cubierta por un polvo rojizo. El pellizco que le propino parecia bastante fuerte. Tuf decidio que o se trataba de un tic particularmente psicopatico o era un gesto tipico de Vandeen, cuyo significado se le escapaba por completo.

—Todo eso de las moscas —dijo el hombre—, es el modo de hablar en este sitio. Es un idioma. A los que no son de aqui les llaman moscas.

—Ciertamente —dijo Tuf.

—Usted ha llegado en la gran nave de guerra, ?no? ?La que salia en todas las noticias? —Norren no espero a que le respondiera—. ?Por que lleva esa peluca?

—Estoy viajando de incognito —dijo Haviland Tuf—, aunque al parecer usted ha logrado descubrir mi disfraz.

Norren se pellizco nuevamente la mejilla.

—Llamame Ratch —dijo, examinando atentamente a Tuf—, El disfraz no me parece especialmente bueno. Con peluca o sin ella, sigue siendo un enorme giganton grueso y con cara de hongo.

—En el futuro empleare el maquillaje —dijo Tuf—. Por fortuna, ninguno de los nativos de aqui ha sido capaz de tanta perspicacia como usted.

—Son demasiado corteses para mencionarlo. La gente de S’uthlam es asi. Hay tantos… La mayor parte de ellos no pueden permitirse ningun tipo de autentica intimidad y por eso respetan mucho a los demas. En publico, haran como si no le vieran y no le diran nada, a no ser que usted deje claro que asi lo desea.

—Los habitantes de Puerto S’uthlam con los que me he encontrado hasta ahora no me parecieron excesivamente reticentes, ni tampoco sobrecargados por el peso de una elaborada etiqueta —dijo Haviland Tuf.

—Oh, los hilado res son diferentes —replico con un gesto despreocupado Ratch Norren—. Ahi arriba todo es mas relajado. Oiga, ?Puedo darle un pequeno consejo? No venda aqui esa nave suya, Tuf. Llevela a Vandeen. Le daremos un precio mucho mejor por ella.

—No entra en mis intenciones vender el Arca —replico Tuf.

—Venga, no hace falta que se ande con tapujos conmigo —dijo Norren—. De todos modos, no tengo la autoridad necesaria para comprarla, ni tampoco los medios. Ojala los tuviera. —Rio en voz alta. Lo unico que debe hacer es ir a Vandeen y ponerse en contacto con nuestra junta de Coordinadores. No lo lamentara. —Miro a su alrededor, como si estuviera asegurandose de que los camareros seguian bien lejos y que los demas pasajeros aun sonaban bajo sus cascos. Luego bajo aun mas la voz hasta convertirla en un murmullo de conspirador—. Ademas, incluso si el precio no fuera un factor a considerar, he oido decir que esa nave suya tiene un poder francamente terrorifico, ?no? No querra entregarle a S’uthlam un poder tal. No miento, creame, les aprecio, realmente les aprecio. Vengo aqui regularmente por negocios y son buena gente, si se les toma en pequenos grupos pero… Tuffer, hay tantos y lo unico que hacen es reproducirse y reproducirse como si fueran unos malditos roedores. Ya vera, ya. Hace un par de siglos hubo una gran guerra local justo por eso. Los sutis estaban metiendo colonias por todas partes y comprando todas las propiedades que se les ponian a tiro y si resultaba que ya habia alguien viviendo ahi lo unico que debian hacer era reproducirse hasta superarles en numero. Al final tuvimos que acabar con ello.

—?Tuvimos? —dijo Haviland Tuf. —Vandeen, Skrymir, el Mundo de Henry y Jazbo, oficialmente, pero nos ayudaron un monton de neutrales, ?comprende? El tratado de paz dejo a los nativos de S’uthlam dentro de su propio sistema solar. Pero si les da esa nave infernal suya, Tuf, puede que logren escapar de el.

—Tenia entendido que se trataba de un pueblo singularmente honorable y dotado de un gran sentido etico. Ratch Norren se pellizco nuevamente la mejilla. —Honorables, eticos… claro, claro. Son estupendos para hacer negocios con ellos y las chavalas conocen unos cuantos trucos eroticos de esos que te hacen quedar sin aliento. Ya se lo digo yo, tengo cien amigos sutis y les aprecio mucho a todos, pero entre mis cien amigos deben tener como unos mil crios. Esta gente no para de reproducirse, Tuf, ese es el problema, si quiere hacer caso de Ratch. Son unos vitaleros, ?me entiende?

—Ciertamente —dijo Haviland Tuf—. Y, si se me permite preguntarlo, ?que es un vitalero?

