todas las direcciones.

Sin embargo, a la Wehrmacht le ocurrio algo peor que su fracaso ante Moscu: enseno al enemigo su arte de hacer la guerra y le mostro sus puntos vulnerables. Tambien habia perdido miles de oficiales y suboficiales irreemplazables y a centenares de jefes de carro con anos de entrenamiento y practica. Nunca los blindados alemanes, aunque fueran mas poderosos que los de 1940 y 1941, volvieron a maniobrar con la armonia y celeridad de la primera campana de Rusia. Y, lo que era peor, sus generales mas competentes cayeron en desgracia y fueron retirados del mando: Brauchitsch estaba gravemente enfermo, Reichenau habia muerto en combate, Hoepner fue expulsado de la Wehrmacht, Guderian recibio un permiso ilimitado, Von Leeb solicito el retiro y Hitler se hizo cargo directamente del mando del ejercito. Cierto que esta medida fue, inicialmente, acertada, pues infundio espiritu de lucha y sacrificio a un ejercito agotado y moralmente hundido. La energia y la falta de escrupulos del Fuhrer mantuvieron el frente en Rusia, pero esa voluntad politica se trasladaria luego a los planes de operaciones, en los que intervendria incluso en los detalles mas minuciosos, multiplicando los errores.

UN INTENSO OLOR A MUERTO

Otra consecuencia desastrosa del fracaso ante Moscu fue su repercusion sobre la poblacion civil, que desde el verano era persuadida por la propaganda de Goebbels de que cada una de las sucesivas victorias de la Wehrmacht era la definitiva. Por muchos subterfugios que emplease el ministro de Propaganda, los alemanes, a comienzos de 1942, veian que sus tropas se retiraban, al tiempo que a sus hogares llegaban las terribles notificaciones de la muerte de sus hombres en el frente. Desde que comenzara la guerra, los alemanes habian registrado 270.000 muertos (de ellos, 173.000 en la Union Sovietica) y no menos de 850.000 heridos. Por otro lado, la guerra se acercaba a la patria: seguian los ataques aereos alemanes contra Gran Bretana, pero cada dia eran mas frecuentes las respuestas britanicas y los habitantes de las grandes ciudades comenzaron a saber lo que eran las alarmas aereas, el miedo a los bombardeos, la angustia de los refugios y el desastre e incomodidad de los montones de ruinas en los centros urbanos.

Mas sobrecogedora aun para la ciudadania resulto la noticia de que estaban en guerra con Estados Unidos tras el ataque japones a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. Lo increible es que no fue Roosevelt quien declaro la guerra a Hitler, sino que fue este quien tomo la iniciativa. El 11 de diciembre, Von Ribbentrop cito en la Cancilleria al encargado de negocios norteamericano y, poco despues de las 14 h, le leyo la declaracion de guerra. Pero una cosa eran las baladronadas de Hitler en el Reichstag, jaleadas por aquella claque, y otra su mas intimo sentimiento. Hay multiples testimonios que hablan de la inquietud, del desasosiego de Hitler ante la entrada en guerra con Estados Unidos y por la situacion en que estaba Alemania, nuevamente obligada a combatir en dos frentes; tanto que decidio aquel mismo diciembre nombrar al mariscal del Aire, Albert Kesselring, comandante supremo del sur.

La vida en Alemania se habia ido enrareciendo a lo largo del ano. Cada dia era mas escaso el cupo a que daba derecho el racionamiento y mas abundante el trabajo, lo que embrutecia a la poblacion civil, alejandola de cualquier otra preocupacion que no fuese la mera supervivencia. Un obrero industrial manifestaria cuarenta anos despues de la guerra:

«Cuando trabajas con horario partido en tres turnos y cuando, ademas, te enrolan en el Frente del Trabajo, no tienes tiempo para protestar. Si, claro, algunos protestaban un poco, pero luego continuaban. Si trabajabas, no tenias tiempo para monsergas. Te levantabas por la manana a la hora que debias levantarte y no sobrepasabas los tiempos de descanso porque, despues de todo, el dinero era tentador. No me preocupaba mucho por los nazis; dejando a un lado mi obligada contribucion al Frente del Trabajo, no tenia relacion alguna con ellos.»

