banquillo de los acusados. Por otro lado, los vencedores trataron enseguida de captar a los industriales mas sobresalientes y a sus mejores proyectistas e ingenieros para incorporarlos a sus propias economias o para levantar la de Alemania.

Los veintiun dirigentes alemanes presentes en Nuremberg hubieron de soportar, durante los 251 dias que duro el proceso, una bateria de acusaciones que fueron agrupadas en cuatro apartados:

– Crimenes contra la paz: preparar e iniciar la guerra. -Crimenes contra la guerra: malos tratos a la poblacion civil y a los prisioneros.

– Crimenes contra la humanidad: genocidio, esclavizacion y explotacion de la poblacion civil.

– Conspiracion: preparativos para cometer cualquiera de los anteriores delitos.

La instruccion del proceso se realizo desde la detencion de los acusados hasta su traslado a Nuremberg. En aquellos meses fueron sometidos a docenas de interrogatorios, mientras equipos de investigadores recopilaban cientos de toneladas de documentos en las oficinas del III Reich de modo que, en noviembre, cuando se abrio el proceso, «cada acusacion estaba documentalmente respaldada». Por eso el ritmo del juicio fue muy vivo, teniendo en cuenta el numero de los acusados y la cantidad y la magnitud de los cargos.

La acusacion se prolongo hasta marzo de 1946; la defensa duro hasta julio. Los discursos finales, las conclusiones y un proceso contra las organizaciones nazis alcanzaron el 31 de agosto. El 30 de septiembre los jueces acordaron las sentencias, que fueron comunicadas a los condenados el 1 de octubre.

Goering escucho la primera de ellas: «Muerte en la horca.» El corpulento y fatuo mariscal salio abatido de la sala, murmurando: «La muerte…la muerte.» Uno tras otro, durante hora y media, fueron entrando todos y escuchando el veredicto. Tres fueron absueltos: Von Papen, Fritzsche y Schacht; Doenitz, condenado a diez anos; Neurath, a quince; Speer y Schirach, a veinte; Hess, Raeder y Funk, a cadena perpetua y el resto, a la horca: Goering, Bormann (en rebeldia), Ribbentrop, Keitel, Kaltenbrunner, Rosenberg, Frank, Frick, Streicher, Sauckel, Jodl y Seyss-Inquart.

Se observara que las condenas a la maxima pena fueron dictadas contra los dirigentes mas importantes del partido nazi: Goering, Bormann, Ribbentrop, Rosenberg, Streicher y Seyss-Inquart; contra los jefes militares mas proximos a Hitler: Keitel y Jodl; y contra los principales responsables directos del genocidio, la deportacion y la represion: Kaltenbrunner, Frank, Frick y Sauckel. Los mejor librados fueron los funcionarios: absueltos, Von Papen, Fritzsche y Schacht; condenado a veinte anos, Speer; a cadena perpetua, Funk.

LAS EJECUCIONES

Los condenados apelaron las sentencias, que fueron confirmadas en su totalidad el 15 de octubre por la tarde: las ejecuciones deberian realizarse inmediatamente. Los condenados no fueron informados. Habian pasado dos semanas en medio de una gran excitacion, realizando todo tipo de conjeturas sobre la suerte de sus apelaciones, pero en general eran pesimistas respecto a su suerte y suponian que el final estaba muy cerca: advertian el incremento de la vigilancia, las luces estaban encendidas durante toda la noche, las rondas de los guardianes eran mas frecuentes, advirtieron caras nuevas entre el personal de la prision y escucharon los ruidos inconfundibles de los carpinteros erigiendo el cadalso.

En sus especulaciones, los prisioneros habian supuesto que las sentencias capitales se ejecutarian el dia 14, de modo que vivieron el dia 15 aun con mayor excitacion que los precedentes. A las 22 h, todos estaban en sus camas, tratando de conciliar el sueno. A las 22.45, el guardian que hacia la ronda, vigilando por las mirillas de las puertas el sueno de los condenados, advirtio cierto temblor en las manos de Goering, de modo que hizo sonar la alarma. Cuando llego el oficial de guardia comprobo que Goering estaba agonizando y cuando se persono el medico solo pudo certificar su muerte: habia masticado una capsula de cianuro que, al parecer, ocultaba en su pipa.

