falsedad y el endiosamiento de Hitler fueron inconmensurables en aquel discurso, que terminaba asi:

«He restaurado la unidad historica de la nacion alemana y lo he conseguido, senor Roosevelt, sin derramamiento de sangre y sin arrastrar a mi pais y, por tanto, tampoco a los demas, a las miserias de la guerra. Yo, que era hace veintiun anos un trabajador desconocido y un simple soldado, he conseguido todo esto gracias a mi propia energia, senor Roosevelt, y, por tanto, puedo pretender un lugar en la Historia, junto a aquellos hombres que han hecho lo maximo que puede pedirse en justicia a un solo individuo.»

Efectivamente, iba a pasar a la Historia. Hitler, que acababa de cumplir medio siglo, comenzaba a temer que la vejez le impidiera llevar a cabo sus proyectos de extenderse hacia el este a costa de Polonia y la Union Sovietica y, de paso, terminar con el comunismo. Tenia que darse prisa si queria tener finalizado su proyecto del «Reich milenario» antes de que los achaques de la ancianidad se lo impidieran. Tanta era la urgencia de Hitler que, al dia siguiente de su discurso, reunio a un grupo de sus jefes militares mas relevantes para comunicarles que la conquista de Polonia seria inmediata y que esta vez supondria seguramente la guerra porque ya no podia esperarse que Francia y Gran Bretana se plegasen al chantaje, como habia ocurrido con Checoslovaquia. Las notas tomadas por el ayudante de Hitler, el teniente coronel Schmundt, no dejan lugar a dudas. Hitler creia que esa vez se veria obligado a combatir contra Francia y el Reino Unido, pero creia tener la formula para vencerles:

«Lo principal es descargar sobre el enemigo un golpe decisivo desde el principio. No es cuestion de pararse a considerar tratados, de frenarse por cuestiones morales, por valoraciones sobre el bien o el mal.»

Y si el ejercito se comenzaba a preparar, la diplomacia se le habia adelantado, pues Von Ribbentrop estaba trabajando en la creacion de un casus belli con Polonia desde el otono anterior. El 24 de octubre de 1938, el ministro aleman de Asuntos Exteriores invito a almorzar al embajador polaco, Josef Lipsky, en el Gran Hotel de Berchtesgaden. Joachim von Ribbentrop, hombre de mundo, buen conversador y experto en vinos, se mostro encantador durante toda la comida, tanto que el embajador polaco, que habia acudido a la cita cargado de recelos, comenzo a relajarse a la hora de los postres. Fue entonces, como si acabara de hacer un formidable y casual descubrimiento, cuando el ministro aleman le espeto a su invitado un «plan definitivo» para terminar con los problemas germano-polacos. Varsovia renunciaria a Dantzig en favor de Alemania y permitiria al III Reich la construccion de carreteras y vias ferreas, con derecho a extraterritorialidad, a traves de la Pomerania polaca. Con el bocado de pastel atravesado en la garganta, Lipsky debio escuchar las generosas contrapartidas: ventajas economicas y de comunicaciones con el puerto de Dantzig y la prolongacion durante veinticinco anos del Pacto de no agresion firmado con Polonia en 1934 y vigente hasta 1944.

El embajador polaco comunico a su ministro de Exteriores, Josef Beck, el contenido de tan indigesto almuerzo. Pese a la alarma del Gobierno de Varsovia, Beck dio a su embajador instrucciones para que considerase el asunto pura iniciativa de un diplomatico poco experto, como era el caso de Von Ribbentrop, y de que dejara enfriar el asunto antes de dar una respuesta. Lipsky demoro una nueva entrevista con Von Ribbentrop hasta el 19 de noviembre. Le dijo que Polonia queria la paz y la colaboracion con Alemania, pero necesitaba Dantzig y no lo cederia al Reich. Sin embargo, aunque resultara muy complicado de manejar, Varsovia estaba dispuesta a «sustituir las garantias y prerrogativas establecidas por la Sociedad de Naciones por un acuerdo bilateral polaco- aleman» que garantizase la existencia de la ciudad libre y los derechos de sus habitantes alemanes y polacos. Con maneras diplomaticas, Lipsky dejo claro que la incorporacion violenta de Dantzig al III Reich conduciria inevitablemente a un conflicto. El ministro aleman se mostro cordial y relajado durante toda la entrevista, de modo que el embajador polaco se reafirmo en su idea de que, tal como habia pensado, era un asunto del ministro, por lo que carecia de la gravedad que inicialmente habia supuesto.

