«Si la Providencia me alejo en su dia de esta ciudad para ser el dirigente del Reich, debio hacerlo para encomendarme una mision: restituir mi amada patria al Reich aleman. Yo he creido en esa mision; he vivido y luchado por ella y ahora la he cumplido.»

El siguiente paso eran los Sudetes, unos 2.800.000 checos de origen aleman que vivian en Bohemia. Entre ellos tenia solida implantacion el NSDAP, que dirigia Konrad Henlein, gracias al apoyo politico y economico de Berlin. En la primavera de 1938, la actividad subversiva y reivindicativa de los sudetes se convirtio en el primer problema de Checoslovaquia, junto con la amenaza cada vez mas clara e inminente que llegaba desde Alemania. El 30 de mayo Hitler distribuia la siguiente consigna entre sus mandos militares: «Es mi decision definitiva aplastar Checoslovaquia en un futuro inmediato.» La campana antichecoslovaca llego en Alemania a todo tipo de falsedades que acusaban a los checos de vejaciones, latrocinios y asesinatos contra la minoria alemana, la mayoria de los cuales solo existio en la mente de Goebbels y sus satelites. Ante la alarmante situacion, el primer ministro britanico, Chamberlain, solicito una entrevista a Hitler para «buscar una solucion pacifica».

Hitler recibio a Chamberlain el 15 de septiembre de 1938 en su casa de Berchtesgaden, que desde hacia poco tiempo se denominaba Berghof Como siempre ocurria, Hitler hablo durante casi tres horas, en las que conto a su interlocutor todo el Mein Kampf y los multiples derechos que le asistian para emplear la fuerza contra Checoslovaquia. Chamberlain le escucho cortesmente, apenas interrumpiendole con media docena de frases, aunque cada vez se sentia mas alarmado. Al final, sin embargo, no pudo contenerse y le espeto a Hitler:

«Si le he comprendido bien, esta usted dispuesto a atacar Checoslovaquia pase lo que pase. Si esto es asi, ?por que me ha hecho venir hasta Berchtesgaden? En esta situacion, lo mejor es que me vaya inmediatamente. Todo esto es inutil.»

Hitler se dio cuenta de que habia ido demasiado lejos. Pese a su cortesia, tolerancia y pacifismo, Chamberlain no era el canciller austriaco. El Fuhrer dio marcha atras, cambiando el terreno de la discusion, y propuso al premier britanico que tratasen el contencioso de los Sudetes a la luz del principio de autodeterminacion. Chamberlain le replico que ante ese giro del problema deberia consultar la situacion con su gabinete, por lo que deseaba volver inmediatamente a Londres. «Despues podremos reanudar esta conversacion», termino el britanico y, segun el interprete de Hitler, Paul Schmidt, que asistio a la entrevista, le sobro la ultima frase. Hitler se fue poniendo livido, conforme hablaba Chamberlain, suponiendo que Gran Bretana iba a oponerse a Alemania, pero cuando el premier dejo abierta la puerta del dialogo, advirtio que le tenia en su terreno. Efectivamente, en Londres no habia oposicion alguna a un plebiscito de autodeterminacion ni a una ocupacion alemana de los Sudetes. Paris, ligada a Praga por un tratado de defensa mutua, no queria la guerra a ningun precio; por tanto, los Sudetes se convertian en el precio de la paz. Comprendian, sin embargo, tanto en Londres como en Paris, que la evacuacion checa de los Sudetes deberia ser ordenada y por etapas y que, al finalizar, deberian garantizar la fragil frontera desarmada entre Alemania y la Checoslovaquia resultante de esa nueva situacion.

Chamberlain viajo nuevamente a Alemania y se entrevisto con Hitler en Godesberg el 22 de septiembre, presentandole el plan escalonado de evacuacion checa de los Sudetes. El ingenuo premier, que se consideraba un paladin de la paz y que creia estar salvando a Europa de la guerra, no pudo contener su asombro y, al final, su indignacion cuando Hitler, en un ataque de ira, le dijo que aquellos planes hubieran estado bien quince dias antes, pero que ante los nuevos acontecimientos en Checoslovaquia, lo maximo que podia conceder era dos dias. El britanico le replico que su pais se habia comprometido a patrocinar un plan escalonado y que, ni como politico ni como hombre, estaba dispuesto a faltar a su palabra. Entro entonces Hitler en uno de aquellos formidables ataques de ira en los que -segun testigos presenciales- temblaba de pies a cabeza, se le desorbitaban los ojos, echaba espumarajos por la boca, agitaba espasmodicamente los punos golpeando cuanto hallaba cerca de si e, incluso, se tiraba al suelo, retorciendose alli como una fiera, llegando alguna vez a morder las alfombras. En esta ocasion no llego a tanto, pero al verle gesticular y gritar, Chamberlain regreso a su hotel.

