perdera su nave si no despierta de una vez y aprende rapidamente este nuevo baile. ?En marcha! ?Quiere que se lo deletree, maldicion? Le han traicionado, Tuf. Violencia. Perfidia. En este mismo instante el Gran Consejo de S’uthlam esta discutiendo los ultimos detalles de como apoderarse de su persona y del Arca, asi como del tipo de perfume mas adecuado para hacer que ese feo asunto no huela tan mal. ?Me ha entendido ahora? Apenas hayan terminado de hablar y no creo que tarden mucho, empezaran a dar ordenes y entonces la gente de seguridad caera sobre usted con sus trineos de vacio y sus pistolas neuronicas. La Flota Defensiva Planetaria tiene ahora mismo, dentro de la telarana, cuatro navios del tipo protector y dos acorazados y si les dan la alerta puede que ni siquiera tenga usted tiempo de empezar a moverse. No quiero ninguna condenada batalla espacial haciendo pedazos mi Puerto y matando a los mios…

—Una repugnancia de lo mas comprensible —dijo Tuf—. Ahora mismo iniciare los preparativos para la programacion de la salida. Sin embargo, aun nos queda por resolver una pequena dificultad.

—?Cual? —dijo ella, con los nervios de punta. —Desorden sigue hallandose bajo su custodia. No puedo abandonar S’uthlam hasta que no me haya sido devuelta sana y salva.

—?Olvide a ese condenado animal! —Entre mis abundantes dones no se halla el de la memoria selectiva — dijo Tuf—. He cumplido mi parte de nuestro acuerdo. Debe entregarme a Desorden o habra infringido nuestro contrato. —No puedo —le replico Tolly Mune irritada—. Todas las moscas, gusanos e hiladores de la estacion saben que esa maldita bestia es nuestra rehen. Si tomo un tren con Desorden bajo el brazo, se daran cuenta de ello y alguien empezara a preguntar por ahi. Si espera el tiempo necesario para que le devuelva esa gata lo pondra en peligro todo.

—Pese a ello —dijo Haviland Tuf—,debo insistir. —?Maldito sea! —grito la Maestre de Puerto, desconectando la pantalla con un furioso golpe.

Nada mas llegar al gran atrio del hotel el encargado la recibio con una brillante sonrisa.

—?Maestre de Puerto! —le dijo con expresion de felicidad—. Que alegria verla… Ya sabra que la estan buscando. Si quiere recibir la llamada en mi oficina particular…

—Lo siento —dijo ella—, tengo asuntos muy urgentes que atender. La recibire en mi habitacion. —Paso junto a el casi corriendo y fue hacia los ascensores.

En el exterior de la habitacion se encontraban los centinelas que ella misma habia colocado ahi.

—Maestre de Puerto Mune —dijo el de la izquierda—. Nos dijeron que si aparecia por aqui, debia llamar inmediatamente a la oficina de seguridad.

—Claro, claro —replico ella—. Bajen ahora mismo al atrio y no pierdan ni un segundo.

—?Hay algun problema? —Uno bastante gordo. Se estan peleando. No creo que el personal del hotel sea capaz de controlar las cosas por si solo.

—Nos ocuparemos de ellos, Mama —dijeron, echando a correr.

Tolly Mune entro en la habitacion sintiendo el alivio que representaba su gravedad reducida a un cuarto comparada con la gravedad completa de los pasillos y del atrio. Mas alla de las tres capas de plastiacero transparente de la ventana, se distinguia el enorme globo de S’uthlam, la superficie rocosa de la Casa de la Arana y el resplandor de la telarana. Incluso podia ver la brillante linea del Arca, iluminada por la luz amarilla de S’ulstar.

Desorden estaba dormida sobre la almohada flotante que habia ante la ventana, pero nada mas entrar la gata desperto y, de un salto, estuvo en el suelo, ronroneando estruendosamente y corriendo hacia ella.

—Yo tambien me alegro de verte —dijo Tolly Mune, cogiendo al animal—, pero debo sacarte de aqui sin perder ni un segundo. —Miro a su alrededor buscando algo que fuera lo bastante grande como para ocultar a su rehen.

La unidad de comunicaciones empezo a zumbar pero no le hizo el menor caso y siguio buscando.

—?Maldicion! —dijo, furiosa. Tenia que esconder a esa condenada gata pero, ?como? Intento envolverla en una toalla, pero a Desorden la idea no parecio gustarle en lo mas minimo.

La pantalla se ilumino, sin duda obedeciendo a un codigo de alta seguridad, y Tolly Mune se encontro contemplando la cabeza del jefe de seguridad del Puerto.

