sido requisada de inmediato.

—Me doy cuenta de ello, creame, y tengo gran cuidado de evitar dichos mundos cuando elijo mi destino — dijo Haviland Tuf.

—Tuf, si quisieramos, podriamos apoderarnos de su maldita nave por la fuerza. Quiza sea el poder lo que da la propiedad, ?no?

—Es cierto que a sus ordenes se encuentra la feroz lealtad de ingentes masas de lacayos armados con lasers y pistolas neuronicas, en tanto que yo me encuentro totalmente solo. No soy sino un humilde comerciante y un ingeniero ecologico que no ha superado el rango de neofito y como unica compania tengo la de mis inofensivos felinos. Sin embargo, no carezco de ciertos recursos propios. Entra dentro de mis posibilidades teoricas el haber programado ciertas defensas en el Arca susceptibles de hacer dicho asalto mucho mas dificil de lo que pudiera creerse en un principio. Por supuesto que dicha idea es una pura teoria, pero haria bien en prestarle la debida consideracion. En cualquier caso, una accion militar brutal seria ilicita segun la jurisprudencia de S’uthlam.

Tolly Mune suspiro. —Ciertas culturas opinan que la propiedad viene dada por la capacidad de usar el bien poseido. Otras optan por la necesidad de usarlo.

—Estoy levemente familiarizado con dichas doctrinas. —Bien. S’uthlam necesita el Arca mas que usted, Tuf.

—Incorrecto. Necesito el Arca para practicar la profesion que he escogido y para ganarme la vida. Lo que su mundo precisa en estos momentos no es tanto la nave en si como la ingenieria ecologica. Por dicha razon le ofreci mis servicios y me encontre con que mi generosa oferta era despreciada y tildada de insuficiente.

—La utilidad —le interrumpio Tolly Mune—. Tenemos todo un maldito mundo lleno de brillantes cientificos. Usted mismo admite que es solo un comerciante. Podemos usar el Arca mejor que usted.

—Sus brillantes cientificos son casi todos especialistas en fisica, quimica, cibernetica y otros campos semejantes. S’uthlam no se encuentra particularmente avanzada en areas como la biologia, la gen etica o la ecologia. Esto es algo que me parece doblemente obvio. Si poseyeran expertos, como parece usted afirmar, en primer lugar no les resultaria tan urgente la necesidad de poseer el Arca y, en segundo lugar, sus problemas ecologicos no habrian sido dejados de lado, como lo han sido hasta alcanzar las proporciones actuales, francamente ominosas. Por lo tanto, pongo en duda su afirmacion en cuanto a que su pueblo sea capaz de utilizar la nave de modo mas eficiente. Desde que he llegado a poseer el Arca, y durante todo mi viaje hasta aqui, no he parado de consagrarme al estudio y, por lo tanto, creo que puedo atreverme a sugerir que ahora soy el unico ingeniero ecologico dotado de ciertas cualificaciones existentes en el espacio humano, excluyendo posiblemente a Prometeo.

El largo y palido rostro de Haviland Tuf no habia variado de expresion. Cada una de sus frases era articulada cuidadosamente y luego disparadas en gelidas e interminables salvas. A pesar de ello, Tolly Mune tuvo la sensacion de que tras la impenetrable fachada de Tuf habia una debilidad: el orgullo, el ego, una vanidad que podia utilizar para sus propios fines. Tolly alzo un dedo y lo blandio ante el.

—Palabras, Tuf, nada mas que malditas palabras. Puede hacerse llamar ingeniero ecologico, si le place, pero eso no quiere decir nada en absoluto. Puede hacerse llamar melon de agua, si le parece, ?Pero tendria un aspecto condenadamente ridiculo sentado en un cuenco lleno de crema!

—Ciertamente —dijo Tuf. —Le hago una apuesta —dijo ella, disponiendose a jugarse el todo por el todo—. Apuesto a que no tiene ni maldita idea sobre que hacer con esa condenada nave.

Haviland Tuf pestaneo y formo un puente con sus manos sobre la mesa.

—Una proposicion interesante —dijo—. Prosiga. Tolly Mune sonrio.

—Su gata contra su nave —dijo—. Ya he explicado cual es nuestro problema. Resuelvalo y tendra de vuelta a Desorden sana y salva. Fracase y nos quedaremos con el Arca.

