—Me interesa una descripcion general de la religion en S’uthlam —le dijo al programa de busqueda—, y en particular sobre las creencias y sistemas eticos de la Iglesia de la Vida en Evolucion.

Unas cuantas horas despues, Tuf estaba totalmente absorto en su texto, jugueteando distraidamente con Desorden, la cual se habia despertado con hambre y ganas de pelea, cuando recibio una llamada de Tolly Mune. Guardo la informacion que habia estado examinando e hizo aparecer su rostro en otra de las pantallas de la sala.

—Maestre de Puerto… —dijo. —He oido decir que intenta meter la nariz en los altos secretos planetarios, Tuf —dijo ella, sonriendole.

—Le aseguro que no era esa mi intencion —replico Tuf—, pero en cualquier caso soy un espia de muy poca efectividad, dado que mi intentona acabo en un absoluto fracaso.

—Cenemos juntos —dijo Tolly Mune—, y quiza pueda responderle a esa pregunta sin importancia.

—Ciertamente —dijo Haviland Tuf—. En tal caso, Maestre de Puerto, permitame que la invite a cenar en el Arca. Mi cocina, aunque no resulte excepcional, si es mucho mas sabrosa y abundante que el termino medio disponible en su Puerto, puedo asegurarlo.

—Me temo que no puede ser —dijo Tolly Mune—. Tengo demasiadas malditas cosas que atender, Tuf, y no puedo abandonar mi sitio. De todos modos, no deje que le empiecen a rugir las tripas. Acaba de llegar un gran carguero de la Despensa, nuestros asteroides granja, que se encuentran a poca distancia de aqui, formados de tierra y condenadamente fertiles. La M.P. siempre tiene derecho de pernada sobre las calorias recien llegadas: ensalada de neohierba fresca, ?amones de cerdo de tunel con salsa de azucar cande, vainas picantes, pan de hongos, fruta con autentica crema de cala. mar y cerveza —sonrio—. Cerveza importada.

—?Pan de hongos? —dijo Haviland Tuf—. No consumo carne animal, pero el resto de su menu me ha parecido altamente atractivo. Me alegrara sumamente aceptar su amable invitacion. Si tiene la bondad de disponer de un muelle para mi llegada, me desplazare hasta ahi en la Manticora.

—Use el cuatro —dijo ella—. Esta muy cerca de la Casa de la Arana. ?Ese es Caos o Desorden?

—Desorden —replico Tuf—. Caos ha partido para entregarse a sus misteriosas ocupaciones, tal y como suelen hacer los gatos.

—Nunca he visto un animal vivo —dijo Tolly Mune con cierta animacion.

—Entonces, traere a Desorden conmigo para contribuir de esta manera a su ilustracion.

—Hasta pronto —y Tolly Mune cerro la comunicacion.

Cenaron con un cuarto de gravedad. La Sala de Cristal estaba pegada a la Casa de la Arana y su parte exterior era una cupula de plastiacero transparente como un cristal. Mas alla de las invisibles paredes de la cupula, les rodeaba la negra claridad del espacio con sus frios y limpios campos de estrellas y el intrincado dibujo de la telarana. Debajo estaba el exterior rocoso de la estacion con los tubos de transporte que se entrelazaban de un lado a otro de la superficie, las redondas hinchazones de los habitaculos que se aferraban al punto de conexion, los minaretes tallados y las brillantes flechas de las torres de los hoteles clase estelar que se alzaban hacia la fria oscuridad. justo por encima de ellos se cernia el inmenso globo del planeta S’uthlam, de un azul palido con zonas marrones en las que giraban las nubes. El ascensor se lanzaba hacia el como un proyectil, cada vez mas arriba, hasta que el gigantesco tubo se convertia en una delgada hebra reluciente que terminaba por perderse de vista. Las perspectivas del paisaje eran asombrosas y en algunos momentos podian resultar incluso inquietantes.

La estancia solia utilizarse solo para ocasiones de importancia y la ultima habia sido hacia tres anos, cuando Josen Rael habia subido al Puerto para atender a un dignatario en visita oficial. Pero Tolly Mune estaba decidida a todo. La comida habia sido preparada por un chef de un crucero de lujo de la Transcorp, que habia tomado prestado durante una noche; la cerveza se la habia proporcionado un comerciante que iba al Mundo de Henry; la vajilla era una valiosa antiguedad procedente del Museo de Historia Planetaria; la gran mesa de ebano de fuego, una reluciente madera negra cruzada por vetas escarlatas, bastaba para acoger a doce comensales, y del servicio se encargaba una tan silenciosa como discreta falange de camareros vestidos con librea oro y negro.

Tuf entro con su gato en brazos, examino el esplendor de la mesa y luego alzo la mirada hacia las estrellas y la telarana.

