amarillas cubiertas de musgo. Media dos metros desde la punta de las unas delanteras hasta el extremo de la cola acorazada: el animal terrestre mas grande del planeta. No poseia esqueleto interno y, segun sus colegas, era rematadamente estupido; pero poseia un aparato respiratorio fascinante.

Al cabo de un rato, Gislason se saco algo de un bolsillo y lo desplego como si fuera un trozo de papel: una, dos, tres veces.

Era un tablero de ajedrez de tamano corriente. Golpeo un borde. De repente el tablero adquirio solidez: una sola pieza firme de metal y silicona. Los cuadrados rojos empezaron a brillar con un suave tono rosado. Los cuadrados negros siguieron siendo oscuros, como ventanas abiertas al espacio.

Impresionante, penso Anna.

El volvio a dar unos golpecitos en el tablero. Las piezas se materializaron, aunque esa no era realmente la palabra adecuada. Eran hologramas, estaban hecho de luz y no de materia.

Dos hileras de guerreros chinos. Detras de ellos, elefantes y consejeros, generales montados a caballo y un par de esplendidos emperadores de pie junto a sus delgadas y elegantes esposas. Un emperador iba vestido de rojo; el otro, de blanco y plateado.

—?Juega? —le pregunto Gislason.

—Se mover las piezas.

—Eso no es suficiente. —Toco el tablero. Uno de los guerreros saco una espada. La diminuta hoja resplandecio. La agito sobre su cabeza y avanzo.

?Como podia resistirse? Observo la partida. Los guerreros esgrimian espadas y pancartas. Los elefantes se amontonaban. Los caballos de los generales se encabritaban. Los consejeros se deslizaban como si los hicieran sobre cojinetes. Los emperadores avanzaban con energia y las peligrosas reinas se movian hacia delante con un curioso, tambaleante e inseguro andar.

Muy impresionante, aunque no cabia duda de que era un holograma. Los colores resultaban demasiado palidos. Los rojos y los blancos tenian un aspecto perlado e iridiscente, y las figuras carecian de solidez aunque fuesen tridimensionales y mostraran bellos detalles. De vez en cuando parpadeaban y se desvanecian un instante.

Dos ejercitos fantasmas, penso Anna. ?Por que luchaban?

—?Eso no es muy caro?—pregunto.

—?El tablero? Si. Pero en el espacio no hay muchas cosas en las que gastar dinero. Me gustan el ajedrez y los juguetes caros.

Gislason siguio jugando hasta que el avion comenzo su descenso. Entonces apago el tablero. Las diminutas y fantasmales figuras se desvanecieron. Plego el tablero y lo dejo a un lado mientras el avion se posaba… en el agua. Estaba segura. El aparato redujo la marcha, giro y finalmente se detuvo. La puerta que tenian delante, la que conducia al lugar donde estaba la cafetera, se abrio. Salio el soldado de las cejas azules.

—Debemos movernos con rapidez, teniente. La capa de nubes empieza a rasgarse.

Gislason asintio y se puso de pie.

—?Miembro?

Ella siguio a ambos hasta la puerta exterior. Cejas Azules la abrio y se zambullo en la oscuridad. Anna lo oyo chapotear.

—Un metro de profundidad —dijo—. Y esta fria.

—Miembro —dijo Gislason.

Anna salto, toco el agua y enseguida fondo. La arena se movio bajo sus pies. Empezo a caer y el soldado la cogio.

—?Se encuentra bien, miembro?

—Si.

Caminaron lentamente hasta la orilla, seguidos por Gislason. Cuando llegaron a tierra firme, ella volvio la vista atras. En la puerta habia otro soldado, esta vez una mujer. Cerro la puerta y la luz que salia del avion se apago. Un instante mas tarde vio una linterna en la mano del soldado de las cejas azules. La enfoco por delante de ellos, sobre una playa rocosa.

—Vamos.