Tuf levanto un dedo. —En el plan hay un defecto basico. Aunque se me impone una tarea formidable no siento repugnancia ante la idea de aceptar tal desafio, pero sugiero que los premios se encuentran muy desequilibrados. El Arca y Desorden me pertenecen, aunque me haya sido robada la posesion de esta ultima de un modo legal, si bien nada escrupuloso. Por lo tanto, de ello se desprende que, si gano, lo unico que consigo es recuperar la posesion de algo que, al empezar, ya era justamente mio, en tanto que el posible premio de la otra parte es mucho mayor. No me parece equitativo y tengo una contraoferta preparada. Vine a S’uthlam para conseguir ciertas reparaciones y cambios en mi nave. En el caso de que triunfe, quiero que dichos trabajos se lleven a cabo sin coste alguno para mi.

Tolly Mune se llevo el vaso a la boca a fin de conseguir un instante para considerar la oferta de Tuf. El hielo habia empezado a derretirse, pero el narco aun conservaba su potente sabor.

—?Cincuenta millones de unidades base regaladas? Eso es condenadamente excesivo.

—Tal era tambien mi opinion —dijo Tuf. Tolly sonrio.

—Puede que la gata fuera suya en un principio —dijo—, pero ahora es nuestra. En cuanto a las reparaciones, Tuf, hare una cosa: le dare credito.

—?En que terminos y con que indice de interes? —pregunto Tuf.

—Empezaremos inmediatamente los trabajos —dijo ella, aun sonriendo—. Si gana, cosa que no va a suceder, tendra a la gata de vuelta y le daremos un prestamo libre de intereses por el coste de la factura. Puede pagarnos con el dinero que vaya ganando ahi fuera.—agito vagamente la mano senalando al resto del universo—, trabajando en su maldita ingenieria ecologica. Pero tendremos una especie de hipoteca sobre el Arca y si no ha pagado la mitad del dinero en cinco anos, o su totalidad en diez, entonces la nave sera nuestra.

—La cifra original de cincuenta millones era excesiva —dijo Tuf—, y resulta claro que habia sido hinchada con el unico y exclusivo proposito de obligarme a la venta de mi nave. Sugiero que nos pongamos de acuerdo en una suma de veinte millones como base para el acuerdo.

—Ridiculo —respondio ella secamente—. Por ese precio ni tan siquiera podriamos llegar a pintar su condenada nave. Pero hare una rebaja: cuarenta y cinco.

—Veinticinco millones —sugirio Tuf—. Dado que me encuentro solo a bordo del Arca no es necesario que todas las cubiertas y sistemas funcionen a un nivel optimo. Que algunas de las cubiertas mas lejanas no esten en condiciones de operar, no resulta de una importancia decisiva. Afinare mi lista inicial de peticiones para que incluya tan solo las reparaciones que deben hacerse para mi seguridad, comodidad y conveniencia.

—Me parece justo —dijo ella—. Bajare a cuarenta millones.

—Treinta —insistio Tuf—, me parece una cifra ampliamente satisfactoria.

—No regateemos por unos cuantos millones —dijo Tolly Mune—. Va a perder, por lo que todo esto no tiene ninguna importancia.

—Mi punto de vista al respecto difiere un tanto del suyo. Treinta millones.

—Treinta y siete —dijo ella.

—Treinta y dos —replico Tuf.

—Esta claro que vamos a ponernos de acuerdo en los treinta y cinco, ?no? ?Hecho! —dijo Tolly extendiendo la mano.

Tuf la miro friamente.

—Treinta y cuatro —dijo con voz tranquila. Tolly Mune se rio, aparto la mano y dijo: —?Que importa? Treinta y cuatro. Haviland Tuf se puso en pie.

—Tomese otra copa —dijo ella abriendo los brazos—. Para festejar nuestra pequena apuesta.

—Me temo que debo rechazar la invitacion —dijo Tuf—. Ya hare ese festejo una vez haya ganado la apuesta. Por el momento, tengo mucho trabajo que hacer.

—No puedo creerlo —dijo Josen Rael en un tono de voz mas bien estridente. Tolly Mune habia puesto el volumen de su comunicador bastante alto para ahogar de ese modo las constantes e irritantes protestas de su prisionera felina.

—Josen, concedeme al menos un poco de inteligencia —dijo ella con voz quejosa—. Mi idea es condenadamente brillante.

—?Apostar con el futuro de nuestro mundo! ?Miles de millones de vidas! ?Estas esperando seriamente que sancione ese ridiculo pacto que habeis concluido?

Tolly Mune dio un sorbo a su ampolla de cerveza y suspiro. Luego, con una voz identica a la que habria utilizado para explicarle algo a un nino especialmente duro de mollera, dijo:

—No podemos perder, Josen. Piensalo un poco, si es que esa cosa que tienes dentro del craneo no esta demasiado atrofiada por la gravedad, como les ocurre a todos los gusanos, y sigue siendo capaz de tener ideas.

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