alemanes en Dunkerque. El ejercito aliado sufrio en la batalla de Belgica mas de cien mil muertos, mas de trescientos mil heridos y dejo en manos alemanas millon y medio de prisioneros, mas un inmenso botin de guerra. La batalla de Francia, que se libraria entre el 5 y el 22 de junio, fue mas dura para los alemanes que la fase anterior, pero el destino del pais estaba escrito desde la derrota en los campos de Flandes. El 14 de junio, las primeras tropas alemanas penetraban en Paris mientras el Gobierno, refugiado en Burdeos, debatia en medio del marasmo general si rendirse o trasladarse a Argelia y continuar desde alli la guerra con la flota y las tropas que pudieran salvarse. Se impuso el criterio del mariscal Petain: «La patria no se lleva en la suela de los zapatos.» Por tanto, habia que quedarse en Francia, solicitar el alto el fuego y defender lo que se pudiera en el territorio metropolitano. El 17 de junio, Petain se hacia cargo del Gobierno y solicitaba el armisticio, que se firmo el 22 de junio en el bosque de Compiegne.

La fulgurante campana de seis semanas fue vivida por Hitler cerca del frente. Primero, en Munstereifel, Alemania, junto a la frontera belga; luego en Bruly-de-Peche, Belgica, al lado de la frontera francesa. Paso esos cuarenta dias bajo una tremenda tension nerviosa, siempre creyendo que los franceses le estaban preparando una celada en la que caerian sus generales, victimas de su apresuramiento. En las reuniones con sus asesores trataba de frenar los avances vertiginosos de sus fuerzas acorazadas, ordenando que los carros esperasen a la infanteria. El 17 de mayo ordeno que las columnas acorazadas de Kleist frenaran su avance hacia el Canal. Guderian, que conducia el ataque, presento su dimision: el error de Hitler concedio un dia de tregua a los aliados. El dia 18 rocio a Haider y a Brauchitsch con una andanada de improperios e insultos: la Wehrmacht estaba a punto de malograr la campana. Halder consigna en su diario:

«El Fuhrer esta terriblemente nervioso. Asustado ante su propio exito, teme aceptar algunos riesgos y prefiere frenar nuestras iniciativas […] Su visita al grupo de ejercitos B solo ha producido turbacion y duda.»

El 19 enloquecio cuando su Estado Mayor no pudo situar a cincuenta divisiones aliadas, a las que se creia atrapadas en Flandes. El dia 20, sin embargo, estallo euforico cuando le comunicaron que sus vanguardias acorazadas habian alcanzado el Canal; incluso se acordo de su ministro de la Guerra, calumniado y destituido dos anos antes:

«No debo olvidar en este momento cuanto le debo al mariscal Von Blomberg. Sin su ayuda, la Wehrmacht nunca hubiera llegado a ser el magnifico instrumento que nos ha proporcionado la victoria.»

Esa euforia le lleva a ordenar, el dia 24, que los carros de Guderian -que habia recuperado su mando veinticuatro horas despues de su dimision- detengan su avance sobre Dunkerque, permitiendo que se concentrase alli medio millon de soldados aliados, que en gran parte pudo ser evacuado hacia las Islas Britanicas. Cuando el dia 26 cambio de parecer, sus tropas acorazadas tardaron horas en poder reanudar la marcha y hallaron una fuerte resistencia, dispuesta por los aliados en el respiro que Hitler les habia regalado.

Durante el resto de la campana, Hitler se sintio ya ganador de la guerra. Nombro al abogado austriaco Seyss- Inquart gobernador de Holanda, con la orden de remodelar el pais segun la mentalidad nacionalsocialista. Mas fortuna tuvieron los belgas -cuya resistencia admiro a Hitler- que recibieron como gobernador al general Falkenhaussen, cuya moderada actuacion termino por hacerle caer en desgracia en 1944. La principal preocupacion de Hitler hasta el armisticio fue redactar el documento de la capitulacion francesa y la ceremonia que debia acompanarla. El 21 de junio llego la delegacion alemana al bosque de Compiegne, siendo recibida por la banda de un regimiento aleman al son del Deutschland uber Alles. Alli, en un claro del bosque, estaba el vagon-restaurante en el que se firmara la capitulacion alemana de la Primera Guerra Mundial: en el se rubricaria la capitulacion francesa y Hitler ocuparia el sillon que el mariscal Foch habia utilizado en aquella ocasion. Cuando llegaron los comisionados franceses -los generales Huntziger y Bergeret, el vicealmirante Le Luc y el diplomatico Leon Noel- la banda militar les atrono con el Deutschland uber Alles. Entraron en el vagon y fueron recibidos con una leve y fria inclinacion de cabeza por la delegacion alemana -Hitler, Hess, Goering, Von Ribbentrop, el interprete Paul Schmidt, los generales Keitel y Brauchitsch y el almirante Raeder-. Keitel leyo el prologo de las condiciones de armisticio y el interprete Schmidt lo tradujo al frances. Luego, Hitler se puso en pie, saludo brazo en alto y abandono el vagon, sonando nuevamente el Deutschland uber Alles cuando salio al aire libre. Los demas jerifaltes nazis le siguieron y para la lectura del resto del documento se quedaron solos Keitel y Schmidt con la delegacion francesa, a la que no se quiso dar tiempo ni para considerar el contenido del documento. Finalmente, Keitel cedio a las demandas francesas y la firma se retraso hasta las 18.50 h del 22 de junio. Concluida la ceremonia, el historico vagon de ferrocarril fue trasladado a Berlin. Los demas recuerdos de la rendicion alemana de 1918 fueron demolidos y solo quedo en pie, por orden de Hitler, la estatua del mariscal Foch, que aun se conserva en Compiegne.

