ello hacer la mas minima censura a sus costumbres, cultura y civilizacion, se me ocurre la idea de que una poblacion de treinta y nueve mil millones de personas podria ser considerada como un tanto excesiva.

Tolly Mune sonrio. —?De veras? —se apoyo en el respaldo, llamo a un camarero y pidio que trajeran bebidas. La cerveza era de un color amarronado, espumosa y fuerte. Se sirvio en grandes jarras de cristal tallado, para manejar las cuales hacian falta las dos manos. Tolly levanto la suya con cierta dificultad viendo como el liquido se removia dentro de la jarra—. Es lo unico de la gravedad a lo que nunca podre acostumbrarme —dijo—. Los liquidos deberian estar siempre dentro de ampollas para apretar, maldita sea. Estos trastos me parecen condenadamente incomodos, como un accidente esperando siempre a desencadenarse. —Tomo un sorbo y, al levantar de nuevo la cabeza, lucia un bigote de espuma. Pese a todo, es buena —anadio, limpiandose la boca con el dorso de la mano—. Bueno, Tuf, ya es hora de que dejemos este maldito juego de esgrima —siguio diciendo, mientras depositaba la jarra en la mesa, con el excesivo lujo de precauciones de quien no estaba acostumbrada ni tan siquiera a la escasa gravedad actual—. Es obvio que ya sospecha que padecemos un problema de poblacion o jamas se le habria ocurrido hacer preguntas al respecto. Y, ademas, ha estado buscando montones de datos e informaciones de todo tipo. ?Con que fin?

—Senora, la curiosidad es mi mas triste afliccion —dijo Tuf—, y solo intentaba resolver el enigma de S’uthlam, teniendo quizas ademas una levisima esperanza de que, en el curso de mi estudio, topara con algun medio para resolver el callejon sin salida en el que nos encontramos actualmente.

—?Y? —dijo Tolly Mune. —Acaba usted de confirmar la teoria que yo habia construido sobre su exceso de poblacion. Con ese dato en su sitio todo se vuelve muy claro. Esas ciudades inmensas trepan hacia lo alto, porque deben proporcionar sitio donde vivir a una poblacion siempre creciente, al mismo tiempo que luchan futilmente para preservar sus areas agricolas de ser engullidas por las ciudades. Su orgulloso Puerto esta impresionantemente atareado y su gran ascensor no para de moverse, porque no poseen la capacidad suficiente para dar de comer a su propia poblacion y por lo tanto deben importar alimentos de otros planetas. Se les teme y puede que incluso se les odie, pues hace siglos intentaron exportar su problema de poblacion mediante la emigracion y la anexion de sus vecinos, hasta que se les detuvo violentamente mediante la guerra. Su pueblo no tiene animales domesticos, porque S’uthlam carece de espacio para cualquier especie que no sea la humana o no constituya un eslabon directo, eficiente y necesario de la cadena alimenticia. Como promedio, los individuos de su pueblo son claramente mas pequenos de lo que es corriente en el ser humano, debido a los rigores sufridos durante siglos de privaciones alimenticias y un racionamiento, disimulado pero real, puesto en vigor mediante el uso de la fuerza. De ese modo una generacion sucede a otra, cada vez de menor talla y mas delgada que la anterior, luchando por subsistir con unos recursos en constante disminucion. Todas esas calamidades se deben directamente a su exceso de poblacion.

—No parece usted aprobar todo eso, Tuf —dijo Tolly Mune.

—No pretendia hacer ninguna critica. Su pueblo no carece de virtudes. Son industriosos, saben cooperar entre si, poseen un alto sentido de la etica, son civilizados e ingeniosos, en tanto que su tecnologia, su sociedad y especialmente su ritmo de avance intelectual son dignos de admiracion.

—Nuestra tecnologia —dijo Tolly Mune secamente—, es la unica cosa que por el momento ha salvado nuestros condenados traseros. Importamos el treinta y cuatro por ciento de nuestras calorias brutas. Producimos puede que otro veinte por ciento con el cultivo de la tierra susceptible de uso agricola que todavia nos queda. El resto de nuestra comida viene de las factorias alimenticias y es procesada a partir de sustancias petroquimicas. Ese porcentaje sube cada ano y no puede sino subir. Solo las factorias de alimentos pueden mantener el ritmo necesario para que la curva de poblacion no las deje atras. Sin embargo, hay un condenado problema.

—Se les esta terminando el petroleo —aventuro Haviland Tuf.

—Si, se nos esta terminando el maldito petroleo —dijo Tolly Mune—. Un recurso no renovable y todas esas cosas, Tuf.

—Indudablemente, sus clases gobernantes deben saber aproximadamente en que momento llegara el hambre.