El suicidio del jerarca nazi de mas categoria contrario el ceremonial previsto para las ejecuciones e hizo temer a algun funcionario norteamericano por su futuro profesional, pero no detuvo el reloj ni el programa. A las 0.15 h del 16 de noviembre, el director de la carcel, coronel Andres, del ejercito de EE.UU., acompanado del vicedirector, de dos testigos alemanes y de una escolta armada, paso de celda en celda comunicando a los condenados a muerte que sus recursos habian sido denegados.

Poco antes de la una de la madrugada dos policias militares norteamericanos penetraron en la celda de Von Ribbentrop y le pidieron que les acompanara hasta el cadalso. Aseguran que mientras se incorporaba dijo: «Confio en la sangre del Cordero que lava los pecados del mundo.»

El prisionero penetro en el gimnasio escoltado por dos fornidos policias militares, de correaje blanco y casco de guerra plateado. Los ayudantes del verdugo sujetaron sus brazos con una correa negra de cuero y le ayudaron a subir los trece escalones del cadalso. Una vez arriba, le preguntaron:

– ?Como se llama?

– Joachim von Ribbentrop

– ?Tiene algo que decir?

– ?Dios salve a Alemania! Mi ultimo deseo es que Alemania continue unida y se llegue a un entendimiento entre el este y el oeste.

Le pusieron una negra capucha. Woods, el verdugo, le coloco el nudo de la soga en torno al cuello, lo ajusto y, sin perder un solo segundo, tiro de la palanca que abria la trampilla sobre la que pisaba Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores del III Reich. El cuerpo cayo a plomo. Eran exactamente la 1.14 h de la madrugada del 16 de octubre de 1946: habian comenzado las ejecuciones de los principales responsables del nazismo, juzgados y condenados por el Tribunal Internacional reunido en Nuremberg.

Luego subio al patibulo Wilhelm Keitel, despues Kaltenbrunner, Rosenberg -el unico en rechazar auxilios religiosos, Frick -que al abrirse la trampilla salto hacia atras y sufrio un profundo corte en la nuca al golpearse con el borde-, Frank, Streicher -que se nego a caminar hacia el cadalso y hubo de ser izado en volandas; murio gritando ininterrumpidamente Heil Hitler, Heil Hitler…!- Sauckel, Jodl y, por ultimo, Seyss-Inquart, que llego ante el patibulo a las 2,45 h. «Espero que esta ejecucion sea el ultimo acto de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y que la leccion de esta guerra sirva para la paz y la comprension entre los pueblos», dijo antes de que le pusieran la capucha. Luego, cuando ya se colaba por la trampilla, pudo gritar: «?Yo creo en Alemania!» Su muerte fue certificada por el medico a las 2.57 h.

Habia concluido la ejecucion. Woods, el verdugo, dijo satisfecho: «Diez hombres en 103 minutos; esto es un trabajo rapido.» Poco despues, el cadaver de Goering fue trasladado al gimnasio y alineado junto a los de los otros diez ajusticiados. Alli les fotografio, primero vestidos y despues desnudos, un fotografo militar norteamericano.

A las 4 de la madrugada fueron sacados del Palacio de Justicia los once feretros. Dos camiones, escoltados por motoristas y dos vehiculos militares, los condujeron hasta el campo de concentracion de Dachau, cerca de Munich, donde fueron incinerados en uno de los hornos crematorios del campo, que funciono por ultima vez. Las cenizas fueron recogidas y arrojadas en el rio Isar. Todo esto se hizo dentro del mayor secreto y los detalles se conocieron en los anos cincuenta.

Los tres que fueron puestos en libertad trataron de volver a la normalidad, pero no les resulto facil: para empezar, los tres fueron juzgados en Alemania y condenados a trabajos forzados. El economista Hjalmar Schacht fue puesto en libertad en 1948 y en 1953 fundo su propio banco. Fallecio en Munich, en 1970, a los noventa y tres anos de edad, tras haber sido uno de los hombres del «milagro economico aleman» y un prestigioso consejero de numerosos gobiernos latinoamericanos. Franz von Papen quedo en libertad en 1949 y residio algun tiempo en Turquia, donde escribio sus memorias, que publico en 1951. Fallecio en 1969, a los noventa anos de edad, en Baden. Hans Fritzsche obtuvo la libertad en 1950. Trabajo para una firma publicitaria hasta 1953, en que murio a consecuencia de un cancer.

LOS SIETE DE SPANDAU

Los siete condenados a penas de prision permanecieron en las dependencias carcelarias de Nuremberg hasta

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