lleva el traje discreto y de buen corte de un abogado de provincias. Todo esto es de una exactitud indiscutible, pero dificilmente se iguala a la identificacion, a partir de cero, de un barnizador o un zapatero zurdo. No obstante, Arthur sigue observando y al hacerlo se remonta, no al Edimburgo del doctor Bell, sino a los anos en que el mismo ejercio la medicina. Edalji, como muchos otros hombres que hay en el vestibulo, se ha parapetado entre un periodico y un sillon de orejas. Pero no esta sentado en la misma postura que los demas: sostiene el diario a una distancia increiblemente corta y tambien un poco de costado, con la cabeza casi paralela a la pagina. El doctor Doyle, formado en Southsea y Devonshire Place, confia en su diagnostico. Miopia, posiblemente de graduacion muy alta. Y quien sabe, quiza tambien un poco de astigmatismo.

– Senor Edalji.

El aludido no suelta el periodico con agitacion, sino que lo dobla con cuidado. El joven no se pone en pie de un brinco ni se lanza al cuello de su salvador en ciernes. Al contrario, se levanta con parsimonia, mira a sir Arthur a los ojos y le tiende la mano. No hay peligro de que este hombre se ponga a perorar sobre Holmes. Lejos de eso, se mantiene a la espera, cortes y reservado.

Se retiran a un salon de escribir desocupado donde sir Arthur puede examinar mas de cerca al recien conocido. Cara ancha, labios bastante llenos, un hoyuelo acusado en mitad de la barbilla; bien afeitado. Para ser un hombre que ha cumplido tres anos de condena en Lewes y Portland, y que antes de la carcel debia de estar habituado a una vida mas mullida que la mayoria, muestra pocos indicios de su calvario. Tiene el pelo negro veteado de canas, pero estas le confieren el aspecto de una persona reflexiva y culta. Podria muy bien ser un abogado en activo; solo que no lo es.

– ?Conoce la graduacion exacta de su miopia? ?Seis, siete dioptrias? No es mas que una conjetura, por supuesto.

A George le sobresalta esta primera pregunta. Saca un par de gafas del bolsillo superior de la chaqueta y se las entrega. Arthur las examina y luego centra su atencion en los ojos cuyos defectos corrigen. Son un poco saltones y dan al abogado un aire ligeramente ausente y adusto. Sir Arthur evalua al hombre con el dictamen de un antiguo oftalmologo, pero tambien esta familiarizado con las falsas deducciones morales que la gente en general tiende a extraer de una rareza ocular.

– Me temo que lo ignoro -dice George-. Hace poco que he comprado unas gafas y no pregunte sus caracteristicas. Tampoco me acuerdo siempre de ponermelas.

– ?No usaba gafas de nino?

– No, la verdad. Siempre he tenido mala vista, pero un oculista de Birmingham al que me llevaron dijo queno era aconsejable recetarlas a un nino. Y despues…, bueno, estaba muy ocupado. Pero desde mi liberacion, por desgracia, ya no lo estoy tanto.

– Como explicaba en su carta. Ahora, senor Edalji…

– Es Aydlji, en realidad, si me lo permite.

George dice esto instintivamente.

– Perdone.

– Estoy acostumbrado. Pero como es mi apellido… Vera, todos los nombres parsis se acentuan en la primera silaba.

Sir Arthur asiente.

– Bueno, senor Aydlji, me gustaria que le examinase profesionalmente el senor Kenneth Scott, de Manchester Square.

– Si usted lo dice. Pero…

– Pagare yo, por supuesto.

– Sir Arthur, yo no podria…

– Si puede, y lo hara.

Lo dice en voz baja y George percibe por primera vez la erre escocesa.

– No me esta contratando como detective, senor Edalji. Yo le ofrezco… le ofrezco… mis servicios. Y cuando hayamos obtenido no solo su indulto sino tambien una cuantiosa suma de indemnizacion por una condena injusta, tal vez le envie la factura de Scott. O tal vez no.

– Sir Arthur, cuando le escribi no me imagine ni por un momento…

– No, y yo tampoco cuando recibi su carta. Pero aqui estamos.