Al dia siguiente, tras arduas negociaciones en las que el Fuhrer chalaneo tanto con Checoslovaquia como con el ego del primer ministro, Hitler concedio para la evacuacion hasta el 1 de octubre e hizo feliz al ingenuo britanico asegurandole que solo por el hacia concesion tan extraordinaria, lo que le convertia en el salvador de la paz en Europa. Chamberlain regreso a Londres y trato, con el apoyo de Francia, de convencer al presidente de Checoslovaquia, Edouard Benes, de que cediera. Abandonada por todos, Praga se rindio. El 29 de septiembre se reunio en Munich una cumbre a la que asistieron Hitler, Mussolini por Italia, Chamberlain por el Reino Unido, Daladier por Francia y un representante del Gobierno checo. Hitler llevo la voz cantante, Mussolini apenas intervino, Chamberlain y Daladier solo pusieron reparos a cuestiones de matiz y al checo no se le permitio hablar. Los acuerdos que desmembraban Checoslovaquia, mas aun, que la desintegrarian y la entregarian al Fuhrer, se firmaron ya en la madrugada del 30 de septiembre, aunque llevan la fecha del 29. Daladier regreso a Francia con aquel documento que ni garantizaba la independencia del resto de Checoslovaquia ni mantenia la paz en Europa, por lo que le parecia papel mojado. Chamberlain, en el colmo de la ingenuidad, regreso como un triunfador a Gran Bretana. A quien ponia en duda la eficacia de aquel documento, el premier le rebatia asegurandole que el propio Fuhrer le habia dicho que aquella era su ultima pretension territorial.

Mientras tanto, las tropas alemanas entraban en los Sudetes el 1 de octubre de 1938 y ocuparon todo el territorio en diez dias. Seis meses despues, Checoslovaquia habia desaparecido. En su destruccion Polonia y Hungria colaboraron con Alemania, mientras Eslovaquia se escindia bajo el liderazgo de monsenor Tiso, satelite de Berlin. El ultimo acto de aquella «muerte anunciada» tuvo lugar el 14 de marzo de 1939 en la Cancilleria del Reich. Alli estaba el anciano presidente de Checoslovaquia, Emil Hacha, sucesor de Benes, al que Hitler le exigio la soberania de los restos de su pais. Hoffmann, que realizo las fotografias de la entrevista, cuenta que el angustiado Hacha sufrio un desmayo:

«El presidente de Checoslovaquia se hallaba desplomado en un sillon, con la respiracion jadeante y sufriendo un verdadero ataque de nervios. Morell [el medico de Hitler] le puso una inyeccion y no bien el viejo recupero la serenidad, se reanudaron las negociaciones.»

Con el documento firmado en sus manos, Hitler se sentia ufano y feliz y bromeo con su medico: «?Vayase al diablo con su maldita inyeccion…! ?Si que puede usted ufanarse! Reanimo usted tanto al viejo que por un momento temi que se negase a firmar.» Durante la noche de ese mismo dia, la del 14 al 15 de marzo, las tropas alemanas ocuparon Praga y los centros neuralgicos del pais, que se convertia en el protectorado de Bohemia- Moravia. El mismo dia de la invasion, por la tarde, Hitler viajo a Praga para saborear las mieles de la victoria y el 16, por la manana, presidio un desfile en las heladas calles de la capital.

Aquello le gusto tanto que el 23 de mayo de 1939 hacia lo propio en Memel, la vieja ciudad fortaleza de los caballeros teutonicos, que pertenecio a Prusia Oriental hasta el final de la Gran Guerra. El Tratado de Versalles se la habia adjudicado a Lituania, que resolvio devolversela a Hitler tras las amenazas de invasion desde el mar y el aire. Hitler se vio invencible. Sin disparar un solo tiro habia recuperado el Sarre y Memel, remilitarizado Renania, anexionado Austria y los Sudetes y establecido un protectorado sobre Bohemia-Moravia. Por aquellos dias, Mussolini se anexionaba Albania y la II Republica Espanola resultaba definitivamente derrotada, el 1 de abril de 1939, quedando Espana bajo una dictadura militar. La situacion era tan inquietante en Europa que el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, dirigio a Hitler y a Mussolini un mensaje para que finalizaran su politica agresiva y firmasen tratados que garantizasen la paz en Europa por veinte anos, prometiendo, por su parte, acuerdos de libertad de comercio. El documento pedia, tambien, que no fueran atacados ni invadidos treinta paises de Europa, Oriente Medio y norte de Africa. Hitler se ocupo de responder al presidente norteamericano el dia 28 de abril en un discurso. Desarrollo todos los viejos argumentos historicos, las afrentas de Versalles, la sinrazon de paises creados tras la Gran Guerra, la amenaza que representaban para Alemania, la inmensa tarea desarrollada por el NSDAP para sacar a Alemania del paro y la ruina, los generosos esfuerzos desplegados para evitar la guerra en Europa y resolver los contenciosos por medio de tratados… El cinismo, el maniqueismo, la

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