parlantes, pero supongo que siempre lo he considerado contrario a la doctrina de la Iglesia. ?No es una herejia?
– Es verdad que se opone a las instituciones de la Iglesia. Para empezar, elimina al intermediario.
– ?Arthur! Eso no es un modo correcto de hablar del clero.
– Pero es lo que han sido historicamente. Intermediarios, mediadores. Transmisores de la verdad al principio, pero cada vez la controlaban mas y se volvieron ofuscadores, politicos. Los cataros estaban en el buen camino, el del acceso directo a Dios, sin pasar por las capas de la jerarquia. Los erradicaron de Roma, por supuesto.
– ?Entonces tus…, ?debo llamarlas creencias?, te hacen hostil a mi Iglesia?
Y, por ende, quiere decir Jean, a todos sus miembros. A un miembro especifico.
– No, queridisima. Y nunca pretendere disuadirte de que vayas a tu Iglesia. Pero nos movemos mas alla de todas las religiones. Pronto, muy pronto, en terminos historicos, seran cosas del pasado. Miralo de esta forma. ?Es la religion el unico ambito del pensamiento que no es progresista? ?No seria extrano? ?Vamos a seguir eternamente una norma establecida hace dos mil anos? ?No ve la gente que el cerebro humano evoluciona, que tiene que adoptar una perspectiva mas amplia? Un cerebro a medio formar crea un Dios formado a medias, ?y quien dira que nuestro cerebro esta siquiera desarrollado?
Jean guarda silencio. Cree que las normas establecidas hace dos mil anos son verdaderas y que hay que obedecerlas; y que aunque el cerebro quiza evolucione y produzca todo genero de avances cientificos, el alma, que es la chispa de la divinidad, es algo totalmente aparte e inmutable, no sujeta a evolucion.
– ?Te acuerdas de cuando hice de juez en un concurso de forzudos en el Albert Hall? El ganador se llamaba Murray. Le segui por la calle aquella noche. Llevaba una estatuilla de oro debajo del brazo, era el hombre mas fuerte de Gran Bretana. Pero se perdio en la niebla…
No, una metafora no era lo adecuado. Las metaforas eran para las religiones institucionales. Las metaforas eran chachara.
– Lo que hacemos es muy simple, Jean. Tomamos la esencia de las grandes religiones, que es la vida del espiritu, y la hacemos mas visible y por tanto mas comprensible.
A ella le parecen palabras de un tentador, y el tono de su respuesta es seco.
– ?Con sesiones y mesas parlantes?
– Admito que a los profanos les resulta raro. Al igual que las ceremonias de tu Iglesia parecerian extranas a un mazdeista que la visitase. El cuerpo y la sangre de Cristo en una bandeja y una copa… Podria parecerle un puro truco de magia. Las religiones, todas las religiones, han embarrancado en el ritual y el despotismo. Nosotros no decimos: ven a rezar a nuestra iglesia y sigue nuestras instrucciones y quiza algun dia seas recompensada en la otra vida. Eso es como el regateo de un vendedor de alfombras. En cambio, te mostramos, ahora que estas viva, la realidad de determinados fenomenos paranormales que te probaran la abolicion fisica de la muerte.
– ?Crees, entonces, en la resurreccion del cuerpo?
– ?Que nos entierran y nos descomponemos y despues, en algun tiempo futuro, nos reconstruyen enteros? No. El cuerpo es una mera cascara, una envoltura de la que nos desprendemos. Es cierto que algunas almas vagan en la oscuridad durante un tiempo despues de la muerte, pero es solo porque no estan preparadas para la transicion al otro lado. Un autentico espiritista que comprende el proceso pasara facilmente y sin angustia. Y podra comunicarse mas rapido con el mundo que ha abandonado.
– ?Has presenciado eso?
– Oh, si. Y espero hacerlo con mas frecuencia a medida que comprenda mejor.
Un escalofrio repentino recorre a Jean.
– Espero que no te estes haciendo medium, querido Arthur.
Se esta imaginando a su marido como un embaucador anciano que entra en trance y habla con voces raras. Y que la nueva lady Doyle es conocida como la esposa de un charlatan.
– Oh, no, no poseo esos poderes. Los autenticos mediums son escasos, muy escasos. A menudo son personas sencillas, humildes. Como Jesucristo, por ejemplo.
Jean no hace caso de la comparacion.
– ?Y que pasa con la moralidad, Arthur?
– No cambia. Es decir, la verdadera…, que proviene de la conciencia individual y el amor a Dios.
– No me refiero a ti, Arthur. Ya sabes de que hablo. Si la gente, la gente ordinaria, no tuviera a la Iglesia para decirle como debe comportarse, recaeria en el egoismo y una sordidez brutal.
– Yo no lo veo como la otra alternativa. Los espiritistas, los autenticos, son hombres y mujeres de una alta calidad moral. Podria enumerarte algunos. Y su moralidad es mas elevada porque estan mas cerca de comprender la verdad espiritual. Si la persona ordinaria que mencionas tuviera de primera mano una prueba del mundo espiritual, si se percatara de lo cerca que esta de nosotros en todo momento, el egoismo y la brutalidad perderian su atractivo. Pon la verdad de manifiesto y la moralidad llegara sola.
– Arthur, vas demasiado deprisa para mi.
Puntualizando, Jean siente que se avecina una cefalea; en realidad, se teme, una migrana.
– Por supuesto. Tenemos toda la vida por delante, y despues toda la eternidad juntos.
Jean sonrie. Se pregunta que hara Touie durante toda la eternidad que Arthur y Jean pasaran juntos. Claro que se planteara el mismo problema tanto si resulta que su Iglesia es la que ensena la verdad como si es la que dicen esos mediums de humilde cuna que tanto impresionan a su futuro marido.
Arthur, por su parte, dista mucho de tener un dolor de cabeza. La vida se ha puesto de nuevo en movimiento: primero el caso Edalji y ahora este subito interes de Jean por las cosas que hay bajo esta cuestion autentica. Pronto recobrara el pleno entusiasmo. En el umbral abraza a la chica que le espera y, por primera vez desde la muerte de Touie, descubre que reacciona como un novio en ciernes.
Anson
Arthur dijo al taxista que le dejara en el viejo comercio contiguo al hotel White Lion. La posada estaba directamente enfrente de Green Hall. Llegar a pie era una tactica instintiva. Con su maletin de fin de semana en la mano, siguio la cuesta suave que arrancaba de Lichfield Road y procuro que las suelas de los zapatos hicieran un ruido discreto sobre la grava. Cuando vio la casa, iluminada de soslayo por el sol debil de finales de la tarde, se detuvo a la sombra de un arbol. ?Por que los metodos del doctor Joseph Bell no persuadian a la arquitectura de que revelara secretos, como hacia la fisiologia? Veamos: de la decada de 1820, conjeturo; de estuco blanco; fachada pseudogriega, un solido portico con dos pares de columnas jonicas no estriadas; tres ventanas en cada lado. Tres plantas, pero para su ojo inquisitivo habia algo sospechoso en la tercera. Si, apostaria a Wood cuarenta puntos de ventaja a que no habia ni un solo desvan detras de aquella hilera de siete ventanas: un mero truco arquitectonico para hacer la casa mas alta e imponente. Sin embargo, no se podia culpar de aquel trampantojo al actual ocupante. Detras de la casa, hacia la derecha, Doyle diviso una