Ella volvio a seguirlo como si estuviera en medio de un sueno. La luz de la linterna hizo visibles las piedras y luego la vegetacion musgosa. Ascendieron por una pendiente. Alrededor de ellos habia objetos, aproximadamente de la misma altura que las personas, pero estaban inmoviles y en silencio. ?Que eran?, penso Anna. El soldado levanto su linterna y enfoco el haz de luz sobre un arbol lleno de tocones. Una gruesa pelusa cubria el tronco y las ramas. No tenia hojas.

—?Donde estamos? —pregunto Anna—. ?En la mitad sur del continente?

—Creo que no puedo decirselo —respondio Gislason.

Si hubiera sido de dia, podria haber buscado animales con caparazon y garras. Pero tales animales eran diurnos. Tanto ellos como sus depredadores necesitaban el calor del sol.

La luz de la linterna mostro un acantilado que se extendia por delante de ellos, bajo y de piedra oscura y desigual, con una abertura por la que entraron: una cueva poco profunda. Al fondo habia una puerta. Anna la habria pasado por alto incluso con luz de dia. Estaba muy bien disimulada.

El soldado empujo y la puerta se abrio. Mas alla de esta se extendia un pasillo de hormigon, con tubos encendidos en el cielo raso. La luz que proyectaban era palida y tenia un matiz azul.

—Bienvenida a Camp Freedom{Freedom significa literalmente libertad. (N. de la T.)} —anuncio el soldado.

XIV

Entraron: primero Anna, luego Gislason y por fin el soldado, que cerro la puerta. Por el lado interior era de metal y tenia una rueda. El soldado la hizo girar como si estuviera cerrando la antigua camara acorazada de un banco.

—Avance por el pasillo —le indico Gislason.

Sus pasos retumbaron levemente. Anna no oyo nada salvo el zumbido de un sistema de circulacion de aire. Unos cien metros mas adelante llegaron a otra puerta. El soldado la abrio. Al otro lado habia luces brillantes y se oia una melodia. Anna reconocio la cancion. Habia sido un exito cuando ella llego por primera vez al limite de la Confederacion: Vivir en el limite de la Confederacion. Ya no recordaba el nombre del grupo. Habian aparecido y desaparecido como un cometa. Pero aquella cancion era fantastica: la mejor descripcion que habia oido de lo que suponia vivir «Donde nadie ha estado antes que yo / y todas las reglas son nuevas» y «los mensajes de la Tierra se convierten en ruido».

Sin embargo, en ese momento la musica estaba demasiado alta y no logro entender las palabras. Un sistema de sonido que no era nada del otro mundo.

—?Que ocurre? —pregunto Gislason.

El soldado de las cejas azules se encogio de hombros.

Este otro pasillo tenia puertas a ambos lados. Pasaron junto a unas cuantas, todas cerradas, y finalmente llegaron ante una que estaba abierta. Gislason la cogio del brazo y la hizo entrar.

Un despacho corriente, con una mujer de aspecto corriente sentada detras de un escritorio. Ni siquiera llevaba mohawk; el pelo —grueso, rizado y negro— le cubria la cabeza… Llevaba ropa de calle en lugar de uniforme militar: chaleco azul marino y blusa plateada del cuello alto. La corbata era oscura y estrecha y estaba sujeta con una aguja plateada con forma de delfin.

Gislason cerro la puerta. El volumen de la musica bajo notablemente.

—?Por que hacen tanto ruido?

—Tenemos problemas con el aislamiento acustico —respondio la mujer—. Entre las habitaciones y el pasillo. En ningun otro sitio. No se oye nada de una habitacion a otra, y el sonido no se filtra al exterior. Me he asegurado muy bien de eso. Pero teniendo en cuenta la situacion, la musica no me parece mala idea. —Hizo una breve pausa—. Y ayuda a levantar la moral. Nos recuerda que estamos luchando por la civilizacion humana. Usted debe de ser la miembro Perez.

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