—Maestre de Puerto Mune —le dijo, todavia con cierta deferencia. Tolly se pregunto cuanto tiempo iba a durar ese trato una vez hubiera entendido la situacion—. Al fin la encuentro. El Primer Consejero parece creer que tiene usted algun tipo de dificultades. ?Algun problema?

—En absoluto —dijo ella—. ?Hay alguna otra razon para molestarme, Danja?

El jefe de seguridad parecio encogerse visiblemente. —Mis disculpas, Mama. Las ordenes… Nos dieron instrucciones de localizarla sin perder ni un instante e informar de su paradero.

—Pues cumplalas —dijo ella. Danja volvio a disculparse y la pantalla se oscurecio. Estaba claro que nadie le habia informado todavia sobre lo que ocurria en el Arca. Bueno, al menos eso le daba un poco mas de tiempo. Tolly Mune registro metodicamente una vez mas la habitacion, tardando sus buenos diez minutos para ponerla patas arriba intentando encontrar algo que pudiera servirle para esconder a Desorden y finalmente decidio que era una causa perdida. Tendria que salir con ella de la habitacion, dirigirse a los muelles y requisar un trineo de vacio, dermotrajes y un receptaculo para la gata. Fue hacia la puerta, la abrio, salio al pasillo…

…y vio a los guardias corriendo hacia ella. Retrocedio de un salto y volvio a meterse en la habitacion. Desorden emitio un maullido de protesta. Tolly Mune le echo todos los cerrojos a la puerta y conecto el escudo de intimidad, aunque ello no parecio intimidar a los guardias, que empezaron a golpear la puerta.

—Maestre de Puerto Mune —dijo uno de ellos al otro lado de la puerta—, no habia ninguna pelea. Abra, por favor, tenemos que hablar.

—Largo —replico ella secamente—. Es una orden. —Lo siento, Mama —dijo el guardia—, quieren que llevemos a esa bestia abajo. Dicen que son instrucciones directas del consejo.

La unidad de comunicaciones comenzo a zumbar y unos segundos despues la pantalla se ilumino. Esta vez era la consejera de seguridad interna en persona.

—Tolly Mune —le dijo—, se la busca para someterla a interrogatorio. Rindase de inmediato.

—Aqui me tiene —le respondio Tolly Mune con identica sequedad a la empleada por ella—. Hagame sus malditas preguntas. —Los guardias seguian golpeando la puerta.

—Explique las razones de que haya vuelto ahi —dijo la consejera.

—Trabajo aqui —le replico Tolly Mune con voz melosa. —Sus acciones se encuentran en grave desacuerdo con la politica decidida por el consejo y no han sido aprobadas por este.

—Tampoco las decisiones del Gran Consejo han sido aprobadas por mi —dijo la Maestre de Puerto. Desorden miro la pantalla y le bufo.

—Tenga la amabilidad de considerarse bajo arresto. —No pienso hacerlo. —Cogio una gruesa mesita que habia junto a la pantalla {algo que resultaba bastante facil con un cuarto de gravedad) y se la arrojo. Los rechonchos rasgos de la consejera se desintegraron en un diluvio de chispas y pedazos de cristal.

Mientras tanto los guardias habian estado manipulando los circuitos de la puerta usando un codigo de seguridad. Tolly lo contrarresto, apelando a su prioridad como Maestre de Puerto, y oyo como uno de ellos maldecia.

—Mama —dijo el otro—, todo esto no servira de nada. Abra ahora mismo. No podra salir de aqui y en diez o veinte minutos habremos logrado cancelar su orden de prioridad.

Tolly Mune se dio cuenta de que tenia razon. Estaba encerrada en la habitacion y cuando hubieran conseguido abrir la puerta todo habria terminado. Miro a su alrededor, desesperada, buscando un arma, un modo de huir… algo. Pero no habia nada.

Muy lejos, en uno de los extremos de la telarana, el Arca brillaba iluminada por el sol de S’uthlam. Ahora ya debia encontrarse a salvo. Tolly esperaba que Tuf hubiera tenido el suficiente sentido comun como para cerrar la nave una vez hubiera salido de ella el ultimo obrero. Pero, ?seria capaz de irse sin Desorden? Bajo la cabeza y le acaricio la espalda.

—Tantos problemas por tu culpa —dijo. Desorden ronroneo. Tolly Mune miro de nuevo al Arca y luego a la puerta.

—Podriamos bombear gas ahi dentro —decia uno de los guardias—. Despues de todo, esa habitacion no es hermetica.

Tolly Mune sonrio. Dejo nuevamente a Desorden sobre la almohada, se subio a una silla y quito la tapa del sensor de emergencia. Llevaba mucho tiempo sin hacer ningun trabajo asi y le costo unos cuantos segundos

Вы читаете Los viajes de Tuf
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×