?Para que demonios queriamos el Arca? Para alimentarnos, naturalmente; para evitar el hambre, para resolver el problema y para llevar a cabo un condenado milagro biologico. Para multiplicar los panes y los peces.

—?Panes y peces? —dijo el Primer Consejero, aun perplejo.

—Un numero infinito de veces. Es una alusion clasica, Josen; creo que cristiana. Tuf va a intentar hacer bocadillos de pescado para treinta mil millones de personas. Yo pienso que solo conseguira llenarse la cara de harina y atragantarse con una espina, pero eso no importa. Si fracasa conseguiremos su maldita sembradora de un modo limpio y legal. Si triunfa ya no vamos a necesitar el Arca nunca mas. En ambos casos habremos ganado y tal como lo he planteado la apuesta, incluso si Tuf gana nos seguira debiendo treinta y cuatro millones. Si por algun milagro consigue salir con bien de todo esto, seguimos teniendo bastantes posibilidades de acabar teniendo la nave, porque no podra cumplir los terminos de pago de su condenada factura. —Bebio un poco mas de cerveza y le sonrio—. Josen, tienes mucha suerte de que no desee tu puesto. ?Se te ha ocurrido alguna vez que soy mucho mas lista que tu?

—Mama, tambien eres mucho menos politica —dijo el—, y dudo que fueras a durar ni un solo dia en mi puesto. De todos modos me resulta imposible negar que te las apanas muy bien en el tuyo. Supongo que tu plan es viable.

—?Supones? —replico ella. —Hay realidades politicas a considerar. Los expansionistas quieren la nave; debes entenderlo… como una especie de seguro para el dia en que recobren el poder. Por suerte estan en minoria. En la votacion conseguiremos superarles.

—Cuida de que ocurra asi, Josen —dijo Tolly Mune. Cerro la conexion y se quedo flotando en la penumbra de su habitacion. En la pantalla aparecio nuevamente la imagen del Arca. Sus cuadrillas estaban trabajando ahora a su alrededor, preparando un muelle temporal. Luego ya vendria algo mas permanente. Esperaba que el Arca estuviera por ahi durante unos cuantos siglos, asi que les haria falta un sitio para guardar ese condenado artefacto e, incluso en el caso de que algun fantastico capricho de la suerte hiciera que Tuf se saliera con la suya, hacia ya algun tiempo que la telarana debia haberse ampliado y, con ello, conseguirian alojar a centenares de naves. Con Tuf pagando la factura, le habia parecido una estupidez retrasar por mas tiempo la construccion. En esos instantes estaban montando un largo tubo de plastiacero traslucido, pieza a pieza. El tubo uniria la enorme sembradora al extremo del muelle principal de modo que, tanto los cargamentos de piezas como las cuadrillas de trabajo, pudieran llegar hasta ella con mayor facilidad. En el interior de la nave ya habia unos cuantos cibertec, conectados al sistema de ordenadores, reprogramandolo para acomodar los programas a las demandas de Tuf y, de paso, desmantelando cualquier tipo de trampa o defensa interna que pudiera haber dejado instalada. Eso eran ordenes secretas emanadas directamente de la Viuda de Acero; algo que Tuf ignoraba por completo. Se trataba de una simple precaucion suplementaria. por si resultaba ser un mal perdedor. No queria monstruos o plagas emergiendo de su regalo una vez que abriera la caja. En cuanto a Tuf, sus fuentes le habian dicho que tras abandonar la sala de juegos del hotel apenas si habia salido de su sala de ordenadores. Avalada por su autoridad como Maestre de Puerto, los bancos de datos del consejo habian accedido finalmente a darle toda la informacion que precisara y, por lo que Tolly sabia, precisaba grandes cantidades de ella. Los ordenadores del Arca se encontraban tambien atareados trabajando en amplias series de calculos y simulaciones.

Tolly Mune se veia obligada a reconocer eso en favor de Tuf: lo estaba intentado con todo entusiasmo.

La jaula del rincon se estremecio levemente al estrellarse Desorden contra uno de sus lados. La gata emitio un leve maullido de dolor y Tolly sintio pena por ella. Tambien Tuf le daba pena. Quiza, cuando hubiera fracasado, pudiera encargarse de que le entregaran esa nave que le habia ofrecido en un principio.

