– ?Que quiere decir?
– ?Llego la ropa antes que la piel o la piel antes que la ropa?
– Oh, ya veo. No, llegaron juntas.
– ?Se las llevo el mismo oficial de policia?
– Si.
– ?En el mismo paquete?
– Si.
– ?Quien era el oficial?
– No lo se. Veo a muchos. Ademas, hoy dia todos me parecen jovenes, con lo que todos me parecen iguales.
– ?Recuerda lo que le dijo?
– Sir Arthur, fue hace tres anos. No hay la mas minima razon para que recordara una sola palabra de lo que dijo. Me diria, supongo, que el paquete venia de parte del inspector Campbell. Quiza me dijese lo que habia dentro. Quiza me dijese que contenia material para ser examinado, pero eso era bastante obvio, ?no cree?
– Y durante el tiempo que tuvo en su poder la piel y la ropa, ?las guardo escrupulosamente separadas? No pretendo actuar de abogado defensor.
– Pues lo parece, si me permite decirlo. Y, desde luego, veo adonde quiere ir a parar. Puedo asegurarle que no hay posibilidad de contaminacion en mi laboratorio.
– Ni por un momento lo estaba insinuando, doctor Butter. Apunto hacia otra direccion. ?Puede describirme el paquete que recibio?
– Sir Arthur, veo exactamente adonde quiere ir a parar. No he sido interrogado por abogados defensores a lo largo de los ultimos veinte anos para no reconocer ahora el enfoque de usted o para tener que responder de los procedimientos de la policia. Usted confiaba en que yo dijera que la piel y la ropa estaban enrolladas juntas dentro de un viejo saco de arpillera donde las habia metido la incompetente policia. En cuyo caso usted estaria poniendo en entredicho tanto mi integridad como la de ellos.
Un deje acerado revestia ahora la urbanidad del doctor. Seria un testigo que preferirias tener de tu parte.
– No haria tal cosa -dijo Arthur, conciliador.
– Acaba de hacerlo, sir Arthur. Ha insinuado que yo podria haber pasado por alto la posibilidad de contaminacion. Los dos materiales estaban envueltos y precintados por separado, y por mucho que los hubieran zarandeado, los pelos no habrian podido pasar de un paquete al otro.
– Le agradezco, doctor Butter, que haya eliminado esa posibilidad.
Y, de este modo, daba a elegir entre dos alternativas: la incompetencia de la policia antes de empaquetar por separado los dos materiales, o la malevolencia policial cuando lo estaban haciendo. Bueno, ya habia presionado suficiente al doctor Butter. Excepto…
– ?Puedo hacerle otra pregunta? Es totalmente objetiva.
– Por supuesto. Perdone mi irritacion.
– Es comprensible. Tal como ha dicho, me he excedido en imitar a un defensor.
– No se trata tanto de eso. Es mas bien lo siguiente. He trabajado con la policia de Staffordshire durante mas de veinte anos. Veinte anos en los que he asistido a juicios y he tenido que responder a preguntas taimadas, basadas en suposiciones que yo se que eran falsas. Veinte anos viendo como se explota la ignorancia del jurado. Veinte anos en que he testificado con la mayor claridad y la menor ambiguedad que he podido, basandome en rigurosos analisis cientificos, para que luego me traten, no como a un farsante, sino como a alguien que se limita a dar una opinion, una opinion no mas valiosa que la de cualquiera. Salvo que ese cualquiera no tiene un microscopio, y si lo tuviera no sabria enfocarlo. Declaro lo que he observado, lo que se, y me encuentro con que me dicen desdenosamente que eso no es mas que una opinion mia.
– Le comprendo perfectamente -dijo sir Arthur.
– Lo dudo. En todo caso, haga esa pregunta.
– ?A que hora del dia recibio el paquete de la policia?
– ?A que hora? Hacia las nueve.
A Arthur le asombraba aquel envio. El pony habia sido descubierto alrededor de las 6.20, Campbell estaba todavia en el campo cuando George salia de casa para alcanzar el tren de las 7.39, y el inspector llego a la vicaria, con Parsons y su grupo de agentes especiales, un poco antes de las ocho. Despues tuvieron que registrar la casa, discutir con los Edalji…
– Lo siento, doctor Butter, sin animo de arrogarme de nuevo el papel de defensor, ?no seria mas tarde?
– ?Mas tarde? En absoluto. Se a que hora llego el paquete. Recuerdo que me queje. Insistieron en entregarmelo ese dia. Les dije que no podria quedarme hasta despues de las nueve. Saque mi reloj cuando llego el paquete. Las nueve en punto.
– Me he confundido yo. Crei que usted se referia a las nueve de la manana.
Ahora le toco expresar sorpresa al doctor Butter.
– Sir Arthur, la policia es, segun mi experiencia, competente e industriosa. Tambien honrada. Pero no hace milagros.
Sir Arthur asintio y los dos hombres se separaron como amigos. Pero despues se paro a pensar que era exactamente lo contrario: la policia
Si, podia compararla con los mediums que en teoria eran capaces de desmaterializar objetos para despues volver a materializarlos, de hacer que cayera sobre el velador una lluvia de monedas antiguas, por no hablar de tablillas asirias y piedras semipreciosas. Era una rama del espiritismo respecto de la cual Arthur seguia siendo profundamente esceptico; de hecho, el detective mas aficionado solia seguir el rastro de las monedas antiguas hasta el numismatico mas proximo. Arthur pensaba que eran numeros mas propios del circo o de la caseta de un mago. O de la comisaria de Staffordshire.
Se estaba mareando. Pero solo era euforia. Doce horas: ahi radicaba la respuesta. La policia tuvo la prueba en su poder durante doce horas antes de entregarsela al doctor Butter. ?Donde habia estado, a cargo de quien, que habian hecho con ella? ?Hubo una contaminacion casual o se llevo a cabo un acto concreto con la intencion especifica de incriminar a George Edalji? Lo mas probable es que nunca lo supieran, a no ser que alguien confesara en su lecho de muerte… y Arthur siempre habia dudado de estas confesiones.
Su euforia aumento cuando llego a Undershaw el informe del doctor Lindsay Johnson. Lo acompanaban dos cuadernos llenos de detallados analisis grafologicos de Johnson. La maxima autoridad europea juzgaba que ninguna de las cartas que le habian entregado, ya fueran de puno y letra del intrigante malvado, del maniaco religioso o del chico depravado, tenia ninguna similitud significativa con documentos autenticos escritos por George Edalji. En algunos ejemplos habia una especie de parecido enganoso; pero no era mas del que cabria esperar de un falsificador que reconociera haber intentado copiar la letra de otra persona. Cabria esperar que ocasionalmente consiguiera realizar un facsimil creible; siempre habia, sin embargo, signos delatadores que probaban que la mano de George -literalmente- no habia intervenido en absoluto.
Arthur ya habia despachado la mitad de la primera parte de su lista:
Al sentarse a su escritorio para empezar el borrador, presintio, por primera vez desde la muerte de Touie, la tendencia a lo correcto que poseian las cosas. Despues de la depresion,