necesitado un medium para saber eso. Pero espera. Dos dias despues, se celebro otra sesion con el mismo vidente y los dos muchachos, que habian sido instruidos en la ciencia espiritista, aparecieron en el acto. Pidieron perdon a su madre, que no habia querido que zarpasen, y contaron que la embarcacion habia volcado y ellos se habian ahogado. Informaron de que ya gozaban del esplendor y la felicidad que les habian prometido las predicas de su padre. Y hasta llevaron al marinero que habia muerto con ellos para que dijera unas palabras.

»Hacia el final del contacto, uno de los chicos refirio que un pez habia arrancado de cuajo el brazo de su hermano. El medium le pregunto si habia sido un tiburon y el chico contesto que aquel tiburon no era como ninguno de los que habia visto. Pues bien, de todo esto hay constancia escrita y parte se publico en los periodicos. Escucha lo que viene ahora. Unas semanas mas tarde, a unas treinta millas mar adentro, pescaron un tiburon grande, de una especie abisal rara, desconocida para el pescador que lo capturo y que nunca se habia visto en las aguas de Melbourne. Dentro del animal encontraron el hueso de un brazo humano, ademas de un reloj, monedas y otras cosas que pertenecian al ahogado. -Hizo una pausa-. ?Que me dices ahora, Connie?

Ella reflexiona un rato. Piensa que su hermano esta confundiendo la religion con su aficion a arreglar cosas. Arthur ve un problema -la muerte- y busca una forma de resolverlo: es su modo de ser. Tambien piensa que el espiritismo esta relacionado, aunque ella no sabe muy bien como, con el amor de Arthur a la caballeria y las historias romanticas, y con su creencia en una edad dorada. Pero encierra sus objeciones en un espacio mas estrecho.

– Lo que te digo, mi querido hermano, es que es una historia maravillosa y que eres un narrador magnifico, como todos sabemos. Pero tambien que yo no estuve en Melbourne hace veinte anos, y tu tampoco.

A Arthur no le importa que le rebatan.

– Connie, eres una gran racionalista, que es el primer paso hacia el espiritismo.

– Dudo que me conviertas, Arthur.

Connie tiene la sensacion de que el acaba de contarle una version retocada de Jonas y la ballena -en la que, no obstante, las victimas son menos afortunadas-, pero que fundar cualquier creencia en una historia asi seria un acto de fe como el de quienes oyeron por primera vez la de Jonas. Al menos, la Biblia propone una metafora. Como Arthur siente aversion por las metaforas, cuando oye una parabola la entiende literalmente. Como si la del trigo y la cizana fuera un mero consejo de horticultura.

– Connie, supon que se te muriera un ser querido. Y que despues estableciera contacto contigo, te hablase y te dijera algo que solo tu conocieras, un detalle intimo que ningun tramposo pudiera haber descubierto.

– Arthur, creo que eso es otro puente que cruzare si alguna vez llego a el.

– Connie, la inglesa Connie. Esperar para ver, esperar a ver lo que surge. Yo no. Yo estoy por actuar ya.

– Siempre has sido asi, Arthur.

– Se reiran de nosotros. Es una gran causa, pero no sera una guerra limpia. Da por sentado que se reiran de tu hermano. Pero no lo olvides: solo necesitamos un caso. Un caso y todo queda demostrado. Mas alla de toda duda razonable. Mas alla de toda refutacion cientifica. Piensalo, Connie.

– Arthur, se te ha enfriado el te.

Y asi, uno tras otro, los anos se acumulan. Hace diez que Touie cayo enferma, seis que Arthur conocio a Jean. Hace once que Touie cayo enferma, siete que Arthur conocio a Jean. Hace doce que Touie cayo enferma, ocho que Arthur conocio a Jean. Touie sigue mostrandose alegre, no sufre dolores y Arthur esta seguro de que ignora la benevola conspiracion que la rodea. Jean vive aun en su apartamento, ejercita su voz, caza con perros, hace visitas con carabina a Undershaw y visita sola Masongill; no ceja en su empeno de que posee lo que necesita porque es todo lo que su corazon desea, y va dejando pasar uno tras otro los anos fertiles para la maternidad. La madre de Arthur es la roca, la confidente, el soporte de su hijo. Quiza nada volvera a moverse hasta que un dia la tension le cause un ataque cardiaco y el explote y se muera. No hay salida, eso es lo espantoso de su situacion; o, en todo caso, en cada puerta de salida hay un letrero que dice «Desdicha». En el Lasker's Chess Magazine lee que en el ajedrez existe una posicion llamada Zungzwang, en la que el jugador no puede mover ninguna pieza en ninguna direccion y a ninguna casilla sin empeorar su estado, que es ya peligroso. La situacion vital de Arthur es similar.

