alguna indiscrecion, arruinandole sus planes.

El pesado silencio de la habitacion producia somnolencia. Hitler volvio al otono de 1939, a su fulminante victoria sobre Polonia. Acaricio maquinalmente su Cruz de Hierro, que se habia puesto cuando comenzo la campana de Polonia y que casi no se habia quitado en cinco largos anos. Cuando se rindio Varsovia, el 27 de septiembre de 1939, nadie podria negar que intento llegar a un acuerdo con Gran Bretana y Francia. El mundo entero era testigo de que trato de convocar una conferencia de paz y de evitar aquel conflicto mundial, pero britanicos y franceses se empenaron en defender Polonia, aquel pais artificial cuyas fronteras se habian movido en todas las direcciones a lo largo de la Historia. ?Con que derecho habian otorgado un corredor, sobre suelo aleman, a los polacos? Pero el, solo el, cambiando unos ridiculos planes del Estado Mayor aleman que les hubieran llevado a un resultado similar al de la Gran Guerra, les derroto en la ofensiva mas brillante de las guerras modernas. Hindenburg -se lo habian contado- le habia llamado alguna vez «el pequeno cabo bohemio»; sin embargo, el habia conseguido en Francia «la mayor victoria que se habia dado en la historia mundial» donde Hindenburg y Ludendorff habian fracasado estrepitosamente.

LOS DULCES DIAS DE LA VICTORIA

La rapida victoria sobre Polonia, que inauguraba la Blitzkrieg o guerra relampago, impresiono mas a los franceses y a los britanicos que a los alemanes. Paris y Londres, que tuvieron a su merced las fronteras alemanas del sur, asistieron hipnotizados a las maniobras alemanas en Polonia, con la unica preocupacion de fabricar mas armas y reunir mas hombres para conseguir una superioridad abrumadora sobre Hitler. Este regreso a Berlin la vispera de la rendicion de Varsovia, feliz por la victoria y preocupado por la reaccion de sus enemigos. Lo que no podia esperarse el Fuhrer fue la recepcion que le aguardaba. Sonaba con recibimientos triunfales de epopeya germanica o con los desfiles victoriosos de los generales romanos. No hubo nada. Como nadie lo habia organizado oficialmente, nadie espontaneamente se habia brindado a entonar el ritorna vincitor. La victoria en Polonia no entusiasmo a los alemanes, angustiados desde el 3 de septiembre por la declaracion de guerra franco-britanica.

La misma opresion atenazo el animo del Fuhrer. Varias veces durante ocho meses pospuso el ataque contra Francia porque su coraje se contraia ante el umbral de cada fecha. Vociferaba en sus mitines contra franceses y britanicos, argumentaba en sus reuniones militares sobre la superioridad artillera, aerea y blindada de Alemania, pero no se decidia a atacar. Y esto por un motivo psicologico (el panico a meterse en un atolladero como el de la Primera Guerra Mundial) y por una razon practica (carecer de un plan de campana que le satisficiera plenamente). Sin embargo, se daba cuenta de que cada dia que pasaba disminuia su ventaja: Londres y Paris unidas disponian de mayor capacidad de reclutamiento e instruccion que Alemania y tenian, tambien, superior poder economico e industrial, de modo que, perdida la oportunidad de crearle a Hitler un doble frente, lo mejor para los aliados era posponer la guerra cuanto pudieran.

Se dio asi un periodo, bautizado por la prensa como la Drole de guerre («La guerra en broma») en la que ambos bandos iniciaron una frenetica carrera de armamentos y de planes, ofensivos los de Berlin, defensivos los de Paris y Londres. Ese periodo, que va desde el otono de 1939 a la primavera de 1940, no estuvo totalmente ocupado por una «guerra en broma», sino por una guerra caliente que, en numerosos aspectos, anunciaba lo que pasaria en los cinco anos siguientes.

En el mar, Hitler comenzaba a sufrir sus primeros sinsabores con la flota de superficie -el «acorazado de bolsillo» Graf Spee fue volado por la tripulacion ante Montevideo, al no poder burlar el cerco britanico- y sus primeras alegrias con la flota de submarinos, que hundian varios navios britanicos, entre ellos el portaaviones Royal Oak. Sin embargo, la construccion de submarinos apenas compensaba las perdidas sufridas por los mismos en esos meses. Asi seria en adelante; la flota alemana de superficie no podria competir con la britanica. La flota submarina del III Reich causaria graves quebraderos de cabeza a los aliados, pero sus perdidas serian tan altas que la construccion de submarinos, cada vez mas grandes y eficaces, iria siempre por detras de las necesidades.

En tierra seguian los exitos. Noruega se convirtio en una pieza a cobrar ambicionada por ambos bandos. Los britanicos vieron la importancia de sus bases para acorralar navalmente a los alemanes. Estos se dieron cuenta de que serian embotellados en el mar del Norte o, mas aun, que Suecia -donde compraban buena parte del mineral de hierro que necesitaba su industria militar- podria ser presionada hasta el punto de suspender sus exportaciones a Alemania e, incluso, podria ser inducida a integrarse en el bando aliado si su vecina Noruega militaba en el. Los alemanes ganaron por la mano; sus tropas desembarcaron en Tromso, Narvik, Trondheim, Bergen y Oslo y, ademas, ocuparon Dinamarca en abril de 1940. En ese mismo mes de abril, tropas anglo-francesas desembarcaron en Namsos y en Narvik, pero despues de un mes de lucha los soldados aliados debieron ser reembarcados o se vieron obligados a la rendicion. Hitler se apuntaba la segunda victoria de la guerra.

