La lista continua, y en ocasiones una breve descripcion suscita un jadeo en algun recoveco remoto de la sala. La expectacion alrededor de George es febril y exaltada; hay en ella tambien algo de miedo. Se pregunta que se sentira si un miembro difunto de tu familia te reconoce en presencia de miles de espectadores. Se pregunta si la mayor parte no preferiria que eso ocurriera en la intimidad de una sala de sesion oscura y con las cortinas corridas. O, posiblemente, que no sucediera en absoluto.

La medium vuelve a callarse. Es como si los espiritus rivales que farfullan a su espalda y a su alrededor guardaran tambien un momento de silencio. Entonces, de pronto, la medium despliega el brazo derecho y senala hacia George, al fondo de las butacas, en la otra punta de la sala.

– ?Si, alli! ?Le veo! Veo la forma espiritual de un joven soldado. Busca a alguien. Busca a un caballero casi calvo.

Al igual que todos los que tienen un panorama de la sala, George escruta atentamente, a medias esperando que la forma se vuelva visible y a medias intentando identificar al hombre de pelo escaso. Estelle levanta la mano y se la pone encima de los ojos, como si las lamparas de arco le entorpecieran la percepcion del espiritu.

– Aparenta unos veinticuatro anos. Lleva uniforme caqui. Erguido, robusto, un bigotito. La boca un poco caida en las comisuras. Transito de repente.

La medium hace una pausa y ladea la cabeza hacia abajo, como haria un abogado para tomar una nota del pasante que tiene a su lado.

– Dice que 1916 fue el ano del transito. Te llama con claridad «tio». Si, «tio Fred».

Un hombre calvo, al fondo del anfiteatro, se pone de pie, asiente y con la misma celeridad vuelve a sentarse, como inseguro del protocolo.

– Habla de un hermano que se llama Charles -continua Estelle-. ?Es correcto? Quiere saber si la tia Lillian esta contigo. ?Comprendes?

Esta vez el hombre se queda sentado y asiente vigorosamente.

– Me dice que hay un aniversario, el cumpleanos de un hermano. Cierta preocupacion en casa. No hay motivo. El mensaje continua…

De golpe, la senora Roberts da un brinco hacia delante, como impulsada desde detras con violencia. Se da media vuelta y exclama:

– ?Ya vale!-Parece como que empuja hacia atras-. ?Ya vale, he dicho!

Pero cuando se vuelve hacia el publico es evidente que se ha interrumpido el contacto con el soldado. La medium se tapa la cara con la mano, se aprieta la frente con los dedos y pone los pulgares debajo de las orejas, como si intentara recobrar el necesario equilibrio. Por ultimo, aparta las manos de la cara y extiende los brazos.

Ahora el espiritu es el de una mujer de entre veinticinco y treinta anos cuyo nombre empieza por J. Fue promovida cuando daba a luz a una nina que realizo el transito al mismo tiempo que ella. Estelle recorre con la mirada las filas delanteras, en pos de la madre que avanza con el espiritu de un bebe en los brazos y que trata de localizar a su marido abandonado.

– Si, dice que se llama June… y esta buscando a… R, si, R… ?se llama Richard?

Al oir esto un hombre se levanta como un resorte de su asiento y grita:

– ?Donde esta? ?Donde estas, June? June, hablame. ?Ensename a nuestra hija!

Esta trastornado y pasea en derredor una mirada fija, hasta que una pareja de ancianos, con aire de apuro, le obliga a sentarse.

La medium Estelle, como si la interrupcion no se hubiera producido, de tan concentrada que esta en la voz del espiritu, dice:

– El mensaje es que ella y la nina te observan y te cuidan en tu afliccion presente. Te estan aguardando en el otro lado. Son felices y quieren que seas feliz hasta que los tres volvais a estar juntos.

Al parecer, los espiritus se estan volviendo mas ordenados. La medium identifica y transmite mensajes. Un hombre busca a su hija. A ella le interesa la musica. El sostiene una partitura abierta. Se establecen iniciales, despues nombres. Estelle comunica el mensaje: el espiritu de un gran musico esta ayudando a la hija; si ella sigue trabajando con ahinco, el espiritu del musico seguira influyendola.

