Estaba sentado tranquilamente con las manos cruzadas sobre su gran estomago y soportando el dolor de cabeza que le habian producido los repetidos golpes dados por el tiranosaurio sobre la mesa que le protegia. Estaba haciendo todo lo posible por ignorar el continuo martilleo que abollaba lentamente el metal por encima de su cabeza, haciendo su situacion todavia mas incomoda, asi como los escalofriantes rugidos del animal y las tan melodramaticas como excesivas muestras de apetito carnivoro que, de vez en cuando, impulsaban al tiranosaurio a inclinarse por encima de la mesa y chasquear futilmente sus abundantes colmillos frente al refugio de Tuf. Para conseguirlo, Tuf intentaba concentrarse en un buen plato de moras rodelianas cubiertas con miel de abeja y mantequilla, procuraba recordar que planeta en particular poseia la cerveza mas fuerte y aromatica y planeaba una estrategia tan nueva como soberbia con la cual dejar hecho pedazos a Jefri Lion en su siguiente partida, si es que llegaba a darse tal ocasion.

Por fin sus planes acabaron dando fruto. El reptil, enfurecido, aburrido y frustrado, se marcho. Haviland Tuf espero hasta no oir el menor ruido en el exterior de su refugio y luego, retorciendose con dificultad, se quedo por unos instantes tendido en el suelo hasta que las agujas al rojo vivo que le atormentaban las piernas fueron calmandose un poco. Despues, reptando cautelosamente, asomo la cabeza al exterior.

Una tenue luz verdosa, un leve zumbido y lejanos ruidos de gorgoteo.

Ni el menor movimiento en ningun sitio. Haviland Tuf salio con grandes precauciones de su refugio.

El dinosaurio habia golpeado numerosas veces los restos del diminuto cadaver de Champinon con su enorme cola y el espectaculo hizo que Tuf sintiera un dolor inconmensurable y una feroz amargura. El banco de trabajo estaba irremisiblemente destrozado.

Pero habia muchos otros y lo unico que precisaba era una celula.

Haviland Tuf tomo una muestra de tejido y se dirigio con paso cansino hacia el siguiente banco de trabajo. Esta vez se cuido mucho de permanecer atento por si se producia un eventual ruido de pisadas que indicaran la vuelta del dinosaurio.

Celise Waan estaba contenta. No cabia duda de que habia actuado con decision y eficacia. Esa repugnante criatura parecida a un cachorro de gato no volveria a causarle molestias. Tenia el visor todavia un poco sucio alli donde lo habia alcanzado el escupitajo del animal pero, aparte de ello, el encuentro se habia saldado con un excelente resultado. Enfundo el arma con una floritura no del todo necesaria y volvio al pasillo.

La mancha de su visor la molestaba un poco. Estaba casi a la altura de sus ojos y oscurecia su campo visual. La froto con el dorso de la mano, pero eso solo parecio lograr que el visor se ensuciara todavia mas. Agua, eso era lo que hacia falta. Bien, de todos modos habia salido en busca de comida y donde hay comida siempre se encuentra tambien agua.

Camino con paso vivo por el pasillo, dio la vuelta a una esquina y se detuvo como fulminada por un rayo.

A menos de un metro delante de ella habia otra de esas condenadas criaturas de aspecto felino, contemplandola con aire insolente.

Esta vez Celise Waan actuo desde el principio con decision. Su mano fue en busca de su pistola, pero tuvo algunos problemas para desenfundar la y su primer disparo no acerto del todo al repugnante animal, haciendo explotar en mil pedazos la puerta de una habitacion cercana. La explosion fue ensordecedora. El gato lanzo un bufido, arqueo el lomo, escupio igual que habia hecho el primero y salio corriendo.

Celise Waan recibio este segundo escupitajo en el hombro izquierdo. Intento apuntar mejor pero el visor cubierto de suciedad lo hacia bastante dificil.

—?Narices! —dijo en voz alta e irritada. Cada vez le resultaba mas dificil ver. El plastico que tenia delante de los ojos parecia estarse cubriendo de niebla y aunque los bordes de su visor seguian despejados, cuando miraba hacia adelante lo veia todo borroso y distorsionado. Necesitaba realmente limpiar el casco.

Avanzo en la direccion por la que habia parecido ver huir al animal, moviendose lentamente para no tropezar, mientras intentaba oir algo. Le parecio percibir un leve sonido de garras como si el animal estuviera cerca de ella, pero resultaba imposible estar segura.