Si existia, sin embargo, un frente de oposicion callado y tenaz, que termino en actos de espionaje, sabotaje e, incluso, intentos de asesinato de Hitler o, simplemente, de resistencia pasiva a no colaborar con el sistema. Hubo otras resistencias a las aberraciones del nazismo, por ejemplo al programa de eutanasia impulsado por Bormann, pero bien conocido por Hitler. Se trataba de eliminar a los enfermos incurables y ancianos residentes en asilos, incluidos en la clasificacion de «camaradas nacionales improductivos». El obispo protestante de Munster, Von Galen, predico un famoso sermon, en agosto de 1941, con tan fuertes repercusiones que Von Papen las refleja en sus memorias:

«Parecia realmente grotesco, en el preciso momento en que la nacion estaba llamada a desarrollar todavia mayores esfuerzos, el haber comenzado otra campana contra las iglesias […] Hitler parecio atender a mis argumentos, pero, como en muchas ocasiones anteriores, echaba la culpa de todo a los exaltados del partido. Habia dado instrucciones a Martin Bormann para que cesase esta insensatez, pues no estaba dispuesto a soportar conflictos de indole interna. Parece que Bormann dijo a sus Gauleitern que estas instrucciones no debian ser tomadas muy en serio.»

Pero la inquietud politica despertada por el obispo Von Galen dio su fruto. Goebbels aconsejo que este no fuera detenido y el programa de eutanasia quedo en suspenso.

Peor fortuna estaban teniendo los judios, los gitanos, los Bibelforscher (testigos de Jehova, estudiantes de la Biblia, que eran en Alemania unos 20.000, de los cuales la mitad sufrio penas de carcel y unos cinco mil perecieron en los campos de extermino), los prisioneros de guerra rusos, la poblacion civil rusa y polaca y los habitantes de todos los paises ocupados. En septiembre de 1941, Himmler ordeno que todos los gitanos fueran detenidos y encerrados en campos de concentracion, donde deberian ser exterminados: 17.000 de ellos fueron asesinados. Similar resulto el destino de gran parte de los prisioneros de guerra sovieticos, pues Alemania no estaba dispuesta a alimentarlos y, por tanto, los agoto trabajando hasta que murieron o fueron asesinados cuando ya nada mas podia sacarse de ellos. Solo en el campo de Treblinka liquido a 700.000 prisioneros. Las crecientes necesidades de la industria de guerra fueron cubiertas por poblacion civil deportada de los paises vencidos. Procedentes de estos, mas de veinte millones de personas fueron esclavizadas -en su mayor parte rusos y polacos-, aportando pingues beneficios a las empresas que los empleaban y a las SS. Los empresarios solian pagar entre 3 y 6 marcos por trabajador y dia a las SS y estas apenas se gastaban 0,35 marcos diarios en su manutencion. Cuando el prisionero habia sido reducido a un desecho humano inutil para el trabajo era liquidado, rindiendo su ultimo tributo al Reich: se comercializaban sus cenizas como fertilizantes; sus cabellos, para fabricar fieltro. Solo el campo de Auschwitz entrego 60 toneladas de cabello humano a la firma Alex Zink, que pago por ellas 30.000 marcos. Hubo empresas que se constituyeron para aprovechar los ultimos residuos humanos como la Accion Reinhard, que adquiria a las SS cuantas pertenencias de los prisioneros pudieran ser comercializadas: relojes, cadenas, joyas, dientes, etcetera.

La guerra no absorbia tanto a Hitler como para hacerle olvidar su odio antisemita. Una directiva de 31 de julio de 1941 le recordaba a Heydrich que las disposiciones existentes dentro de Alemania respecto a los judios debian, tambien, imponerse en los territorios ocupados. Para coordinar todos los esfuerzos de los departamentos afectados, Heydrich convoco una reunion en la sede de la Gestapo en Wannsee, a la que asistieron el 20 de enero de 1942 representantes de la Cancilleria, de los Ministerios de Justicia, Exteriores e Interior, del Plan Cuatrienal y de las administraciones de los territorios ocupados. Adolf Eichmann, que pertenecia al RSHA (Departamento Superior de Seguridad del Reich) tomo nota de lo tratado y escribio las actas de la reunion. Cuando fue juzgado en Israel, en 1961, declaro que en Wannsee «la discusion considero la matanza, la eliminacion y la aniquilacion». En aquella reunion se planifico explotar a los judios, hombres y mujeres por separado, fundamentalmente en la construccion de carreteras, esperando que la dureza del trabajo aniquilara a muchos de ellos. Los supervivientes deberian ser tratados «segun lo acordado» para evitar que, una vez puestos en libertad, el pueblo judio se reprodujese. En Wannsee se cuantifico el «problema judio» en unos 11 millones de seres. Pero ni siquiera la eficacia alemana, las obras publicas de las SS, sus hornos crematorios, sus instalaciones para el gaseado de los prisioneros y las dietas aniquiladoras de sus campos de exterminio pudieron producir tal matanza. Las cifras del holocausto siguen siendo controvertidas, aceptando la mayoria de los especialistas el exterminio de unos cinco millones de judios.

?Pero quienes fueron los responsables directos de semejante vesania? Son docenas, pero hay que destacar a Himmler, a Bormann, a Heydrich, a Kaltenbrunner, a Goebbels, a Keitel (responsable de la represion militar), a

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