El armisticio entro en vigor el 25 de junio. El viernes, 28, a las 5.30 h de la madrugada, Hitler llegaba a Paris a bordo de un avion que aterrizo en el aeropuerto de Le Bourget. Tres Mercedes blindados le recogieron junto con su sequito para trasladarles a la ciudad. En el primero viajaba el Fuhrer, acompanado por los arquitectos Speer y Giessler, el escultor Breker y el ayudante Schmundt. La primera visita en Paris fue a la Opera, edificio neo-barroco del arquitecto Gamier que entusiasmaba a Hitler: «?Mi Opera! Desde mi primera juventud he sonado con ver directamente este simbolo del genio arquitectonico frances.»

Ante sus acompanantes, el Fuhrer hizo una exhibicion de sus conocimientos sobre el edificio, su distribucion y su historia, adquiridos en sus lecturas sobre los grandes templos de la opera. Siguio luego la visita -siempre en automovil, con apenas algunos minutos para ver de cerca algo que le interesara especialmente- por la ciudad que comenzaba a despertarse: los Campos Eliseos, la Madeleine, el Trocadero, la torre Eiffel. En ese punto se pararon y hay una famosa foto en la que Hitler, rodeado de militares, aparece paseando con la torre al fondo. Realmente, junto a los militares hay tres civiles a los que se ordeno vestir con ropas de la oficialidad alemana: son el escultor Breker, a la izquierda del Fuhrer, y los arquitectos Speer y Giessler, a la derecha. Tambien paso por el Arco de Triunfo, el monumento al Soldado Desconocido y los Invalidos, donde permanecio unos minutos en silencio ante el sarcofago de Napoleon Bonaparte. Cuando salieron a la calle comento al fotografo Hoffmann: «Ha sido el mas bello momento de mi vida.» Sin embargo, apenas mostro interes por Notre-Dame, la Sainte-Chapelle o el Louvre. Curiosamente, se detuvo al pie del Sacre-Coeur, donde permanecio unos minutos, rodeado por sus guardaespaldas, mientras numerosas personas pasaban por alli camino de misa. Segun Albert Speer, «fue reconocido por muchos fieles, que no le prestaron ninguna atencion». Cuando, a las 9 h, dieron por finalizada la visita, Hitler le dijo a Speer: «Poder ver Paris ha sido el sueno de toda mi vida. No puedo expresar todo lo feliz que soy al ver cumplido hoy este deseo.» Nunca mas regreso a la capital francesa, pero aquella misma noche le comunico a su arquitecto que debia preparar los planos para hacer un nuevo Berlin, ante cuya grandiosidad palideciera la capital de Francia. Nunca podria ver cumplida esa megalomania. La guerra que habia desatado se tragaria todas las fuerzas y recursos del pais y, finalmente, consumiria a la propia Alemania.

Hitler tenia, tambien, otros suenos aquellos dias. Creia que el Reino Unido se avendria a firmar una paz con Alemania. Cuando perdio la esperanza curso instrucciones para que el ejercito de tierra preparara una campana contra las Islas Britanicas, «Operacion Leon Marino», proyecto para el que precisaba una armada capaz de enfrentarse a la inglesa. Como eso no podia improvisarse, ordeno a su flota submarina que realizara los mayores esfuerzos para debilitar el poderio naval britanico y a la Luftwaffe que atacara los puertos ingleses. En este punto -agosto de 1940-, se inicio la llamada Batalla de Inglaterra. Los alemanes, que segun Speer no mostraban entusiasmo alguno por las formidables victorias que estaban logrando sus soldados, comenzaron a tener buenas razones para temer el futuro.

Los ataques contra puertos, industrias, aeropuertos y ciudades britanicas mostraron las primeras debilidades alemanas. Sus cazas no eran superiores a los britanicos, sus bombarderos resultaban muy vulnerables ante la caza enemiga y su radio de accion era escaso para esas misiones; sus industrias eran impotentes para enjugar las perdidas de aviones, sus escuelas de entrenamiento se mostraron demasiado limitadas para sustituir a los pilotos derribados sobre suelo enemigo y las destrucciones causadas por sus ataques resultaban minimas en relacion con los medios empleados. En resumen, Alemania perdio la Batalla de Inglaterra porque no consiguio aduenarse del cielo britanico, ni eliminar a las Reales Fuerzas Aereas (RAF), ni paralizar su industria, destruir sus

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