizar una de sus granadas luminosas.

—Mira —dijo ella senalando hacia adelante—, ?que es? Jefri Lion vio que en el suelo habia dos cintas de plastico, una negra y la otra anaranjada, que se encendio un segundo despues.

—Debe ser algun tipo de guia manejada por el ordenador —dijo—. Sigamosla.

—No —dijo Celise Waan. Jefri Lion la miro con expresion malhumorada. —Oye, Celise, yo estoy al mando y haras todo lo que yo te diga. Podemos enfrentarnos a cualquier cosas que se nos ponga por delante, asi que en marcha.

—?No! —replico tozudamente Celise Waan—. Estoy cansada y este lugar no me parece nada seguro, asi que no pienso seguir avanzando.

—Es una orden clara y directa —dijo Jefri Lion con impaciencia.

—Oh, ?ni hablar! No puedes darme ordenes. Tengo sabiduria completa y tu eres solo un Erudito Asociado.

—No estamos en el Centro —le replico Lion irritado—. ?Piensas venir?

—No —dijo ella, sentandose en el suelo en mitad del pasillo y cruzandose de brazos.

—Entonces, muy bien. Que tengas buena suerte. —Jefri Lion le dio la espalda y empezo a seguir la cinta de color naranja. Detras de el, inmovil, su ejercito siguio con los brazos cruzados y le contemplo marchar en tozudo silencio.

Haviland Tuf habia llegado a un lugar muy extrano. Habia recorrido interminables corredores en tinieblas llevando en brazos el flacido cuerpo de Champinon, sin apenas pensar, sin tener ningun plan ni destino concretos. Finalmente, uno de los angostos corredores le habia llevado a lo que parecia ser una gran caverna cuyas paredes quedaban muy lejos de el. De pronto se sintio engullido por el vacio y la oscuridad y cada paso de sus botas despertaba un sinfin de ecos en las paredes distantes. Habia ruidos en la oscuridad. Primero un leve zumbido que apenas si podia oirse haciendo un gran esfuerzo y luego un ruido de liquido, como el incansable movimiento de algun oceano subterraneo que careciere de limites. Pero, como se recordo a si mismo Haviland Tuf, ahora no se encontraba bajo tierra. Estaba perdido en una vieja nave espacial, llamada el Arca, rodeado de personas malvadas, con Champinon en brazos, muerto por sus propias manos.

Siguio caminando durante un tiempo imposible de precisar. Sus pisadas resonaban en la oscuridad. El suelo era liso y perfectamente llano, como si fuera a continuar eternamente. Mucho tiempo despues tropezo con algo en la oscuridad. No iba muy de prisa y no se hizo dano, pero con el golpe dejo caer a Champinon. Extendio las manos, decidido a saber con que objeto habia chocado, pero le resultaba dificil saberlo llevando los espesos guantes del traje. Al menos se pudo dar cuenta de que tenia gran tamano y era de forma curva.

Entonces se encendieron las luces. Para Haviland Tuf no fue ninguna explosion cegadora. En este lugar la luz era debil y no muy brillante. Al proyectarse desde el techo hasta el suelo, arrojaba por todas partes ominosas sombras negras y las areas iluminadas cobraban una curiosa tonalidad verdosa, como si estuvieran cubiertas con alguna especie de musgo fosforescente.

Tuf contemplo lo que le rodeaba y le parecio que mas que una caverna era como un tunel. Penso que debia haber recorrido casi un kilometro de un lado a otro pero su anchura no resultaba nada comparada con su longitud: debia ir a lo largo de todo el eje principal de la nave, pues parecia perderse en el infinito en ambas direcciones de dicho eje. El techo era una confusion de sombras verdosas y, muy por encima de el, resonaban los debiles ecos metalicos de cada sonido al chocar con sus curvas casi invisibles. Habia maquinas, muchas maquinas. En las paredes habia subestaciones del ordenador, extranos aparatos que no se parecian a nada visto antes por Haviland Tuf, asi como mesas de trabajo con toda clase de servomecanismos que iban de lo enorme a lo diminuto.

