– No. O, mejor dicho, me esta haciendo una pregunta muy extensa. Si Edalji hubiera dicho: si, mutile al pony, lo hice con este instrumento, llevaba esta ropa puesta y actue por mi cuenta, yo habria podido ofrecerle una opinion. Y en estas circunstancias tendria que decirle que si, que estaria muy sorprendido, hasta atonito.

– ?Pero?

– Pero mi testimonio se baso, como siempre se basa, en lo que encontre: el rastro de sangre de mamifero en aquella prenda, y todo lo demas. Eso declare. Si no puedo decir como o cuando llego alli, no puedo comentar nada mas.

– Como testigo no, por supuesto. Pero entre nosotros…

– Entre nosotros yo diria que si un hombre desgarra a un caballo habra cantidad de sangre y no podra controlar donde cae, sobre todo si el acto se perpetra en una noche oscura.

– ?Entonces coincide conmigo en que el no pudo hacerlo?

– No, sir Arthur. No coincido con usted. Muy al contrario. Hay una gran distancia entre las dos posiciones. Por ejemplo, cualquiera que se proponga rajar a un caballo se pondria alguna clase de delantal, como hacen los carniceros. Seria una precaucion elemental. Pero unas cuantas gotas podrian caer en cualquier sitio, sin ser advertidas.

– En el juicio no hubo testimonios sobre un delantal.

– No voy a eso. Me limito a darle una explicacion distinta de la suya. Otra podria ser que habia otras personas presentes. Si hubiera habido una banda, como se sugirio, el joven no habria podido destripar al animal el solo, pero podria haber estado observando y podrian haberle caido en la ropa unas gotas de sangre.

– Tampoco hubo testimonios en este sentido. -Pero se insistio mucho en la hipotesis de una banda, ?no? -Hubo una mencion deliberada de una banda. Pero ni la mas minima prueba.

– ?Y el otro hombre que destripo a su caballo?

– Green. Pero ni siquiera el afirmo que hubiese una banda.

– Sir Arthur, entiendo perfectamente su argumento y su deseo de pruebas que lo apoyen. Solo digo que hay otras posibilidades, se expusieran o no durante el juicio.

– Tiene toda la razon. -Arthur decidio no insistir mas sobre este punto-. Cambiando de tema, ?podemos hablar de los pelos? En su declaracion dijo que recogio veintinueve pelos de la ropa y que cuando los examino al microscopio vio que eran, si recuerdo bien sus palabras, «de longitud, color y textura similares» a los de la tira de piel cortada del pony de la mina.

– Es correcto.

– «Similares.» No dijo «exactamente iguales».

– No.

– ?Porque no eran exactamente iguales?

– No, porque es una conclusion mas que una observacion. Pero decir que eran similares en longitud, color y textura es, para el lego en la materia, decir que eran exactamente iguales.

– ?No le cabe la menor duda?

– Sir Arthur, en el banquillo de los testigos prefiero pecar de precavido. Entre nosotros, y bajo las condiciones que ha propuesto para esta entrevista, le aseguraria que los pelos que habia en la ropa eran del mismo animal cuya piel examine al microscopio.

– ?Y tambien exactamente de la misma parte?

– No le sigo.

– ?Del mismo animal, pero tambien de la misma parte del animal, es decir, de la panza?

– Si, eso es.

– Ahora bien, los pelos de partes diferentes de un caballo o de un pony varian en longitud y quiza en espesor y quiza en textura. ?Son diferentes, por ejemplo, los pelos del rabo y los de las crines?

– Asi es.

– Sin embargo, de los veintinueve pelos que usted examino, ?todos eran exactamente iguales y exactamente de la misma parte del pony?

– En efecto.

– ?Podemos imaginar algo juntos, doctor Butter? Una vez mas, de manera totalmente confidencial, dentro de estas paredes anonimas. Imaginemos, por desagradable que resulte, que usted y yo salimos a eviscerar a un caballo.

– Si me permite corregirle, el pony no fue eviscerado.

– ?No?

– Lo que testificaron fue que habia sido rajado y que estaba sangrando, y que hubo que sacrificarlo de un disparo. Pero los intestinos no colgaban del corte, como habria ocurrido si la agresion hubiera sido distinta.

– Gracias. Entonces imaginemos que vamos a rajar a un pony. Tendriamos que acercarnos, calmarlo. Acariciarle el hocico, quiza, hablarle, acariciarle la ijada. Despues imaginemos como lo sujetamos mientras lo acuchillamos. Si vamos a abrirle el vientre, quiza nos coloquemos contra el ijar y le pasemos un brazo por el lomo, para sujetarlo mientras extendemos la mano hacia debajo con el instrumento que estemos usando.

– No lo se. Nunca he asistido a una escena tan truculenta.

– Pero ?no discute que podria ser asi? Yo tengo caballos, y aun cuando estan tranquilos son criaturas nerviosas.

– No estamos en el campo. Y no era un caballo de sus cuadras, sir Arthur. Era un pony de una mina. ?Y no son conocidos por su docilidad? ?No estan acostumbrados al trato de los mineros? ?Acaso recelan de quienes se les acercan?

– Tiene razon, no estamos en el campo. Pero supongamoslo un momento. Imagine que el acto se cometio como he descrito.

– Muy bien. Aunque, por supuesto, podria haber sido de otro modo. Si hubo mas de una persona, por ejemplo.

– Se lo concedo, doctor Butter. Y debe usted concederme a cambio que si el acto fue perpetrado mas o menos como yo lo he descrito, entonces es inconcebible que los unicos pelos que fueron a parar a la ropa provinieran todos del mismo lugar, es decir, de la panza del animal, que en cualquier caso no es la zona que uno le tocaria para tranquilizarlo. Y, ademas, los mismos pelos se encuentran en diferentes partes de la ropa: en la manga y en la parte superior izquierda del abrigo. ?No esperaria encontrar, como minimo, algunos pelos de alguna otra parte del pony?

– Quiza. Si su descripcion de los hechos es correcta. Pero igual que antes, usted solo ofrece dos explicaciones posibles: la de la acusacion y la suya. Hay una gran distancia entre las dos. Por ejemplo, quiza hubiera pelos mas largos en la ropa, pero el culpable los elimino al verlos. No seria de extranar, ?no? O puede que se los llevara el viento. O, una vez mas, puede que hubiera una banda…

Arthur avanzo entonces, con mucha cautela, hacia la solucion «obvia» propuesta por Wood.

– Tengo entendido que usted trabaja en Cannock.

– Si.

– ?La tira de piel no la corto usted?

– No. La corto el senor Lewis, que atendio al animal.

– ?Y se la entregaron a usted en Cannock?

– Si.

– ?Y tambien le entregaron la ropa?

– Si.

– ?Antes o despues?

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