Todo ello no seria apenas nada comparado con la campana de los Paises Bajos y Francia. El Estado Mayor aleman tenia un proyecto de ataque a traves de Holanda y Belgica -el Plan Amarillo- que parecia un mal calco de Plan Schlieffen empleado por los alemanes en la Gran Guerra. Hitler lo detestaba, Guderian -el teorico aleman de la moderna guerra de carros- lo odiaba; Von Manstein -jefe del Estado Mayor del mariscal Rundstedt y quiza el mas brillante tactico de la Segunda Guerra Mundial- lo creia un suicidio, pero los aliados trabajaban en su neutralizacion porque sus servicios de espionaje habian obtenido pruebas de los proyectos alemanes. Hitler sabia que no podia atacar la «Linea Maginot», fortificacion francesa enfrentada al sur de Alemania que podria resultar inexpugnable, y estaba seguro -por amarga experiencia- de que un ataque por los campos de Flandes podria desembocar en una aterradora e interminable guerra de trincheras, como ocurriera en 1914-1918. Solo habia un tercer camino: entre ambas zonas se hallan las Ardenas, terreno accidentado, boscoso, con escasas y estrechas vias de comunicacion, tenido como impracticable para grandes ejercitos con numerosa impedimenta. Ese era el punto flaco de los aliados y por ahi atacarian los alemanes, que distraerian a las principales fuerzas enemigas con el esperado ataque por Belgica y Holanda. Claro que tambien en este ultimo escenario belico cabia la fantasia: se emplearian fuerzas de paracaidistas y planeadores tras las lineas belgas.

Paralelamente, Von Manstein convencia al mariscal Rundstedt de un plan similar, que Guderian aplaudia, asegurando que sus carros de combate podian atravesar las Ardenas si un gran ataque de distraccion en los Paises Bajos entretenia a los anglo-franceses. La coincidencia de las ideas de Hitler con las de Von Manstein daria lugar a un nuevo Plan Amarillo, con la variante Golpe de hoz. Los alemanes atacarian en Belgica y atraerian hacia ese frente a las principales fuerzas enemigas, mientras tropas acorazadas atravesarian rapidamente las Ardenas y romperian el frente frances entre Sedan y Namur, girando inmediatamente hacia su derecha -«Golpe de hoz»- hasta alcanzar el mar en la zona de Calais, cercando al grueso de las tropas aliadas en Belgica. Hoy parece sencillo y logico, pero entonces era tan atrevido que el mariscal Von Brauchitsch, jefe de la Wehrmacht, se opuso rotundamente, y el Alto Mando Aliado desecho cualquier posibilidad de ataque serio en esa region, que fue guarnecida con las tropas de menos calidad.

Ese era el plan que decidiria la batalla de Francia y el destino de Europa durante los siguientes cinco anos. Por lo que se refiere a los medios de combate, las cosas -al menos sobre el papel- estaban igualadas. Los aliados contaban con 137 divisiones de infanteria, los alemanes con 136; las fuerzas acorazadas aliadas eran mas numerosas e, incluso, disponian de carros mejores que los modelos pequenos de los alemanes; la aviacion del III Reich era, sin embargo, mas numerosa y sus aparatos, en general, mejores. Es decir, iban a chocar dos ejercitos parecidos en numero y medios de combate, pero cuya diferencia cualitativa resultaba abismal: los alemanes estaban mejor mandados. Tenian una doctrina moderna y original sobre el empleo de los carros de combate y la colaboracion de estos con la fuerza aerea en las rupturas de los frentes. Habian adquirido practica en la campana de Polonia y analizado y corregido los defectos que alli se produjeron; poseian un plan de ataque sorprendente y osado. En el bando aliado habia una concepcion anticuada de la guerra: no se planteaba el empleo concentrado y autonomo de las fuerzas blindadas, sino que se usaban como apoyo de la infanteria. Se desconocia la colaboracion entre fuerzas blindadas y aereas. El mando era disperso y el adiestramiento mediocre: la moral resultaba baja, despues de ocho meses de inactividad en las trincheras, mientras el enemigo nazi conquistaba Polonia y sometia Noruega y Dinamarca.

El 10 de mayo comenzo el ataque aleman. La campana se desarrollo casi con tanta perfeccion como si se hubiera tratado del montaje de un guion cinematografico. El frente de las Ardenas estaba roto el 13 de mayo. El dia 20, las fuerzas acorazadas de Kleist alcanzaban el Canal de la Mancha, copando en la zona de Dunkerque al grueso del ejercito aliado. El dia 28 capitularon los belgas. El 3 de junio las tropas aliadas se rindieron a los

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