de la produccion industrial de un ano, despues de perder el norte de Africa y tras observar a los norteamericanos en accion en el frente occidental. Peor aun: hasta entonces los bombardeos aliados sobre Alemania habian sido poco mas que testimoniales, apenas unos pocos aparatos en operaciones esporadicas. En 1942 los bombardeos aliados se convirtieron en intolerables y, ya claramente, la Luftwaffe era incapaz de contrarrestarlos.

La sucesion de las derrotas militares, el malestar en la retaguardia y los insuficientes triunfos en el mar avinagraban el caracter de Hitler, cada vez mas solo, mas raro y mas violento. Ante las derrotas de esta epoca, segun Speer, Hitler perdia los estribos y gritaba atropelladamente a sus asesores militares:

«?No solo son ustedes unos cobardes, sino que, ademas, son unos mentirosos! ?Son unos redomados embusteros! ?En la Academia de Estado Mayor se ensena, principalmente, a enganar y a estafar! ?Zeitzler, esos datos son falsos! ?A usted tambien le mienten! ?Le aseguro que la situacion esta expuesta de forma pesimista para inducirme a ordenar la retirada!»

Se quejaba, tambien, de la fragilidad de los soldados alemanes del momento, comparada con la de los combatientes en la Gran Guerra:

«Los soldados de la Primera Guerra Mundial eran mucho mas duros. ?Lo que tuvimos que aguantar en Verdun o en el Somme! Los actuales soldados correrian despavoridos ante situaciones como aquellas.»

EL CANTO DEL CISNE

Era inutil enganarse con bravatas. Los aliados disponian de una poblacion cuadruple para reclutar hombres y, tambien, era cuatro veces mayor su capacidad industrial y mucho mejor su posicion estrategica. En el frente del este, al concluir el invierno de 1942-1943, los alemanes habian retrocedido sensiblemente respecto a las posiciones del ano anterior y los generales sovieticos ya tenian claro que ellos serian los vencedores. En el norte de Africa, la desesperada resistencia germano-italiana era solo un espejismo del duro desierto: los aliados, senores del Mediterraneo, eran duenos de la victoria. En el mar, mientras los hundimientos ocasionados por los submarinos de Doenitz descendian a la mitad de los del ano anterior, las construcciones navales anglo- norteamericanas se duplicaban. En el aire, la Luftwaffe era literalmente barrida por la superioridad numerica y tecnologica de la aviacion aliada que, dia y noche, comenzo a destruir los centros industriales y las ciudades alemanas, italianas y francesas. En 1943 sufrieron atroces bombardeos Hamburgo, Berlin, Bremen, Rennes, Ruan, Burdeos, Nantes y Roma, los campos petroliferos rumanos de Ploesti, los centros fabriles de Renania, Colonia, etc. Y, en el Pacifico, las cosas no marchaban mejor; los norteamericanos desembarcaban victoriosamente en las islas Aleutianas, en las Salomon, Nueva Georgia y Nueva Guinea. A lo largo de 1943, el Eje fue obligado a rendirse en el norte de Africa y los aliados desembarcaron en Italia, donde fue depuesto Mussolini; en el frente del este fracasaba la ultima gran ofensiva alemana, la tenaza sobre el saliente de Kursk. En la Union Sovietica, incluso el aire comenzo a pertenecer a la aviacion roja y, en adelante, todas las ofensivas serian iniciativa de Stalin.

No era menos preocupante la situacion en el Mediterraneo en aquel otono de 1943. Italia se habia pasado al bando aliado y se enfrentaba a Alemania. Mussolini, liberado en el Gran Sasso, constituia el gobierno fascista de Salo, titere de las decisiones alemanas. Ante el aliado en desgracia, Hitler tenia palabras magnanimas:

«Es logico que este triste ante la singular injusticia que se comete con este hombre y ante el humillante trato que se le ha conferido. Este lider politico, durante los veinte anos ultimos, ha luchado unicamente por el bienestar de su pueblo y ahora se le trata como a un vulgar delincuente.»

En consecuencia, ordenaba a sus fuerzas que fusilaran a todos los jefes italianos que se opusieran a las fuerzas alemanas a la par que debia reforzar sus ejercitos del sur para frenar el avance aliado. Hitler, que habia odiado la posibilidad de tener que combatir en dos frentes, estaba abocado a hacerlo en cuatro: el este, Italia, el aire y, pronto, Francia.