Por otra parte, la vida de sir Arthur, la que casi todo el mundo ve, es suntuosa. Caballero del reino, amigo del rey, campeon del Imperio y lugarteniente de Surrey. Un hombre continuamente reclamado. Un ano le piden que actue de juez en un concurso de forzudos organizado en el Albert Hall por el culturista Sandow. Arthur y el escultor Lawes son los dos jueces y Sandow es el arbitro. Ochenta concursantes, en tandas de diez, exhiben sus musculos ante una sala abarrotada. Ochenta pieles de leopardo a punto de reventar son reducidas a veinticuatro, a doce, a seis y, por ultimo, a tres finalistas. Los tres son especimenes prodigiosos, pero uno es un poco bajo y otro un poco patoso, y otorgan el titulo, junto con una valiosa estatuilla de oro, a un hombre de Lancashire llamado Murray. Los jueces y alguna compania selecta son despues recompensados con una tardia cena con champan. Al salir a las calles a medianoche, sir Arthur ve que Murray camina delante de el con la estatuilla sujeta al desgaire debajo de un brazo poderoso. Sir Arthur le da alcance, le felicita de nuevo, se percata de que es un aldeano rustico y le pregunta donde tiene intencion de pasar la noche. Murray le confiesa que no tiene dinero, que solo tiene el billete de vuelta a Blackburn y que piensa errar por las calles desiertas hasta que parta el tren de la manana. Entonces Arthur lo lleva al hotel Morley y encomienda a los empleados que se ocupen de Murray. A la manana siguiente se lo encuentra con el trofeo reluciente a su lado sobre la almohada y en la alegre compania de criadas y camareros que le rinden una admiracion sobrecogida. Parece el vivo retrato de un desenlace feliz, pero no es la imagen que se graba en la memoria de sir Arthur. Es la imagen de un hombre que camina solo; que ha ganado un gran premio y ha sido aclamado, un hombre con una estatuilla de oro debajo del brazo y ni un penique en el bolsillo, un hombre que se propone recorrer en soledad hasta el alba las calles alumbradas por farolas de gas.

Luego esta la vida de Conan Doyle, que tambien se encuentra en plena forma. Es tan profesional y energico que no sufre durante mas de uno o dos dias los bloqueos que afligen a un escritor. Concibe una trama, se documenta, la planea y la escribe de un tiron. Tiene muy claras las responsabilidades de un autor: primero, ser inteligible; segundo, ser interesante, y tercero, ser inteligente. Conoce sus aptitudes y asimismo conoce que a la larga el lector es el rey. Por eso ha resucitado a Sherlock Holmes, le ha permitido huir de las cataratas Reichenbach gracias a su dominio de esotericas llaves de lucha japonesa y a su habilidad para escalar paredes de pura roca. Si los norteamericanos insisten en ofrecerle cinco mil dolares por media docena de nuevos relatos -a cambio, tan solo, de los derechos para Estados Unidos-, ?que otra cosa puede hacer el doctor Conan Doyle aparte de levantar las manos en senal de rendicion y dejarse esposar con el detective a lo largo del futuro inmediato? Y el personaje le ha granjeado otras distinciones: la Universidad de Edimburgo ha nombrado a Conan Doyle doctor honoris causa en letras. Acaso nunca sea un gran hombre como Kipling, pero cuando desfilo a pie por su ciudad natal, se sintio a sus anchas con aquellas togas academicas; mas a gusto, debe reconocer, que con la pintoresca indumentaria de lugarteniente de Surrey.

Y por fin hay una cuarta vida en la que no es Arthur ni sir Arthur ni el doctor Conan Doyle; la vida en que el nombre es intrascendente, como lo son tambien la riqueza, el rango, la ostentacion exterior y la cubierta corporal: el mundo del espiritu. Crece en el la sensacion de que ha nacido para otra cosa. No es facil; nunca lo sera. No es como afiliarse a una de las religiones instituidas. Es algo nuevo, peligroso y de suma importancia. Si abrazaras el hinduismo, la sociedad lo juzgaria mas una excentricidad que un trastorno. Pero si estuvieras dispuesto a abrirte al mundo del espiritismo, tambien tendrias que prepararte para soportar las jocosidades y las paradojas superficiales con que la prensa engana al publico. Pero ?que son los burlones y los cinicos y los gacetilleros comparados con un Crookes, un Myers, un Lodge y un Alfred Russel Wallace?

La ciencia encabeza la marcha y acallara las burlas, como siempre ha hecho, pues ?quien habria creido en las ondas de radio? ?Quien en los rayos X? ?Quien habria creido en el argon,

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