—Dentro de veintisiete anos normales —dijo ella—, mas o menos. La fecha cambia constantemente con las alteraciones que sufren una serie de factores. Puede que tengamos una guerra antes de que llegue el hambre, o eso creen algunos de nuestros expertos. O puede que tengamos una guerra y ademas hambre. En cualquiera de los dos casos tendremos montones de muertos. Somos un pueblo civilizado, Tuf, tal y como usted mismo ha dicho. Somos tan condenadamente civilizados que le resultaria dificil creerlo. Somos cooperativos, tenemos etica, nos gusta afirmar continuamente la vida y todo ese parloteo, pero incluso eso esta empezando a romperse en mil pedazos. Las condiciones en las ciudades subterraneas estan empeorando y llevan ya generaciones empeorando y algunos de nuestros lideres han llegado ya al extremo de afirmar que ahi abajo estan retrocediendo evolutivamente, que se estan convirtiendo en una maldita especie de alimanas. Asesinatos, violaciones, todo tipo de crimenes en los que interviene la violencia y los indices aumentan cada ano. En los ultimos dieciocho meses hemos tenido dos casos de canibalismo y todo eso se volvera aun peor en los anos venideros. Ira aumentando con la condenada curva de poblacion. ?Estas recibiendo mi transmision, Tuf?

—Ciertamente —dijo el con voz impasible. Los camareros volvieron con nuevos platos. Esta vez se trataba de una bandeja repleta de carne que aun humeaba a causa del horno y habia tambien disponibles cuatro clases de vegetales distintos. Haviland Tuf permitio que le llenaran el plato hasta rebosar de vainas picantes, raiz dulce y nueces de manteca. Luego, le pidio al camarero que cortara unas pequenas tajadas de carne para Desorden. Tolly Mune se sirvio un grueso pedazo de carne que sumergio con una salsa marron, pero, despues del primer bocado, descubrio repentinamente que no tenia apetito y se dedico a ver como Tuf iba engullendo el contenido de su plato.

—?Y bien? —acabo diciendole. —Quiza pueda prestarles un pequeno servicio en relacion con su problema —dijo Tuf, mientras pinchaba expertamente con su tenedor un buen punado de vainas.

—Puede prestarlo —dijo Tolly Mune—. Vendanos el Arca. Es la unica solucion existente, Tuf. Lo se. Diga usted que precio desea. Estoy apelando a su condenado sentido de la moral. Venda y salvara millones de vidas, puede que miles de millones. No solamente sera rico, sino que tambien sera un heroe. Diga esa palabra y bautizaremos nuestro maldito planeta con su nombre.

—Una idea interesante —dijo Tuf—. Sin embargo, ya pesar de mi vanidad, me temo que sobreestima grandemente las proezas del perdido Cuerpo de Ingenieria Ecologica. En todo caso el Arca no se encuentra en venta, tal y como ya le he informado. Pero, ?Puedo arriesgarme quizas a sugerir una solucion bastante obvia a sus dificultades? Si resulta eficaz me encantaria permitir que se bautizara una ciudad o un pequeno asteroide con mi nombre.

Tolly Mune rio y bebio un considerable trago de cerveza. Lo necesitaba.

—Adelante, Tuf. Digalo. Digame cual es la solucion obvia y facil.

—Acuden a mi cerebro toda una pletora de terminos —dijo Tuf—. El meollo del concepto es el control de la poblacion, que puede ser conseguido mediante el control de los nacimientos por sistemas bioquimicos o mecanicos, la abstinencia sexual, el condicionamiento cultural o las prohibiciones legales. Los mecanismos pueden variar, pero el resultado final debe ser el mismo. Los s’uthlameses deben procrear menos.

—Imposible —dijo Tolly Mune. —En lo mas minimo —dijo Tuf—. Hay otros mundos mucho mas antiguos y menos avanzados que S’uthlam y lo han conseguido.

—Eso no importa, ?maldicion! —dijo Tolly Mune. Hizo un gesto brusco con su jarra y un poco de cerveza cayo sobre la mesa, pero no le hizo caso—. No va a ganar ningun premio por su original idea, Tuf. La idea no resulta nueva ni mucho menos. De hecho tenemos una fraccion politica que lleva propugnandola desde hace… ?diablos!, desde hace cientos de anos. Les llamamos los ceros. Quieren reducir a cero la tasa de aumento de la curva de poblacion. Yo diria que quizas un siete o un ocho por ciento de los ciudadanos les apoya.

—Es indudable que el hambre masiva aumentara el numero de partidarios de su causa —observo Tuf, levantando su tenedor repleto de raiz dulce. Desorden lanzo un maullido aprobatorio.

—Para entonces ya sera condenada mente tarde yeso lo sabe usted muy bien, ?maldicion! El problema es que nuestras ingentes masas de poblacion no creen realmente que vaya a pasar todo eso, no importa lo que digan los politicos o las horribles predicciones que puedan oir en las noticias. Ya hemos oido todo eso antes, dicen, y que me cuelguen si no es cierto. La abuela y el abuelo oyeron predicciones similares sobre el hambre que se avecinaba, pero S’uthlam siempre ha podido evitar la catastrofe, hasta ahora. Los tecnocratas se han mantenido en la cima del poder durante siglos gracias a que han estado perpetuamente aplazando el dia del derrumbe. Siempre encuentran una solucion. La mayoria de los ciudadanos tienen absoluta confianza en que siempre

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