A finales de aquel desastroso ano, Alemania aun tenia un formidable ejercito, compuesto por unos cuatro millones de hombres, pero el pais se agotaba. Sus muertos sobrepasaban el millon, sus mutilados graves eran una cifra similar y constituian un reclamo contra la guerra en todas las ciudades germanas. Peor todavia era el acoso aereo de los ingleses durante las interminables noches y de los norteamericanos durante los angustiosos dias. En diciembre de 1943, los norteamericanos efectuaron 5.618 misiones de bombardeo sobre territorios dominados por el III Reich, lanzando mas de 25.000 toneladas de bombas sobre centros fabriles, nudos de comunicaciones y campos petroliferos. Simultaneamente, los britanicos se cebaron en las ciudades alemanas: entre noviembre y diciembre de 1943 arrojaron sobre Berlin mas de 14.000 toneladas de bombas, convirtiendo la capital del Reich en un campo de ruinas. En conjunto, britanicos y norteamericanos tiraron sobre Alemania 135.000 toneladas de bombas en 1943, causando una formidable destruccion civil, tanto en personas como en estructuras. Menos apreciable fue su efecto en la produccion industrial, que batio ese ano todos los records, pero debe resaltarse que a la defensa antiaerea del Reich se dedico a partir de entonces casi una cuarta parte de los hombres y un porcentaje similar de la produccion artillera, mas que los empleados, por ejemplo, en Italia y Francia (10 y 20 por ciento, respectivamente).

Mientras las ciudades alemanas se convertian en escombros, sus habitantes eran acosados por el incesante peligro de los bombardeos, por el hambre que no podian calmar las escualidas porciones del racionamiento, por el luto que ya afectaba a la mayoria de las familias, por el agotamiento de interminables jornadas laborales, por el miedo a la Gestapo, cuyas carceles estaban atestadas de gentes que se habian atrevido a disentir. Hacia ese pueblo aleman, agotado, famelico, aterrado, pero que aun combatia con desesperacion en el frente y en la retaguardia, Hitler solo sentia desprecio: «Si el pueblo aleman nos defrauda, no merece que luchemos por su futuro; en ese caso podriamos prescindir de el con toda justicia.»

Luego estaba Francia. Desde finales de 1943, un criado turco de la embajada britanica en Ankara, que se hacia llamar por el nombre clave «Ciceron», le estaba proporcionando al embajador aleman en Turquia, Von Papen, un interesante material que informaba de la apertura del segundo frente, cuyo nombre clave era «Overlord». Hitler hablaba del asunto en su directiva numero 51:

«… El peligro continua en el este, pero una amenaza todavia mayor ha surgido en el oeste: ?un desembarco anglo-norteamericano! En el este, la magnitud del territorio nos permite ceder terreno, incluso en importantes proporciones, sin que el sistema neuralgico aleman padezca un desastre irreparable. ?Pero la situacion no es igual en el oeste! Si el enemigo consiguiera perforar nuestras defensas, las consecuencias serian desastrosas. Todo indica que el enemigo iniciara una ofensiva contra la fachada occidental europea no mas tarde del final de la proxima primavera o, tal vez, antes.»

En prevision del ataque aliado en la fachada atlantica de los paises conquistados en 1940, Hitler habia ordenado construir la «Muralla del Atlantico», una linea de fortificaciones que iban desde la frontera espanola hasta Noruega. Realmente la Muralla era un termino muy pretencioso, pues en pocos lugares era verdaderamente consistente, tal como pudo comprobar el mariscal Rommel cuando, a finales de 1943, Hitler le encomendo la mision de acelerar las construcciones defensivas.

Para defender esa costa atlantica contaba Hitler con cerca de medio millon de hombres, cuya vida resultaba mas incomoda cada dia debido a la creciente resistencia francesa. Los franceses habian sido, en general, unos colaboradores comodos de los alemanes en 1940, pero en 1941 Berlin comenzo a necesitar su mano de obra y a deportarla a Alemania y eso lanzo a muchos franceses al maquis. La resistencia aumento en 1942, hasta el punto de que los alemanes ejecutaron a 476 rehenes entre noviembre de 1941 y mayo de 1942 para frenar la oleada de atentados. Los efectivos de la resistencia, su coordinacion y sus medios subieron vertiginosamente en 1943. En ese ano se les enviaron desde Gran Bretana 8.455 toneladas de material, de las que los alemanes lograron interceptar casi la mitad. De la eficacia de la resistencia es buena muestra que, en mayo de 1944 -en visperas de la operacion «Overlord»-, destruyese mas locomotoras, vagones de tren y metros de via ferrea que la aviacion anglo-norteamericana en toda aquella primavera. No menos expresivas son las cifras de atentados, 7.597,

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