apagado la luz. Se supone que los dos reflexionan sobre el significado de las palabras mientras se entregan al sueno de Dios. En verdad, George es mas proclive a seguir pensando en las lecciones del dia siguiente. No cree que Dios lo considere un pecado.
– George -dice su padre de pronto-: ?has visto a alguien merodeando por las inmediaciones de la vicaria?
– ?Hoy, padre?
– No, no hoy. En general. Hace poco.
– No, padre. ?Por que habria de merodear alguien?
– Tu madre y yo hemos recibido cartas anonimas.
– ?De merodeadores?
– Si. No. Quiero que me informes de cualquier cosa sospechosa, George. De alguien que introduzca algo por la puerta. De gente que ande por aqui.
– ?De quien son esas cartas, padre?
– Son anonimas, George. -Hasta en la oscuridad percibe la impaciencia del padre-. Anonimo. Viene del griego y luego del latin. Sin nombre.
– ?Que dicen, padre?
– Dicen maldades. Sobre… todo el mundo.
George sabe que deberia mostrarse preocupado, pero todo el asunto le parece muy emocionante. Le han dado permiso para jugar al detective y lo hace siempre que puede sin que interfiera en sus tareas escolares. Espia desde detras de troncos de arbol; se esconde en el cuchitril debajo de la escalera para vigilar la puerta principal; estudia el comportamiento de los que van a la casa; se pregunta como conseguir una lupa y quiza un telescopio. No descubre nada.
Tampoco sabe quien esta escribiendo con tiza palabras impias sobre sus padres en el establo de Harriman o en los edificios anexos de Aram. En cuanto las borran las palabras reaparecen misteriosamente. A George no le revelan lo que dicen. Una tarde en que emprende un itinerario tortuoso, como los mejores detectives, trepa al establo de Harriman pero lo unico que atisba es una pared donde se secan unos paneles mojados.
– Padre -susurra George cuando la luz ya esta apagada. Supone que a esa hora esta permitido hablar de estos temas-. Tengo una idea. El senor Bostock.
– ?Que pasa con Bostock?
– Tiene un monton de tizas. Siempre tenia un monton de tizas.
– Es cierto, George. Pero creo que podemos eliminarle sin mas.
Unos dias despues, la madre de George se tuerce la muneca y la envuelve en muselina. Pide a Elizabeth Foster que le escriba la lista para el carnicero, pero en vez de mandar a la chica a la carniceria de Greensill lleva la lista al padre de George. Tras un cotejo con el contenido de un cajon cerrado con llave, Elizabeth Foster es despedida.
Mas tarde, el padre tiene que dar explicaciones a los instructores de Cannock. George espera en secreto que tambien le llamen para declarar. El padre informa de que la desdichada Foster aseguro que todo era una broma estupida y que ha quedado bajo custodia judicial.
A Elizabeth Foster no se la volvera a ver por el distrito y pronto llega una nueva criada. George piensa que habria podido tener mas exito como detective. Tambien desearia saber lo que estaba escrito con tiza en el establo de Harriman y los anexos de Aram.
Arthur
Irlandes de ascendencia, escoces de nacimiento, educado en la fe de Roma por jesuitas holandeses, Arthur se convirtio en ingles. La historia inglesa le inspiraba; las libertades inglesas le enorgullecian; el criquet ingles le volvia patriotico. Y la epoca mas grande de la historia inglesa -habiendo tantas donde elegir- fue el siglo XIV, un tiempo en que el arquero ingles dominaba los campos y los reyes frances y escoces estaban encarcelados en Londres.
Pero tampoco olvida nunca los cuentos que escuchaba mientras estaba alzado el palo de remover las gachas. Para Arthur, en efecto, la raiz de lo ingles residia en el mundo, tiempo ha fenecido, recordado e inventado de las caballerias. No habia caballero mas fiel que sir Kaye, ninguno mas valiente y amoroso que sir Lancelot, ninguno tan virtuoso como sir Galahad. No habia amantes mas autenticos que Tristan e Isolda, ninguna esposa mas bella e infiel que Ginebra. Y, por supuesto, no habia rey mas valeroso ni mas noble que Arturo.
Las virtudes cristianas podia practicarlas cualquiera, desde el humilde hasta el de alta cuna. Pero la caballeria era una prerrogativa de los poderosos. El caballero protegia a su dama; el fuerte ayudaba al debil; el honor era algo vivo por lo que tenias que estar dispuesto a dar la vida. Tristemente, el numero de griales y busquedas disponibles para un medico recien diplomado era bastante reducido. En aquel mundo moderno de factorias y bombines de Birmingham, el concepto de caballeria parecia a menudo haber degenerado en uno de simple deportividad. Pero Arthur practicaba el codigo siempre que era posible. Era un hombre de palabra; socorria a los pobres; no bajaba la guardia contra las mas bajas pasiones; trataba a las mujeres con respeto; tenia planes a largo plazo para el salvamento y cuidado de su madre. Era lo que estaba en su mano hacer, dado que el siglo XIV, por desgracia, habia terminado y el no era William Douglas, senor de Liddesdale, la flor de la caballeria misma.
Eran sus reglas, y no las de los textos de fisiologia, las que gobernaron sus primeros acercamientos al sexo mas bello. Era lo bastante guapo para atraer a las mujeres y muy prodigo en devaneos; una vez informo con orgullo a su madre de que estaba honorablemente enamorado de cinco mujeres al mismo tiempo. Aunque distinto de las amistades intimas con condiscipulos, algunas de las reglas valian tambien en el amor. Asi, si te gustaba una chica, le ponias un apodo. Telmore Weldon, por ejemplo: una criatura bonita y robusta con la que coqueteo furiosamente durante semanas. La llamaba Telmo, por el fuego de San Telmo, la luz milagrosa que se ve en los mastiles y penoles de los barcos durante una tormenta. Le gustaba imaginarse como un marino en peligro en los mares de la vida, mientras ella le iluminaba los cielos oscuros. De hecho, a punto estuvo de comprometerse con Telmo, pero finalmente no lo hizo.
Por entonces tambien estaba muy preocupado por las emisiones nocturnas, de las que se decia poco en
Empezo a enviar relatos a revistas. Volvio a ser el chico de pie encima de un pupitre que desplegaba sus manas orales; el foco de atencion de ojos alzados, el faro de credulos oyentes boquiabiertos. Escribia el tipo de historias que le gustaba leer; le parecia la forma mas sensata de enfocar el juego de la escritura. Situaba sus aventuras en tierras lejanas donde a menudo podian hallarse tesoros enterrados y entre cuya poblacion local abundaban malhechores infames y doncellas rescatables. Solo un determinado genero de heroe estaba capacitado para tomar parte en las misiones peligrosas que ideaba. Para empezar, estaba claro que no servian los hombres de constitucion feble y los propensos al alcohol y a la autocompasion. El padre de Arthur habia fracasado en su deber caballeroso para con la madre; ahora la tarea recaia en su hijo. Como no podia salvarla con metodos del siglo XIV, tendria que recurrir a los disponibles en una era inferior. Escribiria historias: la rescataria describiendo rescates de ficcion ajenos. Estas descripciones le reportarian dinero y el dinero haria lo demas.
George