– El dinero no es importante. Quiero limpiar mi nombre. Quiero que me readmitan en la abogacia. Es lo unico que quiero. Que me dejen ejercer de nuevo. Vivir una vida tranquila y util. Una vida normal.

– Por supuesto. Pero discrepo. El dinero si es importante. No solo como compensacion por tres anos de su vida. Tambien es simbolico. Los britanicos respetan el dinero. Si le conceden el indulto, el publico sabra que es inocente. Pero si ademas le pagan dinero, el publico sabra que es totalmente inocente. Hay una diferencia inmensa. De entrada, el dinero demostrara asimismo que solo ha sido la inercia corrupta del Ministerio del Interior la que le ha mantenido en prision.

George asiente despacio para sus adentros segun asimila el argumento. A sir Arthur le impresiona el joven. Parece poseer una mente serena y pausada. ?La habra heredado de su madre escocesa o de su padre vicario? ?O es una benefica mezcla de las dos?

– Sir Arthur, ?puedo preguntarle si es usted cristiano?

Ahora le toca sobresaltarse a Arthur. No queriendo ofender a este hijo de esclesiastico, responde con otra pregunta.

– ?Por que lo pregunta?

– Como usted sabe, me educaron en la vicaria. Amo y respeto a mis padres y, naturalmente, cuando era joven compartia sus creencias. ?Como no compartirlas? Yo nunca habria querido ser clerigo, pero aceptaba las ensenanzas de la Biblia como la mejor guia para una vida autentica y honorable. -Mira a sir Arthur para observar su reaccion; una mirada benevola y una inclinacion de la cabeza le animan a seguir-. Sigo creyendo que son la mejor guia. Al igual que pienso que las leyes de Inglaterra indican el modo de que la sociedad en general viva una vida autentica y honorable. Pero entonces… empezo mi suplicio. Al principio lo veia todo como un infortunado ejemplo de mala administracion de la ley. La policia cometio un error, pero lo corregirian los jueces. Los jueces cometieron un error, pero lo corregirian los magistrados y un jurado. Los Quarter Sessions cometieron un error, pero lo corregiria el Ministerio del Interior. Todavia espero que lo corrija el ministerio. Lo que ha ocurrido ha sido fuente de un gran dolor y, por no decir mas, de muchas molestias, pero el proceso de la ley, al final, impartira justicia. Es lo que creia y lo que sigo creyendo.

»Sin embargo, ha sido mas complicado de lo que pense al principio. He vivido mi vida dentro de la ley, es decir, tomandola de guia, mientras que el cristianismo ha sido el sosten moral que habia detras. Mi padre, en cambio -George hace aqui una pausa; Arthur sospecha que no porque no sepa lo que se dispone a decir, sino por su peso emocional-, mi padre vive totalmente inmerso en la religion cristiana. Como cabe esperar. Para el, por tanto, mi calvario debe de ser comprensible en esos terminos. Para el hay, tiene que haber, una justificacion religiosa de mis sufrimientos. Cree que es el designio de Dios fortalecer mi fe y que sirva de ejemplo a otros. Me averguenza decir la palabra, pero se imagina que yo soy un martir.

»Mi padre ya es un anciano y esta cada dia mas debil. No quisiera contradecirle. En Lewes y Portland, como es logico, yo iba a la capilla. Sigo yendo a la iglesia todos los domingos. Pero no puedo afirmar que la carcel haya fortalecido mi fe ni -esboza una sonrisa cauta e ironica- mi padre podria afirmar que hayan aumentado en los tres ultimos anos los feligreses de St. Mark y de las iglesias de las inmediaciones.

Sir Arthur contempla la extrana formalidad de estos comentarios preliminares; es como si los hubiera ensayado, incluso ensayado hasta la saciedad. No, es demasiado severo. ?Que haria un hombre durante tres anos en la carcel, aparte de convertir su vida -su vida desastrosa, incipiente, entendida solo a medias- en algo parecido a la declaracion de un testigo?

– Me figuro que su padre diria que los martires no eligen su destino y que quiza ni siquiera comprenden su sacrificio.

– Quiza. Pero lo que acabo de decir no es toda la verdad. La carcel no

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