Hitler iba alcanzando sus metas de forma inexorable, pero su impaciente caracter le impedia disfrutar de sus conquistas y aun no habia terminado un proyecto cuando corria tras el siguiente. El 5 de noviembre de 1937, por la tarde, reunio discretamente en la Cancilleria a sus jefes militares y a su ministro de Asuntos Exteriores. Al amplio despacho del
«Caballeros, […] el objetivo de la politica exterior alemana debe ser primordialmente la seguridad del pueblo y su elevacion moral y material. La cuestion del
Hitler inicio un monologo que se prolongo durante tres horas y media, en cuyo transcurso fue afinando propositos, plazos y teorias hasta poner ante su atonito auditorio un panorama aterrador. Habia que reunir en la Gran Alemania a todos los alemanes, comenzando por los austriacos y siguiendo por los sudetes. Era imprescindible unificar el propio territorio aleman, partido por Dantzig y resultaba ineludible ensanchar las fronteras para permitir la expansion de la poblacion alemana, lo que se haria, en un primer momento, a costa de Polonia. Todo eso ocurriria cuando Alemania hubiera terminado sus programas de rearme, entre 1943 y 1945, y antes de que Gran Bretana y Francia hubiesen concluido los suyos.
Por otro lado -seguia elucubrando Hitler-, Gran Bretana estaba demasiado ocupada con los problemas de su imperio como para desvelarse por lejanos asuntos centroeuropeos. Bastaria para calmar sus recelos un tratado que garantizase a Londres su imperio de ultramar y su dominio sobre los mares; incluso seria posible que los britanicos, convenientemente compensados, no tuviesen inconveniente alguno en permitir que Alemania se hiciera con el control de Angola, que pertenecia al imperio colonial portugues. Francia tampoco seria un obstaculo; los franceses estaba demasiado divididos, muy preocupados por la Guerra Civil espanola y por la creciente amenaza mediterranea que significaba Italia.
En su interminable monologo, Hitler fue concretando objetivos. Lo primero era afrontar las cuestiones austriaca y checoslovaca. Londres no intervendria. Para evitar que Paris se inmiscuyera habria que aprovechar cualquier problema interior frances o esperar que tuviese un contencioso con Italia. El pacto con Polonia podria servir como garantia de la neutralidad polaca. Hitler se animaba, sacando a sus silenciosos oyentes de la modorra en que les habia sumido la perorata y, hacia las 23 h, todos se sintieron asombrosamente despiertos cuando el
Invitados a formular preguntas o presentar reparos, Von Blomberg dudo de la capacidad de las fuerzas alemanas para forzar la frontera checa y aseguro que Francia, aun involucrada en un conflicto en el Mediterraneo, dispondria de tropas suficientes como para atacar Alemania desde el sur. A esta opinion se sumo Von Frisch, que valoro las fuerzas francesas en una superioridad de dos a uno sobre Alemania, con lo que Renania estaria a merced de Francia en caso de guerra. Hitler les escuchaba sombriamente, pese a lo cual el ministro de Asuntos Exteriores, Von Neurath, se atrevio a anadir que le parecia sumamente improbable una guerra franco-italiana a corto plazo.
Oidas estas opiniones contrarias, Hitler los despidio a todos con una doble decision en su pensamiento: el lo veia con claridad, mientras los demas carecian de la suficiente perspectiva para analizar correctamente la situacion. Era, sin embargo, intolerable que su ejercito y su diplomacia estuvieran en manos de gentes que ni tenian la agudeza de sintonizar con su mente superior, ni la humildad de seguirle con fe ciega. Von Neurath, Von Blomberg y Von Fritsch acababan de ser sentenciados. El primero fue relevado de su puesto en febrero de 1938 y situado al frente de un organismo que no tuvo funcion alguna. Von Blomberg, que era viudo, se caso con una joven secretaria, contando con Hitler y Goering como testigos. La Gestapo averiguo que la joven esposa habia ejercido la prostitucion en los peores anos de la crisis economica alemana y el ministro de la Guerra fue invitado a dimitir. Von Blomberg tenia poco apego al cargo, presento su renuncia a Hitler y se fue de vacaciones a Italia con su esposa. Su comportamiento fue tan docil y tan amable su despedida que el «leoncito de goma» se merecio una carta de recomendacion del
Hitler tenia ya todas las piezas en sus manos a mediados de febrero. Era, pues, el momento de iniciar las operaciones. Austria constituia la primera presa. El socialcristiano Schuschnigg, sucesor de Dollfuss, veia crecer la fuerza nazi en Austria, pese a todas las prohibiciones legales interpuestas por su Gobierno, al tiempo que disminuian los apoyos internacionales a Viena. Tras la firma, en 1936, del pacto italo-germano, Schuschnigg ya no podia contar con la amistad de Mussolini, tampoco suscitaba muchas simpatias en Francia y Gran Bretana aceptaba la union plebiscitaria de Austria al Reich aleman. Intento, por tanto, formar una pequena alianza con Checoslovaquia y Hungria, pero fracaso porque los checos tambien se sentian amenazados y preferian no provocar a Hitler, mientras que los hungaros se hallaban ya mas cerca de Berlin que de Viena. Lo unico que su ejercito podia hacer era intentar algunas obras de fortificacion en la frontera, pero apenas se habian comenzado cuando Schuschnigg fue citado por Hitler en Obersalzberg, el 12 de febrero de 1938, y en una conversacion «de tu a tu» le trato con la brutalidad premeditada que nadie era capaz de practicar como el. Alli acorralo al canciller austriaco, le humillo, engano y amenazo con la inmediata declaracion de guerra e invasion hasta que consiguio que el desconcertado y aterrorizado Schuschnigg firmara un documento que, de hecho, significaba la incorporacion de Austria al III Reich.
El canciller habia firmado la legalizacion del NSDAP en Austria y la amnistia para sus miembros encarcelados, la inclusion en su Gobierno de tres ministros nazis (nada menos que Defensa, Economia e Interior, cartera esta ultima que tomo Arthur Seyss-Inquart, personaje destacado en el museo nazi de los horrores) y, para dulcificar la claudicacion, un tratado economico con Alemania. Cuando Schuschnigg retorno a Viena y valoro las consecuencias de lo firmado trato de jugarse sus muy escasas posibilidades en un «ordago»: que los austriacos votaran en un plebiscito si querian su independencia o preferian la union con Alemania. Nunca sabremos que hubieran decidido los austriacos el 13 de marzo de 1938, porque la vispera las tropas alemanas penetraron en Austria sin hallar resistencia alguna. El dia 13, senalado para el referendum, Hitler entro en Austria justo por su pueblo natal, Braunau am Inn. Su fotografo, Hoffmann, narra el momento:
«En medio del puente, es decir, en la frontera austro-alemana, un oficial aleman esperaba. Unos ninos, con ropas de fiesta, rodearon el coche del
»Durante horas, los gritos de
Hitler les lanzo un mensaje mesianico desde aquel balcon: