accion. Francia nos ensenara los dientes, pero sin el apoyo britanico no se movera.»
Tenia razon Hitler cuando decia «en Europa no hay solidaridad, hay solo sumision». El ejercito frances hubiera podido terminar con Hitler en marzo de 1936 en un simple paseo militar, de haber dispuesto del apoyo solidario de Gran Bretana. Esa misma insolidaridad europea se evidencia en la Guerra Civil espanola, en la que la Republica, legalmente constituida, era atacada por parte del ejercito sublevado, en colaboracion con los partidos y fuerzas mas conservadoras de Espana. El Gobierno republicano no obtuvo el apoyo desinteresado de ningun pais, y unicamente pagando con sus reservas de oro consiguio el envio de armamento sovietico, mientras los demas paises se acogian a un acuerdo de neutralidad respetado mas o menos escrupulosamente, pero que Italia y Alemania vulneraron sistematicamente con el suministro de millares de hombres y grandes cantidades de armamento destinados al bando golpista.
Al parecer, Hitler decidio ayudar a Franco sin ningun proposito claro, al menos inicialmente. Goebbels escribe en su diario: «El
«Ayer, a ultima hora de la tarde, llamado de nuevo a la Cancilleria del Reich. El
En la madrugada del 31 de mayo, el acorazado de bolsillo
En algun momento Hitler debio concebir la esperanza de que Espana, bajo Franco, seria una prolongacion de la Alemania nazi o de la Italia fascista, lo que justificaria el esfuerzo belico, pero pronto perdio toda esperanza en Franco como politico y como ideologo: «El
«Por la tarde, con el
Si la politica exterior y la preparacion con vistas a una guerra -que el creia que Alemania podria afrontar hacia 1943- absorbian buena parte de las energias de Hitler, aun le quedaban fuerzas para proseguir en su obsesion antijudia. Tras las leyes de 1933, que expulsaban de numerosos empleos estatales a los no arios, es decir, a los judios, estos tuvieron un ligero respiro, pero el 15 de septiembre de 1935, con ocasion del congreso del partido nazi en Nuremberg, Hitler presento un conjunto de medidas, que fueron bautizadas como Leyes de Nuremberg, destinadas a «excluir a los judios de toda participacion en la vida politica de Alemania», convirtiendolos en ciudadanos de segunda clase. Entre las medidas que imponian esas leyes estaba la prohibicion de contraer matrimonio con judios, de mantener relaciones sexuales con ellos e, incluso, de realizar trabajos domesticos en las casas de los judios; a estos se les prohibia emplear la bandera del Reich y sus colores, participar en las elecciones, ocupar cargos publicos o cualquier puesto de responsabilidad civil. Los soldados judios debieron abandonar el ejercito y solo tuvieron derecho a percibir subsidios los soldados y oficiales que hubieran estado en el ejercito antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Si hasta este momento el exodo de los judios alemanes fue importante, a partir de las Leyes de Nuremberg se torno masivo, pero ni siquiera les era facil ya abandonar Alemania. Si tenian bienes y los donaban al Estado, se les abrian de par en par las puertas de las fronteras; si no los tenian o se negaban a renunciar a ellos, sus permisos de salida se eternizaban.
Hitler apretaria aun mas el dogal antisemita. Entre la puesta en marcha de las Leyes de Nuremberg y la «Noche de los cristales rotos» -el 9 de noviembre de 1938-, la vida de los judios en Alemania se iria convirtiendo paulatinamente en una pesadilla. Se les prohibio acudir a los conciertos, al cine, al teatro, a las escuelas estatales; se les retiraron los permisos de conducir y el ejercicio de profesiones como dentista o veterinario; se les impidio el acceso a los examenes profesionales para las camaras de comercio, industria y artesania. Los nazis legislaron incluso la lista de nombres entre los cuales podian elegir los judios; quien llevara ya nombre de pila diferente a los autorizados debia anadir
Hitler tenia un «magnifico» plan para celebrar el decimoquinto aniversario del
El 7 de noviembre Herschel Grynszpan, judio polaco de diecisiete anos, tomo una pistola y entro en la embajada alemana en Paris con el proposito de asesinar al embajador para llamar la atencion sobre el atropello de que eran objeto los judios en Alemania. Solo consiguio llegar hasta el tercer secretario de la embajada, Ernst von Rath, que murio dos dias despues a consecuencia de las heridas sufridas. Ese asesinato puso en marcha el pogromo planeado con antelacion. La mayoria de los barrios judios de los nucleos de poblacion importantes fue rodeada por gentes de las SA y de las SS, que iniciaron una ordalia que aun averguenza a Alemania. En aquella noche de horror, 91 judios fueron asesinados, 35.000 detenidos y deportados a campos de concentracion, 815 comercios incendiados, 7.500 tiendas saqueadas y rotos sus escaparates (de ahi el nombre que recuerda aquella salvajada nazi: la «Noche de los cristales rotos»), 171 viviendas privadas y 191 sinagogas arrasadas por el fuego y 76 templos demolidos. Para mayor escarnio, Goering pidio a la comunidad judia que evaluara los danos, que ascendieron a la suma de mil millones de marcos. Un mes despues se les exigio que, en concepto de multa, entregasen esa cifra para fomentar el plan cuatrienal. A partir de ese momento, a ningun judio en Alemania le cupo duda alguna de su destino; malvendieron sus propiedades y abandonaron el pais y, si nada tenian, pidieron ayuda a sus familiares y amigos en el extranjero para que les enviaran el precio de su rescate. Infortunadamente, muchos no pudieron escapar. Cuando Hitler llego al poder habia en Alemania cerca de 600.000 judios; cuando comenzo la Segunda Guerra Mundial -el 1 de septiembre de 1939- apenas eran 210.000, de los cuales 170.000 perecieron en las carceles y campos de concentracion nazis.
