izquierda del Elba: Eisenhower regalo Berlin a los sovieticos. Dicen que el general Bradley informo a su superior que alcanzar la capital alemana les costaria, como minimo, 100.000 mil hombres y que, a la vista de semejante precio, Ike renuncio a la capital alemana. Si esto fue asi, demostraria que Bradley no tenia ni idea de las fuerzas alemanas que le cerraban el camino hacia Berlin -no mas de 250.000 hombres mal armados, sin aviacion, completamente desmoralizados y sin el mas minimo interes en seguir combatiendo contra los aliados occidentales- y que Eisenhower era un ciego politico. Las consecuencias de aquella decision duraron hasta 1989.
Stalin, evidentemente, conocia mejor el valor simbolico y material de la capital alemana y, aunque sus tropas estaban agotadas tras los formidables embates de enero, febrero y marzo, ordeno a sus mariscales que reanudaran la ofensiva. El 16 de abril, el Grupo de Ejercitos del mariscal Zukov abrio fuego con 20.000 canones a lo largo de 100 km del frente del Oder. Berlin, a unos 80 km de distancia, pudo escuchar sobrecogida el eco del canoneo. La resistencia alemana duro cuatro dias, al cabo de los cuales sus gastadas unidades fueron dislocadas, envueltas, apresadas, rechazadas o destruidas.
Ese nuevo desastre ocurrio justamente el dia 20 de abril, en el que Hitler cumplio cincuenta y seis anos. A mediodia subio torpemente las escaleras del bunker y salio al jardin de la Cancilleria, donde felicito con voz apagada a un grupo de chicos de las Juventudes Hitlerianas que se habian distinguido en la lucha. Fue esa la ultima vez que vio la luz del dia. Por la tarde, se dieron cita en el bunker muchos militares y politicos relevantes para felicitarle; recibio uno tras otro a los principales y charlo privadamente con ellos unos minutos. Despues, sostuvo una reunion de guerra en la que no pudieron convencerle de que abandonara Berlin; sin embargo, ordeno que Doenitz, con los mandos principales de la Jefatura Militar, incluyendo a Keitel y Jodl, estableciera su puesto de mando en el norte de Alemania, mientras Goering, que habia dispuesto una enorme caravana de camiones con todos sus tesoros -retirados de sus casas berlinesas y del palacio de Karinhall- se dirigiria hacia Berchtesgaden… Algunos testigos presenciales aseguraron que Hitler se quedo pasmado ante la marcha de Goering; otros, sin embargo, aseguraron que Hitler le despidio carinosamente, rogandole que tuviera precauciones ante la posibilidad de que los aliados hubieran cortado ya las carreteras. Cuando se fueron, el bunker quedo silencioso. Ya en su despacho, Hitler comento a las dos secretarias que le acompanaban: «Me siento como un lama tibetano, haciendo girar inutilmente la vacia rueda de oraciones. Debo forzar aqui el destino o morire en Berlin.» Al dia siguiente, por la manana, fue despertado por su mayordomo, Linge, que, muy asustado, le aseguro que la artilleria sovietica disparaba sobre Berlin. Efectivamente, era una bateria pesada que fue localizada a unos 20 km del corazon de la ciudad. Los sovieticos habian roto las lineas alemanas y avanzaban con rapidez hacia la capital de Hitler. Tres dias despues, el 24 de abril, la tenaza sovietica se cerraba sobre Berlin.
Dentro de la ciudad quedaban mas de 2.000.000 de civiles y unos 200.000 hombres armados procedentes de unidades desarticuladas -que se retiraban ante el avance sovietico-, de la policia, de los batallones ministeriales, de los municipales, de las Juventudes Hitlerianas y de la
Esas eran ya las ultimas tropas de Hitler, pues las otras fuerzas, a las que insensatamente se aferrarian hasta el ultimo momento los ocupantes de la Cancilleria, eran poco menos que vanas esperanzas. El 9.° Ejercito del general Busse constituia una bolsa movil que se retiraba desde el Oder y avanzaba hacia el oeste, rodeada de ejercitos sovieticos, llevando en su interior millares de civiles fugitivos. La extraordinaria pericia de Busse les condujo hasta el Elba, tras dos semanas de combates, donde se rindio a los aliados. Felix Steiner era un general de las SS promocionado a ultima hora por Hitler. Recibio la orden de romper el cerco de Berlin por el norte y se encontro ante fuerzas sovieticas muy superiores en numero y armamento, por lo que paso inmediatamente a la defensiva. Steiner era un tipo brutal y poco habil, pero no idiota, y sabia muy bien que aquellas heterogeneas tropas que mandaba, armadas con poco mas que fusiles y ametralladoras, no constituian un ejercito de choque capaz de perforar las lineas de Zukov. Steiner fue sustituido por el general Holste, que tampoco pudo cambiar la situacion de inferioridad en que se hallaban sus soldados. Mayor fundamento tuvieron las esperanzas en Wenck, un buen general, al mando del 12.° Ejercito, que desde el Elba giro hacia Berlin, importandole poco Hitler y su camarilla, pero mucho la poblacion civil de la capital. Sus tropas libraron epicos combates con las vanguardias sovieticas por romper el cerco, consiguiendo enlazar el 28 de abril con la guarnicion de Potsdam y con las vanguardias de Busse. El 29 de abril, los Ejercitos 12.° y 9.°, agotados y fuertemente presionados por los sovieticos, comenzaron a replegarse hacia el Elba. Hitler debia enfrentarse a solas con su destino.
Cerca de la medianoche del 29 de abril llego al bunker el jefe de la defensa de Berlin, general Weidling. Desconocia la situacion fuera de la ciudad, pero sus noticias de la lucha callejera eran malas. Se combatia con fiereza a aquellas horas en la estacion de Potsdam, pero sus hombres carecian de granadas y armas pesadas; ya no habia medios para reparar los carros de combate ni los canones de asalto y escaseaban los
Se produjo un silencio sepulcral, interrumpido por un hilo de voz de Hitler que preguntaba al general de las SS Mohnke, jefe militar del bunker, si compartia aquella opinion.
Hitler habia escuchado bastante. Se incorporo con un gran esfuerzo e hizo ademan de abandonar la pequena estancia, pero fue detenido por la pregunta del general Weidling:
Hitler medito unos segundos:
Abandono la habitacion, pero la ultima idea le preocupaba tanto que, a continuacion, escribio una carta confirmando esta orden a los generales Weidling y Mohnke. Apenas habia terminado de redactar la nota, cerca de la medianoche, cuando llego el esperado telegrama de Keitel que respondia a las cinco preguntas formuladas por Hitler a las 19.52 h:
«1) La vanguardia de Wenck ha quedado detenida al sur del lago Schwielow. 2) En consecuencia, el 12.° Ejercito no puede proseguir su ofensiva hacia Berlin. 3) El grueso del 9.° Ejercito esta cercado. 4) Las fuerzas de Holste se han visto obligadas a pasar a la defensiva.»
Un impresionante silencio acogio la lectura del telegrama. No necesitaron comentario alguno para entender lo que aquello significaba: las ultimas fuerzas alemanas estaban siendo rechazadas. Cualquier esperanza de auxilio quedaba descartada. Estaban condenados a muerte.