George comienza a distinguir una pauta. Los mensajes transmitidos, ya sean de consuelo, de aliento o de ambas cosas, son de una indole muy general. Lo mismo ocurre, al menos en principio, con las identificaciones. Pero luego, como remache, viene un detalle que la medium muchas veces tarda un rato en buscar. George cree muy improbable que esos espiritus, si existen, sean tan increiblemente incapaces de expresar su identidad sin que la medium se vea obligada a un juego de adivinanzas. El supuesto problema de transmision entre los dos mundos, ?no sera solo un ardid para realzar el dramatismo -de hecho, el melodrama- hasta el instante culminante en que alguien del publico asiente, o levanta un brazo, o se pone de pie como si le llamaran, o se lleva las manos a la cara, estremecido de estupor y jubilo?

Podria ser solo un inteligente juego de acertijos: sin duda hay una probabilidad estadistica de que haya alguien con la inicial correcta, y despues con el nombre exacto, en un auditorio tan numeroso, y una medium podria organizar sus palabras de una forma inteligente para llegar a dicho candidato. O todo podria ser una pura patrana, con complices repartidos entre el publico para impresionar y quiza convertir a los credulos. Y hay una tercera posibilidad: que los espectadores que asienten y levantan un brazo y se ponen de pie y gritan, sean sinceros en su sorpresa y crean de verdad que se ha establecido un contacto; pero esto se debe a que alguien de su circulo de allegados -quiza un ferviente espiritista dispuesto a extender la fe por cinico que sea el metodo- ha informado a los organizadores sobre pormenores personales. George llega a la conclusion de que es probable que lo hagan asi. Como en el perjurio, da mejor resultado cuando hay una mezcla inteligente de falsedades y verdades.

– Y ahora hay un mensaje de un caballero muy pulcro y distinguido, que cruzo hace diez, doce anos. Si, aqui lo tengo, fue en 1918, me dice. -«El ano en que murio padre», piensa George-. Tenia unos setenta y cinco anos. -«Extrano, padre tenia esa edad.» Una pausa algo larga y-: Era un hombre muy espiritual.

En este momento, George nota que la piel empieza a picarle a lo largo de los brazos y hasta la altura del cuello. No, no, seguro que no. Siente el cuerpo paralizado en el asiento; los hombros, rigidos como un cerrojo; clava la mirada en el escenario, a la espera del siguiente movimiento de la medium.

Ella alza la cabeza y se pone a mirar hacia las zonas mas elevadas de la sala, entre los palcos superiores y el gallinero.

– Dice que paso sus primeros anos en India.

George es presa de un absoluto terror. Nadie mas que Maud sabia que asistiria a este acto. Quiza sea una conjetura alocada -o, mejor dicho, una muy certera- de alguien que ha calculado que diversas personas relacionadas con sir Arthur vendrian al Albert Hall. Pero no, porque muchos de los mas famosos y respetables, como sir Oliver Lodge, se han limitado a enviar telegramas. ?Le habra reconocido alguien a su llegada? No es imposible, pero ?como habrian adivinado el ano exacto de la muerte de su padre?

Estelle tiene el brazo extendido y senala a la fila superior de palcos, en el otro extremo de la sala. A George le vibra el cuerpo entero, como si le hubieran arrojado desnudo a una mata de ortigas. Piensa: «No voy a poder aguantarlo; viene hacia mi y no hay escapatoria». La mirada y el brazo dan vueltas despacio alrededor del gran anfiteatro y se mantienen a la misma altura, como si observaran a un espiritu que busca de un palco a otro. Todos los razonamientos que George ha hecho hace un momento son inutiles. Su padre esta a punto de hablarle. Su padre, que fue toda la vida un pastor de la Iglesia anglicana, esta a punto de hablarle a traves de esa mujer… inverosimil. ?Que querra padre? ?Que mensaje puede ser tan urgente? ?Sera

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