—Los vitaleros —replico Norren con impaciencia—, son antientropicos, adoradores de los ninos, devotos de la doble helice y gente a quien le encanta chapotear en el gran estanque gen etico. Son fanaticos religiosos, Tuffer, estan locos por la religion. —Habria seguido hablando, pero el camarero estaba volviendo por el pasillo con las bebidas y Norren se reclino nuevamente en su asiento.

Haviland Tuf alzo un largo y calido dedo para detener el avance del camarero.

—Otra ampolla, por favor —dijo. Durante el resto del viaje permanecio encogido en silencio, sorbiendo pensativamente su cerveza.

Tolly Mune flotaba en su abarrotada habitacion, bebiendo y pensando. Una de las paredes era una enorme pantalla de video, de seis metros de largo y tres de alto. Normalmente, Tolly la preparaba para que mostrara grandes panoramas. Le gustaba el efecto producido por una ventana sobre las grandes montanas heladas de Skrymir o los canones resecos de Vandeen, con sus veloces torrentes de aguas blancas, asi como tambien el de las interminables ciudades iluminadas de la propia S’uthlam, extendiendose a traves de la noche, con la brillante torre plateada que era la base del ascensor subiendo hasta perderse en el oscuro cielo sin luna, rozando y superando a las casastorre de clase estelar que tenian cuatro kas de alto.

Pero esta noche, en su pared se veian las estrellas y, enmarcada por ellas, la austera majestad metalica de la inmensa nave estelar llamada el Arca. Incluso en una pantalla tan grande como la suya, una de las prebendas de su poder como Maestre de Puerto, el verdadero tamano de la nave resultaba imposible de apreciar.

y lo que representaba, tanto en sus esperanzas como en sus amenazas, bien lo sabia Tolly Mune, era aun mayor que la misma Arca.

Oyo el zumbido del comunicador en un lado de la habitacion. Sabiendo que el ordenador no la habria molestado de no ser esa la llamada que estaba esperando, dijo:

—La recibire —las estrellas se volvieron borrosas y el Arca se disolvio. La pantalla mostro por unos instantes un torbellino de colores liquidos antes de que estos se convirtieran en el rostro del Primer Consejero Josen Rael, el lider de la mayoria en el Gran Consejo Planetario.

—Maestre de Puerto Mune —dijo el. Con los implacables poderes de aumento de la pantalla, Tolly pudo percibir claramente la tension que habia en su largo cuello, lo apretados que estaban sus flacos labios y el duro brillo de sus ojos marron oscuro. Se habia empolvado la coronilla, de la que empezaba a caerle el pelo, pero a pesar de ello ya se le veian algunas gotitas de sudor.

—Consejero Rael —replico ella—. Es muy amable al llamarme. ?Ha examinado los informes?

—Si. ?Esta llamada cuenta con escudos protectores? —Desde luego —dijo ella—. Hable con toda libertad. Josen Rael lanzo un suspiro. Llevaba ya diez anos siendo una parte imprescindible de la politica planetaria. Primero habia accedido a los noticiarios como consejero de guerra, luego habia ascendido al cargo de consejero de agricultura y, durante cuatro anos estandar habia sido el lider de la faccion que tenia la mayoria en el consejo de los tecnocratas, lo cual lo convertia en el hombre mas poderoso de S’uthlam. El poder habia acabado por darle un aspecto cansado y viejo y Tolly Mune jamas le habia visto tan mal como ahora.

—Entonces, ?esta segura de los datos? —dijo—. ?Sus cuadrillas no han cometido ningun error? No necesito decirle que este asunto es demasiado crucial y no quiero errores. ?Es realmente una sembradora del CIE?

—Es una maldita sembradora —dijo Tolly Mune—. Tiene averias y le hace falta un buen monton de reparaciones, pero ese condenado trasto sigue mas o menos en condiciones de funcionar y la biblioteca celular esta intacta. Lo hemos verificado.

Rael se paso sus largos dedos de puntas achatadas por su rala cabellera blanca.

—Supongo que deberia sentirme jubiloso. Cuando todo esto haya terminado tendre que fingirlo para las noticias, pero, en estos momentos, no puedo pensar en otra cosa que no sea el peligro. Hemos tenido una reunion del consejo a puerta cerrada. No podemos correr el riesgo de que haya filtraciones hasta que todo se haya solventado. El consejo estuvo ampliamente de acuerdo: tecnocratas, expansionistas, ceros, el partido eclesiastico, las facciones extremistas… —Se rio. Jamas habia visto tal unanimidad en toda mi carrera. Maestre de Puerto Mune, necesitamos esa nave.

Tolly Mune habia previsto que diria eso. No llevaba tantos anos siendo Maestre de Puerto para no haber comprendido el funcionamiento politico de la sociedad que se agitaba en la superficie del planeta. S’uthlam llevaba ya toda la vida de Tolly sumida en una crisis interminable.

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