—Se puede ver el Arca —le dijo a Tolly Mune—. Esta ahi, ese punto brillante de la telarana, arriba a la izquierda.

Tuf miro donde le indicaba. —?Se trata de un efecto conseguido mediante proyeccion tridimensional? — pregunto acariciando al gato.

—No, diablos. Esto es totalmente real, Tuf. —Sonrio. No se preocupe, esta a salvo. Ese plastiacero tiene tres capas de grosor y no es probable que se nos caigan encima ni el planeta ni el ascensor y la posibilidades de que nos acierte un meteoro son astronomicamente bajas.

—Percibo una gran cantidad de trafico —dijo Haviland Tuf—. ?Cuales son las posibilidades de que la cupula sea golpeada por un turista pilotando un trineo de vacio alquilado, algun trazador de circuitos perdido o un anillo de pulsacion quemado?

—Mas elevadas —admitio Tolly Mune—. Pero si ocurriera eso, todas las compuertas quedarian selladas automaticamente, sonarian alarmas y se abriria un refugio de emergencia. Es obligatorio en toda construccion cercana al vacio. Son reglas del Puerto. Por lo tanto y en el improbable caso de que eso suceda, tendremos dermotrajes, aparatos respiratorios e incluso una antorcha laser por si queremos intentar arreglar el dano antes de que las cuadrillas lleguen aqui. Pero solo ha ocurrido dos o tres veces en todos los anos de existencia del Puerto, asi que disfrute del paisaje y no se ponga demasiado nervioso.

—Senora —dijo Haviland Tuf con gran dignidad—, no estaba nervioso, solo sentia curiosidad.

—Claro —dijo ella y le indico su asiento con un gesto. Tuf se instalo rigidamente en el y permanecio absolutamente inmovil, acariciando lentamente el pelaje blanquinegro de su gata, en tanto que los camareros empezaban a traer las bandejas del aperitivo y las cestillas con el pan de hongos aun caliente. Habia dos tipos basicos de aperitivo: pastelillos rellenos de queso picante y pate de hongos y lo que parecian ser pequenas serpientes o quiza gusanos grandes, hervidos en una aromatica salsa de color anaranjado. Tuf le dio dos de estos ultimos a Desorden y fueron devorados con entusiasmo. Luego tomo un pastelillo, lo olio y le dio un delicado mordisco. Despues de tragarlo movio la cabeza.

—Excelente —proclamo. —Asi que eso es un felino —dijo Tolly Mune. —Ciertamente —replico Tuf cogiendo un poco de pan de hongos. Al romper en dos la barra, de su interior se alzo una nubecilla de vapor. Luego se dedico a untarlo metodicamente con una gruesa capa de mantequilla.

Tolly Mune cogio tambien un poco de pan y se quemo los dedos con la corteza. Pero no lo dejo ver, no pensaba mostrar la mas minima debilidad teniendo a Tuf delante.

—Muy bueno —dijo despues del primer bocado—. Sabe, Tuf, la comida de la cual vamos a disfrutar… bueno, la mayoria de los s’uthlameses no comen nunca tan bien.

—Ese hecho no se me habia escapado, en efecto —dijo Tuf, alzando otra serpiente entre el indice y el pulgar y sosteniendola ante Desorden, que trepo por su brazo para cogerla.

—De hecho —dijo Tolly Mune—, el contenido en calorias de esta comida se aproxima al que un ciudadano medio consume en toda una semana.

—Por lo concentrado de los sabores y por el pan, me aventuraria a sugerir que nuestros placeres gustativos han superado ya a los de un s’uthlames medio durante toda su vida —dijo Tuf con el rostro impasible.

La ensalada fue colocada sobre la mesa. Tuf la probo y declaro que era buena. Tolly Mune se dedico a ir removiendo la comida que tenia en el plato y espero a que los camareros se hubieran retirado a sus lugares, junto a las paredes.

—Tuf —dijo—, creo que tenia una pregunta para hacerme. Haviland Tuf alzo la mirada del plato y la contemplo fijamente. Su largo y palido rostro seguia tan inmovil e inexpresivo como antes.

—Correcto —dijo. Tambien Desorden la estaba mirando y sus pupilas rasgadas eran tan verdes como la neohierba de sus ensaladas.

—Treinta y nueve mil millones —dijo Tolly Mune con voz seca y tranquila.

Tuf pestaneo. —Vaya —dijo. —?Solo ese comentario? —dijo Tolly sonriendo. Tuf contemplo el gran globo de S’uthlam que flotaba sobre sus cabezas.

—Dado que solicita mi opinion, Maestre de Puerto, me arriesgare a decir que pese al formidable tamano del planeta que tenemos sobre nosotros, no puedo sino interrogarme sobre su capacidad maxima. Sin pretender con

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