Pasaron cuarenta y siete dias. Durante ese tiempo, las cuadrillas trabajaron en series de tres turnos, de tal modo que la actividad alrededor del Arca era tan constante e incansable como frenetica. La telarana se extendio hacia la sembradora y acabo sumergiendola. Los cables serpentearon a su alrededor como lianas en la selva y una red de tubos neumaticos entraba y salia de sus escotillas como si fuera un moribundo cuidadosamente atendido en el mejor de los centros medicos. De su casco brotaron las burbujas de plastiacero como si fueran enormes verrugas plateadas; tentaculos de acero y aleaciones especiales se entrecruzaron por ella como venas y los trineos de vacio zumbaban junto a su inmensa silueta como insectos con aguijones de fuego. Por todo el lugar, tanto dentro como fuera de la nave, se veia el incesante ir y venir de las cuadrillas de trabajadores. Pasaron cuarenta y siete dias. El Arca fue reparada, modernizada, abastecida y mejorada. Pasaron cuarenta y siete dias sin que Haviland Tuf saliera ni un solo minuto de su nave. Al principio estuvo viviendo en su sala de ordenadores, segun informaron las cuadrillas, con las simulaciones funcionando dia y noche y torrentes de datos rugiendo a su alrededor. Durante las ultimas semanas se le habia visto con cierta frecuencia en su pequeno vehiculo de tres ruedas recorriendo el eje central de la nave, de treinta kilometros de longitud, con una gorra verde en la cabeza y un pequeno gato de pelaje grisaceo en su regazo. Apenas si parecia fijarse en los s’uthlameses que trabajaban en la nave pero, de vez en cuando, se dedicaba a calibrar los instrumentos de una subestacion cualquiera o comprobaba las interminables series de cubas, tanto grandes como pequenas, que se alineaban junto a esos muros ciclopeos. Los cibertec se dieron cuenta de que habia en curso ciertos programas de clonacion y de que el cronobucle estaba funcionando y consumia enormes cantidades de energia. Cuarenta y siete dias pasaron con Tuf viviendo en una soledad casi total, trabajando incesantemente con la unica compania de Caos. Durante esos cuarenta y siete dias Tolly Mune no hablo ni con Tuf ni con el Primer Consejero Josen Rael. Sus deberes como Maestre de Puerto, descuidados por completo durante la crisis del Arca, fueron mas que suficientes para mantenerla ocupada. Tenia disputas que escuchar y resolver, ascensos que revisar, construcciones por supervisar, diplomaticos llenos de condecoraciones a los que agasajar antes de facturarlos via ascensor, presupuestos que disenar y muchas nominas que sellar con su pulgar. y tambien tenia que entenderselas con una gata.

Al principio Tolly Mune temio lo peor. Desorden se negaba a comer, parecia incapaz de llegar a un arreglo con la falta de peso, ensuciaba la atmosfera de los aposentos de la Maestre de Puerto con sus deyecciones e insistia en emitir los sonidos mas lamentables y penosos que la Maestre de Puerto habia tenido jamas la desgracia de oir. Llego a preocuparse tanto que hizo venir a su jefe de alimanas. Este le aseguro que la jaula resultaba lo bastante grande y que las porciones de pasta proteinica eran mas que adecuadas para la gata. Pero ella no estuvo de acuerdo y siguio poniendose enferma, maullando y bufando hasta que Tolly Mune estuvo segura de que la locura, ya fuera humana o felina, estaba a la vuelta de la esquina.

Finalmente, se decidio a tomar algunas medidas urgentes. Primero descarto la pasta proteinica y empezo a darle de comer a la gata la carne que Tuf habia enviado del Arca. La ferocidad con que fueron atacados los pedazos de carne por Desorden, nada mas introducirlos entre los barrotes de la jaula, le resulto bastante tranquilizadora. Despues de consumir uno de ellos en un tiempo record, llego a lamerle los dedos a Tolly Mune. La sensacion le resulto muy extrana, pero no del todo desagradable. Ademas, la gata empezo a frotarse contra los costados de la caja, como si deseara ser tocada. Tolly asi lo hizo, no muy decidida, y como recompensa obtuvo un sonido mucho mas agradable que todos los emitidos anteriormente por Desorden. El tacto de su pelaje blanquinegro le parecio casi sensual.

Ocho dias despues la dejo salir de su jaula. Penso que el recinto de la oficina, mucho mas amplio, bastaria como prision. Apenas Tolly Mune abrio la puerta, Desorden salio de ella dando un salto, pero cuando el salto la hizo cruzar la habitacion como un cohete fuera de control, empezo a emitir salvajes bufidos de miedo e incomodidad. Tolly partio en su busca impulsandose de una patada y logro cogerla, pero la gata se debatio ferozmente en sus manos, trazando largos aranazos en su piel. Despues de que el meditec hubiera curado sus heridas, Tolly Mune hizo una llamada a seguridad.

—Que requisen una habitacion en el Panorama del Mundo —dijo—, una que tenga control gravitatorio. Quiero que pongan la rejilla a un cuarto de gravedad.

—?Quien es el invitado? —le preguntaron. —Una prisionera del Puerto —respondio ella secamente—, armada y peligrosa.

Despues del traslado, visitaba el hotel cada dia al terminar su ?ornada, al principio estrictamente para alimentar a su rehen y comprobar su bienestar. A los quince dias, sin embargo, ya se estaba quedando el tiempo suficiente para aumentar su dieta en unas cuantas calorias y darle a la gata el contacto personal que tanto parecia anhelar. La personalidad del animal habia cambiado de un modo espectacular. Cuando Tolly abria la puerta para su inspeccion diaria emitia ruidos de placer (aunque seguia intentando escapar a cada ocasion), se frotaba contra su pierna sin la menor provocacion, nunca sacaba las unas e incluso daba la impresion de estar engordando. Cada vez que Tolly Mune se permitia sentarse, Desorden saltaba instantaneamente a su regazo. La vigesima ?ornada del nuevo cautiverio, Tolly se quedo a dormir alli y seis dias despues traslado temporalmente su residencia al hotel.

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