Pero el rasgo principal de aquel grandioso lugar eran las cubas.

Habia cubas por todas partes. A lo largo de las paredes habia hileras interminables de ellas y en el techo se veian asomar tambien sus rechonchas siluetas. Algunas eran inmensas y sus muros traslucidos habrian bastado para cobijar a la Cornucopia, y en todos los espacios disponibles se veian celdillas tan grandes como la mano de un hombre, miles y miles de ellas, subiendo del suelo al techo como colmenas de plastico. Los ordenadores y las estaciones de trabajo palidecian insignificantes en comparacion con ellas, y era facil pasar por alto los pequenos detalles de la estancia. Haviland Tuf se dio cuenta por fin de donde procedia el ruido liquido que habia estado oyendo. La luz verdosa le permitio ver que casi todas las cubas estaban vacias, pero habia algunas (una aqui, dos algo mas lejos) que parecian estar repletas de liquidos coloreados que hervian o eran agitados por los leves movimientos de siluetas borrosas contenidas en su interior.

Haviland Tuf permanecio un largo tiempo inmovil contemplando aquel paisaje colosal, sintiendose muy diminuto en comparacion. Finalmente dejo de mirar y se inclino para recoger nuevamente a Champinon. Al hacerlo se dio cuenta de lo que le habia hecho tropezar en la oscuridad: era una cuba de tamano mediano cuyas paredes transparentes se curvaban alejandose de el. Estaba llena de un espeso fluido amarillento en el interior del cual se agitaban, de vez en cuando, chorros de otro color rojo vivo. Tuf oyo un leve gorgoteo y sintio una debil vibracion, como si en el interior de la cuba algo se moviera. Se acerco a ella y, alzando la cabeza, miro en su interior.

Dentro de la cuba, flotando en el liquido, sin haber nacido pero vivo, el tirano saurio le devolvio su mirada.

En el circuito no habia dolor. En el circuito se carecia de cuerpo. En el circuito era solo mente, una mente pura y blanca, y era parte de algo mucho mas grande y poderoso que el o que cualquiera de los otros. En el circuito era mas que humano y mas que una maquina, mas que un simple organismo cibernetico. En el circuito era algo parecido a un dios. El tiempo no era nada dentro del circuito, pues el era tan veloz como el pensamiento, como los circuitos de silicio que se abrian y cerraban, como los mensajes que iban y venian por sus tendones superconductores o como el destello de los micro laser que tejian sus telaranas invisibles en la matriz central. En el circuito tenia mil ojos y mil oidos, mil manos que podian convertirse en punos para golpear con ellos. En el circuito podia estar al mismo tiempo en todas partes.

Era Anittas. Era el Arca. Era un cibertec. Era mas de quinientas estaciones y monitores satelite, era veinte 7400 Imperiales gobernando los veinte sectores de la nave desde veinte subestaciones repartidas por ella, era Maestre de Combate, Descifrador de Codigos, Astrogador, Doctor de Motores, Centro Medico, Archivo de la Nave, Biblioteca, bio-biblioteca, Microcirujano, Encargado de los Clones, Mantenimiento y Reparaciones, Comunicaciones y Defensa. Era todos los programas de la nave y todos sus ordenadores, todos los sistemas de apoyo principal y todos los sistemas de apoyo secundario y terciario. Tenia mil doscientos anos de edad y media treinta kilometros de largo y su Corazon era la matriz central, que apenas si tenia dos metros cuadrados, pero que, al mismo tiempo, era practicamente infinita. Podia tocar cualquier lugar de la nave y todos a la vez y su conciencia era capaz de cabalgar a lo largo de los circuitos, bailando y ramificandose, fluyendo por los laser. La sabiduria le inundaba Como un feroz torrente, Como un gran rio que hubiera enloquecido Con toda la fria, dulce, blanca y tranquila potencia de un cable de alto voltaje. Era el Arca. Era Anittas. y se estaba muriendo.

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