El visor se estaba poniendo cada vez en peor estado y en esos momentos mirar a traves de el era ya como hacerlo por un cristal esmerilado. Todo habia cobrado un color blanquecino y solo veia vagas siluetas. No puedo seguir asi, penso Celise Waan, no puedo seguir asi ni un instante mas. ?Como podia cazar a esa repulsiva criatura felina si estaba medio ciega? Y, lo que era aun peor, ?como saber adonde se dirigia? No habia forma de evitarlo, tendria que quitarse ese maldito casco.

Pero entonces recordo a Tuf y sus lugubres advertencias sobre la posibilidad de que la atmosfera de la nave estuviera contaminada. ?Claro que Tuf era un hombre ridiculo y un estupido! ?Acaso habia visto alguna prueba de esa contaminacion? No, ninguna en absoluto. Habia sacado de Cornucopia a ese enorme gato gris y, desde luego, el animal no habia parecido sufrir lo mas minimo con la experiencia. La ultima vez que lo habia visto, Tuf lo llevaba en brazos. Naturalmente, habia estado discurseando pomposamente sobre periodos de incubacion, pero lo mas probable era que solo estuviera intentando asustarla. Por el modo en que obraba con ella parecia gozar cada vez que ofendia su delicada sensibilidad, como por ejemplo al gastarle aquella broma repugnante con la comida para gatos. Sin duda le pareceria perversamente divertido el que hubiera logrado asustarla lo suficiente como para hacerla permanecer durante semanas en ese traje incomodo y apestoso que, ademas, le venia estrecho.

De pronto se le ocurrio que muy probablemente esas criaturas parecidas a gatos que la estaban atormentando eran obra de Tuf y esa sola idea hizo enfurecer enormemente a Celise Waan. ?Ese hombre era un barbaro!

Ya casi no podia ver nada. El centro del visor se habia vuelto completamente opaco.

Tan decidida como irritada, Celise Waan quito los sellos protectores del casco y lo arrojo tan lejos como pudo.

Aspiro hondo. El aire de la nave era ligeramente frio y habia en el una cierta sequedad no del todo agradable, pero al menos no estaba tan rancio como el reciclado por su traje. ?Vaya, si era bueno! Celise Waan sonrio. En el aire no habia nada pernicioso. Ya tenia ganas de encontrar a Tuf y ajustarle las cuentas como se merecia, aunque solo fuera de palabra.

Entonces miro hacia abajo y se quedo atonita. Su guante, el dorso de la mano izquierda, la mano que habia usado para limpiarse el escupitajo del gato. En el tejido de color dorado habia ahora un gran agujero e incluso el entramado metalico que habia bajo la superficie parecia, bueno, ?corroido!

?Ese gato, ese condenado gato! Si ese escupitajo hubiera llegado a darle en la piel habria… habria… De pronto recordo que ahora ya no llevaba casco. En el otro extremo del pasillo hubo un movimiento fugaz y otro animal parecido a un gato emergio de una puerta abierta.

Celise Waan lanzo un chillido, blandio su pistola y disparo tres veces en rapida sucesion. Pero el animal era demasiado veloz para ella y en una fraccion de segundo habia vuelto a esfumarse.

No estaria a salvo hasta que esa pestilente criatura hubiera sido liquidada, penso. Si dejaba que huyera podia saltar sobre ella en cualquier momento cuando estuviera desprevenida, tal y como le gustaba tanto hacerlo a ese molesto cachorro blanco y negro de Tuf. Celise Waan puso un nuevo cargador de dardos explosivos en su pistola y avanzo cautelosamente en persecucion del animal.

El corazon de Jefri Lion latia como no lo habia hecho durante anos. Le dolian las piernas y su respiracion se habia convertido en un ronco jadeo. Su organismo rebosaba de adrenalina. Intento correr aun mas rapido. Ya solo faltaba un poco, este pasillo, dar la vuelta a la esquina y luego quiza veinte metros hasta la proxima interseccion.

El suelo temblaba cada vez que Kaj Nevis plantaba en el uno de los pesados discos metalicos que le servian de pies y en una o dos ocasiones Jefri Lion estuvo a punto de tropezar, pero el peligro parecia aumentar todavia mas la emocion que sentia. Estaba corriendo como si aun fuera joven y ni tan siquiera las zancadas de Nevis, monstruosamente aumentadas por el traje, eran capaces de alcanzarle, por el momento. Aunque sabia que su perseguidor acabaria atrapandole si la persecucion se prolongaba demasiado.

Mientras corria cogio una granada luminosa de su bandolera y cuando oyo una de las malditas pinzas de Kaj Nevis chasquear a un metro escaso de su espalda Jefri Lion le quito el seguro y la arrojo por encima del hombro, apretando aun mas el paso y dando la vuelta, por fin, a la ultima esquina.

Al doblarla se volvio ?justo a tiempo para ver como una silenciosa flor de cegadora luz blanco azulada se

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