Tambien testifico el padre del preso, el vicario indio de Great Wyrley.
El acusado declaro: «Soy totalmente inocente y me reservo mi defensa».
El viernes, 4 de septiembre, se dicto auto de procesamiento contra George Edalji por dos cargos que se verian en el tribunal de los Quarter Sessions [11] de Stafford. A la manana siguiente, George leyo en la
Sentado en su silla, en el centro de la sala, con el semblante fresco y alegre, Edalji mantenia una animada conversacion con su abogado, dando muestras de una aguda comprension de los testimonios, fruto de su solida formacion juridica. La mayor parte del tiempo, sin embargo, permanecio sentado con las piernas y los brazos cruzados, mirando a los testigos con un interes impasible, y su bota levantada exhibia ante el espectador el claro y curioso desgaste de un tacon, uno de los eslabones mas fuertes en la cadena de pruebas circunstanciales contra el.
George aun se alegraba de que le considerasen imperturbable y se pregunto si le permitirian cambiar de calzado antes de las sesiones del proceso.
Tambien tomo nota de la descripcion que otro diario habia hecho de William Greatorex como «un saludable chico ingles, con una cara franca y bronceada y un porte agradable».
Litchfield Meek confiaba en una absolucion final.
La senorita Sophie Frances Hickman, la medico, seguia en paradero desconocido.
George
George paso las seis semanas que transcurrieron entre la instruccion del sumario y el juicio en el ala hospitalaria de la carcel de Stafford. No estaba descontento; consideraba que rechazar la fianza habia sido la decision correcta. A duras penas habria podido ejercer la abogacia con unos cargos como los que pesaban sobre el; y si bien anoraba a su familia, juzgaba que lo mejor para todos era que permaneciera confinado en un lugar seguro. La informacion sobre el gentio que asediaba la vicaria le habia alarmado, y se acordaba de los punos que aporrearon las puertas del carruaje que le conducia a la audiencia de Cannock. No podria considerarse a salvo si aquellos exaltados le buscaban por los caminos de Great Wyrley.
Pero habia otro motivo por el que preferia estar encarcelado. Todo el mundo sabia que lo estaba; no habia un momento en el dia en que no le espiaran y certificasen su presencia. Por lo tanto, si se producia una nueva mutilacion, la secuencia completa de sucesos probaria que no tenian nada que ver con el. Y si se juzgaba insostenible la primera acusacion, tambien tendrian que retirar la segunda: la absurda pretension de que habia amenazado con asesinar a un hombre al que no conocia. Resultaba extrano que el, un abogado, deseara en efecto que mutilasen a otro animal, pero la comision de un nuevo delito le parecia la via mas rapida para recuperar la libertad.
Con todo, aun si el caso iba a ser juzgado, no cabia duda sobre el veredicto. Habia recobrado tanto la compostura como el optimismo; no tenia que fingir con el senor Meek ni con sus padres. Se imaginaba ya los titulares. ABSUELTO EL ACUSADO DE GREAT WYRLEY. VERGONZOSA PERSECUCION DE UN ABOGADO LOCAL. LOS TESTIGOS DE LA POLICIA DECLARADOS INCOMPETENTES. Quiza incluso DIMITE EL JEFE DE POLICIA.
Meek le habia mas o menos convencido de que importaba poco el modo en que le retratasen los periodicos. Parecio importar aun menos el
– Esto prueba que soy inocente, senor Meek.
– No exactamente, senor Edalji. No creo que podamos ir tan lejos.
– Pero si estoy en la carcel…
– Lo que solo demuestra, en opinion del tribunal, que es y tiene que ser totalmente inocente de la mutilacion del caballo de Creen.
– No, demuestra que hubo una secuencia de hechos, antes y despues del pony de la mina, que ahora se ha visto que no tienen absolutamente nada que ver conmigo.
– Eso lo
El abogado descanso la barbilla en el puno.
– ?Pero?
– Pero siempre descubro que es util en estos momentos imaginar lo que la acusacion podria alegar en las circunstancias.
– ?Y que podria decir?
– Bueno, la noche del 17 de agosto, segun recuerdo, cuando el acusado se alejaba andando de la casa del botero, llego hasta la granja del senor Green.
– Si, asi fue.
– Green es vecino del acusado.
– Es cierto.
– Entonces, ?que podria beneficiar mas al acusado en sus circunstancias actuales que el que un caballo sea mutilado incluso mas cerca de la vicaria que en todos los incidentes anteriores?
Litchfield Meek observo como cavilaba George.
– ?Quiere decir que despues de conseguir que me detuvieran por escribir cartas anonimas acusandome de delitos que no he cometido, incito a alguien a que cometa otro para exculparme?
– Algo asi, en resumidas cuentas, senor Edalji.
– Es totalmente ridiculo. Y ni siquiera conozco a Green.
– Solo le estoy diciendo como podria verlo el ministerio fiscal. Si se lo propusiera.
– Se lo propondra, sin duda. Pero la policia tiene, como minimo, que perseguir al culpable, ?no? Los periodicos insinuan abiertamente que este suceso arroja dudas sobre la acusacion. Si encontraran al hombre y confesara el rosario de delitos, ?yo seria puesto en libertad?
– Si tal cosa ocurriera, senor Edalji, pues si, en efecto.
– Entiendo.
– Una cosa mas. ?Le dice algo el nombre de Darby? ?Capitan Darby?
– Darby. Darby. Creo que no. El inspector Campbell me pregunto por alguien llamado el Capitan. Quiza sea el. ?Por que?
– Han enviado mas cartas. A todo el mundo, por lo visto. Incluso una al ministro del Interior. Todas firmadas «Darby, capitan de la banda de Great Wyrley». Diciendo que las mutilaciones continuaran. -Meek vio la expresion de la mirada de George-. Pero no, senor Edalji, esto solo significa que el fiscal tiene que aceptar que casi con toda certeza usted no las ha escrito.
– Senor Meek, parece usted decidido a desalentarme esta manana.
– No es mi intencion. Pero debe aceptar que iremos a juicio. Y en vista de ello hemos contratado los servicios del senor Vachell.