Durante cuatro meses, con algunos sobresaltos intermedios, se mantuvo la calma entre Berlin y Varsovia. Josef Beck fue recibido cortesmente por Hitler en Berchtesgaden y escucho de labios del Fuhrer su interes por una Polonia fuerte: «Las divisiones que Polonia mantiene en la frontera rusa ahorran a Alemania la correspondiente carga militar.» En enero de 1939, Von Ribbentrop visito Varsovia y, aunque no se avanzo nada, se mantuvieron las relaciones correctas e, incluso, los gestos amistosos. El propio Hitler proclamaba en un discurso pronunciado el 30 de enero: «A lo largo de los revueltos meses del ultimo ano, la amistad germano-polaca se ha mostrado como un factor de estabilidad y pacificacion en la vida politica europea.»

Pero esos gestos apaciguadores solo eran cortinas de humo empleadas por Hitler para tranquilizar a las potencias europeas mientras consumaba la ocupacion de Bohemia-Moravia y la reincorporacion de Memel al Reich. Cumplidos esos objetivos se precipitaron los acontecimientos. El 26 de marzo de 1939, Von Ribbentrop espetaba a Lipsky: «Toda agresion polaca contra Dantzig sera considerada como una agresion contra el Reich.» Dos dias despues, en Varsovia, Beck comunicaba al embajador aleman, Von Moltke, que «toda intervencion alemana para cambiar el statu quo de Dantzig sera considerado como una agresion contra Polonia». El final de aquella entrevista fue asi de grafico:

Moltke: ?Deseais negociar a punta de bayoneta!

Beck: Ese es vuestro sistema.

?En que se basaba la firmeza polaca? Primordialmente, en sus alianzas, pues desde 1921 estaba vinculada a Francia con un acuerdo de defensa mutua. Existian, tambien, garantias britanicas y conversaciones en curso para estrechar esos vinculos, que se mostraron el 31 de marzo a la opinion publica tras su aprobacion en la Camara de los Comunes:

«El Gobierno de su Majestad se consideraria inmediatamente obligado a apoyar a Polonia por todos los medios en el caso de que cualquier accion hiciera peligrar claramente la independencia polaca y el Gobierno polaco estimase de interes vital resistir con sus fuerzas nacionales.»

Pero Varsovia tambien confiaba en el poderio de su ejercito. En aquellos momentos, los militares del mundo entero tenian por definitivas las lecciones de la Primera Guerra Mundial. Por eso el ejercito polaco, aunque considerado inferior al aleman, se veia en condiciones de resistir incluso un ano a la Wehrmacht. El poderio de las Fuerzas Armadas de Hitler causaria una sorpresa generalizada, pero la confianza de Polonia en sus soldados mas que ignorante resulto ciega. Por ejemplo, Polonia daba en 1939 un valor casi definitivo a sus seis divisiones de caballeria, arma que luego, durante la Segunda Guerra Mundial, emplearian solo los italianos en contadas ocasiones y los sovieticos en labores de persecucion.

Berlin despreciaba los argumentos polacos. Estaba dispuesto a afrontar la guerra, aunque hubiera preferido triunfos mas faciles, como el de Checoslovaquia. En cuanto a sus posibilidades militares, los alemanes se sabian muy superiores. Tenian una ventaja de 4 a 1 en infanteria (1.600.000 soldados frente a 400.000), de 6 a 1 en medios acorazados (2.500 carros de combate frente a 400, que eran, ademas, anticuados y mas pequenos) y de 5 a 1 en aviacion (2.500 a 500, tambien inferiores en armamento y velocidad).

Habia algo que si inquietaba a los alemanes y era la Union Sovietica. Hitler aun recordaba la pesadilla que habia supuesto para Alemania combatir en dos frentes durante la Gran Guerra. Por eso, desde enero, cuando vio que los polacos no cederian «por las buenas» en la cuestion de Dantzig, ordeno a Von Ribbentrop que abriera negociaciones con Moscu. El asunto no era facil. El ministro de Exteriores sovietico, Litvinov, estaba a punto de abandonar el cargo el 3 de mayo, en el que seria relevado por Molotov. El nuevo ministro debia debutar con la negociacion de un pacto tripartito Moscu-Paris-Londres, que hubiera maniatado a Berlin de haber llegado a buen puerto. Pero la diplomacia nazi se movio con mayor rapidez: el 20 de mayo de 1939 Molotov recibio en su despacho al embajador aleman, Friedrich Werner von der Schulenburg, para tratar sobre un acuerdo economico entre ambos paises. Molotov, apenas iniciada la conversacion, dejo claro que no habria acuerdo si antes no existian «bases politicas» firmes entre Moscu y Berlin. El diplomatico aleman no consiguio en esa entrevista que el ministro sovietico le definiera lo que entendia por «bases politicas», pero Hitler y Von Ribbentrop advirtieron que se les estaba brindando una oportunidad unica.

En los dos meses siguientes, mientras el acuerdo tripartito URSS-Reino Unido-Francia se atascaba por las continuas reticencias sovieticas, el embajador aleman en Moscu fue recibido al menos en cinco ocasiones por

Вы читаете El Ultimo Dia De Adolf Hitler
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату