la culpa y el letargo, despues del reto y la llamada a la accion, estaba donde debia: un hombre ante una mesa con una pluma en la mano, ansioso de contar una historia y de cambiar la vision de la gente; mientras tanto, alli fuera, en Londres, le esperaba -aunque no durante mucho mas tiempo- la mujer que, en adelante, seria su primera lectora y el primer testigo de su vida. Se sintio lleno de energia, el material hervia en su cabeza y su proposito era claro. Empezo con una frase en la que habia trabajado en trenes, hoteles y taxis, algo a la vez dramatico y declaratorio:
La primera imagen que tuve de George Edalji basto por si sola para convencerme de que era sumamente improbable que fuese culpable del delito por el que fue condenado, y para sugerirme al menos algunas de las razones que habian inducido a considerarle sospechoso.
Y a partir de aqui el relato fluyo velozmente de su pluma, como una gran cadena, de eslabones fuertemente enlazados, que se desenrollase. En dos dias escribio quince mil palabras. Quiza quedaran cosas que anadir cuando llegasen los informes complementarios de oculistas y peritos grafologos. Tampoco se explayo mucho sobre el papel desempenado por Anson en el caso: no tenia sentido esperar una respuesta util de un hombre al que uno atacaba incluso antes de conocerlo. Wood mecanografio el texto y enviaron una copia por correo certificado al jefe de la policia.
Dos dias despues llego una respuesta de Green Hall, Stafford, invitando a sir Arthur a comer con el capitan Anson y su esposa cualquier dia de la semana siguiente. Por descontado, tendrian mucho gusto en hospedarle si decidia quedarse a dormir. No habia el menor comentario sobre la cronica de Arthur; tan solo una posdata fantasiosa: «Puede traer, si quiere, a Sherlock Holmes. A la senora Anson le encantaria conocerle. Notifiqueme si el tambien necesita hospedaje».
Sir Arthur entrego la carta a su secretario.
– No malgasta balas, por lo visto.
Wood asintio y supo que no debia comentar la posdata.
– Supongo, Woodie, que no le apetecera sustituir a Holmes.
– Le acompanare si lo desea, sir Arthur, pero ya sabe lo que pienso sobre los disfraces.
Pensaba tambien que, tras haber encarnado ya la figura del doctor Watson, interpretar a Holmes rebasaria su versatilidad dramatica.
– Le sere mas util practicando al billar.
– Estupendo, Alfred. Usted se queda de centinela. Y ejercite el taco. Vere lo que Anson ha sacado en claro.
Mientras Arthur proyecta su viaje a Staffordshire, Jean piensa mas alla. Ha llegado el momento de realizar la transicion de chica que espera a esposa que no espera. Discurre el mes de enero. Touie murio en julio pasado; es evidente que Arthur no puede casarse antes de que transcurran doce meses. Todavia no han hablado de una fecha, pero una boda en otono no es una idea imposible. Quince meses: a poca gente le chocaria este intervalo. Los sentimentales prefieren una boda en primavera, pero Jean opina que el otono armoniza con unas segundas nupcias. Y despues una luna de miel en la Europa continental. Italia, por supuesto, y bueno, siempre ha tenido unas ganas locas de conocer Constantinopla.
Una boda significa damas de honor, pero esto ya ha sido resuelto hace mucho: Leslie Rose y Lily Loder-Sydmons son designadas para el cometido. Pero una boda tambien implica una iglesia y una iglesia implica religion. La madre de Arthur le educo como catolico, pero desde entonces los dos han abandonado esa fe: la madre se ha convertido en anglicana y Arthur ha reemplazado la fe por el golf dominical. Incluso esconde su segundo nombre de pila, Ignatius. Hay pocas posibilidades, por tanto, de que ella, catolica de nacimiento, se case como catolica. Es posible que esto consterne a sus padres, en especial a su madre, pero si tal es el precio, Jean lo pagara.
?Habra acaso otra factura? Si tiene que estar al lado de Arthur en todo, tendra entonces que hacer frente a aquello que hasta ahora ha rehuido. Las contadas ocasiones en que Arthur ha mencionado su interes por las cuestiones paranormales, ella ha esquivado el tema. En su fuero interno, le estremecen la vulgaridad y la estupidez de ese mundo: ancianos idiotas que fingen entrar en trance, viejas brujas con pelucas espantosas que escudrinan una bola de cristal, gente que une las manos en la oscuridad y que se hacen brincar unos a otros. Y no tiene nada que ver con la religion, que significa una moralidad. Y la idea de que esta… supercheria atraiga a su querido Arthur es fastidiosa y casi increible. ?Como es posible que una persona como Arthur, cuyo poder de raciocinio no aventaja nadie, se rebaje a relacionarse con semejante gente…?
Es verdad que su gran amiga Lily Loder-Sydmons es una entusiasta de la mesa parlante, pero a Jean le parece una nineria. La disuade de que hable de sesiones, aun cuando Lily le asegura que estan llenas de personas respetables. Quiza primero deberia hablar a fondo con ella del asunto, como un intento de vencer su aversion. No, eso seria pusilanime. Va a casarse con Arthur, en definitiva, no con Lily.
Asi que cuando Arthur llega, en su viaje al norte, Jean hace que se siente, escucha pacientemente las noticias de la investigacion y luego dice, para evidente sorpresa de Arthur:
– Me gustaria muchisimo conocer a ese joven protegido tuyo.
– ?De veras, querida? Es un chico muy decente, victima de una injusticia horrible. Estoy seguro de que le encantaria conocerte, se sentiria muy honrado.
– Creo que dijiste que es parsi, ?no?
– Bueno, no exactamente. Su padre…
– ?En que creen los parsis, Arthur? ?Son hindues?
– No, son mazdeistas, seguidores de Zoroastro.
Arthur disfruta de preguntas asi. Piensa que puede abarcar y mantener a raya el misterio fundamental de las mujeres siempre que le permitan explicarles cosas. Con una confiada firmeza, refiere los origenes historicos de los parsis, su aspecto caracteristico, su tocado, su actitud liberal con las mujeres, su tradicion de nacer en la planta baja de la casa. Omite la ceremonia de purificacion, pues entrana una ablucion con orina de vaca, pero diserta sobre la posicion central que ocupa la astrologia en la vida de los parsis, y se encamina hacia las torres de silencio y el postumo festin de los buitres cuando Jean levanta la mano para detenerle. Ella cae en la cuenta de que no es la manera de hacer las cosas. La historia del mazdeismo no contribuye a allanar la transicion que esperaba. Ademas, parece deshonesto, vulnera el concepto que tiene de si misma.
– Arthur, querido -le interrumpe-. Hay algo de lo que quiero hablarte.
El parece sorprendido y levemente alarmado. Aunque siempre haya apreciado su franqueza, subsiste dentro de el un poso de suspicacia de que cada vez que una mujer dice que tiene que hablar de algo a un hombre, raro sera que se trate de algo beneficioso o agradable para el.
– Quiero que me expliques tu relacion con… ?lo llamas espiritismo o espiritualismo?
– Prefiero el termino espiritismo, pero parece ser que esta perdiendo vigencia. Sin embargo, crei que te disgustaba ese tema.
Lo que en realidad quiere decir es que ella teme y desprecia ese tema; y, con mayor motivo, a sus adeptos.
– Arthur, no podria disgustarme nada que a ti te interese.
Lo que en realidad quiere decir es que confia en que no le disguste nada de lo que a el le interesa.
Y entonces empieza a explicarle su adhesion, desde los experimentos sobre transmision de pensamiento con el futuro arquitecto de Undershaw hasta las conversaciones en el palacio de Buckingham con sir Oliver Lodge. En todos los puntos recalca los origenes cientificos y los procedimientos de la investigacion psiquica. Tiene mucho cuidado de que parezca una actividad respetable y nada amenazadora. Tanto su tono como sus palabras tranquilizan un poco a Jean.
– Es cierto, Arthur, que Lily me ha hablado un poco de las mesas