todas las direcciones.
Sin embargo, a la
Otra consecuencia desastrosa del fracaso ante Moscu fue su repercusion sobre la poblacion civil, que desde el verano era persuadida por la propaganda de Goebbels de que cada una de las sucesivas victorias de la
Mas sobrecogedora aun para la ciudadania resulto la noticia de que estaban en guerra con Estados Unidos tras el ataque japones a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. Lo increible es que no fue Roosevelt quien declaro la guerra a Hitler, sino que fue este quien tomo la iniciativa. El 11 de diciembre, Von Ribbentrop cito en la Cancilleria al encargado de negocios norteamericano y, poco despues de las 14 h, le leyo la declaracion de guerra. Pero una cosa eran las baladronadas de Hitler en el
La vida en Alemania se habia ido enrareciendo a lo largo del ano. Cada dia era mas escaso el cupo a que daba derecho el racionamiento y mas abundante el trabajo, lo que embrutecia a la poblacion civil, alejandola de cualquier otra preocupacion que no fuese la mera supervivencia. Un obrero industrial manifestaria cuarenta anos despues de la guerra:
«Cuando trabajas con horario partido en tres turnos y cuando, ademas, te enrolan en el Frente del Trabajo, no tienes tiempo para protestar. Si, claro, algunos protestaban un poco, pero luego continuaban. Si trabajabas, no tenias tiempo para monsergas. Te levantabas por la manana a la hora que debias levantarte y no sobrepasabas los tiempos de descanso porque, despues de todo, el dinero era tentador. No me preocupaba mucho por los nazis; dejando a un lado mi obligada contribucion al Frente del Trabajo, no tenia relacion alguna con ellos.»
Si existia, sin embargo, un frente de oposicion callado y tenaz, que termino en actos de espionaje, sabotaje e, incluso, intentos de asesinato de Hitler o, simplemente, de resistencia pasiva a no colaborar con el sistema. Hubo otras resistencias a las aberraciones del nazismo, por ejemplo al programa de eutanasia impulsado por Bormann, pero bien conocido por Hitler. Se trataba de eliminar a los enfermos incurables y ancianos residentes en asilos, incluidos en la clasificacion de «camaradas nacionales improductivos». El obispo protestante de Munster, Von Galen, predico un famoso sermon, en agosto de 1941, con tan fuertes repercusiones que Von Papen las refleja en sus memorias:
«Parecia realmente grotesco, en el preciso momento en que la nacion estaba llamada a desarrollar todavia mayores esfuerzos, el haber comenzado otra campana contra las iglesias […] Hitler parecio atender a mis argumentos, pero, como en muchas ocasiones anteriores, echaba la culpa de todo a los exaltados del partido. Habia dado instrucciones a Martin Bormann para que cesase esta insensatez, pues no estaba dispuesto a soportar conflictos de indole interna. Parece que Bormann dijo a sus
Pero la inquietud politica despertada por el obispo Von Galen dio su fruto. Goebbels aconsejo que este no fuera detenido y el programa de eutanasia quedo en suspenso.
Peor fortuna estaban teniendo los judios, los gitanos, los
La guerra no absorbia tanto a Hitler como para hacerle olvidar su odio antisemita. Una directiva de 31 de julio de 1941 le recordaba a Heydrich que las disposiciones existentes dentro de Alemania respecto a los judios debian, tambien, imponerse en los territorios ocupados. Para coordinar todos los esfuerzos de los departamentos afectados, Heydrich convoco una reunion en la sede de la Gestapo en Wannsee, a la que asistieron el 20 de enero de 1942 representantes de la Cancilleria, de los Ministerios de Justicia, Exteriores e Interior, del Plan Cuatrienal y de las administraciones de los territorios ocupados. Adolf Eichmann, que pertenecia al RSHA (Departamento Superior de Seguridad del Reich) tomo nota de lo tratado y escribio las actas de la reunion. Cuando fue juzgado en Israel, en 1961, declaro que en Wannsee «la discusion considero la matanza, la eliminacion y la aniquilacion». En aquella reunion se planifico explotar a los judios, hombres y mujeres por separado, fundamentalmente en la construccion de carreteras, esperando que la dureza del trabajo aniquilara a muchos de ellos. Los supervivientes deberian ser tratados «segun lo acordado» para evitar que, una vez puestos en libertad, el pueblo judio se reprodujese. En Wannsee se cuantifico el «problema judio» en unos 11 millones de seres. Pero ni siquiera la eficacia alemana, las obras publicas de las SS, sus hornos crematorios, sus instalaciones para el gaseado de los prisioneros y las dietas aniquiladoras de sus campos de exterminio pudieron producir tal matanza. Las cifras del holocausto siguen siendo controvertidas, aceptando la mayoria de los especialistas el exterminio de unos cinco millones de judios.
?Pero quienes fueron los responsables directos de semejante vesania? Son docenas, pero hay que destacar a Himmler, a Bormann, a Heydrich, a Kaltenbrunner, a Goebbels, a Keitel (responsable de la represion militar), a